El Zorro Acorralado

La guerra en el Continente Africano

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Mensaje por lightfoot » Mar May 31, 2011 3:15 pm

Nota: voy a iniciar una serie de mensajes en donde voy a traducir, de la mejor manera que sé, el Capitulo 8 del Libro "Rommel and his Art of War" del propio mariscal, editado por Dr. John Pimlott. Este libro aún no ha sido traducido al castellano, al menos con la información que poseo, si este hecho no fuera así os rogaría que me lo hicíeseis saber, porque entonces ya no tendría sentido llevar a cabo una traducción, que en mi intención es que sea parcial de la obra. Este capítulo, por eso lo he traído a este subforo, trata de las fechas de la Operación Lightfoot. Sólo os pido un poco de paciencia y colaboración, si así lo estimáis oportuno. Las notas que son propias de mi cosecha irán en cursiva.

El Zorro Acorralado

El período entre el verano y el final de noviembre del 42 corrió paralelo al declinar de la suerte de Rommel, desde el verano de su victoria en Bir Hacheim y Tobruck hasta el otoño de sus ambiciones para Egipto después de la derrota de El Alamein. La luz del Afrika Korps comenzaba a apagarse y con ello las esperanzas de una victoria Nazi en África del Norte.
Las tablas de julio frente a la línea de El Alamein fue, visto en retrospectiva, probablemente fatal para Rommel, aunque, en ese momento, la pausa en los combates no parecía significarlo. La situación general de la Guerra mostraba todavía (pronto iba a cambiar) un firme avance de italianos, alemanes y japoneses: los británicos se habían tenido que retirar en Birmania y Libia, Malta estaba bajo asedio, la ofensiva alemana del verano en el Sur de Rusia se anotaba imponentes avances, y los submarinos habían marcado un récord de hundimientos el mes de junio.
A pesar de algunos reveses en el campo de batalla, Rommel alcanzó rápidamente una reputación de invencibilidad no sólo en casa, donde la máquina propagandística de Goebbels había cuidadosamente alimentado esta opinión, sino también entre las tropas británicas del desierto, un foco de alarma y cierto resentimiento por parte de los altos comandantes británicos. Una famosa directriz de Auchinleck a sus jefes de estado mayor sonaba a nota lastimera y que una copia capturada fue debidamente entregada a Rommel, que con orgullo añadió a su colección de documentos, decía así:

"Existe un peligro real de que nuestro amigo Rommel se esté convirtiendo en una especie de mago o en el hombre del saco para nuestras tropas, que hablan de él demasiado y por eso os pido que disipéis en lo posible la idea de que Rommel es algo más que un general alemán corriente y bastante desagradable como ya sabemos por boca de sus propios oficiales...
PS.- No estoy celoso de Rommel.
Y firma Auchinleck"
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Mensaje por lightfoot » Mié Jun 01, 2011 4:55 pm

El dibujo de la situación en retrospectiva es bastante diferente. Echando la vista atrás entendemos que la entrada en Guerra de los USA fue el factor decisivo que condujo a las potencias del eje a la derrota, que la batalla de Midway en junio alteró la relación de fuerzas en el Pacífico de forma definitiva, que la decisión de Hitler de no invadir Malta* fue un error estratégico de gran magnitud, que el avance en el sur de Rusia desembocó en la catastrofe de Stalingrado y que la crisis de la Batalla del Atlántico fue pasajera. Pero esto no nos debe llevar a subestimar el verdadero temor del soldado británico corriente que esperaba la próxima ofensiva de Rommel contra sus líneas de defensa.

Rommel dijo:
Desde el punto de vista del comandante británico se encontraba en su elemento, su mejor cualidad representaba el uso de tácticas modernas de lucha de infantería y guerra estática. Su especialidad, lanzar ataques locales de tanques y artillería, bajo la cobertura de la infantería. La posición de El Alamein se apoyaba en el mar por el norte y por el sur en la Depresión de Qattara, una zona de arenas movedizas y muchas marismas (en el original dice salt-marshes y la única traducción que conozco de esta expresión es marismas, si alguno tiene una opción mejor que me la diga y editamos esto), y por lo tanto inpracticable para los vehículos pesados. Por consiguiente la posición de El Alamein era infranqueable**, la guerra se convertirá en una de esas en la que los dos bandos disponen de gran experiencia y conocimiento, pero ninguno podrá utilizar metodos revolucionarios, lo que podría suponer una completa sorpresa para el otro. La lógica indica que en la guerra estática obtiene la victoria el que más municiones posea***.

* Malta.- No sé cuantas veces habré leido y escuchado la invasión de Malta con el mismo resultado final: un brindis al sol. Hablar de llevar a cabo la invasión de Malta es al menos destinarse a una operación donde vas a perder muchas tropas y el resultado será en cualquier caso incierto. Si tomamos como referencia el asalto a Creta, finalmente exitoso a un coste enorme, tenemos como conclusión que el asalto a Malta será cuando menos igual de difícil que el de Creta (si tenemos en cuenta el tamaño de Malta la dificultad se acrecienta) y digo que la dificultad se acrecienta porque al ser una isla más pequeña que Creta los puntos de reunión, por su puesto estamos hablando de utilizar paracas - no quiero ni oír hablar de que el ejército alemán va a llevar a cabo una operación anfibia, es un chiste-, digo que los puntos de reunión son escasos; si lo que quieres es enviar una operación de comandos, con cualquier pretesto, de un tamaño de pelotón, es la isla perfecta, pero cuando dices que vas a invadirla con un pelotón no vas a poder. El éxito de Creta no es extrapolable a la isla de Malta porque en Creta los británicos se condujeron de forma muy torpe y es una suposición, cuando menos optimista, pensar que se volverán a condicir de la misma manera en Malta, una isla mucho más fácil de defender. Ergo la operación, por supuesto bajo mi opinión, tiene muchas posibilidades de terminar en un gran fiasco. Otra cosa es seguir llevando a cabo operaciones aeronavales contra la isla (pueden ser submarinas también), si alguno tiene a bien mirar en GoogelMap el Puerto de La Valleta quizá llegue a una conclusión parecida.
A parte de esto luego también podríamos hablar de los suministros alemanes, ya que según el Mariscal Rommel, según sus memorias quiero decir, en el mes de agosto de 1942 le llegó a las unidades alemanas del Afrika Korps 8.200 toneladas de suministro (el 32% de lo que requerían). Según la misma fuente a la Luftwafe le llegaron 8.500 y a las unidades italianas 25.700 (800 para los paisanos). También, y según la misma fuente, el Afrika Korps estaba compuesto por dos soldados alemanes por cada italiano, así que deduzco que el requerimiento de las unidades alemanas era el doble que el de las italianas, haciendo unos cálculos rápidos y aproximados los requerimientos del Afrika Korp el mes de agosto en total (unidades italianas y alemanas) era de aproximadamente de entre 36.000 y 40.000 tm, y les llegaron casi 33.000 tm... ¿dónde está el problema? ¿Que no saben repartirlo? Pues haber empezado declarando la guerra a tu aliado. Repito que esta información está sacada de la Pg. 282 Erwin Rommel, Memorias ed.- Altaya

**En cierto modo el campo de batalla me recuerda el histórico de Agincourt en el norte de Francia (25 octubre 1415), encajonado entre bosques impracticables para la caballería pesada, y las lluvias caídas la noche anterior lo dejaron embarrado lo que dificultaría los movimientos, factor que actuó de forma similar a los campos de minas en África del Norte. Se estima que la relación de fuerzas era de un inglés por cada cuatro franceses. La potencia de tiro de los arqueros ingleses, podían disparar al menos una cantidad significativa (no recuerdo la cantidad) de flechas en el tiempo en que un ballestero francés disparaba una, inclinó la victoria del lado inglés, en la que significó la muerte, en cierto modo, de una forma de vida más que de una forma de hacer la guerra.
***No puedo por menos que llevarle la contraria al insigne Mariscal, cierto es lo que comenta de la orografía de la zona, se podría discutri si la Depresión de Qattara era verdaderamente inapropiado para los vehículos pesados, los británicos creo que llegaron a la conclusión de que las dificultades logísticas eran tales que no merecía la pena intentarlo. Y no estoy de acuerdo con la apreciación del Mariscal porque la batalla se va a llevar a cabo en otro tipo de condiciones, además se comió un amago por el sur, y el movimiento de las tropas, que sí hubo movimiento de tropas, estaba dictado por las condiciones de las defensas desde las que estaba apostado el Afrika Korp, una ingente cantidad de campos minados (falsos o no) que los ingenieros británicos tuvieron casi que desenterrar con las manos (en realidad como los buscaminas -no el juego de ordenadores- eran algo así como deficientes la táctica para llevar a cabo su labor era la de valerse de un cuchillo, machete, bayoneta y cosas así (una labor verdaderamente delicada y penosa con la que les tocó lidiar a los ingenieros)

Saludos.

PS.- Espero que os esté interesando el post.
Última edición por lightfoot el Vie Jun 03, 2011 9:47 am, editado 1 vez en total.

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Mensaje por lightfoot » Jue Jun 02, 2011 6:41 pm

La salud de Rommel comenzó a decaer durante el mes de agosto cuando planificaba una ofensiva con luna llena para finales de mes. La moral de sus tropas era elevada, y el éxito de la ofensiva en el Frente Oriental reconfortaba.

Carta del 24 de agosto del 42 a su mujer ya traducida (en adelante, como todas estas cartas están traducidas simplemente mencionaré que se citan el texto -a parte que me parece muy mal dar publicidad a la correspondecia privada de una persona).
La Salud de Rommel

El clima en África del Norte hizo más duro el trabajo de los que lucharon allí. Las tormentas de arena y viento combinado con el sol hicieron la vida difícil. El agua habitualmente estaba racionada y frecuentemente peligros de beber. En añadidura a la tensión de la batalla y el duro régimen físico al que se sometía Rommel no supuso una sorpresa que su salud terminara resintiéndose.
Poco después de su llegada a África, Rommel comenzó a tener problemas de tensión arterial y digestivos. Además de esto, Rommel empezó a estar amargado y crispado como en el primer ataque de agosto del 41. En 1942 se le diagnosticó lo siguiente: "El Mariscal de Campo Rommel tiene síntomas de presión arterial baja, con tendencia a sufrir desvanecimientos*. Su actual condición se debe a que el estómago e intestinos están aquejados durante largo tiempo, agravado por la gran tensión física y psicológica de las últimas semanas, particularmente agudizado por el clima desfavorable".
Rommel abandonó África por un tiempo enfermo desde septiembre de 1942. Llegó a Sommering, Austria, para un bien merecido descanso, interrumpido por las noticias del ataque que Montgomery había desencadenado contra las posiciones del Eje.


Carta del 26 de agosto, donde menciona las buenas noticias llegadas desde Rusia.

A pesar de las buenas notcias del Frente Ruso, había peores informaciones sobre la logística del Ejército Panzer de África. Rommel se quejaba amargamente de los fallos de los italianos para llevar los pertrechos que quería... continuará.

* La situación que sufría es la que seguramente muchos de nosotros habremos sentido en días de mucho calor en los que parece que todo va a un ritmo más lento, añadir un fuerte estres, cansancio, mala alimentación y que alguien os dispara o al menos tiene intención de hacerlo cuando os vea... creo que es fácil hacernos una idea de la situación física, de un hombre que ya no se podía decir que fuera un joven.
Última edición por lightfoot el Dom Jun 05, 2011 9:52 pm, editado 1 vez en total.

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Mensaje por lightfoot » Sab Jun 04, 2011 7:23 pm

... De hecho la culpa no era de ellos [de los italianos]. Le mandaban lo que podían pero la máquina británica de descifrado de mensajes Enigma identificaba los cruciales envíos*. Ni siquiera la queja de Rommel de que sus aliados incumplían su palabra estaba apenas justificado: otros testigos de las reuniones recuerdan a Cavallero diciendo que le enviaba todo lo que podía y no prometiendo a Rommel precisamente lo que él quería**. Rommel a menudo parecía convenientemente ciego ante la realidad de que escaseaban los suministros que las tropas alemanas necesitaban en el más importante frente ruso y que los italianos estaban siendo diezmados en su intento de entregar los suministros que pudieran para que se relanzara la campaña en África del Norte***. Sin embargo la logística y los suministros eran el peor problema del Mariscal.

* Lo que precisamente refuerza mi teoría de que Malta no era el principal problema ni por supuesto su captura la solución a todos sus problemas. Se dirá que si los aviones partían o no de la isla, pero el conocimiento de la ruta de los convoyes de trasporte simplificaba de manera ostensible la labor de localización y destrucción, y entiendo que la RN hubiera sido capaz de encontrar soluciones alternativas ante una hipotética pérdida de Malta.
**Según la versión de Rommel: "De vez en cuando, Cavallero visitaba el frente, prometiendo que todo adoptaría otro cariz. Pero en su próxima visita declaraba, riendo, que era imposible mantener tantas promesas". Pag. 282 Erwin Rommel, Memorias.
***En una carta a su mujer, con fecha 27 de agosto 1942, escribe: "Se le hacen multitud de promesas [los italianos a Kesselring], pero se mantienen muy pocas. Su exceso de optimismo respecto a estos inútiles, le está causando graves problemas". Pag. 286 ER, Memorias. Diría cosas mucho más graves que "inútiles" de los altos oficiales de la Regia Marina.

PS.- Siempre que pueda y para amenizar el asunto traeré otra versión, si existe, de lo que cuente el libro.

Saludos

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Mensaje por lightfoot » Dom Jun 05, 2011 10:03 pm

Rommel dijo:

A finales de agosto la necesidad perentoria de suministros de municiones y gasolina, prometido por el Alto Mando, no había llegado todavía. La luna llena, absolutamente imprescindible para nuestra operación, estaba ya menguando. Otro retraso más significó suspender definitivamente nuestra ofensiva. El Mariscal Cavallero [fue nombrado Mariscal de Italia días después de que lo fuera el propio Rommel], no obstante, me informó que los buques con el suministro de gasolina, fuertemente escoltados, llegarían en cuestión de horas, o como mucho el día siguiente. Esperanzado en el cumplimiento de esta promesa; confiado en la seguridad de que el Mariscal Kesselring enviaría por vía aérea 500 toneladas en caso de necesidad, por encima de todo teníamos la seguridad de que si dejábamos pasar la luna llena perderíamos nuestra última oportunidad de lanzarnos a la ofensiva, di la orden de lanzar el ataque la noche del 30 al 31 de agosto como se había planeado.

El plan de Rommel para su ofensiva partiendo de Gazala: llevar a cabo un finta en el norte, llevando el ataque principal por el sur de la posición con unidades acorazadas alemanas, apuntando para derrotar a las formaciones de tanques del Octavo Ejército con un barrido desde el norte. Los británicos, sin embargo, no se dejaron engañar por la maniobra de Rommel. Tenían un nuevo comandante: Auchinleck (que había sido el superior de Rithcie, pero que le sustituyó al mando del Octavo Ejército) había sido cesado por Churchill, y un nuevo equipo, con Alexander al comando supremo y Montgomery al mando del Octavo Ejército, habían tomado el control.
Montgomery tenía una firme opinión del estado de cosas que se había encontrado en su nuevo puesto. Estuviera o no en lo cierto en su repulsa del cariz que habían tomado las cosas, realmente hizo algo bien. Todas las fuerzas que se encontrarían con la esperada ofensiva de Rommel recibieron instrucciones precisas de que tenían que hacer. Incluso más importante, la forma que los británicos planeaban luchar la batalla para maximizar sus fuerzas. Se esperaba un ataque de Rommel por el sur y se lo encontraron atrincherándose al rededor de su blindados en las crestas de Ruweisat y Alam Halfa. No hubo intento de luchar en una batalla móvil, Rommel fue detenido y la artillería y la aviación pudieron destruir su material donde estaba concentrado. Tras anular cualquier posibilidad de un genio de la maniobra, Montgomery podría aplastar las fuerzas blindadas germanas. Y así fue. De hecho, Rommel, con su intuición en el campo de batalla, reconoció casi al instante lo que le estaba ocurriendo*.
ALAM HALFA: ¿El final de la Blitzkrieg?

Después de que acabara la batalla en la línea de El Alamein en julio, ambos bandos comenzaron a reconstruir sus fuerzas. El plan de Rommel para atacar la posición británica fue el mismo que utilizó en Gazala a principios de año. Esperaba lograr abrirse paso con sus formaciones blindadas y atraer a los británicos a una guerra de movimientos.
Desgraciadamente para Rommel, las informaciones de Enigma dieron a Montgomery una muy precisa visión de sus planes. Les ordenaron a las formaciones británicas luchar a la defensiva y no entrar en una batalla de movimientos.
El ataque de Rommel comenzó la noche del día 30 de agosto. Encontró problemas desde el principio, cuando a los blindados les costó más tiempo desactivar el primero de los campos de minas. Fuertes ataques aéreos se cobraron su peaje y cuando los blindados alemanes viraron desde el norte de la cresta de Alam Halfa no avanzaron en absoluto por el intenso fuego defensivo. Rommel interrumpió la ofensiva la mañana del 2 de septiembre.
*El gran acierto táctico de Monty, y creo que se le debe reconocer, fue que impidió a Rommel cualquier posibilidad de lanzarse a una guerra de movimientos, todas las iniciativas de Rommel eran contrarestadas por Monty; cuando había dado el golpe definitivo, y sólo entonces, se lanzó a la carrera, aunque verdaderamente a una velocidad no muy elevada. Enigma, como se indica en el texto, también tuvo un papel destacado. Es una virtud de un gran oficial negar al enemigo las posibilidades donde se encuentre más cómodo. El problema de Monty, aunque yo más bien diría del Ejército Británico, era su incapacidad para la guerra de movimientos. Estoy convencido de que era un problema de concepción de la guerra.

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Mensaje por lightfoot » Mar Jun 07, 2011 4:31 pm

Rommel continúa diciendo:

En la primera fase de la batalla, los británicos defendieron sus puntos fuertes con extraordinaria tenacidad dificultando nuestro avance.
Mi plan, avanzar a la luz de la luna unos 50 kilómetros con fuerzas morotorizadas y desde allí proceder a atacar en dirección norte a primeras horas de la mañana, no tuvo éxito. Los tanques fueron retenidos por inesperados obstáculos terrestres y se perdió el efecto sorpresa, elemento el que todo el plan descansaba. En vista de ello consideramos que debíamos interrumpir la batalla.
Si hubiera habido un avance rápido en el sur de las fuerzas motorizadas, los británicos hubieran necesitado tiempo para un reconocimiento, para la toma de decisiones y para ponerlas en práctica. Durante este tiempo nuestros movimientos requerían no encontrar fuertes contramedidas. Pero habíamos perdido la ventaja del espacio abierto. Los británicos sabían donde estábamos. Decidí que mi decisión, de interrumpir o no la batalla, dependía de como estaban las cosas con el Afrika Korps.
Comprendí poco después que el Afrika Korps, bajo el mando del General Bayerlein, Jefe del Estado Mayor, tenía entretanto que superar las minas británicas y estaban a punto de llevar la ofensiva más hacia el este. Discutí la situación con Bayerlein y se decidió continuar con el ataque.
Debido al hecho que los tanques británicos estaban reuniéndose para una acción inmediata, no se pudo flanquear por el este, en vista de la constante amenaza para nuestro flanco que representaba la 7ª División por el sur y la 10ª y 1ª División Blindada Británica por el norte. Tuvimos que decidir girar hacia el norte. Llegado el momento, la ofensiva fracasó porque:

a)Las posiciones británicas en el sur, contrariamente a las conclusiones a las que se llegó después del reconocimiento, habían sido completadas con gran fuerza.
b)Los continuos y muy fuertes ataques aéreos de la RAF, que fueron prácticamente dueños del aire, que inmovilizaron completamente a mis tropas en tierra haciendo imposible cualquier despliegue seguro o cualquier avance.
c)La gasolina, que era una condición necesaria para el desarrollo de nuestros planes, no llegó. Los buques prometidos por Cavallero algunos habían sido hundidos, otros habían sido retrasados y alguno de ellos no habían zarpado incluso. Kesselring desgraciadamente no fue capaz de cumplir su promesa de enviar por aire al rededor de 500 tm diarias a las cercanías del frente en caso de necesidad.
Rommel y el poder aéreo

En los espacios abiertos del desierto y con las largas líneas de suministros de la Campaña de África del Norte, el poder aéreo era extremadamente importante. Rommel siempre exigía más apoyo a la Luftwafe. La guerra aérea en el desierto había tenido sus altibajos incluso hasta agosto de 1942 y la aviación alemana había jugado a menudo un papel crucial.
Durante agosto de 1942, sin embargo, la Fuerza Aérea Británica del Desierto reafirmó una superioridad aérea decisiva. Rommel había tenido a menudo que refugiarse de los ataques aéreos en el pasado, pero él, personalmente, nunca había estado bajo presión como el 1 de septiembre en Alam Halfa. Personal de su propio Estado Mayor murió en el ataque y él pudo ser gravemente herido.
La experiencia le afecto profundamente y tanto los movimientos de sus unidades blindadas como sus propios movimientos por el campo de batalla se vieron seriamente restringidos por el poder aéreo aliado. Todos sus planes futuros se vieron afectados por este cambio.

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Mensaje por lightfoot » Mar Jun 07, 2011 10:05 pm

La crítica a Keselring y la Luftwaffe se justificaba en una base cierta; no había duda que los escuadrones italianos y alemanes habían perdido la efectividad que habían tenido a primeros de año. Como había indicado el Comandante de la Luftwaffe en África, General de aviación Otto Hoffmann von Waldau, sus unidades habían padecido enormemente a finales de la primavera y comienzo del verano, en parte en el apoyo cercano que aportaban a las tropas terrestres en la ofensiva, especialmente en el ataque a Bir Hacheim, y se produjo escasez de gasolina para aviones. La superioridad aérea aliada no se volvió a discutir en el resto de la Guerra en África del Norte.
Se hizo imperativo, tras haber fallado en su ofensiva, que Rommel llevara a cabo el tratamiento médico que necesitaba. Estaba claro que se podía esperar un ataque aliado y, antes de volver a Europa, hizo una evaluación del estado relativo de fuerzas opuestas en la posición de El Alamein.

Rommel dijo:

En el entrenamiento y comando éramos, como se había demostrado en las batallas previas, considerablemente superiores a las tropas británicas en el desierto abierto. Aunque podíamos suponer que, en cuanto a lo relativo a tácticas, los británicos aprendieron mucho de las batallas y escaramuzas que habíamos tenido con ellos, no se pudieron beneficiar plenamente de ello, más por la estructura ultra conservadora de su ejército que por defectos en el mando, no tenían una manera apropiada para le guerra en el desierto, a pesar de ser sobresalientes en la lucha de posiciones.
A pesar de todo ello, no pudimos correr el riesgo de cambiar el peso principal de la defensa a las operaciones en el desierto por las siguientes razones:

a)La fuerza relativa de las divisiones motorizadas se había vuelto demasiado desigual. Mientras que nuestro enemigo estaba constantemente reforzando sus unidades motorizadas, nosotros sólo recibimos fuerzas no motorizadas, que, en el desierto, eran tan buenas como inútiles. Fuimos obviamente forzados, por tanto, a elegir cambiar a un tipo de guerra en el que éstas podrían desempeñar su papel.
b)La superioridad aérea británica, las nuevas tácticas aéreas de la RAF dio como resultado la limitación táctica del uso de fuerzas motorizadas.
c)Nuestra permanente escasez de gasolina. No quería volver a la torpe situación de tener que interrumpir una batalla porque mis blindados estaban inmovilizados por falta de combustible. En acciones defensivas móviles la falta de carburante significa el desastre.

Antes de irse a Alemania a finales de septiembre, remplazado por el General Stumme, Rommel había iniciado la construcción de una importante posición defensiva, en base al análisis de que una guerra de movimientos era ahora muy difícil debido la superioridad británica de material. Reconoció que plantar extensos campos de minas era una necesidad e instruyó, asimismo, a su Estado Mayor para prepararse ante eventualidad de un desembarco anfibio aliado (no sabía nada, por supuesto, que el decisivo desembarco tendría lugar en las costas del Atlántico, Operación Troch, en noviembre).
La llegada de Rommel a Alemania fue la señal para la celebración pública de sus éxitos y dio un discurso en el que explicó a las claras la situación en Egipto. Para recuperarse físicamente marchó a los Alpes Austriacos. No estaba claro que realmente fuera a volver a África; Hitler había dejado caer la posibilidad de otorgarle un mando mayor en Rusia. Stumme informó en secreto de los progresos de la línea defensiva que se estaba construyendo. Entonces, el 24 de octubre, llegaron noticias de que la ofensiva había dado comienzo y Hitler le requirió para su vuelta al frente.
Los Preparativos para El Alamein

Los preparativos de Montgomery para su ataque en el El Alamein fueron concienzudos* y contenía un complejo plan de engaño para persuadir a los alemanes que el principal ataque vendría por el sur en vez de, como era la intención real, atacar por el norte. Se sincronizó incluso la construcción de un oleoducto hacia el frente para sugerir que el ataque no empezaría hasta pasado mediados de noviembre**.
La superioridad en material de los británicos se reconoció que era inmensa, el factor clave fueron los 1.200 tanques británicos por 530 del otro lado. El alto comando alemán era sorprendentemente optimista. Rommel supervisó la construcción de densos campos de minas y se mezclaron divisiones italianas con alemanas.
Después de una recepción pública el 30 de septiembre en Berlín Rommel dio una conferencia de prensa donde declaró que los soldados alemanes no serían echados de Egipto.
El alto mando del Afrika Korps hizo una valoración sobre la situación en el mes de octubre. Se indicaba, en el mismo, que se habían plantado 400.000 minas*** y el ejército estaba preparado para rechazar el esperado asalto aliado. Una vez desarticulado el ataque, se podía planificar, entonces, un posterior contraataque.
Ahora empieza lo bueno.

*Según Jon Latimer, en su libro El Alamein, los planes no eran de Monty, él los heredó de Auchinleck (aunque creo que tampoco eran suyos), él sólo los supervisó y dio el visto bueno. En realidad nadie en el bando británico dudaba del éxito de la empresa.
**El plan de engaño de los aliados fue muy elaborado, intentaré hacer un pequeño bosquejo, más adelante, del mismo.
*** "En total, los ingenieros alemanes colocaron 249.849 minas antitanque y 14.509 minas antipersonas que, junto con los campos de minas capturados a los británicos en el sur, proporcionaban a Rommel 445.358 minas de todas las clases..." Pag. 248 El Alamein, Jon Latimer.

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Mensaje por lightfoot » Vie Jun 10, 2011 12:38 pm

Rommel continúa:

24 de octubre de 1942
Me llegó la llamada del Führer. La situación en El Alamein se desarrollaba de tal manera que me pidió que volara a África y tomara de nuevo el mando. La mañana siguiente me puse en camino. Sabía que no habría más laureles que ganarse en África, así que me estudié los informes de mis oficiales en el que se mencionaba que el suministro había caído muy por debajo de la demanda mínima que había hecho. Muy pronto se hizo evidente, sin embargo, que no tenía ni idea de la mala que era la situación del suministro en realidad.

25 de octubre de 1942
Cuando llegué a Roma sobre las 11.00, me encontré en el aeropuerto con el General Von Rintelen, agregado militar y general alemán agregado a las fuerzas italianas. El ataque británico aún en curso y el General Stumme todavía desaparecido. El general Von Rintelen además me informó que sólo tres expediciones de gasolina quedaban para el ejército en el teatro africano, y no había sido posible, en las últimas semanas, enviar más, en parte por cuenta de los hundimientos de los ingleses, en parte porque la Marina Italiana no proporcionaban el trasporte. La situación era desastrosa, ya que nuestro suministro de gasolina sólo permitía que nuestros vehículos tuvieran una autonomía de 300 km [180 millas]. Así no se podía esperar una resistencia prolongada por nuestra parte. Nuestra escasez de gasolina podría impedir que tomáramos las decisiones tácticas correctas e impondría tremendas limitaciones en nuestra planificación. Estaba extremadamente furioso, desde mi partida sólo habían llegado 8 envíos para el ejército en Egipto y Libia, en comparación con el mínimo esencial de 30, que incluso era ridículamente poco. Nos había mostrado la experiencia que era necesario un envío de gasolina por cada día de batalla. El enemigo podía operar sin que pudiera poner en práctica contra medidas, estaba impedido. El general Von Rintelen lamentaba la situación y dijo que no habían sido capaces de prestarle la suficiente atención al asunto de los suministros.
Con la sensación de que pelearíamos esta batalla con una pequeña esperanza de un éxito defensivo, sobrevolé el Mediterráneo en mi Storch y llegué a mi cuartel general en la oscuridad.

Octubre / noviembre de 1942
La posición del El Alamein se extendía entre el Mediterráneo y la Depresión de Qattara, nuestras unidades de reconocimiento habían realmente establecido que no era accesible para comunas pesadas. Era, por lo tanto, la única parte del frente de África del Norte, además de la Línea Akarit, que no se podía flanquear por el sur. Todas las demás posiciones podían ser frontalmente fijada, flanqueadas por el sur y de esta manera llevadas a capitular. Todas podían ser sobrepasadas por el sur utilizando formaciones móviles, obligando a una decisión en la retaguardia del enemigo. La existencia de un flanco abierto con el trascurso del tiempo había llevado una y otra vez a situaciones novedosas en este teatro de operaciones.
En El Alamein el frente era diferente. Si estaba fuertemente defendida la línea por la infantería era imposible lanzar un ataque por sorpresa en la retaguardia. El primer avance importante conseguido por el enemigo, que daba a la defensa la oportunidad de aguantar la línea el tiempo suficiente hasta que pudieran llegar a unirse a la batalla formaciones de reserva. Nos enfrentábamos a reflexiones tácticas completamente diferentes. Los defensores tenían aquí cierta ventaja táctica, podían atrincherarse detrás de las minas, mientras que el atacante ha de conformarse con hacer fuego hacia estas posiciones atrincheradas. La posición tenía que ser asaltada directamente en cualquier caso (1).
La posición estaba bien defendida con la instalación de muchas minas. Incluidas las capturadas los campos de minas capturados a los británicos, teníamos en la región al rededor de 500.000 minas (2). En el despliegue de estos campos minados, se tuvo la precaución de que las unidades que se parapetaban detrás de ellos fueran capaces de defender su flanco y retaguardia. Se reutilizaron en grandes cantidades munición de artillería y morteros capturados a los británicos. Este material, se integró en las defensas, pudiendo ser, en algunos casos, detonados a distancia por cable.
Los italianos fueron mezclados con sus camaradas (3) alemanes, así que, cualquier posición italiana lindaba con unidades alemanas. Estaban tan mal armados los italianos que su armamento fue distribuido por todo el frente, asegurándonos que las armas alemanas estuvieran disponibles en todo el sector (4).
Los puestos avanzados estaban provistos con perros (5), que podría dar la voz de alarma ante cualquier aproximación de los británicos por los campos de minas. Queríamos asegurarnos que los británicos podían limpiar estos campos de minas pero muy lentamente (6), y sólo después de retirar estos obstáculos. Desgraciadamente (7) la mayoría de las minas disponibles en África del Norte eran antitanque (8), la cuales la infantería puede pisar sin daño y son relativamente fáciles de esquivar.
Teniendo esto en cuenta, las tropas se prepararon, durante mi ausencia, para la defensa. Como mostraron los acontecimientos, todos nuestros esfuerzos no llegaron a nada contra las fuerzas británicas, muy superiores, no porque hubiéramos cometido errores, sino porque las condiciones en las que entrabamos en la batalla en la batalla hacían imposible la victoria.

23 de octubre de 1942
La batalla de El Alamein que dio comienzo el 23 de octubre supouso un definitivo cambio de rumbo para nosotros en África del Norte. Las condiciones en las que mis valerosas unidades entraron en combate eran tan completamente sin esperanza que era imposible imaginar que llegaría una victoria en esta lucha.
Algo más de 200 tanques alemanes y 300 italianos se enfrentaban a una fuerza blindada equivalente a más de 1000 vehículos blindados. Aunque teníamos un número grande de cañones, la mayoría eran obsoletos modelos italianos, muchos otros eran capturados y en ambos casos había insuficientes municiones del tipo que se necesitaba. Además, los británicos habían tenido éxito en imponer una completa superioridad aérea sobre el Mediterráneo y se dedicaban a un intenso bombardeo de nuestros puertos y a observar de forma cercana sobre el mar, combinado con una incesante actividad naval enemiga en el agua, estaban en condiciones de hacer que nuestro tráfico de suministros fuera tan bueno como inmovil. Nuestros suministros eran tan malos que se evidencio una gran escasez de cualquier material desde el principio de la batalla, como se verá en el siguiente informe.
El 23 de octubre de 1942 era como cualquier otro día hasta que al rededor de las 20.40 cuando todo el frente estalló bajo una inmensa barrera de artillería que con el tiempo comenzó a concentrarse en el sector norte. Nunca antes se había experimentado tal concentración de fuego en África del Norte y continuó a lo largo de toda la batalla. Con extraordinaria precisión los artilleros británicos bombardearon nuestras posiciones, causando gran cantidad de bajas.
Pronto el bombardeo destruyó nuestra red de comunicaciones, así que no volvieron a llegar informes desde el frente. Los puestos avanzados lucharon hasta la última bala antes de caer o rendirse.
Bajo el peso del horrendo fuego artillero británico, como ocurrió en la Primera Guerra Mundial, secciones del 62nd Regimiento de Infantería italiano desertaron de sus posiciones y huyeron. Después de una hora los británicos habían rebasado nuestras posiciones avanzadas y habían avanzados unos 10 km más allá de nuestra línea principal de defensa. Nuestra infantería resistió tenazmente, a pesar de la destrucción de la mayoría de las armas pesadas por la acción de la artillería inglesa. Y los tanques británicos vinieron. Pronto habían tomado las posiciones abandonadas por el 62 de Infantería [en el texto se vuelve a recalcar la nacionalidad de la unidad] y finalmente pararon sólo por la acción de la artillería [artillería alemana]. Además dos batallones del 164th División de Infantería [en el texto no lo dice pero esta división es alemana] fueron eliminados por la artillería británica por la mañana.

24 de octubre de 1942
Mi reemplazo el General Stumme escuchó este tornado de fuego británico en el cuartel general, pero todavía no dio orden a la artillería de abrir fuego contra las posiciones británicas en consideración de la escasez de municiones en África del Norte. Esto fue un error, ya que al menos podría haber debilitado el asalto británico. Después nuestra artillería no fue capaz de responder poderosamente, desde que los británicos se habían establecido en posiciones capturadas por la noche (9). Al amanecer del día 24, muy pocos informes habían llegado y la situación seguía siendo muy confusa. El General Stumme decidió sin embargo dirigirse al frente él mismo (10).

Stumme se dirigió al frente, justo lo que Rommel hubiera hecho, y murió, probablemente de un ataque cardíaco bajo un ataque aéreo británico. El 25 de octubre, Rommel estaba de vuelta. Dirigió la defensa en el sector norte, donde las fuerzas de Montgomery se estaban introduciendo y fue capaz, temporalmente, de reestablecer la situación. Su problema era que la presión británica estaba reduciendo sus reservas y comprometiendo a más fuerzas de las que él quisiera. La situación empeoró en los dos días siguientes.

Notas:

(1) Aquí nos cuenta Rommel su visión de qué posibilidades tenía la posición que él iba a defender. Como todos sabemos, y más teniendo en cuenta el poder de las armas modernas, el número sí es la clave. La doctrina militar moderna nos inculca a evitar estas situaciones en lo posible.
(2) Luego se ve que le tomó gusto a esto de los campos de minas y en Francia también se plantaron unas cuantas bajo su dirección o supervisión, cuando verdaderamente es un militar mucho más dotado para otras labores.
(3) Yo no sé si los italianos consideraban a los alemanes como sus camaradas, lo que sí sé es que el jefe de los alemanes en África no consideraba a camaradas a algunos italianos (sobre todo de la marina).
(4) Yo particularmente no le encuentro ningún sentido a esto, porque soy de la opinión que uno, sean buenas o malas, ha de luchar con las armas con las que ha entrenado y sabe montar y desmontar.
(5) "The outpots were provide with dogs." Ahí pone eso, es la primera vez que veo algo así escrito sobre esta batalla, rogaría a alguien que pudiera corroborar o no la utilización de perros, que al menos que yo sepa, no era habitual en esta guerra.
(6) Al menos lo hicieron a una velocidad adecuada a sus intereses.
(7) Los ingenieros británicos a los que les tocó limpiar las minas son de una opinión bien distinta.
(8) Lo cual es lógico, ya que son los blindados los que te dan la posibilidad de recorrer largas distancias, de nada si nos referimos al desierto, pero distancias al fin y al cabo, la infantería a pie en el desierto es algo anacrónico.
(9) En principio, y sin poderme hacer una idea exacta de la situación -creo que el General Stumme estaría igual; y habida cuenta de la escasez de munición, vuelvo a no estar de acuerdo con el Mariscal. ¿Por qué? Porque lo único que puedo hacer, en esa situación, es fuego de contrabatería, sin tener una idea clara, repito, de las intenciones de los británicos al desatar tal pandemonio. Una razón posible, y pausible, sería la de ablandar las defensas para un posterior ataque terrestre -como así fue en realidad-, pero pudiera ser que tubieran cualquier otro motivo (podría ser una medida de distracción, recordemos que los alemanes también se habían planteado la posibilidad de un asalto anfibio). Si el motivo es para apoyar un posteior ataque, y como la línea defensiva era la que era, el avance se hará siempre por pasillos más o menos estrechos (en este caso os aseguro que muy muy estrechos). Si estoy escaso de munición, la mejor posibilidad es utilizarla contra estos pasillos, pero, por supuesto, tengo que saber primero dónde. Esta es mi opinión particular.
(10) Se podrá decir lo que se quiera del General Stumme, pero no podemos decir que no hizo lo que se espera de un comandante.

lightfoot
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El Zorro Acorralado

Mensaje por lightfoot » Mar Jun 14, 2011 2:03 pm

La Segunda Batalla de El Alamein

La batalla comenzó con una inmensa barrera de artillería en el atardecer del día 23 de octubre. Rommel había sido alertado del comienzo de la ofensiva aliada el 24 y llegó a África el 25. Esa tarde envió el mensaje al Ejército de que había vuelto. Las fuerzas del Eje habían sufrido gravemente, pero el frente no había sido roto.
Es posible que los alemanes hubieran tenido victorias tácticas, pero el esfuerzo estaba agotando las reservas de hombres, máquinas y gasolina. Una ofensiva aliada a lo largo de la carretera de la costa se interrumpió el 31 de octubre, pero el comandante alemán sabía que su línea se estiraba peligrosamente delgada.
A primeras horas de la mañana del 2 de noviembre, Montgomery lanzó la Operación Supercharge, un gran intento final para romper el frente justo al norte de la Colina 28. Un contraataque alemán fracasó esa mañana y Rommel reconoció que el juego había terminado. Comunicó a Roma que se retiraba y que no podía garantizar salvar las unidades no motorizadas italianas y también comunicó al OKW que no se podía mantener una adecuada defensa del frente. La batalla de El Alamein finalizó.
Rommel dijo:

El día siguiente tuve que traer unidades al norte, el riesgo de abandonar el flanco sur desprovisto de armamento pesado y fuerzas alemanas. Se reemplazó la tercera sección de la Ariete, que había sido desplegada anteriormente en el frente norte. En el trascurso de la mañana, los británicos llevaron a cabo tres nuevos asaltos en nuestro frente norte, pero fueron repelidos de vuelta a sus posiciones por nuestras unidades de tanques. Perdimos muchos tanques esos días.
En los días previos, las fuerzas aéreas británicas bombardearon ininterrumpidamente contra las tropas germano-italianas. Nuestras fuerzas aéreas utilizaron todo sus medios para ayudarnos, pero no tuvieron éxito contra su superioridad numérica aplastante.
Los suministros se volvieron peligrosos. En Italia, buques auxiliares y destructores fueron movilizados en nuestro apoyo para traer municiones y gasolina. Por desgracia la mayor parte de los barcos prometidos desembarcaron en Benghazi, con una pequeña parte en Tobruk. Los trasportes desde esos puertos sabíamos por experiencia que tardaban varios días en llegar al frente, así que había pocas esperanzas de que los suministros llegaran a tiempo.
Desde mediodía del día 28, una poderosa fuerza blindada británica fue observada concentrándose en el Campo de Minas 1. Se entiende que los británicos estaban listos para iniciar lo que entendían como una ruptura decisiva, y así nos preparamos para luchar contra el ataque con una disminución de los recursos. Todo el Afrika Korps fue puesto en posición como consecuencia de las graves pérdidas sufridas por las divisiones de infantería germano-italianas. Y una vez más, informé a todos los comandantes que se trataba de una lucha a vida o muerte, y que todos los oficiales y hombres tenían que dar lo mejor.

lightfoot
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El Zorro Acorralado

Mensaje por lightfoot » Mar Jun 14, 2011 7:19 pm

Alrededor de las 21.00 horas, una tremenda descarga de fuego británico martilleo el área oeste de la Colina 28. Pronto cientos de armas británicas empezaron a concentrar su fuego en el área del II/125 [2º Batallón del 125º Granaderos acorazados / 164ª División Ligera Afrika] al norte de la Colina 28. El asalto británico comenzó a las 22.00 horas. La fuerza del ataque británico se mantenía con incólume ferocidad. Mediante la concentración de todas las armas de fuego en la zona, logramos detener los ataques británicos procedentes del área del Campo de Minas 1. En el sector entre los Campos de minas 1 y 2, más al norte, infantería y blindados británicos llevaron a cabo una ruptura con éxito. Durante seis horas allí bramó furiosa la batalla. Finalmente, el II/125º y el XI Batallón Bersaglieri fueron puestos en fuga por el enemigo. Los británicos habían utilizado por ahora sólo unas pocas divisiones en la línea del frente y tenían más de 800 tanques, entonces nos preparamos en el área norte de nuestra línea del frente para un asalto decisivo. Por nuestra parte sólo teníamos 90 tanque alemanes y 140 italianos. Pero cómo se veía la situación en Roma se mostró más claramente el 1 de noviembre con la llegada de Cavallero con un mensaje personal del Duce:

“El Duce me ha instruido para que le trasmita a usted su profundo agradecimiento por el exitoso contraataque dirigido personalmente por usted. El Duce también declara su total confianza que la batalla que ahora se está librando concluirá de forma exitosa bajo su comando.”

1 de noviembre de 1942
Pronto comprobamos que el Cuartel General del Führer no había sido tampoco bien informado de la situación en África del Norte. A veces es desfavorable tener reputación militar. Uno es consciente de sus propios límites, pero los demás esperan que ocurran milagros y no asumen la derrota con deliberada obstinación*.
Los informes de reconocimiento de la posición de Fuka, mientras tanto, habían llegado. En las posiciones del sur, el terreno escarpado era intransitable para los tanques, por lo que podíamos esperar, en caso de emergencia, podernos sostener hasta que los británicos llevaran su artillería, dando quizás tiempo a poder reforzarnos con algún tipo de ayuda.
Posiblemente algún indicio de nuestras acciones se filtrara a través del Cuartel General del Führer. Ya era conocido, como descubrí más tarde, que se había elaborado un calendario para la operación.

La defensa de Rommel contra la nueva ofensiva británica del 28 de octubre había tenido éxito. Montgomery, sin embargo, tenía las mejores cartas y podía reclamar (con algo de verdad) que la batalla se desarrollaba de acuerdo con el plan y que sus operaciones estaban despedazando alas posiciones del Eje. Y desde luego mantenían la iniciativa. Tenía la posibilidad de dar el próximo empujón, la Operación Supercharge, contra la que el debilitado ejército del Eje apenas tenía esperanzas.

Continúa Rommel:

El esperado ataque principal británico llegó la noche del 1 de noviembre. Durante tres horas cientos de cañones británicos hicieron fuego contra nuestras posiciones. Entonces la infantería y los tanques británicos avanzaron detrás de una cortina de humo y fuego. Comenzaron descargando todo su poder contra el 200 Regimiento de Infantería [Granaderos acorazdos / 90º División Ligera] a uno y otro lado de la colina 28. Rápidamente los británicos rompieron la línea. Con sus tanques y vehículos blindados continuaron avanzando hacia el oeste con confianza. Fuimos capaces de parar, provisionalmente, el avance británico sólo después de durísima lucha y de utilizar todas las reservas de la 90º División Ligera. Pero siguieron penetrando más tropas a través de la brecha en nuestras defensas.
Poco después, una masa de unidades británicas rompieron la línea en el frente de la 15 División Panzer al sur de la la Colina 28. La infantería neozelandesa** y unidades pesadas de tanques , por documentos capturados sabemos que eran alrededor de 500 vehículos blindados, giraron al oeste y pusieron en retirada a un regimiento de la División Trieste [motorizada] y un batallón alemán de granaderos, a pesar de la valerosa resistencia, se encontraron al amanecer en un punto al oeste de la Carretera del Telégrafo. De acuerdo con los informes de mis observadores de artillería, otros 400 tanques británicos pasaban al este de los campos de minas. Pequeñas unidades de tanques y vehículos blindados se dedicaron con éxito a atacar a nuestras unidades de suministros.
A primera hora del día, el Afrika Korps montó un contraataque, logrando un éxito relativo con un coste excesivo en blindados, nuestros blindados simplemente no eran suficientemente fuertes comparados con los pesados ingleses. La ruptura, en la que el enemigo se había posicionado (además de los tanques mencionados) 15 regimientos de artillería sin límite de munición, estaba ahora bloqueado. No fue hasta que los esfuerzos desesperados de nuestra artillería y antiaéreos contra todas las posiciones enemigas, a pesar de la escasez de municiones, fue posible parar el avance británico.

2 de noviembre de 1942
Los elementos de la 21º y 15º Panzer que no estaban todavía en el frente fueron colocados en el norte y sur para sacar a los británicos de sus posiciones. Ininterrumpidos ataques aéreos y de artillería británicos golpearon nuestras tropas. En el espacio de una hora, sobre el mediodía, siete ataques aéreos con 18 bombarderos atacaron mis tropas. Cada vez más de nuestros 88mm antiaéreos, nuestras única armas efectivas contra los tanques pesados británicos, eran puestos fuera de servicio. A pesar de que todos nuestros cañones antiaéreos habían sido utilizados, por entonces no teníamos más que 24 88mms. Lo antes posible, todas las unidades disponibles fueron posicionadas en la línea del frente. Nuestra fuerza de batalla era de un tercio de la que presentábamos al principio de la batalla.
Aquel día conduje una y otra vez al frente y presencié la batalla desde una colina.
Por la tarde recibí informes del Ejército Panzer donde informaban que la situación de los suministros era totalmente desesperada. Habíamos perdido unas 450 tm de munición aquel día, mientras que tres destructores habían llevado tan solo 190 tm al puerto de Tobruk. Los británicos tenían el control completo por aire y por mar sobre Tobruk, bombardeaban constantemente tanto la ciudad como el puerto. Algunos buques habían sido hundidos en el puerto los últimos días. Por lo tanto la situación del combustible se volvió crítica y lo peor de la lucha estaba todavía por venir.
Por la tarde me quedó claro que los británicos estaban reuniendo su segunda línea de blindados en el punto de penetración. Nos enfrentábamos a la total aniquilación. El Afrika Korps sólo tenía 35 tanques operativos.
Este era el momento de escabullirse a la Línea de Fuka. Los días precedentes ya se había trasportado algo de material hacia el oeste. Durante la noche, en el frente sur se reocuparon antiguas posiciones abandonadas en la ofensiva de agosto-septiembre. El 125º Regimiento fue reubicado en el área sur de Sidi Abd Al Rahman. La 90º División Ligera, el Afrika Korps y el XX Cuerpo Motorizado Italiano ahora se tenían que retirar lo suficientemente lento para permitir que las divisiones a pie siguieran su marcha o fueran trasportados. Parecía que los británicos nos siguieran a regañadientes y sus operaciones se volvieron incomprensiblemente cautelosas, tenía la esperanza de escapar con al menos parte de mi infantería***.
La fuerza del ejército estaba tan minada después de la prolongada batalla que no estaba en condiciones de ofrecer resistencia ante el previsible avance británico del día después. Dada nuestra escasez de vehículos, una ordenada retirada de nuestras fuerzas no motorizadas parecía imposible. Además, nuestras fuerzas móviles aún presentaban batalla y no se podía esperar que estuvieran libres. Desde esta posición se reconocía la gradual destrucción del ejército****. En estos términos informé al Cuartel General del Führer aquel mismo día.
El 2 de noviembre retiramos nuestras fuerzas en el sur bajo la presión de los británicos a una posición a 15 km al este de El Daba. Nuestro abandono de los sectores sur y central pasaron desapercibidos. Desafortunadamente esta operación se llevaba a cabo con mucha lentitud, sin vehículos disponibles y la mayor parte de las armas pesadas destruidas. A la mañana siguiente, a pesar de estas dificultades, se vio a las divisiones del sur en sus nuevos puestos.

Rommel estaba derrotado y lo sabía. Sin embargo había mantenido la ofensiva británica, y sus fuerzas estaban todavía intactas, aunque maltratadas. Esperaba retirarse y restaurar el frente. El curso normal de los acontecimientos en el teatro africano implicaba profundas penetraciones, seguidas de una retirada veloz, con un periodo posterior de reagrupamiento y reabastecimiento, antes de lanzar una nueva intentona(5). Ahora sin embargo el propio Hitler intervino.

*Hasta el 30 de octubre en Roma y Berlin se creía que la posición se podía mantener, creencia alimentada en la opinión expresada por Keselring que había afirmado que la ofensiva británica se había lanzado más por razones políticas que militares y que creía improbable que se produjera un cambio de la situación. Jon Latimer El Alamein Pag.- 480
**La primera línea, por así decirlo, de la Operación Supercharger recaía sobre la 2º División Neozelandesa al mando de Bernard Freybreg, y para la ocasión se le habían añadido a la 2º División la 151ª Brigada (50º Northumbria) y la 152º Brigada (Highland) de infantería además de la 9º Brigada Acorazada, todas ellas unidades de primer nivel.
***Soy de la opinión que si los británicos hubieran sido un poco más decididos o bien los alemanes hubieran sacrificado a sus unidades de infantería a pie, o bien se habría acabado la guerra en África del Norte, con la destrucción incluida de las fuerzas del eje, la primera semana de noviembre del 1942
****Deben ser momentos durísimos para un jefe, y las palabras suenan muy amargas.
(5)Intentona, como todos sabemos, no pertenece a la jerga militar.

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El Zorro Acorralado

Mensaje por lightfoot » Lun Jun 20, 2011 7:49 pm

3 de noviembre de 1942
El 3 de noviembre seguirá siendo un día memorable en la historia. No sólo fue que quedó convenientemente claro que la fortuna de la guerra nos había abandonado, sino también desde este momento a la libertad de toma de decisiones del Ejército Panzer se había erosionado por la interferencia del alto mando en estas operaciones.
Aquella mañana me sentía incomodo de que a pesar de a pesar de nuestros informes sobre la situación franca y objetiva, la verdadera escala del problema era desconocida para nuestro comando supremo y decidí, por tanto, enviar a mi ayudante, Capitán Berndt, para explicar personalmente en el cuartel general del Fhürer. Berndt tenía que dejar la situación clara en el cuartel general del Fhürer y explicar que África del Norte estaba realmente perdida. Además tenía que solicitar completa libertad de acción para el Afrika Korps. No estaba dispuesto a dar ventaja a los británicos y permitirles que nos rodearan, pero en cambio intenté luchar en acciones de retaguardia, forzando al enemigo a llevar su artillería una y otra vez, mientras evitamos la batalla decisiva hasta que o bien tuviéramos la suficiente fuerza o bien hasta haber retirado la mayor parte del Afrika Korps a Europa dejando al resto para cubrir la retirada.
A mediodía había vuelto a mi puesto de mando. Acabábamos de escapar, mediante una conducción salvaje, de una alfombra de bombas lanzadas por 18 aviones británicos. A las 13.30 llegó una orden del Führer que decía exactamente lo siguiente:

“Al Mariscal de Campo Rommel
En la situación en la que se encuentra, no puede haber otra consideración que la de mantenerse firme y lanzar todas las armas y los hombres a la lucha. Se está haciendo todo lo posible para ayudarle. A pesar de su superioridad numérica, el enemigo debe de haberse desgastado*. No sería la primera vez en la historia que la fuerza de la voluntad ha vencido sobre grandes fuerzas. En cuanto a sus hombres no les puede ofrecer otro camino sino la victoria o la muerte.
Firmado: Adolf Hitler.”

Esta orden solicitaba lo imposible. Incluso los soldados más comprometidos podían morir en un bombardeo.

La orden de Hitler enfureció al estado mayor del Afrika Korps que sabía exactamente qué podían hacer en las circunstancias en las que se encontraban. Rommel estaba confuso, que iba en contra de su naturaleza de ir en contra de Hitler y sabía que la orden equivalía a un suicidio. La protesta más llamativa fue hecha por von Thoma, comandante del Afrika Korps. Es muy probable que hubiera decidido que el juego había terminado y su gesto de ir al frente a buscar la muerte o el cautiverio era una señal que había perdido toda la fe en la dirección política de las fuerzas armadas alemanas. Después de su captura (4 de noviembre de 1942), von Thoma fue llevado a ver a Montgomery y los dos soldados profesionales comieron juntos amistosamente, presuntamente el comandante del Afrika Korps llevó a cabo comentarios imprudentes sobre el comportamiento en la campaña, e incluso de los planes alemanes para el futuro inmediato.

4 de noviembre de 1942
Continúa Rommel:

El Coronel Bayerlein regresó al Cuartel General del Afrika Korps desde el frente al rededor de las 13.00. Informó de las posiciones de las unidades Panzer. El Gefechtstaffel se situó en el centro de Tel el Mampsra. En el norte estaba la 21 División Panzer y al sur la 15 División Panzer. Las dos divisiones estaban atrincheradas. El estado mayor en la batalla había sido aniquilado, informó Bayerlein, y el General Ritter von Thoma no se le pudo persuadir de abandonar la línea del frente, presumiblemente buscaba la muerte. Desde que los tanques británicos se preparaban para invadir la colina Tel el Mampsra, donde los vehículos y equipo del Kamptstaffel yacían quemados, y se abrieron paso, Bayerlein solo pudo escapar a pie en el último momento.
Se veían grandes nubes de polvo al sur y al sureste del Cuartel General. Allí se continuaba librando una desesperada batalla entre un pequeño destacamento de inadecuados tanques italianos del XX Cuerpo con al rededor de 100 tanques pesados británicos, que habían superado a los italianos en su abierto flanco derecho. Como el Comandante von Luck me informó después, los italianos, que en ese momento representaban nuestra fuerza móvil más fuerte, lucharon con sin par valentía. Tanque tras tanque volaba en pedazos o se quemaba, mientras el fuego continuo de la artillería pesada británica golpeaba las posiciones de infantería y artillería italianas. Al rededor de las 15.30 llegó un último mensaje por radio de la [División] Ariete:

'Tanques enemigos han penetrado al sur de la Ariete, la Ariete ahora está rodeada. Localizados a 5 km al noroeste de Bir el Abd. Los tanques de la Ariete continúan luchando.'

Por la tarde el XX Cuerpo italiano había sido aniquilado después de luchar contra los blindados con excepcional valentía. Con la Ariete, habíamos perdido a nuestros últimos camaradas italianos, a los que habíamos exigido probablemente más de lo que su pobre equipamiento les permitía.
A la derecha del Afrika Korps, la destrucción por parte del enemigo del XX Cuerpo Italiano había hecho añicos 20 km de frente, a través del cual se precipitaba una marea de tanques británicos hacia el oeste. Esto significaba que nuestras fuerzas en el norte estaban amenazadas de ser rodeadas por las fuerzas enemigas 20 veces superiores en número**. La 90º División Ligera había defendido su frente con fiereza contra los ataques británicos, pero finalmente se habían visto forzado a retirarse. En la izquierda no había reservas, todas las armas y hombres disponibles habían tenido que ser mandados al frente.
Por lo que se había producido, lo que habíamos estado intentando evitar con todas nuestras fuerzas: el frente se había roto, con un enemigo totalmente motorizado manando en nuestro interior. En este punto, ninguna orden superior podría ayudarnos. Después de consultar con el Coronel Bayerlein, que había asumido el mando del Afrika Korps, di, inmediatamente, la orden de empezar la retirada y salvar lo que pudiéramos salvar. El comandante del Afrika Korps, General Ritter von Thoma, había encargado al Kamptstaffel parar el ataque británico. Como más tarde escuchamos en los servicios de noticias Británicos, había sido hecho prisionero después de la destrucción de su unidad.
Esta decisión pudo significar al final salvar la sección motorizada del ejército de la destrucción. Sin embargo, se había perdido tanto como consecuencia del retraso de la retirada durante 24 horas, incluida virtualmente toda la infantería y una gran cantidad de tanques, que ya no estaba en disposición de oponer una resistencia eficaz al avance británico. La orden de retirada se expidió a las 15.30 y la operación dio comienzo inmediatamente.
Ya no era posible organizar nuestras columnas, como nada más que una rápida retirada podía salvarnos de los ataques aéreos británicos que habían alcanzado su punto álgido aquel día. Cualquier cosa que no se hiciera inmediatamente en la carretera que fuera huir era una pérdida, como el enemigo barría en un ancho frente y superaban cualquier cosa a su paso.
A las 21.00 horas, demasiado tarde, llegó un mensaje por radio del Führer y otro del Comando Supremo, que autorizaba la retirada del Ejército a la posición de Fuka.

*Esto es una suposición, hecha a miles de kms del centro de la acción. Estaría más que justificado, como el propio Rommel reconoció después haberla ignorado.
**Tuvieron la puerta abierta y podían haber acabado la guerra en África del Norte durante los días del relato, pero no lo hicieron. Después pagarían en esfuerzo y vidas humanas este error.

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El Zorro Acorralado

Mensaje por lightfoot » Jue Jun 23, 2011 7:13 pm

Las órdenes de Hitler que cancelaba la retirada inicial había sido una gran sorpresa para Rommel*, que no estaba acostumbrado a ser tratado de esa manera. Se dio cuenta más tarde que obedecer las órdenes que él sabía erróneas había sido una equivocación.

5 de noviembre de 1942
Rommel continúa:
Con toda mi experiencia, puedo confesar un solo error, que fue no eludir o incluso prescindir por completo la orden “Victoria o Muerte” recibida 24 horas antes. Entonces el ejército, junto con toda su infantería, con toda probabilidad podría haber sido salvados del tipo de batalla que se iba a producir.
Con el ánimo de despejar cualquier duda a los futuros historiadores sobre el contexto bajo el que comandantes y tropa trabajaron en la Batalla de El Alamein incluyo el siguiente sumario:
a) Un adecuado sistema de aprovisionamiento y almacenaje de armas, gasolina y munición es condición inherente para que cualquier ejército tenga posibilidades de éxito para mantener la presión de la batalla. Antes del propio combate, la lucha se libra y se decide en los cuarteles generales. Los hombres más valientes no pueden hacer nada sin armas ni munición en abundancia, y armas y municiones son de poca utilidad en la guerra de movimientos a no ser que puedan ser trasportadas por vehículos aprovisionados con gasolina suficiente. El suministro debe de ser en la misma calidad y cantidad que el que tenga el enemigo.
b) En el futuro la batalla en tierra irá precedida por la batalla en el aire. Esto determinará quién tendrá que sufrir las desventajas operacional y táctica detalladas anteriormente y que, por lo tanto, será forzado a compromisos tácticos desde el principio.

Ninguna de las condiciones referidas se cumpliero de forma alguna y tuvimos que sufrir las consecuencias.
El dominio británico en el aire fue completo. Hubo días que llevaban a cabo 800 salidas de bombarderos y 2500 de cazas, caza-bombarderos y vuelos a baja altura. Por otro lado, nosotros llegamos como mucho a 60 salidas de bombarderos y 100 cazas. Estos números, además, fueron decreciendo constantemente.
En términos generales los principios del mando británico no se alteraron. Ahora, como siempre, sus tácticas eran metódicas y ajustadas a un patrón fijo. En esta ocasión los principios británicos, de hecho, la ayudaron al Octavo Ejército a alcanzar el éxito, por las siguientes razones:

a) Al no ser una batalla en desierto abierto, nuestras fuerzas motorizadas se vieron obligadas a formar un frente por el bien de las divisiones de infantería frontalmente comprometidas, que estaban sin trasporte. El combate tomó la forma de una batalla de material.
b) Los británicos tenían tal superioridad, tanto en calidad como en cantidad, en armas, que fueron capaces de forzar cualquier operación.

Como de costumbre, el Mando Británico mostró una marcada lentitud en la reacción. Cuando en la noche del 2 al 3 de noviembre comenzamos la retirada, pasó mucho tiempo antes de estar preparados para perseguirnos. Pero la injerencia de la desafortunada orden de Hitler, es altamente probable que hubiéramos podido escapar a Fuka con el grueso de nuestra infantería. Como siempre el Alto Mando Británico mostró su habitual cautela y poco contundente decisión. Por ejemplo, atacaron una y otra vez con formaciones separadas de tanques y no, como era de esperar, lanzarse a la batalla a los 900 tanques que disponían, sin riesgo para ellos, empleándolos en el frente norte, de ese modo utilizando su inmensa superioridad para conseguir una rápida decisión con el mínimo esfuerzo y bajas. En realidad, bajo cobertura de la artillería y la fuerza aérea, sólo con la mitad de dicho número hubiera sido suficiente para aniquilar mis fuerzas, que frecuentemente permanecían inmóviles en el campo de batalla. Además, los británicos sufrieron tremendas bajas por este motivo. Probablemente el comandante británico quería mantener sus tanques en segunda línea para usarlos después en la persecución, como aparentemente sus fuerzas de asalto no pudieron ser reforzadas tan rápidamente para seguirnos.
En el entrenamiento entre tanques y formaciones de infantería, el comandante británico puso en práctica la excelente experiencia que había adquirido en las batallas anteriores con las tropas del Eje, pero a decir verdad los nuevos métodos que estaban aplicando sólo era posible con una enorme cantidad de munición y nuevo material de guerra.
Los métodos británicos fueron posibles por la utilización de nuevos tanques, que estaban más fuertemente armados y mejor blindados que los nuestros, incluyendo el Grant, el Lee y el Sherman; el pesado Churchill también fue visto, y sus suministros de munición ilimitados.
Enviaron los tanques ligeros en vanguardia, con los más pesados mantenidos cada vez más en retaguardia. Los vehículos blindados tenían la tarea de atraer a nuestros cañones y blindados antitanque y antiaéreos. Una vez que nuestras armas abrían fuego desvelaban sus posiciones, los blindados pesados británicos desencadenaban su destructivo poder de fuego con un alcance de hasta 2,5 km, si era posible a cubierto. El fuego, aparentemente, siempre estaba dirigido por el comandante de escuadrón. La enorme cantidad de munición que requería este sistema era acarreado por blindados de transporte Bren. De esta forma los tanques pesados británicos eran capaces de atacar nuestros blindados, puestos de ametralladoras, armas antitanque y antiaéreos desde distancias desde las que no podíamos penetrar su blindaje; en cualquier caso, no tenían la munición necesaria para hacerlo.
La artillería británica demostró, de nuevo, su bien conocida excelencia**. Especialmente sobresaliente fue la gran movilidad y velocidad de reacción de las necesidades de las tropas de asalto.
Las unidades blindadas británicas, evidentemente, disponían de observadores artilleros que trasmitían las necesidades desde el frente hasta los artilleros tan rápido como era posible. Así como su amplio suministro de municiones, los británicos también tuvieron el beneficio de sus cañones de largo alcance, que les permitía alcanzar las posiciones artilleras italianas, con un alcance superior que impedía que los italianos pudieran devolver el fuego, la mayoría tenían un alcance máximo de 6000 metros. La mayoría de nuestra artillería consistían en obsoletas piezas italianas, fue una postura dolorosa para nosotros.
Una vez que nuestras defensas eran destrozadas por la artillería, los tanques y la aviación, la infantería británica atacaba. Nuestras posiciones de vanguardia se veían cercadas por el fuego de artillería, que habían sido descubiertas con anterioridad por el reconocimiento aéreo; bien entrenados ingenieros, a cubierto por pantallas de humo, abrían rutas libres de minas, en nuestros campos de minas. Entonces atacaban los tanques, seguidos muy de cerca por la infantería. Los equipos de asalto británicos, utilizando tanques y artillería móvil, avanzaban por nuestras líneas de vanguardia y atacaban nuestras trincheras y posiciones a la bayoneta. Se llevó a cabo metódicamente y de acuerdo con el entrenamiento. Cada una de las acciones por separado se llevaban a cabo utilizando una concentración superior de fuerza. La artillería llegaba siguiendo de cerca a la infantería para extinguir los últimos destellos de resistencia. La victoria, normalmente, no se explotaba en ningún grado, las posiciones conquistadas eran simplemente ocupadas y reforzadas y la artillería llegaba y se utilizaba en posiciones defensivas. Los asaltos nocturnos continuaban siendo una especialidad de los británicos.

La victoria de Montgomery en El Alamein constituyó el punto de inflexión en la guerra de África del Norte. No se puede ocultar la importancia de lo ocurrido. Y en Alam Halfa y El Alamein, Rommel se había cruzado con un enemigo que sabía como utilizar la superioridad material para exprimir a un adversario con una logística más débil. Rommel reconoció que así serían las operaciones en el futuro, una forma de guerra para la que él y el Afrika Korps no tendrían respuesta a largo plazo.
Reconociendo la inevitable derrota, Rommel comenzó a buscar el método de retirada que habría que considerar y cuál era la mejor manera de conservar hombres y material para una eventual retirada de África del Norte.

Rommel continúa diciendo:
En las condiciones existentes de suministro, que no permitían remplazar tanques, vehículos y armamento que había sufrido el retraso de meses, sin un almacenamiento de gasolina que permitiera desarrollar una batalla móvil, no podíamos esperar ser capaces de mantenernos contra el poder británico en ninguna posición en Tripolitania.
Nuestro problema en la retirada fueron las unidades no motorizadas italianas. Las formaciones más lentas, asumiendo que no podían ser abandonadas, determinó la velocidad de retirada de todo el ejército. Esto es una desastrosa desventaja cuando los atacantes están totalmente motorizados. De este modo, se hizo necesario trasladar a las divisiones italianas hacia el este antes de que los británicos lanzaran su ataque, y para situar a mis unidades motorizadas en Marsa el Brega para mantener a los británicos. También fue necesario minar los caminos y tomar ventaja de cualquier oportunidad e infligir daño a las unidades de vanguardia enemigas.
El comandante británico se mostró demasiado prudente. No corrió ningún riesgo que representara la más mínima duda y cualquier acción audaz era ajena a él. Fue, por tanto, el trabajo de nuestras fuerzas motorizadas, que dando la impresión de constante actividad, hizo ser mucho más cautelosos a los británicos y ralentizó su velocidad. Se me hizo evidente que Montgomery no tomaría el riesgo de atacarnos audazmente o rodearnos. De hecho, observando las operaciones en su conjunto, sacrificar la velocidad a cambio de su metódica insistencia en la superioridad abrumadora hubiese supuesto un coste inferior de bajas.
En cualquier caso la retirada a Túnez se llevó a cabo en varias etapas, forzando a los británicos a desplegarse con la mayor frecuencia posible. Se trataba de una apuesta por la cautela del comandante británico que resultó estar muy bien justificada.

Rommel, posteriormente, reunió sus observaciones en el pasaje que tituló “Las Reglas de la Guerra del Desierto”.

El resto del capítulo son las citadas reglas que al ya estar traducidas al español no trasladaré hasta aquí, con lo que doy por finalizado, de momento este trabajo.

*Desagradable también.
**Para muchos autores y entendidos la mejor arma británica siempre fue su artillería.

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