Stauffenberg, Broich y Rommel

La guerra en el Continente Africano

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Stauffenberg, Broich y Rommel

Mensaje por José Luis » Mié Nov 05, 2008 11:21 am

¡Hola a todos!

El destino juntó en África del Norte a estos tres militares en unas circunstancias personales extraordinarias. Rommel estaba decepcionado con el Führer, que no le había permitido salvar a su DAK, evacuándolo a Sicilia, y en cambio estaba dispuesto a sacrificarlo por una causa absurda, justo igual que al Sexto Ejército en Stalingrado. Stauffenberg llegaba a Túnez en febrero de 1943 frustrado de sus vanos intentos de levantar a ciertos mariscales de campo del Frente Oriental contra Hitler. Por esas mismas fechas, Broich, anti-nazi, había sido nombrado Komandeur de la 10. Panzer Division. Quisiera trazar unas cuantas pinceladas sobre la relación que mantuvieron en Túnez estos tres personajes tan diferentes entre sí.

El 26 de enero de 1943 el conde von Stauffenberg mantuvo una conversación privada en Taganrog con el mariscal de campo Erich von Manstein; quería convencer al mariscal para que se sumara a la causa contra Hitler, pero Manstein amenazó con arrestarlo. Stauffenberg abandonó Taganrog decepcionado por la respuesta de Manstein, que, según él, no era la que se esperaba de un mariscal de campo (1), y pensando, como comentó a Dietz von Thüngen, que estaba tratando con tipos que "tenían los bolsillos llenos o paja en el cerebro" (2).

Unos días más tarde, el 3 de febrero, Stauffenberg llegaba de permiso (tres semanas que se convirtieron finalmente en sólo ocho días) a Berlín, donde se enteraría, en ese mismo día o al siguiente, de su próximo destino a Túnez para reemplazar al Ia de la 10. Panzer Division, mayor Wilhelm Bürklin, que había sido herido por la explosión de una mina el 1 de febrero, junto con su comandante divisional, el Generalmajor Wolfgang Fischer, que resultó muerto (3).

El barón Friedrich von Broich era un genuino oficial de caballería (había ingresado con 18 años de edad en el ejército imperial como Fahnenjunker en el batallón de ulanos del 9º Regimiento el 2 de julio de 1914) bregado en los combates de la Gran Guerra y en el Reichsheer de la República de Weimar. Cuando la Wehrmacht invadió Polonia, el Oberstleutnant Broich era el comandante del batallón de reconocimiento de la 34. Infanterie Division, formación destinada a la defensa de la frontera occidental durante la campaña polaca. El 5 de diciembre de 1939 fue nombrado comandante del 21º Regimiento de Caballería de la 1ª Brigada de Caballería, reformada más tarde, en febrero de 1940, como 1ª División de Caballería. Con ella tomó parte en la campaña holandesa iniciada el 10 de mayo, y más tarde en la segunda fase de la campaña de Francia, subordinada al XXXVIII Cuerpo de Ejército bajo el mando del entonces General der Infanterie Erich von Manstein. El 30 de septiembre de 1940, el Oberst Broich asumió el mando del 22º Regimiento de Caballería de la 1ª División de Caballería, con la que entraría en combate en la campaña de Rusia de 1941. Justo un año después, el 30 de septiembre de 1941, fue nombrado comandante de la 1ª Brigada de Caballería de la 1ª División de Caballería, formación que regresó a Alemania a finales de noviembre para reorganizarse bajo la nueva denominación de 24. Panzer Division, convirtiéndose la 1ª Brigada de Caballería de Broich en la 24. Schützen-Brigade de la 24. Panzer Division. Tras completar su entrenamiento, esta nueva formación se desplegó en junio de 1942 al Frente Oriental para combatir en el Grupo de Ejércitos Sur y quedar destruida finalmente en Stalingrado en enero de 1943. Von Broich se libró de la quema al haber pasado a la reserva del OKH el 31 de octubre de 1942.

El 10 de noviembre de 1942, Broich fue comisionado con el mando de la División “von Broich” en Tunicia, una formación ad hoc, amalgama de varias unidades, que se había creado para defender la cabeza de puente de Bizerte. El 5 de febrero de 1943, debido a la muerte de Fischer, Broich fue nombrado comandante de la 10. Panzer Division, tras entregar el mando de su División “von Broich” al Generalmajor Hasso von Manteuffel. El 15 de febrero siguiente sería ascendido a Generalmajor (3).

El 10 de febrero de 1943 Stauffenberg partió de Munich con destino a Napoles-Bagnoli, mando de enlace de la 10. Panzer Division, y el 11 de febrero estaba en Túnez. Tras visitar a su predecesor el mayor Bürklin en el hospital militar, llegó al puesto de mando divisional el 14 de febrero, el mismo día que comenzaba la Operación Frühlingswind, la ofensiva alemana contra Sidi Bou Zid.

Notas:

(1) Joachim Kramarz, Stauffenberg (Barcelona: Ediciones Grijalbo, S. A., 1969), p. 108

(2) Peter Hoffamnn, Stauffenberg: A Family History, 1905-1944 (Cambridge: University Press of Cambridge, 1995), p. 161. El barón von Thüngen era un viejo amigo de Stauffenberg, mayor de la Reserva que sirvió en el Estado Mayor General en 1942 y parte de 1943

(3) Ibid.

(4) Información recogida en http://www.specialcamp11.fsnet.co.uk/Ge ... Broich.htm

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Mensaje por José Luis » Jue Nov 06, 2008 11:42 am

¡Hola a todos!

Cuando Stauffenberg llegó a Túnez, Rommel llevaba ya dos años combatiendo incesantemente contra los británicos. En junio de 1942, tras la conquista de Tobruk, había tenido muy cerca de su alcance la derrota total del Octavo Ejército y la conquista de Alejandría, pero su ejército había alcanzado el punto de culminación y ni el OKW alemán ni el CS italiano quisieron o pudieron reforzar a Rommel empujando el resto. Rommel y su ejército se vieron sometidos al terrible castigo de una devastadora superioridad británica en el terreno de los suministros, armamento y tropas. Nada era más desolador para los veteranos del Deutsches Afrikakorps que los continuos ataques de la RAF, ahora dueña de los cielos del teatro africano y del Mediterráneo, y la total impotencia de la Luftwaffe para aliviarles del tormento. Sufrían igualmente una intolerable escasez de municiones y combustible; en esas condiciones la derrota era inminente.

Rommel comprobó el amor del Führer por su Deutsch-Italienische Panzerarmee cuando a principios de noviembre de 1942 recibió la orden escrita de Hitler de comprometer hasta el último de sus hombres en la batalla de El Alamein, que estaba en curso, para resistir o morir. Nada de retiradas. Rommel sólo respetó esa orden un día, luego la ignoró y comenzó una apoteósica retirada, quizás su mejor operación en la guerra, pero también la más desmoralizadora y terrible que soportaron sus hombres. “¡La guerra está perdida, Luck!”. Así recoge Hans von Luck en sus memorias el sincero comentario que le hizo Rommel el 20 de noviembre de 1942. Instantes antes le había dicho que era el final, que no podían defender Tripolitania, que debían retirarse a Tunicia y combatir entre dos fuegos. Para Luck, Rommel era su héroe de guerra, algo sagrado; ahora se sentía confundido por sus palabras. Todavía tenían una oportunidad, le respondió Luck, si llegaban suministros. La moral de los hombres era muy alta. Rommel sonrió y reconoció su orgullo por sus hombres, pero desengañó al ingenuo Luck sobre la esperanza de recibir suministros. Hitler, le dijo, ya había eliminado de su ecuación este teatro de la guerra, y sólo quería la resistencia o la muerte. “¡La guerra está perdida, Luck!”.

Rommel ya pensaba entonces en la solución que quiso poner en práctica en julio de 1944: un armisticio con los aliados occidentales y la abdicación forzosa de Hitler. “Eso puede parecer utópico, pero es la única manera de evitar un derramamiento de sangre posterior y aún más destrucción en nuestras ciudades………Luck, un día pensarás en mis palabras. La amenaza a Europa y a nuestro mundo civilizado vendrá del este. Si los pueblos de Europa fallan en juntar fuerzas para enfrentar esa amenaza, habrá perdido Europa occidental. Actualmente, sólo veo un ‘guerrero’ preparado para defender una Europa unida: ¡Churchill!” (1).

Antes de dejar África definitivamente el 9 de marzo de 1943, Rommel tuvo ocasión de entrar en contacto con el Generalmajor von Broich y el Oberstleutnant von Stauffenberg, principalmente con motivo de la batalla del Paso Kasserine. Nada hace suponer que las pocas conversaciones mantenidas entre los tres tratasen otra cosa que no fuesen operaciones militares, pero Rommel seguramente quedaría sorprendido de haber conocido las tertulias políticas del EM de la 10. Panzer Division.

(1) Hans von Luck, Panzer Commander (N.Y.: Dell Publishing, 1991), pp. 129-130.

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Mensaje por José Luis » Vie Nov 07, 2008 4:38 pm

¡Hola a todos!

Por entonces yo estaba grave y ni siquiera podía seguir bien una conversación. Pero recuerdo aún que le advertí de los aviones enemigos, puesto que sabía que venía a territorio africano sin experiencia alguna. Poco tiempo después fue herido gravemente por los aviones”.

Así le habló Bürklin a Stauffenberg cuando lo visitó en el hospital militar. Es de reseñar el hecho de que los combatientes alemanes del Frente Oriental desconocían lo que era estar sujetos al constante bombardeo aéreo del enemigo, esto es, al castigo provocado por la supremacía aérea del enemigo.

A Bürklin lo había sustituido temporalmente el mayor Josef Moll, oficial de inteligencia del 5. Panzerarmee de von Arnim, formación que de ejército sólo tenía el nombre. Moll se quedó hasta el 18 de febrero; Stauffenberg asumió sus responsabilidades como oficial de operaciones (Ia) de la 10. Panzer Division en medio del ataque a Sidi Bou Zid. Tenía como ayudantes al primer oficial de misiones especiales teniente Wilhelm Reile (que sería sustituido el 20 de marzo por el teniente Horst von Oppenfeld), al cuarto oficial de misiones especiales teniente segunda Klaus Burk, y al sargento mayor Bösenberg (administración).

Todos los oficiales del estado mayor de la división quedaron admirados de la inteligencia, vivacidad, simpatía y valentía de Stauffenberg. Mostraba un trato amable con todos los que le rodeaban, superiores y subordinados, oficiales y tropas. Redactaba las órdenes a las tropas de forma clara y a tiempo, incluso en las rápidas retiradas, haciendo que los hombres se sintieran competentemente dirigidos. Su enorme capacidad de trabajo contagiaba a sus colegas; trabajaba de doce a catorce horas diarias en su coche de mando, un autobús británico capturado o un jeep, visitando a sus subordinados o los puestos de mando superiores. Siguiendo la tradición de los oficiales de EMG, siempre regalaba a sus visitantes con lo mejor que tenía a mano: café, vino y cigarros. La noche antes de la batalla de Médenine del 6 de marzo llovía intensamente y su autobús de mando estaba abarrotado de oficiales; en esos momentos llegaron unos mensajeros, y Stauffenberg dio inmediatamente órdenes para que les hicieran un sitio, agasajándoles de igual manera que al resto de oficiales.

Pronto se estableció una relación de amistad entre Broich y Stauffenberg, propiciada no menos por la amplia cultura del conde que por sus explosivas declaraciones políticas. “Tras poco tiempo nació entre nosotros una buena amistad….En todas las circunstancias conservaba la serenidad y se manifestaba valiente. Las tareas de la división variaban casi diariamente. Así, una vez Stauffenberg me dijo: ‘Aquí en el escenario de guerra africano casi diariamente hay que cambiar la táctica de dirección del ejército; hoy atacar, mañana defenderse, luego emprender retirada, para luego de nuevo atacar, continuar presentando resistencia, etc. Todo cuanto se ha aprendido en la academia militar se practica aquí en 14 días’. Desde luego, se manifestó hombre capaz de su misión” (Broich).

El trabajo armónico entre esos dos hombres [Broich y Stauffenberg] se manifestaba por los efectos positivos que ejercía en la división, que estaba en víspera de duros combates” (Reimann, comandante de un regimiento panzer de la 10. PD). Al comandante del regimiento de artillería divisional, Heinz Schmidt, le impresionó la inteligencia de Stauffenberg, especialmente para captar “rápidamente la situación táctica y formular las órdenes adecuadas en un estilo excelente. Sus órdenes nunca eran esquemáticas, sino que captaban la complejidad de la situación”.

Stauffenberg pronto expuso su opinión política a Broich: “Su opinión por entonces era que sólo con ayuda y bajo la dirección de los militares sería posible un cambio, y ese cambio debía ser violento, porque creía y sabía, por sus conocimientos personales del Cuartel General, que Hitler y su régimen criminal nunca cedería voluntariamente el poder. Y si eso no sucedía pronto, Alemania se perdería. Esa decisión de desatar una acción violenta le resultaba un peso en la conciencia, puesto que era católico” (Broich).

Sin embargo, ese mismo catolicismo en Stauffenberg era también acicate de su determinada decisión de entrar en acción contra Hitler, pues el catolicismo era completamente opuesto, por principios, al nacionalsocialismo y sus crímenes (aunque este asunto tal como se vivió en Alemania desde 1933 requiere muchas matices). Stauffenberg y Broich se sentaban a menudo al anochecer en el coche de mando, tras haber despachado las últimas órdenes, y luego conversaban, acompañados de un buen vino tunecino, sobre la manera de eliminar a Hitler, de filosofía y literatura, y a menudo Stauffenberg recitaba versos de Stefan George (otro gran tema para tratar, la relación e influencia de George y los hermanos Stauffenberg), que Broich escuchaba con deleite.

No sólo Broich, sino todo su estado mayor escuchó la repulsa de Stauffenberg del régimen nazi y su convicción de que Hitler debía ser eliminado. El mayor Heinz von Schönfeldt, ayudante divisional, cuenta como Stauffenberg terminó una conferencia de estado mayor gritando: “¡Alguien tiene que matar a ese tipejo!”. El teniente Albrecht von Hagen, segundo oficial de misiones especiales, declaró ante el tribunal popular del infame Freisler, poco antes de ser colgado por su participación en el golpe del 20 de julio de 1944. Ante la pregunta de Freisler sobre si Stauffenberg ya había expresado en África una “crítica negativa”, respondió: “Las faltas que creemos ver sólo aquí no están en África, ni en el ejército, sino mucho más arriba”.

Que nadie piense que estos hombres sólo se dedicaban a conspirar o a expresar sus justificadas críticas contra el régimen nazi y su valedor. Combatieron con gran valor, tanto en la batalla de Sidi Bou Zid, donde la 10. Panzer y la 21. Panzer vapulearon a la 1ª División Acorazada estadounidense, como en la batalla de Kasserine, donde Rommel y Broich, con Stauffenberg detrás en su vehículo de mando, condujeron personalmente en la noche del 20 al 21 de febrero el ataque de sus blindados. Y después en Mareth.

En el próximo mensaje finalizaré la exposición de este topic relatando las circunstancias del ataque aéreo en el que Stauffenberg quedó gravemente herido. Todas las frases citadas en cursiva y entrecomilladas proceden de Kramarz, Op. Cit., pp. 112-117. La información se complementa con Hoffmann, Op. Cit.

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Mensaje por José Luis » Sab Nov 08, 2008 10:38 am

¡Hola a todos!

El 6 de abril de 1943 Montgomery penetró las posiciones italo-germanas en Wadi Akarit; al día siguiente Patton ordenó a su II Cuerpo romper por la costa, con lo que la 10. Panzer Division corría el riesgo de quedar cortada. Las avanzadillas británicas y americanas contactaron al norte de la posición de Wadi Akarit el 7 de abril entre las 16 y las 17 horas p.m.

Dos días antes, Broich y Stauffenberg ya habían solicitado con urgencia permiso para retirar la división, pero el mando del Afrikakorps no les autorizó esta operación retrógrada hasta el 6 de abril, demasiado tarde ya para una retirada ordenada.

El 7 de abril por la mañana Stauffenberg se despidió de Broich para dirigir la retirada de la división desde su jeep Horch, una vez llegara al nuevo puesto de mando cerca de Mezzouna:

Aún hoy veo cómo se despidió de mí. Nuevamente hubimos de alternar la táctica del retroceso con la de resistencia. Debido a los ataques aéreos, se seguía el principio de que el comandante y el Ia no fueran en el mismo coche; él se dirigió hacia el lugar de combate para dar las órdenes de retirada. Yo le dije una vez más: Tenga cuidado con los aviones. Yo regresaré dentro de una hora, cuando todos los batallones estén ya aquí. Cuando regresábamos fuimos atacados también por la aviación, pero tuvimos tiempo de bajar del coche y dispersarnos por el campo. Al volver a reemprender viaje nos encontramos con el coche de Stauffenberg totalmente acribillado. Nos dimos cuenta de lo que había pasado y temimos lo peor. No había muerto, pero se encontraba gravemente herido; el destino, empero, había reservado otra muerte para él” (Broich, en Kramarz, 117-118).

Stauffenberg se dirigió con unos cuantos coches blindados a través del Paso El-Hafay, avanzó a lo largo de la punta norte del Sebkhet en Noual, y se detuvo cerca de Bordj bou Hedma. Cuando el teniente Reile llegó con su 5ª Compañía (K10), encontró a Stauffenberg de pie en su jeep, con el resto de coches cerca de él, mientras intentaba dirigir la improvisada retirada. Le dijo a Reile: “Tendremos suerte si salimos de ésta. Como de costumbre, rompemos contacto veinticuatro horas demasiado tarde” (Hoffmann, 179). El K10 continuó su avance y fue atacado por la aviación enemiga varias veces, derribando uno de los cazabombarderos y sufriendo dos bajas. Stauffenberg siguió tras el K10.

Cuando alcanzó el estrecho terreno entre el Paso Chabita-Khetati y el Sebkhet en Noual, Stauffenberg padeció un infierno de ataques de cazabombarderos. “Los aviones atacaron continuadamente, disparando sobre los vehículos ardientes que presentaban fáciles blancos; no se podía rescatar a los heridos, las municiones explotaban” (Hoffmann, 179). En medio de estos ataques aéreos llegó una batería del III Batallón del 90º Regimiento de Artillería Panzer, pero sus tripulantes tuvieron que abandonar vehículos y camiones para ponerse a refugio. En medio de esta locura, Stauffenberg, de pie en su jeep, iba de un lado para otro intentando dirigir a sus hombres. Como era de esperar, no tardó mucho hasta ser blanco de la aviación enemiga. Se lanzó del vehículo al suelo, tapando la cabeza con sus manos, y luego fue alcanzado.

El teniente segunda Schott llegó poco después con los restos de su grupo, deteniendo la columna; alguien gritó que el Ia estaba herido. Schott corrió hacia el lugar, donde ya estaban dos o tres soldados cerca de Stauffenberg, que fue metido en una ambulancia sin siquiera vendar.

El teniente segunda Dr. Hans Keysser, oficial médico ayudante del 361º Regimiento Panzer Grenadier de la 90ª División Ligera, se había unido a la retirada a Enfidaville el 7 de abril en un camión Bedford de media tonelada enarbolando una bandera de la Cruz Roja; pero había decidido cambiar de dirección a Gafsa. Se topó un jeep al que subió; su conductor estaba ileso, pero su pasajero, un oficial, tenía heridas en la cabeza y en su mano derecha. Un teniente muerto iba en el asiento de atrás. Cuando Keysser comenzó a limpiar las heridas del oficial, éste le preguntó su nombre. Luego Keysser le indicó al conductor la dirección del hospital de campaña más cercano, presumiblemente el Hospital de Campaña No. 200 en Sfax. Un año más tarde, cuando estaba como prisionero de guerra en América, Keysser se enteró de que su paciente había sido Stauffenberg.

Stauffenberg fue llevado al hospital de Sfax. Allí le amputaron su mano derecha por encima de la muñeca; también tuvieron que amputarle el dedo anular y el meñique de su mano izquierda, y su ojo izquierdo. Tres días después fue trasladado en ambulancia al Hospital Base No. 950 de Túnez-Cartago, en medio de ataques aéreos. De ahí Stauffenberg fue enviado en barco a Livorno y trasladado a un tren hospital. De Livorno, por mediación de un amigo, fue enviado a un hospital militar de la Lazarettstrasse en Munich, ya que el cirujano jefe de ese hospital, el Dr. Max Lebsche, era el de mayor reputación disponible. Stauffenberg fue admitido el 21 de abril, compartiendo habitación con el teniente Príncipe Löwenstein. (Hoffmann, pp. 162-180, para quien quiera más detalles sobre la estancia de Stauffenberg en África).

Broich fue capturado por los británicos el 12 de mayo de 1943 en Gombalia, Tunicia, y pasó en cautividad británica hasta el 2 de octubre de 1947, cuando fue repatriado a Alemania.

Rommel había dejado África el 9 de marzo y, tras una visita al Duce, estaba en Rusia al día siguiente. El 11 de marzo Hitler lo recompensó con los Diamantes para su Cruz de Caballero, el primer oficial alemán que consiguió tal galardón. Sin embargo, Rommel inistía en que Hitler permitiera recortar la línea de frente en Tunicia, consiguiendo del Führer una reducción de unas 160 millas. Hitler también le prometió que enviaría a Dönitz a Roma para presionar a Mussolini por un incremento de los suministros a Tunicia hasta 150.000 toneladas mensuales (Irving, The Trail of the Fox. Versión electrónica Parforce, 2002, pp. 404-405). Como siempre, demasiado tarde. A Rommel no se le permitió regresar a África, aunque esto se mantuvo en secreto. Partió de Rusia para Wiener Neustadt.

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Stauffenberg, Broich y Rommel

Mensaje por tigre » Dom Nov 16, 2008 11:36 pm

Realmente muy bueno, felicitaciones JL :-D. Saludos. Raúl M 8).
Irse a pique, antes que arriar el pabellón. Alte G. Brown.

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Mensaje por cosaco » Sab Feb 28, 2009 2:02 am

Te felicito, muy buenos pasajes has reproducido.

La conversación en Tunez donde Stauffenberg menciona que la retirada se ha ordenado 24 horas tarde y que es seguida poco después por el ataque que casi le cuesta la vida, ha sido reproducida de manera bastante fiel en las versiones americanas y alemanas de la operación Valkiria.

atte.

S.H.
"Honeste vivere, alterum non laedre, suum cuique tribuere"
(vivir honestamente, no dañar a otros, dar a cada cual lo suyo)
Ulpiano 170-228 DC

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