Miembro de una famosa familia de historiadores (su bisabuelo Theodor, especialista en historia clásica, ganó el Premio Nobel de literatura en 1902, y su hermano gemelo Wolfgang, fallecido en 2004, fue un prominente historiador de los periodos Bismarckiano y Guillermino), Hans Mommsen (Marburg, Alemania, 5-11-1930) es el principal representante de la corriente “funcionalista” de interpretación del Nazismo, que comenzó a adquirir importancia en Alemania en los años 60 y 70.
En numerosos libros y artículos sobre la República de Weimar y el Tercer Reich, Mommsen resalta la culpabilidad de las élites económicas conservadoras y los militares en el ascenso de Hitler al poder y en la consolidación de su sistema de gobierno. Ha sido crítico con interpretaciones que destacan el papel personal de Hitler en el sistema Nazi, olvidando la complicidad de las élites colaboradoras, así como las condiciones y estructuras que permitieron al dictador lograr un indiscutido control total.
Mommsen está de acuerdo con la noción de un régimen Nazi “policrático” en el que distintas autoridades competían entre si y que podría atribuirse en gran medida al rechazo de Hitler a procedimientos burocráticos ordenados y la confianza en la improvisación y en instituciones creadas ad hoc para lograr sus objetivos políticos. El irregular estilo de liderazgo de Hitler contribuyó a crear lo que Mommsen define como típico proceso Nazi de “radicalización acumulativa” en el que las distintas agencias e instituciones burocráticas del Estado y el Partido compiten entre sí para llevar a cabo la percibida voluntad del Fuhrer.
Según Mommsen la ideología antisemita y las intenciones de Hitler no bastan para explicar la “Solución Final”, que fue el resultado de una secuencia de medidas de emergencia para solucionar el autoimpuesto ”problema judío” y no la materialización de un plan maestro para el exterminio. Sin embargo, Mommsen resalta también el papel de los factores ideológicos como motor indispensable de la “radicalización acumulativa”.
La fanática resistencia alemana al final de la guerra la atribuye Mommsen a la movilización ideológica nazi y a su creencia de que la voluntad decidida podría compensar la falta de recursos materiales. El historiador alemán da gran importancia a la determinación de los lideres nazis por evitar los que suponían habían sido grandes errores de la Primera Guerra Mundial, que habían roto, según ellos, la unidad del frente interno.
Mommsen es crítico con la teoría del totalitarismo que sitúa al Nazismo más cerca de los movimientos revolucionarios de izquierda que de los contrarrevolucionarios de derecha. También rechaza las interpretaciones del Nazismo como movimiento modernizador, ya fuera este proceso llevado a cabo de forma intencionada o no.
Mommsen jugó un papel importante en la Historikerstreit, donde se posicionó junto a Jurgen Habermas en contra de Ernst Nolte y sus partidarios.
FUENTES:En numerosos libros y artículos sobre la República de Weimar y el Tercer Reich, Mommsen resalta la culpabilidad de las élites económicas conservadoras y los militares en el ascenso de Hitler al poder y en la consolidación de su sistema de gobierno. Ha sido crítico con interpretaciones que destacan el papel personal de Hitler en el sistema Nazi, olvidando la complicidad de las élites colaboradoras, así como las condiciones y estructuras que permitieron al dictador lograr un indiscutido control total.
Mommsen está de acuerdo con la noción de un régimen Nazi “policrático” en el que distintas autoridades competían entre si y que podría atribuirse en gran medida al rechazo de Hitler a procedimientos burocráticos ordenados y la confianza en la improvisación y en instituciones creadas ad hoc para lograr sus objetivos políticos. El irregular estilo de liderazgo de Hitler contribuyó a crear lo que Mommsen define como típico proceso Nazi de “radicalización acumulativa” en el que las distintas agencias e instituciones burocráticas del Estado y el Partido compiten entre sí para llevar a cabo la percibida voluntad del Fuhrer.
Según Mommsen la ideología antisemita y las intenciones de Hitler no bastan para explicar la “Solución Final”, que fue el resultado de una secuencia de medidas de emergencia para solucionar el autoimpuesto ”problema judío” y no la materialización de un plan maestro para el exterminio. Sin embargo, Mommsen resalta también el papel de los factores ideológicos como motor indispensable de la “radicalización acumulativa”.
La fanática resistencia alemana al final de la guerra la atribuye Mommsen a la movilización ideológica nazi y a su creencia de que la voluntad decidida podría compensar la falta de recursos materiales. El historiador alemán da gran importancia a la determinación de los lideres nazis por evitar los que suponían habían sido grandes errores de la Primera Guerra Mundial, que habían roto, según ellos, la unidad del frente interno.
Mommsen es crítico con la teoría del totalitarismo que sitúa al Nazismo más cerca de los movimientos revolucionarios de izquierda que de los contrarrevolucionarios de derecha. También rechaza las interpretaciones del Nazismo como movimiento modernizador, ya fuera este proceso llevado a cabo de forma intencionada o no.
Mommsen jugó un papel importante en la Historikerstreit, donde se posicionó junto a Jurgen Habermas en contra de Ernst Nolte y sus partidarios.
The Routledge Companion to Nazi Germany. Roderick Stackelberg. Routledge 2007
http://en.wikipedia.org/wiki/Hans_Mommsen
La siguiente es la traducción de la entrevista realizada a Hans Mommsen por miembros del Centro Mundial para la Investigación, Documentación, Educación y Conmemoración del Holocausto Yad Vashem (http://www.yadvashem.org/yv/es/index.asp)en 1997 y puede descargarse en su original en inglés aquí: http://www.yadvashem.org/odot_pdf/Micro ... 203850.pdf.
Debido a su extensión la presentaré en varios mensajes.Espero os resulte interesante.UNA ENTREVISTA CON EL PROFESOR HANS MOMMSEN
Ruhr- Universidad de Bochum.
12 Diciembre 1997, Jerusalem.
Entrevistadores: Adi Gordon, Amos Morris Reich, Amos Goldberg.
LAS ESCUELAS DE PENSAMIENTO “FUNCIONALISTA” E “INTENCIONALISTA”.
Pregunta.-¿Es usted un representante de los funcionalistas?
Respuesta.-Pertenezco a los representantes de esa escuela, pero este hecho ya no es demasiado importante, ya que de un tiempo a esta parte se ha producido una mezcla entre las distintas corrientes de pensamiento. Esto fue, en cierto modo, impulsado por la controversia Goldhagen, quien en cierto sentido parecía ser un super-intencionalista. En épocas anteriores mi posición metodológica difería en gran medida de la de Christopher Browning o Raul Hilberg. Pero hoy en día estas diferencias se están diluyendo, y la distinción tradicional entre intencionalismo y estructuralismo ha perdido mucha de su relevancia. En su lugar surge una divergencia entre la generación más joven y la generación a la que pertenezco, que se hace sentir en el campo de la investigación sobre el Holocausto, mientras que el conflicto entre funcionalistas e intencionalistas se está desvaneciendo.
Si uno examina el libro de Browning sobre el Batallón Policial 101 de Hamburgo, se da cuenta que utiliza una gran cantidad de argumentos funcionalistas. Este cambio es incluso más evidente en el caso de Raul Hilberg. Hilberg comenzó como intencionalista y acabó como funcionalista. De manera inversa, personalidades como yo mismo, representantes del funcionalismo están dispuestos a aceptar gran cantidad de argumentos de la otra parte. En contraste con esto, existe una constelación de historiadores más jóvenes, a los que parece necesario señalar con más fuerza que no fue sólo el factor ideológico el que condujo a la implementación del Holocausto, sino que influyeron una variedad de factores, algunos incluso más relevantes. Hoy en día, incluso Yehuda Bauer ha llegado a la conclusión de que no existe ningún conflicto significativo entre las dos escuelas. El asunto principal en el debate sigue estando relacionado con la cuestión de cuando el Holocausto se puso en marcha, entendido esto como el momento en que se decidió que la matanza abarcara a todos los judíos europeos y no sólo a los judíos del este o a los judíos alemanes.
Se ha llegado a un acuerdo básico en que el camino hacia el genocidio sistemático (que queda circunscrito por la palabra Auschwitz) fue sinuoso como ha sostenido Karl Schleunes -que uno se enfrenta a un proceso cada vez más acelerado. Por lo tanto, es menos importante definir si el “turning point” se produce en Marzo de 1941 o en Julio de 1941, o si tiene más que ver con las cruciales conversaciones de Septiembre de 1941 entre Hitler y Himmler o incluso si se produjo no antes de Abril de 1942 después de que Eichmann examinara las instalaciones para la matanza de Globocnik- una opinión por la que yo mismo me inclino, pese a que asumo que es una posición aislada entre los expertos. Estos debates pueden ser importantes para los estudiosos, pero no parecen muy relevantes para alcanzar conclusiones generales.
LA MOTIVACION DE LOS PERPETRADORES
P.-¿El concepto básico era ideológico, la historia o el aparato burocrático?
R.-De una manera algo simplificada, suelo apuntar el hecho de que no fueron Goebbels y Streicher los que produjeron el Holocausto, ellos eran principalmente ideólogos. Para implementar el asesinato masivo sistemático, otra gente era necesaria y no estaba guiada principalmente por consideraciones ideológicas.
P.-¿Puede centrarse en qué les motivaba?
R.-Sin lugar a dudas, existía un consenso acerca de la necesidad de deshacerse de los judíos. La cuestión que se planteaba era la de si había que matarlos o presionarles para que abandonaran el país. En realidad, con respecto a esta cuestión el régimen Nazi se movió hacia un callejón sin salida, porque la emigración forzosa se vio superada por la extensión del área de poder alemán. No existía un concepto bien definido hasta 1941. El proceso de radicalización acumulativa de las medias antijudías surgió de una auto-inducida generación de situaciones de emergencia que alimentaban el proceso.
En una etapa más avanzada, los perpetradores se ajustaban a matar gente sin reflexionar sobre ello. En lo que respecta a los cuadros de la SS, estaban guiados, sin duda, por prejuicios racistas y fanatismo nacionalista. Pero otros factores contribuían a la escalada de la violencia. El académico alemán Goetz Aly, por ejemplo, demostró muy claramente que entre las motivaciones adyacentes, el programa para reasentar a los alemanes étnicos procedentes de los Estados Bálticos, Volhynia y más tarde Besarabia, jugó un papel importante. El programa de reasentamiento funcionó como un ímpetu indispensable para intensificar la deportación y por último la liquidación de los judíos que vivían en las partes anexadas de Polonia y en el Gobierno General. Existía una interacción entre el objetivo de reasentar a los alemanes étnicos, con el fin de crear el Gran Reich Alemán y la eliminación de los judíos en la Europa oriental y central. Los perpetradores principales como Adolf Eichmann y Odilo Globocnik empleaban originalmente alrededor de un 80% de su trabajo en cuestiones de reasentamiento y sólo un 10% en la “Cuestión Judía”. Así, el trabajo de implementar el Holocausto parece ser bastante “desagradable”, pero forma una parte inseparable de la construcción del Gran Reich Alemán. Como cabía esperar desde el principio, después de que las iniciativas para el reasentamiento fracasaran casi por completo, la liquidación de los judíos se convirtió en una especie de tarea compensatoria y la implementación del Holocausto fue finalmente todo lo que se llevó a cabo de un programa mucho más exhaustivo de limpieza étnica y reordenación en el este.
Este es un ejemplo de que la motivación antisemita estaba a menudo interconectada con un ramillete de intereses y motivaciones nacionalistas. Simultáneamente, el programa de liquidación se convirtió en un proceso que se autoalimentaba. Cuando, en 1944, Heinrich Himmler intentó detener las operaciones de liquidación, Eichmann continuó con los asesinatos en masa. Para poder explicar las actitudes de los perpetradores y de aquellos que estaban directa e indirectamente implicados, necesitamos una explicación más compleja que la que pueda proporcionar la interpretación ideológica heredada.
El desafío metodológico consiste en analizar la relación entre los diversos factores que contribuyeron a producir los asesinatos deliberados. A este respecto, tiendo a poner más peso en los factores sistemáticos, representados por los mecanismos burocráticos y las interrelaciones políticas. Este punto de vista puede estar influenciado por el hecho de que al final, aunque no por ello de manera menos importante, analizamos el régimen nazi con el objetivo de prevenir en el futuro la aparición de constelaciones políticas y psicológicas similares, aunque no reaparezcan en la misma escala. Desde esta perspectiva el factor ideológico parece ser menos relevante que otros factores si acontecimientos similares al genocidio antijudío volvieran a producirse de nuevo. Estoy convencido de que principalmente son los determinantes estructurales los que producen situaciones en las que el imperio de la Ley se ve amenazado y las instituciones heredadas se ven socavadas, lo que supone el requisito previo para el reino del terror y los asesinatos masivos. Todo gobernante producirá una justificación ideológica, más o menos convincente, para el uso de la violencia. Esto, sin embargo, no significa que el papel único del antisemitismo racial, especialmente en el desarrollo intelectual europeo, deba ser ignorado.
Continua...Pregunta.-¿Es usted un representante de los funcionalistas?
Respuesta.-Pertenezco a los representantes de esa escuela, pero este hecho ya no es demasiado importante, ya que de un tiempo a esta parte se ha producido una mezcla entre las distintas corrientes de pensamiento. Esto fue, en cierto modo, impulsado por la controversia Goldhagen, quien en cierto sentido parecía ser un super-intencionalista. En épocas anteriores mi posición metodológica difería en gran medida de la de Christopher Browning o Raul Hilberg. Pero hoy en día estas diferencias se están diluyendo, y la distinción tradicional entre intencionalismo y estructuralismo ha perdido mucha de su relevancia. En su lugar surge una divergencia entre la generación más joven y la generación a la que pertenezco, que se hace sentir en el campo de la investigación sobre el Holocausto, mientras que el conflicto entre funcionalistas e intencionalistas se está desvaneciendo.
Si uno examina el libro de Browning sobre el Batallón Policial 101 de Hamburgo, se da cuenta que utiliza una gran cantidad de argumentos funcionalistas. Este cambio es incluso más evidente en el caso de Raul Hilberg. Hilberg comenzó como intencionalista y acabó como funcionalista. De manera inversa, personalidades como yo mismo, representantes del funcionalismo están dispuestos a aceptar gran cantidad de argumentos de la otra parte. En contraste con esto, existe una constelación de historiadores más jóvenes, a los que parece necesario señalar con más fuerza que no fue sólo el factor ideológico el que condujo a la implementación del Holocausto, sino que influyeron una variedad de factores, algunos incluso más relevantes. Hoy en día, incluso Yehuda Bauer ha llegado a la conclusión de que no existe ningún conflicto significativo entre las dos escuelas. El asunto principal en el debate sigue estando relacionado con la cuestión de cuando el Holocausto se puso en marcha, entendido esto como el momento en que se decidió que la matanza abarcara a todos los judíos europeos y no sólo a los judíos del este o a los judíos alemanes.
Se ha llegado a un acuerdo básico en que el camino hacia el genocidio sistemático (que queda circunscrito por la palabra Auschwitz) fue sinuoso como ha sostenido Karl Schleunes -que uno se enfrenta a un proceso cada vez más acelerado. Por lo tanto, es menos importante definir si el “turning point” se produce en Marzo de 1941 o en Julio de 1941, o si tiene más que ver con las cruciales conversaciones de Septiembre de 1941 entre Hitler y Himmler o incluso si se produjo no antes de Abril de 1942 después de que Eichmann examinara las instalaciones para la matanza de Globocnik- una opinión por la que yo mismo me inclino, pese a que asumo que es una posición aislada entre los expertos. Estos debates pueden ser importantes para los estudiosos, pero no parecen muy relevantes para alcanzar conclusiones generales.
LA MOTIVACION DE LOS PERPETRADORES
P.-¿El concepto básico era ideológico, la historia o el aparato burocrático?
R.-De una manera algo simplificada, suelo apuntar el hecho de que no fueron Goebbels y Streicher los que produjeron el Holocausto, ellos eran principalmente ideólogos. Para implementar el asesinato masivo sistemático, otra gente era necesaria y no estaba guiada principalmente por consideraciones ideológicas.
P.-¿Puede centrarse en qué les motivaba?
R.-Sin lugar a dudas, existía un consenso acerca de la necesidad de deshacerse de los judíos. La cuestión que se planteaba era la de si había que matarlos o presionarles para que abandonaran el país. En realidad, con respecto a esta cuestión el régimen Nazi se movió hacia un callejón sin salida, porque la emigración forzosa se vio superada por la extensión del área de poder alemán. No existía un concepto bien definido hasta 1941. El proceso de radicalización acumulativa de las medias antijudías surgió de una auto-inducida generación de situaciones de emergencia que alimentaban el proceso.
En una etapa más avanzada, los perpetradores se ajustaban a matar gente sin reflexionar sobre ello. En lo que respecta a los cuadros de la SS, estaban guiados, sin duda, por prejuicios racistas y fanatismo nacionalista. Pero otros factores contribuían a la escalada de la violencia. El académico alemán Goetz Aly, por ejemplo, demostró muy claramente que entre las motivaciones adyacentes, el programa para reasentar a los alemanes étnicos procedentes de los Estados Bálticos, Volhynia y más tarde Besarabia, jugó un papel importante. El programa de reasentamiento funcionó como un ímpetu indispensable para intensificar la deportación y por último la liquidación de los judíos que vivían en las partes anexadas de Polonia y en el Gobierno General. Existía una interacción entre el objetivo de reasentar a los alemanes étnicos, con el fin de crear el Gran Reich Alemán y la eliminación de los judíos en la Europa oriental y central. Los perpetradores principales como Adolf Eichmann y Odilo Globocnik empleaban originalmente alrededor de un 80% de su trabajo en cuestiones de reasentamiento y sólo un 10% en la “Cuestión Judía”. Así, el trabajo de implementar el Holocausto parece ser bastante “desagradable”, pero forma una parte inseparable de la construcción del Gran Reich Alemán. Como cabía esperar desde el principio, después de que las iniciativas para el reasentamiento fracasaran casi por completo, la liquidación de los judíos se convirtió en una especie de tarea compensatoria y la implementación del Holocausto fue finalmente todo lo que se llevó a cabo de un programa mucho más exhaustivo de limpieza étnica y reordenación en el este.
Este es un ejemplo de que la motivación antisemita estaba a menudo interconectada con un ramillete de intereses y motivaciones nacionalistas. Simultáneamente, el programa de liquidación se convirtió en un proceso que se autoalimentaba. Cuando, en 1944, Heinrich Himmler intentó detener las operaciones de liquidación, Eichmann continuó con los asesinatos en masa. Para poder explicar las actitudes de los perpetradores y de aquellos que estaban directa e indirectamente implicados, necesitamos una explicación más compleja que la que pueda proporcionar la interpretación ideológica heredada.
El desafío metodológico consiste en analizar la relación entre los diversos factores que contribuyeron a producir los asesinatos deliberados. A este respecto, tiendo a poner más peso en los factores sistemáticos, representados por los mecanismos burocráticos y las interrelaciones políticas. Este punto de vista puede estar influenciado por el hecho de que al final, aunque no por ello de manera menos importante, analizamos el régimen nazi con el objetivo de prevenir en el futuro la aparición de constelaciones políticas y psicológicas similares, aunque no reaparezcan en la misma escala. Desde esta perspectiva el factor ideológico parece ser menos relevante que otros factores si acontecimientos similares al genocidio antijudío volvieran a producirse de nuevo. Estoy convencido de que principalmente son los determinantes estructurales los que producen situaciones en las que el imperio de la Ley se ve amenazado y las instituciones heredadas se ven socavadas, lo que supone el requisito previo para el reino del terror y los asesinatos masivos. Todo gobernante producirá una justificación ideológica, más o menos convincente, para el uso de la violencia. Esto, sin embargo, no significa que el papel único del antisemitismo racial, especialmente en el desarrollo intelectual europeo, deba ser ignorado.
Un saludo.