Las infanterias invisibles: Méxicanos

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Francis Currey
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Las infanterias invisibles: Méxicanos

Mensaje por Francis Currey » Mar Nov 13, 2007 12:01 am

Las infanterias ivisibles: Méxicanos en la Segunda Guerra Mundial

El siguiente trabajo pertenece a Enrique Plasencia de la Parra de la
Universidad Nacional Autónoma de México y a mi entender es uno de los estudios más completos sobre un tema tan olvidado.

EL 26 DE MAYO DE 1943

La Séptima División de infantería del ejército estadounidense intentaba desembarcar en Attu, isla del archipiélago de las Aleutianas, en el mar de Bering.

Era un día frío, con niebla; el fuego de la artillería japonesa
impedía el avance. El soldado José P. Martínez tomó la
decisión de iniciarlo, actitud que fue seguida por sus compañeros.
A pesar de esto, Martínez puso fuera de combate
dos nidos de ametralladoras, atrajo el fuego japonés, pero
a costa de su vida; sus compañeros obtuvieron así mejores
posiciones. Pocos días después la isla era recuperada. Martínez
recibió póstumamente la Medalla de Honor del Congreso,
la máxima condecoración que puede obtenerse en
el ejército estadounidense. Era la primera que recibía un
“mexicano-americano” (así se conocía a residentes o ciudadanos
estadounidenses de origen mexicano). José Martínez
provenía de una familia de Taos, Nuevo México, con
varias generaciones de residir en esa entidad. Su caso no sería
el único, pues a lo largo de la segunda guerra mundial
muchos mexicano-americanos se distinguirían en la lucha.
HMex, LII: 4, 2003 1021

* Agradezco a Armando Arreaga su excelente trabajo en la revisión
del Archivo de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Fecha de recepción: 23 de septiembre de 2002
Fecha de aceptación: 20 de enero de 2003

Pocos días después, en Los Ángeles, se dio el llamado “motín
de los pachucos”, que en realidad fue un ataque de soldados
estadounidenses contra jóvenes que, por su forma de
vestir, extravagante para la época, eran fácilmente identificables.
Se relacionaba a los pachucos con mexicanos, a pesar
de que jóvenes de distinto origen étnico seguían la
misma moda. También se les acusaba de todo tipo de delitos.
El manejo que una parte de la prensa (la cadena de William
Randolph Hearst) hizo de este incidente y la campaña
negativa que lo precedió, llevaron a muchos a concluir que
los mexicano-americanos causaban disturbios cuando el
país más necesitaba la paz interna. Esa culpa inducida sentía
el soldado Frank Lares en una base en Alaska, cuando
sus compañeros le recriminaban el comportamiento de sus
paisanos en California.

Al conocerse las hazañas de José Martínez los cuestionamientos
terminaron, y más tarde se conoció la manipulación
que la prensa había hecho del incidente.1
Ambos hechos, coincidentes en lo temporal, muestran
realidades contrastantes sobre los mexicanos en Estados Unidos.

El primero me interesa resaltarlo no tanto por el valor
extraordinario de Martínez, sino más bien por el hecho de
que actos como el suyo se soslayaran en la mayoría de las versiones
oficiales sobre la participación estadounidense en la
segunda guerra. Era finalmente otra forma de mantener en
el subsuelo a esta minoría étnica, como si fueran invisibles. El
segundo es un buen ejemplo de cómo se sacaba a la luz al mexicano,
de cuándo dejaba de ser invisible: participando en
asaltos, motines y riñas callejeras. En este artículo pretendo
analizar la actuación de chicanos y mexicanos en la guerra.
Intento saber qué tan importante fue, en qué condiciones se
dio, qué papel sostuvieron los gobiernos de México y Estados
Unidos ante esta participación; también cómo fue percibida
por los veteranos que participaron, cómo cambió su vida, y
en forma más general de qué modo afectó a la comunidad
mexicana en ese país al terminar el conflicto bélico.

1022 ENRIQUE PLASENCIA DE LA PARRA
1 MORIN, 1963, pp. 55-56.

En la época de la guerra se utilizaba el término “mexicano-
americano”, que en general se refería a residentes legales
o ciudadanos estadounidenses de origen mexicano. Fue
hasta la década de los sesenta, con el movimiento chicano
por los derechos civiles, que los mexicano-americanos comenzaron
a llamarse a sí mismos “chicanos”.2 En este trabajo
usaré indistintamente ambos términos, pues se refieren
al mismo tipo de persona. Entiendo que el uso de estos vocablos
tiene un valor muy importante entre la comunidad
de origen mexicano, sobre todo a raíz del activismo chicano
en los años setenta. Pero ese movimiento, que buscaba
una identidad propia, diferente al establishment anglosajón,
también buscaba su inclusión en esa sociedad. El origen de
esta lucha, cuando menos en su aspecto más activo, está
en la posguerra.

Si se había peleado a nombre de la democracia
y la libertad, había que empezar en casa. Por ello,
conscientemente, decidí usar chicano y mexicano-americano
de forma indistinta. Otra aclaración: el tema que trato
en este artículo ha sido poco estudiado, por tanto es sólo el
primer golpe a una veta que requerirá de otros mineros.

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Mensaje por Francis Currey » Mar Nov 13, 2007 12:05 am

LOS CHICANOS ANTES DE LA GUERRA

Históricamente, la migración a Estados Unidos se ha dado
por la diferencia en la productividad agrícola en ambos países,
así como por la disparidad de salarios. En áreas rurales,
pero también en urbanas y suburbanas, la migración ha
pesado por la subsistencia, y por la búsqueda de un nivel
de vida por encima de esa subsistencia. En el periodo de
1910-1930 los mexicanos que buscaron la frontera creció
enormemente, debido a los trastornos causados por la Revolución,
pero también por el auge económico que había
en el suroeste estadounidense (para los estudiosos de ese
país, el suroeste comprende los estados de Texas, Nuevo
México, Arizona y California). Se calcula que en ese periodo
cruzaron la frontera 1000000 de mexicanos. En 1924 el
MEXICANOS EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 1023
2 GRISWOLD, 1996, pp. 13-18.

El gobierno restringió la migración, estableciendo el sistema
de cuotas, que consistía en otorgar un número predeterminado
de visas a ciudadanos de distintos países, aunque hubo
excepciones. Una de ellas fue para los mexicanos, pues
la mano de obra barata y abundante se consideraba indispensable
para el desarrollo económico. A pesar de ello, en la
década de los veinte se oía con frecuencia el discurso sobre
la inferioridad racial del mexicano, y el eterno argumento
de que quitaban puestos de trabajo a la población blanca. La
gran depresión, que estalló en 1929, acentuó la estridencia
de ese discurso, y la crisis estrechaba el mercado laboral, tanto
para los nuevos inmigrantes como para los ya establecidos.
La campaña antimexicana y la crisis favorecieron la
deportación masiva de aproximadamente 500000 personas
en los primeros años de la depresión.3

Las nuevas disposiciones migratorias, la creación de la
policía fronteriza y la deportación masiva de los treinta
cambió la percepción del hecho, antes sencillo, de pasar la
frontera, convirtiéndolo en toda una odisea y en un trauma
para quien lo intentaba. Por eso en la literatura chicana
aparece con frecuencia el río Bravo como metáfora de
la gran herida abierta entre ambos países. También en el
migrante comenzaba a pesar más la categoría de ser legal
o ilegal. Éste era el escenario, y éstos eran los antecedentes
de miles de mexicanos que participaron en la segunda guerra.
Un buen número de ellos eran hijos de esta oleada que
salió del país en los años revolucionarios.

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Mensaje por Francis Currey » Mar Nov 13, 2007 12:08 am

EL EFECTO PEARL HARBOR

Aunque el estadounidense medio era profundamente aislacionista,
el desarrollo del conflicto iniciado en Europa en
1939 cambió sensiblemente la percepción de cuál debería
ser el papel de Estados Unidos. Sobre todo pesó la rápida
capitulación de Francia y el peligro de que Inglaterra la siguiera

1024 ENRIQUE PLASENCIA DE LA PARRA
3 Un estudio clásico de este periodo, GAMIO, 1969. También véanse
GONZÁLEZ NAVARRO, 1994 y BUSTAMANTE, 1997.

en poco tiempo. En el verano de 1941 una encuesta
mostraba que 85% creía que el país se vería arrastrado a
la guerra; 68% consideraba más importante derrotar a Alemania
que mantener la neutralidad.4 El presidente Franklin
D. Roosevelt era partidario de la intervención; en 1940
impuso el servicio militar y comenzó un programa de rearme
y modernización del ejército, el cual era sumamente pequeño
e incapaz para campañas extensas fuera del país. El
7 de diciembre de 1941 la fuerza aérea japonesa atacó por
sorpresa la base estadounidense de Pearl Harbor (en la isla
hawaiana de Oahu), destruyendo gran parte de su armada.

El ataque sirvió a Roosevelt para galvanizar el apoyo de
todo el país en una guerra total contra las potencias del Eje.
El llamado presidencial tuvo una respuesta formidable
entre la población en general, así como en los medios políticos
y de los negocios. Estaba mal visto ser joven y no portar
uniforme, sinónimo de no estar participando en ese
gran esfuerzo.5 En los testimonios de los veteranos chicanos,
gran parte hace referencia a ese 7 de diciembre; a muchos
los motivó para inscribirse como voluntarios.

El crecimiento de la industria bélica logró algo que las
políticas del New Deal no habían podido alcanzar: el pleno
empleo. Pero en perjuicio de asuntos en que la sociedad
era particularmente sensible, como el máximo de horas de
trabajo permitido y la cancelación del uso de huelgas; se
entendía que el tema de la seguridad social era una asignatura
pendiente para después del conflicto. Cuando éste finalizó,
en Gran Bretaña se puso en práctica un plan de
seguridad social que cubría todas las etapas de la vida del
ciudadano, y ese plan influyó en el resto del mundo occidental.

Pesaba política y moralmente no destinar recursos para
programas de seguridad social cuando la totalidad del
país había participado en un esfuerzo gigantesco. Además,
existía el precedente benéfico que había tenido el gasto deficitario
en los años del New Deal y de la economía de guerra


MEXICANOS EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 1025
4 ADAMS, 1998, p. 325.
5 Testimonio de Santiago Enríquez de Rivera, en Mañana (16 dic.
1944).

Aunque muy lejos del plan británico, Estados Unidos
creó un programa muy atractivo para los ex combatientes:
la Ley de Reincorporación de los Veteranos de Guerra
(conocida como G.I. Bill of Rights). Los veteranos tenían derecho
a una cantidad por un periodo de readaptación, así
como a préstamos para vivienda o negocios, becas y pensiones
alimentarias para los que decidieran acabar sus estudios
o iniciar una carrera. Entre 1945-1952 el gobierno
invirtió 13500000000 de dólares tan sólo en las becas que
beneficiaron a 8000000 de veteranos.6

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Mensaje por Francis Currey » Mar Nov 13, 2007 12:10 am

El artículo se encuentra completa en formato PDF, en el siguiente enlace:

http://historiamexicana.colmex.mx/pdf/1 ... _18088.pdf

Espero que lo disfruten.

Saludos cordiales

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Jorge Romo Perez
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Mensaje por Jorge Romo Perez » Mié Nov 14, 2007 5:57 pm

Gracias Francis, un estudio muy interesante.
Saludos
"Cuando regreses a casa, dile a tus hijos, que a cambio de su futuro, ofrendamos nuestro presente".
John Maxwell Edmonds (1875 -1958) inscrito en el Kohima 2nd Division Memorial
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