3) El 13 de abril de 1990, las autoridades de la entonces todavía Unión Soviética, admitieron oficialmente por vez primera que la matanza de oficiales polacos (la masacre de Katyn) fue obra del NKVD. En octubre de 1992, tras el colapso de la Unión Soviética, el gobierno ruso entregó al gobierno polaco documentos de un expediente especial acerca de los asesinatos cometidos en Kharkov, Katyn y Tver entre abril y mayo de 1940.
Cuando el Ejército Rojo invadió el oeste de Polonia, sin previa declaración de guerra, el 17 de septiembre de 1939, se capturaron miles de miembros de las fuerzas armadas polacas que fueron distribuidos entre varios campos de prisioneros en la Unión Soviética. Tras varias semanas de su internamiento, los soldados y los suboficiales polacos fueron liberados, mientras que unos 14.800 oficiales, policías y guardias fronterizos fueron internados en tres campos especiales de prisioneros de guerra, administrados por el NKVD, en Kozelsk (cerca de Smolensk en Rusia), Starobelsk (cerca de Kharkov -Kharkiv- en Ucrania), y Ostashkov (cerca de Kalinin, hoy Tver, en Rusia).
Entre abril y mayo de 1940, todos esos prisioneros -excepto 395- fueron asesinados en secreto bajo órdenes directas de Beria, firmadas por Stalin. En abril de 1943 los nazis descubrieron las tumbas masivas en el bosque de Katyn, cerca de Smolensk, con los restos de 4.000 oficiales polacos que previamente habían estado internados en el campo de Kozelsk.
El destino y paradero de los prisioneros polacos de los campos de Starobelsk y Ostashkov fue un misterio hasta muchísimos años después, en 1990, cuando Gorbachev reconoció finalmente Katyn como un crimen stalinista y entregó documentos relevantes al entonces presidente polaco, general Wojciech Jaruzelski. Resultó ser que los restos de los prisioneros del campo de Starobelsk fueron enterrados en el Parque Piatykhatky, cerca de Kharkov, mientras que los de los prisioneros del campo de Ostashkov lo fueron en Mednoye, cerca de Tver. Desde entonces los investigadores han incrementado el número total de víctimas hasta 21.857, incluidos 7.300 oficiales polacos que estuvieron internados en prisiones de Ucrania y Bielorrusia, y asesinados bajo la misma orden citada de Beria.
Durante mas de 4 décadas, el estado soviético mantuvo y alimentó la ficción de que la masacre de Katyn había sido un crimen nazi. La política histórica del estado soviético después de 1945 intentó borrar de la memoria todo aquello que podía recordar a su pueblo que al principio de la guerra Stalin y Hitler eran aliados. También se intentó borrar de la memoria el protocolo secreto del pacto Molotov-Ribbentrop, la ayuda americana del Pacto de Préstamo y Arriendo y muchos otros asuntos que ensombrecían el mito creado en torno a Stalin como un genio militar. En esa época, la masacre de Katyn se mencionó algunas veces en el periodismo soviético y la propaganda oficial, pero sólo como un ejemplo del genocidio nazi, junto con las masacres de Babi Yar y Vinnisa.
El documento oficial que confirmaba la culpabilidad nazi de la masacre de Katyn fue el llamado Informe Burdenko (24 de enero de 1944), del cual se publicaron millones de copias. El informe se basó en falsas pistas preparadas por el NKVD. En los juicios de Nuremberg los soviéticos incluyeron en la lista de acusaciones la masare de Katyn, de la que acusaban al Tercer Reich. La base para esta acusación fue el Informe Burdenko, que los jueces occidentales no aceptaron debido a que fue cuestionado durante la audiencia de los testigos de la masacre. En consecuencia, la masacre de Katyn fue retirada de la lista de acusaciones. Y al acabar los juicios de Nuremberg, el asunto de la masacre de Katyn desapareció de la propaganda soviética. (En 1993 una comisión de expertos bajo la Oficina de la Fiscalía Militar Suprema de Rusia desechó el Informe Burdenko como "falso" y carente "de los requerimientos científicos").
Cualquier referencia a Katyn quedó oficialmente prohibida por la censura, e incluso cuando se mencionó Katyn en respuesta a los reclamos occidentales que exigían investigar la masacre, la respuesta de los funcionarios soviéticos fue repetir lo que ya se había declarado en el Informe Burdenko.
A finales de la década de 1960 los soviéticos tuvieron que hacer frente a la avalancha de publicaciones extranjeras sobre la matanza de Katyn. Para contrarrestar esta ofensiva occidental, crearon el “asunto Khatyn”. Khatyn es un pequeño pueblo de Bielorrusia que, como muchos otros pueblos, fue quemado por los nazis que asesinaron a sus habitantes. El nombre del pueblo en inglés se confunde muy fácilmente con el de Katyn. Se trató de un pretexto para lanzar una campaña de desinformación cuyo objetivo era hacer el asesinato de los prisioneros de guerra polacos cometido por los soviéticos indistinguible del asesinato de la población del pequeño pueblo cometido por los nazis. La manipulación de Khatyn creó una gran confusión especialmente entre los ciudadanos de la Unión Soviética, pero sólo inicialmente; muy pronto se hizo obvio el cinismo de las autoridades soviéticas en esa manipulación.
La esperanza de que la actitud oficial soviética comenzara a cambiar surgió con la llegada de Gorbachev como nuevo Secretario General del Partido Comunista Soviético en abril de 1980. En 1985 Gorbachev y el Presidente de Polonia Jaruzelski firmaron una declaración de “Cooperación en la esfera de la Cultura, el Aprendizaje y la Ideología”, seguida en 1987 por la creación de una Comisión Conjunta de Historiadores Soviéticos y Polacos cuya misión era examinar varios sucesos históricos problemáticos, o “espacios en blanco”, como se calificó en la prensa, entre ambos países, de los cuales la masacre de Katyn era el más importante. Sin embargo, la comisión apenas pudo avanzar en su trabajo porque el único material oficial disponible de parte soviética fue el “Informe Burdenko”, y los historiadores soviéticos no pudieron aportar nada al debate. Pero los historiadores polacos tenían acceso a muchos documentos publicados en Occidente, concluyendo que la responsabilidad de la masacre era del NKVD. En marzo de 1989 el portavoz del gobierno polaco, Jerzy Urban, tuvo la valentía de anunciar que su gobierno estaba de acuerdo con los hallazgos de la comisión. En junio y julio de dicho año se convocaron elecciones democráticas en Polonia cuyos resultados posibilitaron la formación de un gobierno no comunista por primera vez en 40 años.
Con el incremento de la presión polaca y con historiadores soviéticos que comenzaron a cuestionar abiertamente la versión oficial de los hechos, el ministro de Asuntos Exteriores soviético, Eduard Shevardnadze, junto con el jefe de la KGB, Vladimir Kriuchkov, y el director del Departamento Internacional del Partido Comunista Soviético, Valentin Falin, sugirieron al Comité Central del Partido Comunista Soviético que tal vez había llegado el momento de ofrecer una explicación al pueblo polaco. Era más aconsejable, en opinión de estos tres políticos, decir lo que había sucedido realmente y declarar exactamente quién era culpable. El coste de esta acción sería, a fin de cuentas, mucho menor que el de seguir con la presente inacción.
La política
glasnost permitió la apertura de ciertos archivos del estado a un grupo selecto de historiadores rusos. Tres de ellos -Valentina Parsadanova, Natalia Lebedeva y Yuri Zoria- iban a realizar un descubrimiento que transformaría el marco en el cual tuvo lugar la discusión soviética de Katyn. Encontraron en los archivos un número sustancial de documentos concernientes a los prisioneros polacos que establecían firmemente la conexión entre el NKVD y el asesinato de esos prisioneros. En el Archivo Central del Ejército Rojo, Lebedeva encontró los registros del 136º Batallón de Convoy del NKVD que escoltó a los prisioneros de Kozelsk a Katyn. Las fechas de partida del batallón de Kozelsk a Smolensk y Gnezdovo coincidían precisamente con las fechas de los transportes en los cuales embarcaron los prisioneros polacos de Kozelsk. Otros registros de la Administración Principal de las tropas de Convoy del NKVD revelaron que sus órdenes procedían de la UPV (Administración para los Asuntos de Prisioneros de Guerra). Los registros de la UPV se mantenían en el Archivo Especial Central, al cual tuvieron acceso Valentina Parsadanova y Yuri Zoria. Juntos, estos tres historiadores consiguieron unir diferentes elementos de una narrativa que finalmente resultó demasiado concluyente como para ser ignorada.
En febrero de 1990, Valentin Falin envió una nota a Gorbachev dando cuenta de lo que habían descubierto. Estaban a punto de publicar artículos en junio y julio sobre sus hallazgos que socavarían el argumento soviético previo de que no se había hallado nada nuevo en los archivos estatales. Como se acercaba el 50º aniversario de Katyn, Falin concluía en que había que fijar la posición oficial soviética, de una u otra forma. En su opinión, la forma menos gravosa de hacerlo era que las autoridades soviéticas informasen al general Jaruzelski -durante una visita de estado que estaba planeada para tener lugar en abril de 1990- que habían encontrado evidencias que contradecían los hallazgos de informe de la Comisión Burdenko de 1944. Aunque no tenían pruebas directas en forma de órdenes o directivas, había suficientes pruebas para sugerir que “el exterminio de los oficiales polacos en la región de Katyn fue obra del NKVD y personalmente de Beria y Merkulov”.
Inicialmente el Politburó rechazó la sugerencia de Falin, pero las circunstancias políticas intervinieron para cambiar las cosas. La primera fue un ultimátum emitido por el general Jaruzelski al gobierno soviético en el que advertía que cancelaría su visita de estado a menos que admitieran la verdad sobre Katyn. A finales de enero de 1990 se había disuelto el partido comunista polaco, y en marzo el parlamento polaco (
sejm) aprobó una resolución con ocasión del 50º aniversario de Katyn declarando al NKVD responsable del crimen y exigiendo la admisión soviética de la verdad, junto con información sobre las razones de la masacre, las circunstancia en que tuvo lugar, y los sitios donde fueron enterrados los prisioneros de Starobelsk y Ostashkov.
Mientras tanto, en Rusia, Natalia Lebedeva concedió una entrevista sobre sus nuevos hallazgos que fue publicada en el semanal en lengua inglesa
Moscow News el 22 de marzo de 1990, seguida el 25 de marzo por la publicación en el mismo semanal en lengua rusa
Moskovskie Novosti, sin permiso del gobierno, causando gran irritación entre los funcionarios gubernamentales, lo que estuvo a punto de costar su trabajo a Lebedeva, al igual que al periodista y al editor del documento. En los comentarios publicados en el semanal, Lebedeva observó, entre otras cosas, que el departamento del NKVD de Smolensk había ejecutado a 4.404 prisioneros del campo de Kozelsk; el departamento de Kalinin a 6.287 prisioneros del campo de Ostashkov, y el departamento de Kharkov a 3.891 prisioneros del campo de Starobelsk.
Una vez más, Valentin Falin pidió al Politburó que realizase una admisión pública de la verdad, sugiriendo nuevamente la visita de estado de Jaruzelski como el momento ideal. Y esta vez, el Politburó accedió.
El 13 de abril de 1990, la misma fecha en que Radio Berlín había anunciado por primera vez el descubrimiento de las fosas masivas del Bosque de Katyn en 1943, el Presidente Gorbachev entregó al general Jaruzelski documentos conteniendo las listas de despacho del NKVD de los prisioneros de los tres campos. Y la agencia TASS publicó ese mismo día un comunicado que rezaba así: “
Los materiales de archivo que se han descubierto, tomados en su conjunto, permiten la conclusión de que Beria y Merkulov y sus subordinados llevan la responsabilidad directa de los malvados hechos del Bosque de Katyn. El lado soviético, expresando un profundo arrepentimiento en conexión con la tragedia de Katyn, declara que representa uno de los crímenes atroces del stalinismo”.
El mismo día en que fueron publicados los documentos y comentarios de Lebedeva en el
Moscow News, el 22 de marzo de 1990, la oficina del fiscal de Kharkov abrió una investigación relativa a las fosas masivas descubiertas en el parque arbolado de la ciudad. En junio de 1990 el
Moscow News informó que el oficial de prensa del departamento regional de la KGB de Kharkov había informado: “
Más de 1.760 cuerpos de ciudadanos soviéticos […] yacen enterrados en la Plaza No. 6 del Parque, junto con un número todavía desconocido de soldados polacos ejecutados ilegalmente en 1940”.
Un grupo de fiscales militares de la Oficina de la Fiscalía Militar Principal -entre ellos Alexander Tretetsky y Anatol Yablokov- desclasificaron cierta cantidad de material de archivo. Las conclusiones de su investigación, y una evaluación legal del caso por expertos, respondían la cuestión de quién fue culpable del crimen de Katyn. También se tomó la decisión de trabajar en una publicación común polaco-rusa de documentos seleccionados. Estos documentos fueron publicados en Varsovia y Moscú.
El 3 de noviembre de 1990 Gorbachev emitió una orden secreta según la cual “La Academia de Ciencias de la URSS, la Oficina del Fiscal General de la URSS, y el Comité de Seguridad Estatal de la URSS, en cooperación con otras instituciones y organizaciones antes del 1 de abril de 1991, deberán llevar a cabo una investigación para revelar material de archivo relativo a los sucesos e incidentes de las relaciones bilaterales soviético-polacas, que resultaran en pérdidas del lado soviético”. Gorbachev había decidido que la imperiosa necesidad del momento era encontrar algún tipo de contrapeso a Katyn, reduciendo así la responsabilidad soviética por el crimen.
La consecuencia de la orden de Gorbachev fue el “increíblemente inmoral” asunto llaamdo anti-Katyn. De forma inmediata, algunos “historiadores” soviéticos crearon el contrapeso que necesitaba Gorbachev: el crimen polaco de la guerra polaco-rusa de 1919-1920 cuando algunos prisioneros de guerra rusos perdieron sus vidas. De hecho, unos 18.000 soldados soviéticos murieron en campos de prisioneros de guerra polacos como consecuencia de una mala nutrición y maltrato.
Antes de la orden secreta de Gorbachev nunca se mencionó la cuestión de los prisioneros de guerra soviéticos en la guerra de 1920, y Polonia jamás fue acusada de maltrato de los prisioneros de guerra. Por tanto, lo sensacional no fue el asunto, sino la forma en que fue manipulado por razones políticas. Bajo este indecente contexto, la masacre de Katyn se convirtió en una especie de justa venganza, tesis que fue propagada por multitud de propagandistas de toda profesión para defender los crímenes indefendibles del régimen stalinista. Propagandistas que no tuvieron el más mínimo pudor en incrementar la cifra de prisioneros de guerra soviéticos muertos en los campos polacos hasta 60.000, 80.000, 100.000 y finalmente más de 100.000.
En la actualidad no existe prácticamente ningún historiador ruso que dude de la culpabilidad soviétic por la masacre de Katyn, y sólo los nostálgicos del stalinismo (que son legión) y los lunáticos conspiranoicos como Mukhin (que no son pocos) defienden y propagan la "mentira de Katyn" (significando que la masacre fue obra de los nazis).
Para esta información he utilizado las siguientes fuentes, algunas de ellas ya citadas anteriormente:
-Inessa Jazborowska, Russian Historical Writing about the Crime of Katyn,
The Polish Review, Vol. 53, No. 2 (2008), pp. 139-157.
-Damian Bebnowski y Filip Musial (Eds.),
The Katyn Massacre. Current Research (Varsovia-Cracovia: Instytut Pamieci Narodowej-Komisja Scigania Zbrodni przeciwko Narodowi Polskiemu & Janusz Kurtyka Foundation, 2020).
-Jane Rogoyska,
Surviving Katyn. Stalin's Polish Massacre and the Search for Truth (Oneworld Publications, 2021).
Finalmente, recomiendo la lectura del hilo "La Matanza de Katyn" en el subforo de "Crímenes de Guerra" aquí:
http://www.forosegundaguerra.com/viewto ... =69&t=1219
Saludos cordiales
JL