El Holocausto en Hungría: cómo y por qué

El genocidio nazi contra los judíos

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El Holocausto en Hungría: cómo y por qué

Mensaje por José Luis » Dom Sep 23, 2012 12:52 pm

¡Hola a todos!

Randolph L. Braham, profesor emérito de Ciencias Políticas en el City College y el Graduate Center de la City University de Nueva York, es una de las autoridades más importantes del mundo sobre el Holocausto en Hungría. Es autor de The Politics of Genocide: The Holocaust in Hungary (1981) y de una conferencia que lleva por título “A Post-Mortem of the Holocaust in Hungary. A probing Interpretation of the Causes”, Monna and Otto Weinmann Lecture Series, June 20, 2012, que he descargado del United States Holocaust Memorial Museum. He considerado que es bastante interesante y de ello sigue mi traducción de la misma.

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La destrucción de los judíos húngaros en 1944 constituye uno de los capítulos más controvertidos en la historia del Holocausto. Posiblemente, estos hechos particulares no tenían porqué haber ocurrido. En la época en que los judíos de Hungría fueron sometidos a la Solución Final, los líderes mundiales, incluyendo los líderes nacionales y judíos de Hungría, tenían pleno conocimiento de las realidades de Auschwitz. También por entonces se creía generalmente que el Tercer Reich perdería la guerra; Italia había conseguido salirse de la alianza del Eje en el verano de 1943; el Ejército Rojo, habiendo liberado casi todo el territorio de la Unión Soviética, estaba aproximándose rápidamente a la frontera rumana; y los aliados occidentales, tras sus éxitos militares en África del Norte, el Pacífico y en Italia, estaban completando sus planes para el Día-D. Estas realidades militares también fueron reconocidas por muchos de entre los propios nazis. Precisamente por este reconocimiento, estos nazis se volvieron más decididos que nunca a ganar al menos lo que ellos afirmaban era su guerra paralela contra los judíos.

Los judíos de Hungría sobrevivieron los primeros cuatro años y medio de la IIGM relativamente intactos y casi ajenos a lo que estaba sucediendo a las otras comunidades judías en la Europa dominada por los nazis. Ciudadanos patriotas que se habían identificado con la causa de los magiares desde la revolución anti-Habsburgo de 1848-49, a principios de 1944 se habían convencido de que bajo la protección del liderazgo aristócrata-conservador de Hungría acabarían la guerra relativamente ilesos.

Estas convicciones fueron en gran parte destrozadas tras el comienzo de la ocupación alemana de Hungría el 19 de marzo de 1944. Es una trágica ironía de la historia que esta amplia comunidad judía, generalmente segura de sí misma, fuese sometida al más rápido y especialmente brutal proceso de destrucción en vísperas de la victoria aliada. En contraste con Polonia, por ejemplo, donde los nazis necesitaron cinco años para conseguir sus designios criminales, en Hungría, ayudados por sus cómplices húngaros, les llevó menos de cuatro meses.

El capítulo húngaro del Holocausto es un puzle histórico que ha dejado perplejos a muchos especialistas y profanos desde el final de la IIGM. ¿Cómo y por qué fue posible la destrucción de los judíos húngaros en vísperas de la victoria aliada? Veamos primero los antecedentes históricos y los procesos de destrucción. Luego intentaremos resolver el puzle histórico identificando y analizando cuatro de sus varias partes.

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Re: El Holocausto en Hungría: cómo y por qué

Mensaje por José Luis » Dom Sep 23, 2012 1:02 pm

Los Antecedentes Históricos y Procesos de Destrucción

Hungría fue el primer país en adoptar una ley antijudía en Europa tras la IGM. Para muchos de los judíos, la adopción de la llamada Ley de Numerus Clausus de 1920 fue una llamada de atención que socavó su profunda y mantenida creencia, retrospectivamente una creencia ilusoria, de que se había desarrollado una verdadera simbiosis magiar-judía durante la existencia del Imperio Austro-Húngaro (1867-1918). Su creencia fue más tarde socavada por el terror de tipo pogromo desatado por los contrarrevolucionarios de principios de la década de 1920 y por las políticas internas anti-judías y externas pro-nazis que Hungría comenzó a perseguir en 1935. Durante el periodo de entreguerras la sociedad húngara estaba preocupada por la urgente necesidad de solventar dos asuntos básicos: el revisionismo y la “cuestión judía”. Los sucesivos gobiernos húngaros se dedicaron a deshacer las consecuencias “punitivas” del Tratado de Trianon (1920) (1). A tal fin, alinearon la política exterior revisionista de Hungría con la de la Alemania nazi, que, comenzando en 1933, se dedicó al desmantelamiento del orden europeo que estaba basado en el Tratado de Versalles de 1919. El alineamiento de Hungría con la Alemania nazi y la Italia fascista se demostró altamente exitoso: entre 1938 y 1941 llevó a la readquisición de grandes partes de territorio de Checoslovaquia, Rumania y Yugoslavia. Al perseguir sus ambiciones revisionistas con la ayuda de la alianza del Eje, Hungría se sintió obligada a “solucionar” su propia cuestión judía. Casi simultáneamente con cada readquisición territorial, Hungría adoptó una serie de leyes anti-judías cada vez más severas y un gran número de decretos para implementarlas. En el momento en que Hungría se unió a las otras potencias del Eje para declarar la guerra contra la Unión Soviética, el 27 de junio de 1941, y contra los aliados occidentales seis meses después, la mayoría de los judíos húngaros ya habían sido empobrecidos y privados de sus derechos básicos. Muchos miles de hombre judíos en edad militar fueron reclutados para el servicio de trabajo; aproximadamente 18.000 llamados judíos “extranjeros” fueron reunidos y deportados a cerca de Kamenets-Podolsk, donde fue asesinada la mayoría de ellos a finales de agosto de 1941. En el momento en que los alemanes ocuparon Hungría, los judíos húngaros habían sufrido aproximadamente 60.000 bajas; además de los 18.000 judíos “extranjeros”, unos 1.000 judíos habían sido asesinados por soldados y gendarmes húngaros en y alrededor de Újvidék (Novi Sad) en enero-febrero de 1942, y unos 40.000 de los reclutados para el servicio laboral habían muerto o fueron asesinados, la mayor parte de ellos a lo largo de los frentes soviéticos en Ucrania.

Sin embargo, la mayoría de los judíos húngaros sobrevivió bajo la relativa protección de los sucesivos gobiernos húngaros. La mayoría de los miembros aristócrata-conservadores de estos gobiernos eran “antisemitas civilizados”, que aborrecían el nazismo y a sus seguidores locales -los Nyilas- incluso más de lo que odiaban a los judíos. Aunque se aprestaron a disminuir y finalmente eliminar la influencia de los judíos en la economía y cultura húngaras, rechazaron consistentemente las demandas de los nazis para marcar, expropiar y deportarlos.

Cuando el rumbo de la guerra comenzó a cambiar a favor de los aliados a principios de 1943, los judíos de Hungría se convencieron cada vez más de que sobrevivirían a la guerra. En contraste con el conocimiento de los líderes de su propia comunidad judía, las masas judías no se imaginaban lo de Auschwitz y eran casi ajenos a lo que sucedía en cualquier lugar de la Europa dominada por los nazis.

Su convicción y sensación de optimismo se desvanecieron casi inmediatamente después del comienzo de la ocupación alemana. Posiblemente la mayoría de los judíos no podía saber que la ocupación era en gran parte consecuencia de la determinación de Alemania de proteger sus intereses militares y estratégicos impidiendo que Hungría siguiera el ejemplo de Italia y se saliera de la alianza del Eje.

Con la ocupación, los judíos quedaron atrapados; fueron abandonados por los húngaros sobre los que habían contado para su supervivencia. El nuevo gobierno húngaro, nombrado constitucionalmente por Miklós Horthy, el regente que continuó como jefe del estado, superó incluso a los nazis en su predisposición para ocasionar la “solución de la cuestión judía” en el tiempo más corto posible. Colocó los instrumentos del poder del estado -policía, gendarmería y servicio civil- a disposición de los encargados de la Solución Final. Con la mayoría de los húngaros pasiva e intoxicada por décadas de propaganda antisemita, los relativamente pocos miembros del llamado Sonderkommando Eichmann, actuando mayormente como asesores, consiguieron con la entusiasta ayuda de sus cómplices húngaros implementar el programa de la Solución Final a velocidad relámpago. Los judíos de Hungría fueron aislados, marcados y expropiados en los primeros 45 días de la ocupación. En las provincias fueron colocados en primer lugar en guetos locales y luego concentrados en centros de embarque. Entre el 15 de mayo y el 8 de julio de 1944 unos 440.000 judíos fueron transportados a Auchswitz-Birkenau en 147 trenes de mercancías. El 9 de julio, cuando Raoul Wallenberg llegó en su misión de rescate, toda Hungría (con la notable excepción de Budapest) ya estaba “limpia de judíos” (judenrein).

La bibliografía de los antecedentes y procesos de destrucción de los judíos húngaros es una de las más ricas en los estudios del Holocausto (2). La cuestión con respecto a por qué fue posible para los nazis y sus cómplices húngaros destruir la gran y relativamente intacta comunidad judía en vísperas de la victoria aliada -el puzle histórico arriba observado- todavía no ha sido adecuadamente respondida. Aquí están las cuatro partes de este puzle que analizaremos para intentar resolverlo: las actitudes y políticas de los líderes judíos, los cálculos y políticas de Hungría tras la IGM, las consideraciones de política militar y racial de los alemanes, y la relación entre los líderes judíos de Eslovaquia y Hungría antes y después del comienzo de la ocupación.

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Re: El Holocausto en Hungría: cómo y por qué

Mensaje por José Luis » Dom Sep 23, 2012 1:19 pm

Las Actitudes y Políticas de los Líderes Judíos

Durante la mayor parte de la IIGM los judíos húngaros basaron sus esperanzas de supervivencia en los líderes nacionales aristócrata-conservadores de Hungría. Su confianza de tiempo de guerra en los húngaros puede remontarse a las actitudes y percepciones que se habían formado durante la llamada “Era Dorada”, que coincidió con la existencia del Imperio Austro-Húngaro (1867-1918). Durante este periodo, los judíos de Hungría se volvieron cada vez más patriotas y -para disgusto de otras comunidades que vivían en el reino- se identificaron orgullosamente con la causa de los magiares. Estuvieron entre los más ardientes partidarios de la Revolución Húngara contra los Habsburgo en 1848-49, habiendo asumido una desproporcionada parte de las cargas militares y económicas de la Revolución que ofreció la promesa de su emancipación. Según Lajos Kossuth, el ilustrado líder de la Revolución, unos 20.000 hombres (11,1%) de su ejército de 180.000 hombres eran judíos, en un momento en que los judíos, 340.000 en total, no eran más que el 3,7 por ciento de la población total de 9,2 millones. Mór Jókai, uno de los más celebrados autores húngaros, también elogió la contribución de los judíos a la causa. Según Jókai, “ningún grupo étnico-nacional contribuyó tanto en términos de sus vidas y riqueza a la lucha de independencia húngara como lo hicieron los judíos”.

Después de que la Revolución fuese aplastada en 1849, los húngaros así como los judíos fueron penalizados severamente por los victoriosos Habsburgo. Parcialmente como una recompensa por su posición pro-magiar, los judíos de Hungría fueron emancipados simultáneamente con el establecimiento del Imperio Austro-Húngaro en 1867. La mayoría de los líderes húngaros de la Revolución eran estadistas nacionalistas que no estaban plenamente guiados por los principios de pluralismo y tolerancia. Aceptando la preferencia de los líderes húngaros, muchos de los judíos -especialmente los que vivían en Budapest y en la parte occidental del país- asimilaron, gradualmente aculturaron y en algunos casos incluso se convirtieron al cristianismo. En el transcurso del tiempo, muchos de ellos “magiarizaron” sus nombres y se refirieron a sí mismos como “magiares de la fe israelita”. Llegaron a creer que una simbiosis genuina se había forjado entre ellos y los magiares.

Con el acceso recientemente adquirido a las instituciones de enseñanza superior y la apertura de muchas oportunidades económicas y culturales, los judíos pronto llegaron a jugar un papel prominente en la modernización de Hungría. Muchos aprovecharon plenamente el apoyo legislativo y administrativo de elementos aristócrata-conservadores del país, beneficiarios ellos mismos del proceso de modernización. En una generación o dos, los judíos lograron una posición destacada, si no dominante, en los negocios, la banca, la industria y las profesiones. También se distinguieron en los terrenos de la ciencia, la cultura y el arte. Los judíos también desempeñaron un papel importante en la vida política de Hungría al proporcionar la estrecha mayoría que los magiares necesitaban para gobernar sobre las nacionalidades cohabitantes.

Motivados no sólo por la gratitud sino también por la convicción, muchos judíos se volvieron casi chovinistas en su patriotismo. Según Paul Ignatus, un célebre escritor húngaro, “los judíos se volvieron...más fervientemente magiares que los propios magiares”. Bajo las eufóricas condiciones de esta época, pocos judíos húngaros previeron la posibilidad del venidero desastre en el futuro.

Hubo una notable excepción: el nacido en Budapest Theodor Herzl, fundador del sionismo. Herzl compartió con su amigo parlamentario húngaro, Ernó Mezei, sus recelos sobre un posible futuro ominoso para los judíos húngaros. En una carta de 1903, Herzl escribió: “La mano del destino también capturará a los judíos húngaros. Y cuanto más tarde ocurra esto y más fuertes se vuelvan estos judíos, más cruel y duro será el golpe, que será desplegado con la más grande ferocidad. No hay escape”.

Claramente, los ardientes campeones de la asimilación y “magiarización” no lograron ver o minimizar las manifestaciones anti-judías que preocuparon a Herzl. Fue durante la Era Dorada, por ejemplo, que tuvo lugar el famoso caso de asesinato ritual de Tiszaeszlár (1882-83), al igual que las agitaciones antisemitas de políticos y fuerzas clericales motivados política e ideológicamente.

Tras el final de la IGM y la consiguiente desintegración del Imperio Austro-Húngaro, los judíos húngaros comenzaron a sentir los golpes que Herzl había pronosticado. Las revoluciones de posguerra destruyeron virtualmente la euforia sentida por muchos judíos, la mayoría de ellos no asimilados. Hungría se convirtió en el primer país de la Europa de posguerra que adoptó una ley anti-judía. Retrospectivamente, esta llamada Ley de Numerus Clausus (1920), que limitaba el acceso de los estudiantes judíos a la educación superior, no fue sino la primera de las muchas medidas anti-judías cada vez más severas adoptadas durante el periodo de entreguerras y que allanó el camino al Holocausto. Los muchos problemas socio-económicos que surgieron tras las pérdidas de Hungría bajo el Tratado de Trianon (1920), junto con los causados por la Gran Depresión, avivaron las llamas del antisemitismo durante la década de 1930. Como en la Alemania nazi, los judíos fueron utilizados como convenientes chivos expiatorios.

A pesar de las muchas medidas anti-judías adoptadas por los consecutivos gobiernos húngaros durante la década de 1930, la lealtad de los judíos al estado húngaro permaneció básicamente sin cambios. Como los magiares, la mayoría de los judíos también lamentó las pérdidas que Hungría tuvo que soportar bajo los términos del Tratado de Trianon. En los territorios adquiridos por los estados sucesores -Rumania, Checoslovaquia y Yugoslavia- los judíos, para consternación de los respectivos gobiernos, continuaron, en general, aferrados a su cultura y lengua húngaras. A pesar de los muchos incidentes anti-judíos que tuvieron lugar a principios de la década de 1920 y de las políticas pro-Reich que los sucesivos gobiernos húngaros persiguieron después de 1935, los judíos continuaron aferrados a las percepciones que se habían formado durante la Era Dorada. Continuaron creyendo que los líderes de Hungría, pese a sus políticas interna y externa pro-alemanas, continuarían protegiendo los intereses básicos de sus compañeros “magiares de la fe israelita”. Incluso tras la adopción de grandes leyes antisemitas iniciadas en mayo de 1938, la mayoría de los judíos permaneció firme en sus opiniones. Muchos de entre sus líderes llegaron a racionalizar la “necesidad” de la adopción de algunas medidas anti-judías como reflejos del “espíritu de los tiempos”, medidas prudentes concebidas para pacificar a los extremistas de la derecha en casa y a los nazis en el exterior. Los judíos húngaros continuaron sintiéndose seguros bajo la protección de los sucesivos gobiernos aristócrata-conservadores, cuyos miembros habían odiado a los nazis y temían a los extremistas locales casi tanto como los judíos. Muchos de entre esos personajes gubernamentales tenían relaciones estrechas y lucrativas con banqueros, magnates de los negocios e industriales judíos. Aunque la mayoría de los judíos sufrió bajo el impacto de las leyes anti-judías, muchos de entre los magnates económicos -mayormente convertidos al cristianismo y con estrechos lazos sociales y personales con la elite aristócrata-conservadora magiar- continuaron prosperando durante la guerra.

Pese a las muchas draconianas medidas anti-judías, incluyendo la adopción de un sistema de servicio de trabajo tipo militar y una legislación racial tipo Nuremberg, los judíos de Hungría se sintieron relativamente seguros durante los primeros cuatro años y medio de la IIGM. Aunque padecieron unas 60.000 bajas durante este periodo, continuaron convencidos de que sobrevivirían a la guerra, aunque en una posición económica mucho peor. Hungría, racionalizaban, era después de todo un miembro de la alianza del Eje; lo que sucedía en la antisemita Polonia y en cualquier lugar de la Europa dominada por los nazis posiblemente no podía suceder en la civilizada y caballerosa Hungría; los húngaros nunca olvidarían la gran contribución que sus compañeros ciudadanos de la fe judía habían hecho para el avance de los intereses políticos y la modernización de la nación; y, finalmente, la propia guerra estaba destinada a acabar pronto con la victoria de los aliados.

Aunque la Solución Final estaba en plena marcha en la Europa dominada por los nazis, los líderes judíos continuaron su racionalización, insistiendo en que los judíos húngaros estaban “plenamente fusionados con la nación húngara en lengua, espíritu, cultura y sentimiento”. “Los judíos húngaros”, razonaban, “son húngaros, y se comprende que en sus corazones y almas forman una parte integral de la nación húngara” (4).

La racionalización de los líderes judíos tuvo alguna base de hecho hasta la ocupación alemana de Hungría el 19 de marzo de 1944. Hungría era el único país en la Europa dominada por los nazis que todavía tenía una gran comunidad judía relativamente intacta. Su población judía cifraba cerca de 800.000, incluyendo los aproximadamente 100.000 convertidos al cristianismo y otros cristianos que eran identificados como judíos bajo las leyes raciales entonces en vigor. Pese a las muchas leyes y decretos anti-judíos, los judíos se sentían físicamente seguros bajo la protección del gobierno aristócrata-conservador que gobernaba el país. “Antisemitas civilizados” que eran, los miembros de este gobierno adoptaron una serie de medidas calculadas para restringir drásticamente la influencia de los judíos en la vida económica y cultural de Hungría, pero rechazaron sistemáticamente las demandas de los nazis para someterlos a un programa de Solución Final.

En contraste con la elite nacional y los líderes judíos, las masas, cristianas y judías por igual, no tenían conocimiento de las realidades de la Solución Final en la Europa dominada por los nazis. Por supuesto, los judíos de Hungría estaban familiarizados con el sufrimiento soportado por los trabajadores desplegados en Ucrania y en Serbia, así como con la difícil situación de los miles de judíos “extranjeros” que fueron reunidos y deportados en el verano de 1941. Muchos de ellos escucharon relatos terribles de persecución y de las horrorosas condiciones en los guetos, de boca de polacos, eslovacos y otros refugiados que habían encontrado refugio en Hungría. Pero pocos, si alguno, tenían verdadera información de las realidades de la Solución Final. Virtualmente ninguno de entre los judíos oyó jamás de Auschwitz o de los otros campos de concentración y muerte manejados por los nazis en la ocupada Polonia (5).

El optimismo de los judíos se vio reforzado durante los siete meses anteriores a la ocupación alemana, cuando Hungría estaba buscando en secreto una salida “honorable” de la alianza del Eje. Aunque las leyes anti-judías estaban todavía en vigor, fueron impuestas con menos rigor, facilitando considerablemente la suerte de muchos judíos. Para consternación de los nazis y de los extremistas internos, a mediados de diciembre de 1943 el gobierno húngaro llevó a juicio a 15 altos oficiales de policía y militares por crímenes de guerra que habían cometido contra los serbios y judíos en y alrededor de Újvidék a principios de 1942. Los judíos estaban enterados de estos desarrollos positivos y sus líderes -ortodoxos, neolog y sionistas- más se convencieron de que sus comunidades sobrevirían a la guerra bajo el paraguas protector del gobierno húngaro. Los desarrollos políticos y militares de este periodo reforzaron en esos líderes las actitudes y percepciones que habían adquirido durante la Era Dorada.

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Re: El Holocausto en Hungría: cómo y por qué

Mensaje por José Luis » Dom Sep 23, 2012 1:29 pm

Cálculos y Políticas de Hungría después de la Primera Guerra Mundial

El paraguas protector en el que los líderes judíos confiaban para sobrevivir colapsó inmediatamente tras el inicio de la “inesperada” ocupación alemana de Hungría el 19 de marzo de 1944. La ocupación destrozó estas esperanzas -retrospectivamente, ilusiones y racionalizaciones- de los judíos así como los cálculos políticos y militares de los líderes aristócrata-conservadores de los que dependían para la supervivencia.

La cadena de acontecimientos que condujo a la ocupación alemana fue desencadenada por las irreales estratagemas del gobierno aristócrata-conservador durante la segunda mitad de 1943, cuando concluyó que el Eje perdería la guerra. Hungría se abrazó al Tercer Reich a mediados de la década de 1930; se unió a él en la guerra contra los aliados en junio de 1941, cuando el Eje parecía invencible. Y lo hizo así en gran parte para borrar las nefastas consecuencias del Tratado de Trianon y -porque los tradicionales enemigos de Hungría, los rumanos, eslovacos y croatas, eran ahora sus aliados en la guerra contra la Unión Soviética- para retener los territorios que había adquirido entre 1938 y 1941.

La decisión de Hungría de entrar en la guerra fue la culminación de las políticas revisionistas que el régimen contrarrevolucionario dirigido por Horthy había perseguido en conjunción con el Tercer Reich, que se había comprometido con la destrucción del orden europeo basado en el Tratado de Paz de Versalles. La sincronización de las políticas exteriores de Hungría con las del Tercer Reich se solidificó en 1935, cuando Gyula Gömbös, un ardiente germanófilo, se convirtió en primer ministro. Con el incremento de la penetración económica y política de Hungría por el Reich, el poder de la extrema derecha creció rápidamente. La campaña virulentamente antisemita que fue alimentada por los muchos movimientos y partidos políticos extremistas financiados por los nazis preparó el terreno para la adopción de medidas siempre más duras contra los judíos. En el diálogo público del periodo, la “solución de la cuestión judía” adquirió pronto la misma importancia que el tema del revisionismo. Los dos temas se interconectaron en tal grado que la elite política, como las masas en general, llegaron a convencerse de que el éxito de sus ambiciones revisionistas dependía de una rápida solución a la cuestión judía.

La política exterior revisionista de Hungría arrojó su primer resultado positivo pronto después de la firma del Pacto de Munich de septiembre de 1938, que llevó al desmembramiento de Checoslovaquia. Con la ayuda del Reich, a principios de noviembre Hungría readquirió la Provincia Ulterior (Felvidék) y, en marzo de 1939, la Rutenia Carpatiana (Kárpátalja) de Checoslovaquia. En agosto-septiembre de 1940 adquirió Transilvania del Norte de Rumania, y en abril de 1941 la región Bácska de Yugoslavia. Fue en gran parte para preservar los territorios recién adquiridos que Hungría se unió a la Alemania nazi en su guerra, primero contra la Unión Soviética a finales de junio de 1941, y luego contra los aliados occidentales a finales de ese año. Convencidos en esa época de que el Eje ganaría finalmente, Hungría tenía la esperanza de que sería capaz de readquirir los otros territorios que había perdido bajo el Tratado de Trianon.

Pronto se desvanecerían las eufóricas esperanzas de los húngaros. Las debacles militares de 1943 evidenciaron cada vez más que el Eje perdería la guerra. El Segundo Ejército Húngaro sufrió una aplastante derrota en Voronezh, a la que siguió en breve el desastre encontrado por el Sexto Ejército alemán en Stalingrado a principios de 1943. Ese verano, Italia -el aliado fascista al que el liderazgo húngaro se sentía política e ideológicamente más cercano que con la Alemania nazi- se salió de la alianza del Eje, aunque ello llevó a la “ocupación” alemana del territorio italiano que los aliados todavía no habían conquistado.

Por tanto, durante la segunda mitad de 1943 Hungría se volvió cada vez más dispuesta a seguir al menos parcialmente el ejemplo de Italia, pero buscando una vía “honorable” para salirse del Eje sin sacrificar sus intereses básicos. Ignorando la situación geográfica de su país y su importancia estratégica para los alemanes, los líderes aristócrata-conservadores desarrollaron un plan “secreto” que se probó fundamentalmente quijotesco, siendo su esquema rendirse exclusivamente a los aliados occidentales. Temían a los soviéticos contra quienes habían lanzado una guerra agresiva, y odiaban el bolchevismo incluso más de lo que disgustaban del nazismo. Con poca consideración por las realidades militares que fusionaban a los aliados, los húngaros racionalizaron que los aliados occidentales, que también eran anti-bolcheviques, abrirían el largo tiempo esperado segundo frente invadiendo la Europa dominada por los nazis a través de los Balcanes. Moviéndose en dirección norte hacia los estados bálticos, razonaron, los aliados occidentales no sólo aplastarían a los nazis, sino que también impedirían la penetración occidental del bolchevismo. Bajo estas circunstancias, creyeron falsamente que podían rendirse exclusivamente a los aliados occidentales. En gratitud por su rendición, secretamente esperaban, las democracias occidentales incluso podrían permitir a Hungría retener los territorios que había ganado con la ayuda de los nazis y quizás incluso concurrir con la perpetuación del anticuado pero feroz régimen anticomunista. A tal fin, los emisarios húngaros establecieron contacto con representantes de los aliados occidentales en Turquía e Italia.

Sin embargo, los alemanes, por medio de sus muchos espías e informadores, estaban bien enterados de los planes de los húngaros. Mientras estas negociaciones “secretas” continuaban a finales de 1943 y principios de 1944, el gobierno húngaro, dirigido por Miklós Kállay, aligeró la severidad del empuje anti-judío y adoptó una serie de medidas políticas y militares que irritaron claramente a los alemanes. Además de llevar a juicio a altos militares y oficiales de policía pro-alemanes, los húngaros también buscaron la retirada de los restos del Segundo Ejército Húngaro “para la defensa de Hungría a lo largo de los Cárpatos”.

Para defender sus intereses nacionales, los alemanes decidieron no permitir a Hungría seguir el ejemplo de Italia. Semejante paso, en su valoración, no sólo privaría al Reich de los recursos económicos y militares de Hungría, sino que también interferiría con el libre flujo del petróleo húngaro del que dependía la máquina de guerra alemana, y cortaría, de necesitarse, una ruta de escape vital para las fuerzas alemanas desplegadas en Europa oriental y los Balcanes. Aunque la decisión de ocupar Hungría estaba basada principalmente en consideraciones estratégico-militares, los nazis nunca perdieron de vista la “no resuelta” cuestión judía del país.

Hitler completó sus planes para la ocupación de Hungría en febrero de 1944. Presentó a los líderes húngaros un hecho consumado en un encuentro en Schloss Klessheim el 17-18 de marzo. Temiendo la posible participación de las fuerzas rumanas, eslovacas y serbias en la ocupación de Hungría -y por tanto la posible pérdida de los territorios adquiridos entre 1938 y 1941- como había amenazado Hitler en caso de no cumplimiento, Miklós Horthy y los miembros de su delegación aceptaron los términos alemanes. Temerosos del bolchevismo, decidieron en contra de resistir la ocupación, aun cuando un movimiento tal podría haber posibilitado a Hungría mantener su integridad territorial después de la anticipada victoria aliada. Horthy, como reveló más tarde, también acordó la entrega de 300.000 “trabajadores” judíos al Reich.

Mientras que la ocupación alemana de Hungría el 19 de marzo de 1944 se probó desastrosa para la mayoría de los líderes aristócrata-conservadores anti-nazis, también se probó fatal para la mayoría de los judíos. “En retrospectiva”, para citar un estudio previo, “parece que si Hungría hubiera continuado permaneciendo un aliado del Tercer Reich militarmente pasivo pero políticamente con voz en vez de involucrarse provocativamente en maniobras diplomáticas esencialmente inútiles, cuando no meras coartadas, los judíos de Hungría posiblemente podrían haber sobrevivido a la guerra relativamente ilesos” (6).

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Re: El Holocausto en Hungría: cómo y por qué

Mensaje por José Luis » Dom Sep 23, 2012 1:36 pm

Las Consideraciones Militares y Raciales de los Alemanes

En contraste con los húngaros, los alemanes -realistas y en posesión de un poder abrumador- no vacilaron en proteger sus intereses políticos y militares. Aunque el factor determinante subyacente en su decisión de ocupar Hungría fue militar, la planeada “solución” de la cuestión judía también jugó una parte crucial. Inicialmente los alemanes no estaban absolutamente seguros de que el nuevo gobierno que planeaban instalar en sustitución del gobierno “pro-judío” de Kállay estaría dispuesto a implementar un programa de Solución Final. Algunos de entre los nazis temían que, dada la frágil situación militar e internacional del momento, Horthy y su nuevo gobierno húngaro pro-alemán podrían decidir emular al mariscal Ion Antonescu, el dictador rumano, al tratar con la cuestión judía y considerarla un asunto interno. Estos nazis eran sabedores de que aunque Antonescu era responsable de la muerte de aproximadamente 300.000 judíos rumanos y ucranianos en 1940-1943, sin embargo decidió finalmente no adherirse plenamente a la Solución Final, “salvando” de ese modo a la mayoría de los judíos de la Antigua Rumania y la Transylvania meridional. Que la creciente perspectiva de una victoria aliada y una ocupación soviética figuraran en los cálculos de Antonescu no tiene serias dudas.

Los cien miembros del Sonderkommando Eichmann llegaron a Hungría con planes de contingencia. Para su agradable sorpresa, miembros del recién establecido gobierno de Döme Sztójay -todos constitucionalmente nombrados por Horthy- superaron a la SS en su entusiasmo por “resolver” la cuestión judía. Enterado de la rápida aproximación de las fuerzas soviéticas, el nuevo gobierno colocó los instrumentos del poder del estado -policía, gendarmería y servicio civil- a disposición de los alemanes y húngaros encargados de la Solución Final. Puesto que el tiempo era esencial, los nazis y sus cómplices húngaros actuaron rápida y decisivamente. Resueltos a implementar la Solución Final antes de la llegada del Ejército Rojo, sometieron a los judíos no sólo al más rápido sino también al más brutal proceso de destrucción en la historia del Holocausto.

La ocupación alemana de Hungría cogió por sorpresa a los judíos y también a la mayoría de los húngaros. Desconcertados y aturdidos, los judíos comprendieron repentinamente que todas sus asunciones y cálculos iban a salir mal. Al principio continuaron esperando contra todo pronóstico que el nuevo gobierno húngaro, que incluía muchos miembros de los anteriores gobiernos conservadores, consideraría la cuestión judía un asunto interno y evitaría que los nazis implementasen sus planes. También hallaron consuelo en el hecho de que Horthy había resuelto continuar como jefe del estado sin saber, por supuesto, que el Regente no sólo había comprometido a Hungría para la entrega de 300.000 “trabajadores” judíos a Alemania, sino que también había decidido no involucrarse en asuntos judíos. Pero incluso aunque los nazis fuesen categóricos, razonaban los judíos, los húngaros resistirían a causa del papel esencial que los judíos estaban jugando en la economía, una economía que estaba al servicio del esfuerzo de guerra alemán y húngaro. Finalmente, los judíos también tendieron a creer que, dada la “inminente e inevitable” victoria de los aliados, los nuevos líderes húngaros no se expondrían a un posible proceso criminal por crímenes de guerra después de la guerra.

Estas asunciones y racionalizaciones se disiparon casi inmediatamente después de que los líderes judíos se acercaran a los jefes de varias agencias gubernamentales sólo para escuchar en términos inequívocos que el tratamiento de la cuestión judía se había convertido en la exclusiva responsabilidad de los alemanes. A pesar de estos odiosos sucesos, algunos de los máximos líderes judíos continuaron aferrados a su postura patriota al aconsejar a la comunidad. En abril de 1944, cuando los judíos de Hungría ya estaban sometidos a muchas medidas anti-judías draconianas, incluyendo el llevar la Estrella Amarilla de David, el Dr. Ferenc Hevesti, el rabino jefe Neolog, urgió a los judíos “a orar a Dios por uno mismo, por su familia, sus hijos, pero principalmente y por encima de todo por su Patria Húngara. El amor a la patria, el cumplimiento del deber y la oración deberían ser vuestra luz guiadora”. Este llamamiento servil al patriotismo también se escuchó cuando los judíos ya estaban en guetos. Por ejemplo, en el gueto de Szeged en un sermón leído justo antes de que comenzaran las deportaciones, el rabino de Mohács declaró: “A pesar de toda persecución, debemos amar a nuestro país, pues no es el país quien nos ha repudiado, sino gente malvada” (8). Estos mensajes de los rabinos no tuvieron influencia en los húngaros. También dejaron indiferentes a muchos de los líderes laicos de la judería húngara, especialmente los sionistas. En su desesperado esfuerzo de salvar a la comunidad luego de que los húngaros los hubieran abandonado, sintieron que no tenían más alternativa que negociar con los representantes de la SS en Hungría.

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Re: El Holocausto en Hungría: cómo y por qué

Mensaje por José Luis » Dom Sep 23, 2012 1:54 pm

El Impacto de los Líderes Judíos de Eslovaquia

Los líderes de la judería húngara tenían una larga historia de estrecha relación con los líderes judíos de Eslovaquia, muchos de los cuales -como muchos de los judíos del país- eran húngaro-hablantes. La relación era especialmente estrecha entre los líderes del Comité de Ayuda y Rescate (Vaadah) de Budapest, de orientación sionista (9) y el llamado Grupo de Trabajo (Pracovná Skupina) de Bratislava, que operaba dentro del marco del Consejo Judío (10). Los contactos entre las dos organizaciones se volvieron especialmente estrechos después de principios de 1943, cuando Vaadah apareció como un gran vehículo para el rescate y apoyo de los refugiados que escapaban de la persecución en la Europa dominada por los nazis. La mayoría de los refugiados que encontraron refugio en Hungría eran de Polonia y Eslovaquia. Cuando Vaadah fue establecido, el gobierno títere eslovaco, actuando en estrecha cooperación con Dieter Wisliceny, el experto de los nazis en la solución de la cuestión judía, había deportado aproximadamente a 60.000, o dos tercios de la población judía original de Eslovaquia de 88.000.

Los judíos de Eslovaquia fueron los primeros en ser deportados a Auschwitz después de que el campo de la muerte comenzara sus operaciones en marzo de 1942. Las deportaciones se detuvieron en junio de 1942 por muchas razones, incluyendo la solicitud de los líderes nacionales eslovacos para visitar los nuevos “asentamientos judíos en el Este”, que, de concederse, habría expuesto las realidades de la “solución final”. Otras razones básicas incluían el exitoso soborno judío de los líderes locales Hlinka; la recepción por parte de los judíos de “cartas protectoras” certificando que eran esenciales para la economía de la nación, y la presión de la Iglesia Católica y del Vaticano.

Los líderes de la comunidad judía de Eslovaquia tenían la impresión, falsa en retrospectiva, de que fue su soborno de Wisliceny lo que había detenido las deportaciones en 1942. Estos líderes, especialmente el rabino Michael Dov Weissmandel, una de las figuras destacadas del Grupo de Trabajo, se habían convencido de que sobornando a la SS podían salvar vidas judías (11).

Envalentonados por su presunto éxito en parar las deportaciones, los líderes de la judería eslovaca contactaron de nuevo con Wisliceny, usando al informador Karel Hochberg como intermediario, en octubre de 1942. Ofrecieron un grandioso “Plan Europa” bajo el cual la SS suspendería las deportaciones de judíos procedentes de toda Europa a la Polonia ocupada a cambio del pago de dos millones de dólares (12). Estos líderes judíos operaban bajo la errada suposición de que sobornando a los oficiales más altos del Sonderkommando impedirían, o al menos demorarían, la campaña anti-judía de los nazis. No comprendieron, y quizás no podían, que estos oficiales de la SS trabajaban bajo el mando de la Oficina Principal de Seguridad del Reich (Reichssicherheitshauptamt, o RSHA), la agencia de Heinrich Himmler en Berlín, y que su capacidad independiente de toma de decisiones con respecto a la exclusión de los judíos de la “solución final” era, de hecho, limitada (13). Operando bajo la guía de la RSHA, Wiscileny jugó astutamente con las sugerencias de los líderes judíos, cogiendo las riquezas de los judíos y suscitando en ellos falsas esperanzas, consiguiendo su sumisión mientras que él y sus asociados continuaban implementando la Solución Final en la Europa de dominio nazi.

Los líderes judíos húngaros fueron mantenidos al día de las exitosas negociaciones de los líderes judíos eslovacos con la SS (14). También recibían informes periódicos sobre la campaña anti-judía de los nazis en Europa, especialmente en Polonia y Eslovaquia. Estos informes reforzaron las comunicaciones que habían recibido de otras fuentes, incluyendo las muchas organizaciones nacionales e internacionales de Palestina, Suiza y Turquía, todas realzando su conciencia de las realidades de la Solución Final (15). En la época en que recibieron copias de los Informes de Auschwitz a finales de abril o en algún momento en mayo de 1944, ya estaban familiarizados con la guerra de los nazis contra los judíos; los informes les proporcionaron detalles específicos adicionales sobre las operaciones del campo de la muerte (16). Sin embargo, por esas fechas, la mayoría de los judíos de Hungría ya estaba en guetos y muchos de ellos ya habían sido deportados a Auschwitz.

Como en cualquier otra parte de la Europa de dominio nazi, los judíos de la Hungría ocupada por los alemanes estaban desvalidos e indefensos. Rechazados por los húngaros en quienes habían contado para recibir su apoyo, los líderes de la judería húngara se sintieron forzados a tratar con la SS. Como en Eslovaquia, Wisliceny, al menos al principio, jugó el papel principal en las negociaciones entre la SS y los líderes judíos húngaros. Unos días después del comienzo de la ocupación de Hungría, entregó a Fülöp Freudiger, el jefe de la Comunidad Judía Ortodoxa, una carta de recomendación del rabino Michael Dov Weissmandel, uno de los arquitectos del Plan Europa. El rabino identificaba a Wisliceny como un oficial de la SS sobornable con quien los líderes judíos podían hacer negocios y como un socio “fiable” para negociar (17). Aunque Freudiger continuó manteniendo contacto con Wisliceny hasta su propia fuga a Rumania en agosto de 1944, las negociaciones con la SS fueron asumidas pronto por Rezsó (Rudolph) Kasztner y otros líderes de Vaadah (18). En su capacidad como jefe de facto de Vaadah, Kasztner era quizás el más informado sobre la campaña de los nazis contra los judíos. Apareciendo como testigo de la acusación en el juicio de Veesenmayer el 19 de marzo de 1948, declaró: “Creo que era uno de los más informados en Hungría sobre la situación de los judíos en la época...Ya a principios de 1942, teníamos un cuadro completo de lo que había sucedido en el este a los judíos deportados a Auschwitz y otros campos de concentración” (19).

Samu Stern, el jefe de la Comunidad Judía Neolog de Pest y más tarde presidente del Consejo Judío Central, también admitió conciencia del ataque de los nazis contra los judíos. En sus memorias, entre otras cosas, declaró: “Sabía lo que habían hecho en todos los estados de Europa ocupados por los alemanes...Y los otros lo sabían como yo cuando se unieron al Consejo como miembros” (20).

La SS prefería tratar con los sionistas más que con los líderes de las comunidades Neolog y Ortodoxa, muchos de los cuales continuaban abrigando sus esperanzas en los húngaros. Los nazis trabajaron bajo la asunción de que los líderes sionistas tenían muchas contactos internacionales que podían ser explotados no sólo para adquirir divisas y materiales de guerra, sino también para el fomento en el extranjero de los intereses políticos del Reich, incluyendo una posible ruptura en la alianza anglo-estadounidense-soviética.

El primer encuentro entre los sionistas y la SS tuvo lugar el 15 de abril, el día en que se exigió por vez primera a los judíos llevar la Estrella Amarilla. Confiando en el bien intencionado pero, retrospectivamente, fatal consejo de los líderes judíos eslovacos, los líderes sionistas de Hungría comenzaron las negociaciones presentando la cuestión del posible rescate de los judíos húngaros sobre la base del Plan Europa. La SS aceptó las negociaciones sin vacilación, induciendo a los sionistas a entregar grandes cantidades de dinero en efectivo y objetos de valor a cambio de la promesa de ayuda que los nazis nunca intentaron mantener (21).

Aunque conscientes de las realidades del programa de la Solución Final y de las tácticas y estrategias que la SS había empleado en otras partes en su guerra contra los judíos, los negociadores judíos húngaros tenían su propia estrategia básica: intentarían salvaguardar los intereses de la comunidad judía ganando una desesperada carrera contra el tiempo. Con un ojo puesto en las victorias militares de los aliados, y especialmente el rápido avance del Ejército Rojo, tenían la esperanza de que podrían ganar esta carrera mediante el soborno y la dilatación de las negociaciones con la SS tanto como fuese posible. Cada día que pasaba con los judíos todavía en sus casas, aun marcados, aislados y empobrecidos, era una ganancia en esa carrera.

Los negociadores de la SS eran plenamente conscientes de esta táctica y les siguieron el juego. Sus objetivos básicos de regateo eran tan claros como implacables. Negociando con los líderes judíos húngaros y liberando un número limitado de judíos, embolsarían una gran cantidad de dinero en efectivo y objetos valiosos y lograrían la sumisión de las masas judías, desviando su atención de la posibilidad de resistencia. La SS tenía todas las cartas ganadoras y continuó “negociando” mientras procedía con la implementación de la Solución Final de acuerdo con su propio y bien planeado programa, parte de un plan maestro que ejecutó en cooperación con sus cómplices húngaros.

El plan maestro requería la implementación de la Solución Final en Hungría en dos fases distintas, cada una de las cuales vino a durar 54 días. Durante la primera fase, que duró desde el nombramiento del gobierno de Sztójay el 22 de marzo hasta el 15 de mayo, las víctimas fueron sometidas a una avalancha de leyes y decretos anti-judíos. Fueron totalmente aisladas, privadas de su derecho a viajar y a tener o utilizar cualquier medio de transporte y comunicación, incluyendo bicicletas, coches, radios y teléfonos, obligadas a llevar la Estrella Amarilla y privadas del resto de sus propiedades. Luego fueron reunidas, colocadas en guetos y concentradas en centros de transporte. Pocos, si algunos, judíos tenían el presentimiento del destino final que les esperaba.

Durante la segunda fase, que duró desde el 15 de mayo hasta el 9 de julio, unos 440.000 de los judíos de Hungría fueron deportados a Auschwitz-Birkenau, donde la mayoría de ellos fue asesinada pronto tras su llegada. El 9 de julio, cuando entró en vigor la decisión tomada por Horthy tres días antes para detener las deportaciones y llegó Raoul Wallenberg en su misión de rescate, toda Hungría (con la notable excepción de Budapest) había sido judenrein.

Fue a finales de abril o principios de mayo cuando los negociadores sionistas se dieron cuenta de que habían fracasado sus tácticas de negociación. El avance del Ejército Rojo se había estancado; la SS “renegó” de sus promesas, promesas que, bajo las desesperadas condiciones en que se realizaron, los negociadores judíos no acertaron a comprender que la SS no podía y jamás intentaría mantener. Se quejaron a sus socios negociadores de la SS, quienes estaban dispuestos a mantener “buenas relaciones” con los líderes judíos para asegurar que se consiguiesen sus propios objetivos, la adquisición continuada de riquezas judías y el mantenimiento de la calma, ambiente libre de revueltas requerido para una tranquila implementación de las deportaciones. Para calmar la ira de los decepcionados sionistas, la SS les ofreció dos diferentes pero entrelazados premios de consolación: un plan condicional de salvar sobre un millón de judíos europeos, y un plan más concreto para rescatar un número limitado de judíos húngaros. El primero vino a ser conocido como la oferta de “sangre por camiones” (22); el segundo como el trato SS-Kasztner (23). Mientras los dos planes estaban siendo “seriamente considerados” por los líderes judíos, los nazis y sus cómplices húngaros continuaron deportando a unos 12.000 judíos al día. El primer plan resultó ser principalmente un intento nazi de dividir a los aliados; el segundo terminó con el rescate de 1.684 judíos. Las negociaciones relativas al rescate de estos relativamente pocos judíos en el llamado transporte-Kasztner surgieron como uno de los temas más controvertidos de la historia del Holocausto (24).

Cuando acabó la IIGM en Europa el 8 de mayo de 1945, los cuatro dramatis personae tratados en este estudio -el Tercer Reich, Hungría, y los judíos de Hungría y Eslovaquia- perdieron todos. El Tercer Reich, llamado a durar mil años, fue aplastado. Hungría fue obligada a renunciar a los territorios que había ganado con la ayuda de los nazis y nuevamente sujeta a las fronteras establecidas en Trianon. Y las historias de ambos países han quedado marcadas para siempre por el indeleble y vergonzoso capítulo del Holocausto.

Los judíos de Hungría sufrieron aproximadamente 560.000 bajas (70%) y los de Eslovaquia unas 70.000 (87%). Muchos de los supervivientes judíos de estos países emigraron finalmente al recién creado estado de Israel, el único acontecimiento positivo en la por demás trágica historia de los judíos europeos durante el periodo nazi.

Tras la guerra y a diferencia de la República Federal de Alemania y varios estados más, Hungría no logró asimilar su pasado. No quiso asumir la responsabilidad -y menos pedir disculpas- por su participación en el asesinato de casi 600.000 ciudadanos de la fe judía. Durante la era comunista, el tema del Holocausto y la cuestión judía en general quedó hundido en el orwelliano agujero negro de la historia. Desde el establecimiento de un sistema democrático en 1989, los sucesivos gobiernos húngaros se han enzarzado en una campaña de lavado de la historia calculada para producir la rehabilitación de la era Horthy colgando la responsabilidad exlusiva del Holocausto a los alemanes y a unos pocos “insensatos” húngaros pro-nazis, los llamados Nyilas.

La campaña ha adquirido un tono odioso desde las elecciones de 2010, cuando un nuevo gobierno -con una mayoría absoluta en un parlamento que también incluye muchos representantes de un partido abiertamente neo-fascista- se embarcó en la reforma de Hungría bajo los principios nacional-cristianos que caracterizaron la era Horthy. En este clima político y cultural, el antisemitismo ha surgido de nuevo como un gran azote que envenena el tejido social. Al mismo tiempo que se dedican nuevas estatuas y se descubren nuevas placas en honor de Horthy y otros funcionarios de la época contrarrevolucionaria, se pueden ver la profanación de monumentos relativos al Holocausto y la manifestación de actos cada vez más descaradamente anti-judíos, reminiscencia de la histeria antisemita de la época de preguerra. Uno está obligado a concluir que muchos húngaros no han sabido tener en cuenta la advertencia de George Santayana: “Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”.

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Re: El Holocausto en Hungría: cómo y por qué

Mensaje por José Luis » Dom Sep 23, 2012 2:02 pm

Notas

(1) Bajo los términos del Tratado de Trianon, Hungría perdió dos tercios de su territorio histórico, un tercio de su población magiar, y tres quintos de su población total. Para más detalles, véase Randolph L. Braham, The Politics of Genocide: The Holocaust in Hungary (New York: Columbia University Press, 1994), pp. 23-28. (Citado en adelante como Braham, Politics).

(2) The Bibliography of the Holocaust in Hungary, Randolph L. Braham, comp. y ed. (Boulder, CO: East European Monographs, 2011; distribuido por Columbia University Press).

(3) Para algunos detalles sobre la "Era Dorada" de los judíos húngaros, véase Braham, Politics, pp. 2-12.

(4) Ibid., p. 101.

(5) Ibid., pp. 806-849.

(6) Ibid., pp. 230-262

(7) Ibid., p. 101.

(8) Ibid.

(9) El Comité de Ayuda y Rescate de Budapest fue establecido a principios de 1943 bajo el liderazgo de Ottó Komoly, su jefe nominal, y Rezsó Kasztner, su auténtico jefe. Para detalles sobre las actividades del comité, véase ibid., pp. 1069-1073.

(10) Sobre la tragedia de los judíos de Eslovaquia y las actividades del Grupo de Trabajo, véase ibid., pp. 1048-1053, 1071-1075.

(11) De acuerdo con la evidencia actualmente disponible, el rabino Michael Dov Weissmandel no contactó con Wisliceny hasta principios del verano de 1942, es decir, cuando ya había sido completada la primera fase de las deportaciones. Incluso este contacto fue indirecto: se había acercado y tratado con Wiscileny sólo a través de Karel Hochberg, un judío traidor que trabaja para la SS. Wiscileny siguió el juego y obtuvo dos pagos de 25.000 $ por sus “servicios”. Para algunos detalles de este y otros aspectos de la tragedia que les ocurrió a los judíos de Eslovaquia, véanse Yehuda Bauer, Jews for Sale? Negotiations Between Jews and Nazis, 1933-1945 (New Haven: Yale University Press, 1994), capítulos 5 y 6, y Braham, Politics, pp. 1048-1053.

(12) Para algunos detalles del “Plan Europa”, veáse Braham, Politics, pp. 1074-1076.

(13) La SS, incluyendo miembros del Sonderkommando Eichmann, estaba autorizada a realizar trueques de individuales o pequeños grupos de acuerdo con una directiva dada por Hitler a Himmler. Un memorando de Himmler, fechado el 10 de diciembre de 1942, reza como sigue: “He pedido al Führer que se liberen judíos a cambio de rescates. Me dio plenos poderes para aprobar casos como este, si realmente traen divisas en cantidades apreciables del extranjero”. Bauer, Jews for Sale?, p. 103. Las propias instrucciones de Himmler eran: “Tome todo lo que pueda de los judíos. Prométales todo lo que quiera. Lo que mantendremos es otra cuestión”. Ibid., p. 167.

(14) Gisi Fleichsmann, uno de los más altos líderes del Grupo de Trabajo, estuvo entre los que se quejaron amargamente por el fracaso de los funcionarios líderes de los judíos húngaros de considerar sus peticiones de apoyo financiero para el fomento de lo que ellos creían eran planes de rescate serios. Braham, Politics, p. 816.

(15) Para detalles, véase ibid., pp. 806-849.

(16) Los informes estaban basados en los relatos de Rudolf Vrba y Alfred Wetzler, dos judíos eslovacos que habían escapado milagrosamente de Auschwitz el 7 de abril de 1944. Para el texto de los informes, véase Rudolf Vrba, I Escaped from Auchswitz (Fort Lee, NJ: Barricade Books, 2002), pp. 327-363. Para más detalles, véase Braham, Politics, pp. 824-832. Véase también The Auschwitz Reports and the Holocaust in Hungary. Randolph L. Braham y William J. van den Heuvel, eds. (Boulder, CO: East European Monographs 2011; distrib. por Columbia University Press).

(17) Según algunas fuentes, Wisliceny obligó al rabino Weissmandel a darle la “carta de recomendación”. Wisliceny demostró su “capacidad de entrega” a Freudiger liberando a su hermano; había estado entre los primeros judíos influyentes de Budapest que fueron arrestados inmediatamente por la Gestapo tras el inicio de la ocupación.

(18) Durante su informe de 17 de mayo de 1945 al FBI, Kasztner proporcionó una sucinta descripción de la “organización de la SS en Hungría responsable de la persecución judía”. Afirmó que “con la excepción de von Wisliceny que aceptaba sobornos...todos los hombres de la SS eran completamente incorruptibles”; Informe de Inteligencia del FBI.

(19) Braham, Politics, p. 822. Edmund Veesenmayer fue el plenipotenciario del Führer durante la ocupación.

(20) Ibid., p. 820.

(21) Tras la oferta del Plan Europa realizada por los líderes judíos eslovacos, Wiscileny exigió un total de 2.000.000$, insistiendo que 200.000$ se pagaran inmediatamente en pengös húngaros como “prueba de la buena voluntad de los sionistas” y liquidez financiera. La primera entrega de tres millones de pengös fue realizada poco después a Hermann Krumey y Otto Hunsche, dos personajes destacados del Sonderkommando Eichmann. La segunda entrega de 2,5 millones de pengös fue hecha a los mismos oficiales el 21 de abril, cuando ya estaba en plena marcha el establecimiento de guetos de la Rutenia Carpatiana y la Hungría septentrional; Braham, Politics, pp. 1076-1077.

(22) Para detalles, véase ibid., pp. 1078-1088.

(23) Para detalles, véase ibid., pp. 1088-1104.

(24) Para detalles, véase ibid., pp. 1104-112.

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Saludos cordiales
JL
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Re: El Holocausto en Hungría: cómo y por qué

Mensaje por cetme » Dom Dic 16, 2012 1:06 pm

Los testimonios de cinco supervivientes,nos cuentan de primera mano,como fue el holocausto hungaro.Un documental de Steven Spielberg.
http://www.dondocumentales.com/2012/11/ ... M2lyOREV2g

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Re: El Holocausto en Hungría: cómo y por qué

Mensaje por Monterdez » Mié Ene 02, 2013 10:04 pm

MUy bueno.
Atte. Gracias.
"Estoy a favor de los derechos de los animales al igual que de los derechos humanos. Es la única manera de ser un humano completo". Abrahan Lincoln

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Antonio Machado
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Re: El Holocausto en Hungría: cómo y por qué

Mensaje por Antonio Machado » Mié Ene 02, 2013 10:24 pm

Secundo a Antonio2009: excelente hilo...

Agradecimientos a José Luis por todos sus constantes, interesantes temas y aportes.

Saludos cordiales desde Nueva York,

Antonio Machado.
Con el Holocausto Nazi en contra de la Raza Judía la inhumanidad sobrepasó a la humanidad.

hador
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Re: El Holocausto en Hungría: cómo y por qué

Mensaje por hador » Jue Ene 03, 2013 9:50 pm

Saludos compañer@s foristas
Me uno a mis compañeros para felicitar al autor de este extraordinario hilo, gracias Jose Luis por ilustrarnos de manera tan admirable y gracias a Cetme, estupendo documental. :sgm120:
Saludos
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Re: El Holocausto en Hungría: cómo y por qué

Mensaje por Audie Murphy » Dom Nov 17, 2013 12:22 pm

Una decisión tomada en décimas de segundo que salvaron la vida de Miriam Rosenthal y su bebé en Auschwitz
http://news.nationalpost.com/2012/08/25 ... nborn-son/

vídeo sobre la matanza en Novi Sad
https://www.youtube.com/watch?v=TKxd-YpZMvg
"El mal existe cuando las personas buenas no hacen lo que es correcto"

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