De la invasion italiana a Egipto hasta el Asedio de Tobruk.

La guerra en el Continente Africano

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roberto magaña
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De la invasion italiana a Egipto hasta el Asedio de Tobruk.

Mensaje por roberto magaña » Dom Jun 05, 2011 3:40 am

Introduccion

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Mapa guia

Durante la ofensiva británica de Diciembre de 1940, las tropas del 8vo ejercito, después de haber tomado Bardia, atacan a Tobruk que, a pesar de su buena defensa, tiene que capitular el 23 de Enero de 1941. Pero ¿Era inevitable esta rendición?. En realidad, mas que a la debilidad de las fuerzas italianas, su caída debe imputarse a la falta de elasticidad en la maniobra de las tropas y al hecho de que los comandantes italianos no pudieron desarrollar una mentalidad adaptada a la guerra de los carros de combate, al contrario de los ingleses y alemanes que elaboraron los primeros rudimentos de esta técnica en las ensangrentadas llanuras de la Primera Guerra Mundial.

Al dia siguiente de la derrota de Francia, el almirante Alan Browne Cunningham, comandante de la flota inglesa del Mediterráneo, estaba paseando en la popa de su buque de guerra, en Alejandría, cuando apareció a su lado, sonriente, el vicealmirante Tovey. Le pregunto por que estaba tan satisfecho y le respondió que por la caída de Francia. "Ahora -dijo- estoy seguro que ganaremos la guerra. Ya no tenemos aliados".

Es una bella frase que puede figurar en un libro de memorias, donde se encuentra efectivamente, pero representa lo contrario a la sombría realidad que los ingleses hubieron de enfrentar en el Mediterráneo y en África a partir de las dos ultimas semanas de Junio de 1940. Que Francia hubiera desaparecido del frente del Rin no era un gran mal, ya que Hitler tenía que correr el aun grave riesgo de atravesar la Mancha, teniendo en cuenta además que entre sus potenciales enemigos estaba el oso soviético que le ataba las manos. Pero lo que no tenia remedio era el vacio de poder que se creo en África: en el inmenso continente negro, una vez desaparecidos del marco de la lucha los ejércitos coloniales franceses y sus soportes aeronavales, quedaba solo un puñado de fuerzas inglesas, separadas por distancias insalvables y sin posibilidad de recibir ayuda de la madre patria, pues esta no podía enviar ninguna.

Las importantes fuerzas francesas en el Norte de África -el general Nogues disponía de ocho divisiones, cinco de ellas operativas, en la zona comprendidas entre el protectorado español de Marruecos y la frontera entre Túnez y Libia- quedaron neutralizadas por el armisticio. Si para Mussolini fue una decepción no haber conseguido la cesión de Túnez tras la derrota francesa, constituyo también un alivio ver sus ejércitos en Trípoli y Cirenaica libres de la presión gala. Solo un frente quedaba en pie, el de Egipto, y las fuerzas inglesas en este país eran poco numerosas y estaban aisladas.

En cualquier caso, con el Mediterráneo obstruido por la aguerrida marina italiana, la ayuda debía doblar el cabo de Buena Esperanza, con una larga ruta de tres meses. Y también los aviones, tanto de caza como de bombardeo, debían hacer otro tanto, pues no poseían autonomía suficiente para volar de Gibraltar a Alejandría y ni siquiera a Malta, al menos tratándose de los cazas. No se podía contar con esta isla Mediterránea, o al menos asi parecía; cuando propusieron al mariscal Lloyd ir a asumir su mando, los amigos se le acercaron en vista de condolencia y para preguntarle si le gustaban los macarrones: tan seguro parecía su infortunio.

Así, las fuerzas inglesas del Medio Oriente no habían de recibir ni un fusil, ni un hombre, ni un carro de combate, ni un avión hasta finales de Septiembre de 1940, y quizá nunca si los italianos hubieran bloqueado el largo pasillo del mar Rojo en Perim o en Suez. Es mas: con la amenaza de hacerlo, la flota británica de Alejandría habría de salir del Mediterráneo por la vía de Suez antes de quedar bloqueada dentro de el. Esta consecuencia era tan evidente, que los ingleses no dudaron de que los italianos intentarían obstruir el canal hundiendo en el unos cuantos barcos cargados de cemento, un día o dos antes de la declaración de guerra.

Siempre será un misterio por que no se hizo esto ni se pensó en hacerlo. Durante semanas, la flota inglesa no fue ni siquiera bombardeada en su único, pero protegido refugio. Y no se realizo ningún intento serio para tratar de interceptar el camino a los convoyes que lentamente se acercaban al mar Rojo. Los italianos disponían en Eritrea de una aviación mas fuerte y moderna que los ingleses; en Massaua fondeaban siempre sumergibles y destructores que podrían haber atacado el trafico enemigo con mucha mayor eficacia y oportunidad de cuanto hicieron realmente. Se habría podido hacer mucho mas -hasta un bloqueo total del estrecho de Perim- si los italianos hubieran trasladado a tiempo a Massaua unas considerable fuerza naval de un al menos un par de cruceros ligeros y modernos, apoyados por destructores de nueva construcción. Este núcleo de unidades podría obligar a los británicos a escoltar sus convoyes con cruceros pesados o con acorazados, aun padeciendo extrema penuria de los mismos. Pero no solo no se hizo esto, sino que ni siquiera se pensó en hacerlo; se dio el Imperio italiano por perdido, considerándolo como una especie de isla asediada y no como una posición incrustada a modo de una fuerte espina en el punto mas sensible del enemigo. Hubo también negligencias culpables, inexplicables aun hoy en día: pocas horas antes de la declaración de guerra, el barco "Umbria", cargado de bombas y de piezas de aviones, navegaba por el mar Rojo rumbo a Massaua. Los ingleses lo retuvieron con mil pretextos en el paso del canal, pero al fin hubieron de dejarlo pasar, aunque seguido de un pequeño buque de guerra. El 10 de enero el "Umbria" estaba a doscientas millas de Massaua cuando los ingleses, haciendo caso omiso del horario oficial de apertura de las hostilidades, que comenzaba a medianoche, ordenaron a su comandante arribar a Port-Sudan, donde el "Umbria", luego, se hundió. En Massaua, aunque se sabia que aquellas bombas de aviación eran vitales, mas que el agua y la gasolina, no movieron un dedo; ni un solo buque, ni un solo avión se tomo la molestia de proteger una carga a cuya falta se imputaron mas tarde todas las "imposibilidades" de la aviación de la colonia. Una gran batalla perdida antes de romper las hostilidades; sin una comisión de encuesta, sin un proceso.

Ningún organismo oficial cuido de establecer responsabilidades por las repetidas negligencias de los mandos italianos; parece como si los largos años de la dictadura de Mussolini hubieran anestesiado la sensibilidad de la maquinaria del estado italiano y, lo que es peor, de sus fuerzas armadas; el gran organismo que era el ejercito italiano disponía de músculos y garras potente, pero carecía de los nervios que le permitieran ponerse en funcionamiento.

Frente a la eficacia comprobada de las poco numerosas tropas coloniales inglesas, los italianos se comportaron a la defensiva, sin organización ni ideas, dando desde el primer momento por perdidas las colonias orientales y reuniendo ciegamente grandes masas de ejércitos inertes, inoperantes, en las del norte de África, pensando quizá que la carne humana era un factor importante en la guerra del desierto.

Aparte de otras grandes oportunidades estratégicas perdidas, es un hecho que los italianos dejaron transcurrir en la inercia absoluta tres meses de que disponían también, y sobre todo, en África septerional, sin intentar aquel "gran golpe" que los ingleses esperaban de un momento a otro y que hubiera sido para ellos muy grave, si no mortal. Como puede constatarse siempre en la historia italiana, esta inercia no fue consecuencia de los medios escasos o de la fuerza, verdadera o presumible, del enemigo, sino del hecho de que en Roma, como en Trípoli, se considero que la guerra estaba a punto de acabar con la victoria alemana después de un desembarco entre Dover y Ramsgate. No había, pues, necesidad alguna de precipitarse en batallas de resultado incierto y siempre costosas y arriesgadas; era mucho mejor esperar, sin comprometer nada, a sentarse en la mesa de negociaciones sin comprometer nada, a sentarse en la mesa de negociaciones sin dar golpe, pero también sin recibirlo. Este estado de animo, beatifico y bastante insensato, que supero tan solo hacia finales de Septiembre de 1940, cuando los italianos vieron con pasmo y disimulada aprensión que sus aliados alemanes no habían desembarcado en Inglaterra y que los enemigos aprovechaban su total inercia para reforzarse lo mas posible.

Los italianos tenían en Libia, ya antes de la declaración de guerra, una enorme masa de hombres, unos doscientos cincuenta mil, apoyados por 500 aviones trescientos de ellos listos para intervenir. Los medios eran poderosos, pero distribuidos en un número excesivo de unidades, que luego resultaron sorprendentemente débiles: mas de mil piezas de artillería, mas de trescientos carros ligeros, mas de 5000 ametralladoras. Se estaban produciendo ya en Italia varios cientos de carros medios idénticos a los que los ingleses usaban en Egipto, pero Badoglio prefirió enviar setenta, ya listos, a Albania, donde no servirían para nada, dejando desprovista a Libia, donde luego faltaron para la desesperación de los italianos. Fue un buen ejemplo de ceguera profesional, después de que las experiencias de la campaña de Polonia y Francia.

Quizá Italo Balbo, que tenia el mando de todas las fuerzas italianas en Libia, hubiera podido traducir en algún resultado concreto la gran superioridad italiana de aquel momento; pero los cañones del crucero "San Giorgio", anclado en la rada de Tobruk, lo fulminaron el 28 de Junio de 1940, mientras intentaba aterrizar en procedente de Trípoli. Su sucesor fue el mariscal Rodolfo Graziani, que llego a Libia no solo sin haber recibido instrucciones de Badoglio, que no había querido recibirle, sino pensando en la nueva misión como una continuación de su gran "epopeya" de 1930 y 1931, cuando conquisto con una marcha legendaria el remoto oasis de Kufra. Su pensamiento estaba aun fijo en el Gran Sanusi y en las complicadas relaciones existentes entre los libios y egipcios; además, había aprendido un nuevo tipo de guerra en Etiopia, hecha de compactas y nutridas masas de hombres que se movían cautelosamente dentro de una densa red de puestos fortificados parecidos; pareció no darse cuenta nunca de que la guerra en Libia marcharía sobre una única via costera, con el fragor de los carros de combate y a la velocidad de los vehículos blindados.
Links externos:

Orden de batalla del V ejercito en Libia para el 10 de Junio de 1940
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Orden de batalla del X ejercito en Libia para el 10 de Junio de 1940
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Orden de batalla de las reservas del ejercito italiano en Libia para el 10 de Junio de 1940
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Orden de batalla de las fuerzas armadas italianas en el Africa Oriental para el 10 de Junio de 1940
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Orden de batalla de la division de la milicia de las camisas negras en el Norte de Africa
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Brigada Colonial en 1940 en el Este de Africa
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Orden de batalla de la division Libia
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De la invasion italiana a Egipto hasta el Asedio de Tobruk.

Mensaje por roberto magaña » Lun Jun 06, 2011 1:00 am

La "conquista" de Sidi Barrani

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Mapa de la invasion italiana a Egipto

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Rodolfo Graziani


Cuando estuvo en Trípoli, su primera preocupación fue borrar las últimas huellas del modo de vivir que dejara Balbo, al que gustaban hermosas mujeres, las fiestas y el fasto. Graziani quiso una atmosfera más guerrera y espartana; pero demostró pronto que la apariencia y la sustancia no son lo mismo. Comenzó a lamentarse de que poseía pocos medios y pidió un gran número de aquellos convoyes que la marina, aun que no hubiera una sola nave inglesa en el Mediterráneo no había de enviar. Luego empezó a preparar una operación extrafronteriza, partiendo del supuesto de que para derrotar a los treinta mil ingleses acampados en aquel momento en Egipto harían falta no menos de cien mil hombres. Aplazo este proyecto una y otra vez, hasta que hubo de partir el 13 de Septiembre, pero solo bajo la orden de Mussolini. Como además solía tener mala suerte, se levanto pronto el guibli, mientras la temperatura subía a 35 grados Celsius a la sombra; la marcha de las tropas fue penosísima y hubo que detenerse una jornada a la vista de los objetivos., porque era materialmente avanzar. A las 14.45 del día 16 de Septiembre, los hombres de la división Camicie Nere entraron en la desierta Sidi Barrani, a menos de cien kilómetros de la frontera libia. Los ingleses habían partido; para ellos, unos cuantos cientos de kilómetros cuadrados de arena no contaban absolutamente nada, como no contaban las millas cuadradas de agua de los océanos para su marina.

Sobre la batalla que luego no se produjo, porque los ingleses la evitaron cuidadosamente, Graziani envió una larga y petulante relaciona Mussolini en la que hacia notar que los hombres, "como siempre, se han contentado con el litro de agua al Día de Neghelli"; y luego se dedico a preparar "el segundo salto" que, a su entender, tendría que darse en Marsa Matruh, una vez mas, con todas las fuerzas a su disposición. Ya el problema de dar de beber a aquella inmensa masa de hombres exigió la instalación de una tubería que al fin descargo en Sidi Barrani 350,000 litros de agua al día. Para construirla, Graziani adopto lo que le pareció un ingenioso sistema: hizo desmontar del Yebel todo el acueducto que con inmenso esfuerzo y gasto fue construido en los años anteriores para regar las innumerables plantaciones de la colonización italiana. No se le paso siquiera por la cabeza que podía existir un método más sencillo, mas rápido y enormemente menos dispendioso: el transporte marítimo, a lo largo de la costa, de agua y provisiones. Cuando llego el momento, lo adoptaron tanto los ingleses como los alemanes, unos y otros estupefactos de que los únicos en no percatarse de ello fueran los propios italianos, que eran de casa.

Falto a Graziani, como también a los Estados Mayores del ejército y la marina italiana, por no hablar del Estado Mayor General, una visión global del problema africano. En primer lugar, en cuanto a los objetivos finales, porque nadie formula jamás uno que fuera un poco razonable. Pero también en cuanto a las simples modalidades operativas. Aunque Graziani se había "hecho" en el desierto, y conocía por ende sus características y peligros, aunque había recorrido a lo largo y a lo ancho de Cirenaica apenas diez años antes, y pese a que un gran numero de sus oficiales poseyera una análoga experiencia, nadie de su comando en Trípoli pareció haber comprendido que el desierto solo permitía un tipo de guerra "en estado puro", no embrollado, no ligado a un criterio territorial, sino solo a los movimientos, muy semejantes a los de una flota, de fuertes y pequeñas unidades rápidas y acorazadas. Nadie comprendió que sobre aquel damero los "peones" quedarían inmediatamente fuera de juego por demasiado lentos, demasiado difíciles de suministrar y de maniobrar y demasiado armados frente al tipo de defensa que debían afrontar. Y nadie comprendió, esta vez por defecto de un pensamiento auténticamente militar, que el desierto no era propiamente un elemento nuevo, sino una "ausencia de ejemplos de complicación", capaz de devolver a la guerra a su fundamento esencial: a la búsqueda y destrucción de las fuerzas armadas enemigas.

Montando su ofensiva sobre Marsa Matruh, Graziani busco principalmente un nuevo "salto" que lo aproximara a los objetivos territoriales finales: el Delta, El Cairo, el corazón de Egipto. No comprendió en lo absoluto, al plantear su acción, que Marsa Matruh no era ni podía constituir solo un "nuevo salto"; en particular se le escapo un hecho esencial: que en Marsa Matruh los ingleses le esperarían con sus fuerzas, porque para ellos aquellos cuatro palacetes y villas de los ricos egipcios a orillas del Mediterráneo azul, aquella pequeña estación que era también la ultima del modesto ferrocarril para Alejandría, constituían un "punto" del mapa geográfico que ellos no podían perder. Por Marsa Matruh, pues, no habría una mera batalla provisional, sino un encuentro resolutivo, cuyo resultado determinaría cambios radicales en la situación de todo el Mediterráneo y quizá de toda la guerra.

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De la invasion italiana a Egipto hasta el Asedio de Tobruk.

Mensaje por roberto magaña » Mar Jun 07, 2011 2:51 am

La importancia de Marsa Matruh
Marsa Matruh se alza a 250km en línea recta de la amplia rada de Alejandría, lo que significa que la única base naval británica en el Mediterráneo Oriental estaría -si los italianos la ocupaban- dentro del radio de la aviación adversaria. La mediterranean fleet, pues, podría ser atacada día y noche por incursiones de bombarderos, protegidos por escoltas de caza. Y como el mariscal del aire, Longmore, no disponía en Egipto mas que de un puñado de viejos cazas, desde luego no en condiciones de enfrentarse mucho tiempo a los atacantes, muy superiores en numero, se seguía sin sombra de duda que la flota debía abandonar Alejandría, retirándose al mar Rojo ante la menor noticia de éxito de una operación italiana que tuviera por objetivo la conquista de Marsa Matruh. Con toda probabilidad, se dejarían fuerzas navales ligeras en Haifa y quizá también en la propia base de Alejandría, pero la valiosa flota pesada tendría que marcharse. Es lo que ocurrió exactamente en Junio y Julio de 1942 cuando Rommel ataco y conquisto en pocos minutos aquel punto neurálgico: la flota inglesa levo anclas precipitadamente en Sidi Bishr, olvidándose hasta de arriar la bandera del palacete-comando de los campamentos de marina
Pero si la flota pesada hubiera abandonado Alejandría en 1940, las consecuencias políticas y militares habrían sido inmensas. Egipto, Turquía y España acentuarían su ya notable tendencia hacia el Eje y la misma Francia de Vichy probablemente hubiera saltado sin vacilar el pequeño foso que la separaba aun de Hitler. Militarmente hablando, la flota italiana tendría mano libre en la zona oriental, con la posibilidad de efectuar fáciles desembarcos en Alejandría y en Suez. Egipto caería como una fruta madura, lo que permitiría la reunión en Jartum de las fuerzas italianas provenientes, a trabes de Sudan, de Uadi Halfa y de Etiopia. Las consecuencias de estos hechos se extenderían geográficamente hasta el petróleo de Próximo Oriente, hasta la India, hasta las comunicaciones navales británicas entre Australia e Inglaterra. Precisamente por esto, Marsa Matruh seria defendida con uñas y dientes; precisamente allí tendría lugar , en caso de ataque italiano, una de las pocas batallas realmente resolutivas de todo el conflicto. Y precisamente allí un pequeño grupo de oficiales británicos, amamantados en la religión del carro de combate, consiguió que fuera enviada antes de la ruptura de las hostilidades la única formación acorazada de que disponía entonces Inglaterra: la 7ma división, una unidad que se preparaba desde años atrás para librar en el desierto un tipo de guerra modernísima, contra un adversario que, en sus hipótesis mas temerarias, consideraba aun que el objetivo de los ingleses en Egipto y Libia seria el de "apoderarse del Senuso y distribuir armas a los indígenas para fomentar la guerrilla detrás de las líneas de combate".. Pero la realidad disto mucho de las previsiones. A esto se sumo para los italianos el hecho, poco observado entonces y hoy, de que al mando de las reducidas fuerzas terrestres inglesas en Egipto fue enviado un oficial de excepcional talla. Richard O'Connor fue sin duda uno de los mas formidables especialistas en carros de combate en la guerra del desierto. Poseía un sentido instintivo del movimiento y una percepción mágica de la psicología adversaria. Se percato inmediatamente de que ni Balbo ni su sucesor tenían demasiadas ganas de luchar y se propuso reducir aun mas su escaso entusiasmo con una táctica habilísima, basada en muy pocos medios empleados sin prejuicios. Ya al día siguiente de la declaración de guerra, pequeñas unidades de vehículos blindados comenzaron a penetrar de noche y también de día entre las mallas de las líneas fronterizas italianas, atacando de improviso puestos aislados incapaces de oponer la menor resistencia. En efecto, el mando italiano dispuso sus notables fuerzas con el criterio preferente de los "manuales de adiestramiento de combate", desparramándolas en una larga línea y disponiéndolas en pequeños núcleos de fuerza variable, desde unas pocas decenas de hombres hasta 200 que, por la distancia, no podían ejercer eventuales acciones de apoyo reciproco.
En Bardia había solo algunas secciones de la Guardia de fronteras y un batallón de Camicie Nere, con un total de 36 piezas de pequeño y mediano calibre. Poco mas atrás se encontraba la división "Marmarica", que era la única fuerza nacional de importancia en las proximidades de la frontera. Las otras divisiones se encontraban todas a 150km al oeste, en la zona de Tobruk.
Toda la frontera estaba defendida en los 200 kilómetros que corren entre el mar y el oasis de Yarabub por los pequeños núcleos citados, desprovistos de artillería. Solo en Yarabub había cerca de 500 hombres con dos piezas de 65/17. En otras palabras, aunque el ejercito italiano de Cirenaica disponía de mas de 500 piezas de artillería, solo había en línea cuarenta, casi todas concentradas en la plaza de Bardia; detrás de esta se hallaban las 36 piezas de la Marmarica. En conclusión, mientras existía una defensa suficiente de artillería en la Vía Balbia, en la frontera no se había previsto ninguna; muchos hombres, con viejas ametralladoras, estaban a merced de las pocas piezas móviles de la artillería adversaria apoyada por carros.

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cetme
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Re: De la invasion italiana a Egipto hasta el Asedio de Tobr

Mensaje por cetme » Dom Jul 28, 2013 1:45 pm

Retomemos este viejo hilo,el cual parece que esta imcompleto.Os dejo un documental sobre el asedio,que Rommel sometio a la ciudad de Tobruk.La ciudad fue defendida brillantemente por el general Leslie Morshead y su 9ª division australiana.Asi discurrio esta batalla.
http://www.youtube.com/watch?v=6tCGDx52XAo


Y "ANZAC Siege of Tobruk"
http://www.youtube.com/watch?v=gRbebG7RlSo

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Re: De la invasion italiana a Egipto hasta el Asedio de Tobruk.

Mensaje por Juan M. Parada C. » Mar Nov 17, 2015 10:28 pm

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Fuente: https://www.facebook.com/19846346022268 ... =3&theater

Soldados australianos operando piezas de 75mm capturadas a las fuerzas italianas durante el sitio de Tobruk.
Saludos y bendiciones a granel.
"¡Ay,señor! Tú sabes lo ocupado que tendré que estar hoy.Si acaso te olvido por un instante,tu no te olvides de mi". Sir Jacob Astley antes de la batalla de Edge Hill el 23 de octubre del año de nuestro señor de 1642

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Audie Murphy
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Re: De la invasion italiana a Egipto hasta el Asedio de Tobruk.

Mensaje por Audie Murphy » Sab Dic 24, 2016 12:38 pm

doble reportaje en inglés de la revista Britain at War sobre los combatientes ingleses y australianos del sitiado Tobruk, las penurias de la vida desértica, los bombardeos aéreos, el valioso apoyo artillero, los South Nottinghamshire Hussars... https://www.docdroid.net/wgEC8Jy/tobruk ... n.pdf.html


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fuente revista "Military Heritage", ejemplar de enero 2015
"El mal existe cuando las personas buenas no hacen lo que es correcto"

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