USHMM, memorias y testimonios personales.

El genocidio nazi contra los judíos

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Shindler
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USHMM, memorias y testimonios personales.

Mensaje por Shindler » Sab Oct 06, 2007 5:27 pm

Memorias de una sobreviviente
Verónika Schwartz

Extraído y traducido de; http://www.segundaguerramundial.com.br
Fuente original : Montreal Institute for Genocide and Human Rights Studies - Holocaust Survivors Memoirs

¿Porque es importante que los sobrevivientes del Holocausto se registren en el Holocaust Survivors Memoirs?
Para que sus experiencias queden para las generaciones futuras y no se pierdan en el olvido.
En Uruguay; http://www.fundacionariel.edu.uy

Ficha de inscripción en formato PDF en; http://www.ushmm.org/museum/exhibit/focus/spanish/pdf

Registro de Sobrevivientes del Holocausto
Benjamin y Vladka Meed


The United States Holocaust Memorial Museum honra como sobrevivientes a cualquier persona, judía o no, que fue desplazada, perseguida, o discriminada por razones políticas, sociales, raciales, religiosas y étnicas por los Nazis y sus colaboradores entre 1933 y 1945. Además de los ex-prisioneros de los campos de concentraciones, ghettos y cárceles, esta definición también incluye a refugiados y personas que estaban ocultas. La inclusión en el Registro asegurará que los nombres de sobrevivientes serán preservados para la historia. Los sobrevivientes pueden ser registrados póstumamente por sus familiares.

Una húngara cuenta su historia como sobreviviente de Auschwitz y de la ocupación rusa.

Parte 1/4

Desde que regresé de Auschwitz, en Mayo de 1945, sentí que tenía que escribir lo que pasó con mi familia y conmigo, todas mis experiencias. Sólo el recuerdo de aquello me trae angustia, dolor y lágrimas. Trato de permanecer fuerte y sana fuí superando de a poco ésta carga. Hoy pasaron mas de 50 años desde el genocidio planteado por Hitler contra nuestro pueblo. Me siento forzada a registrar de la única manera que puedo, el recuerdo. El tiempo se termina. Tengo 67 años. Mis hijos a quienes trate de educar de la forma mas normal posible y con quienes trate de hablar sobre el pasado, hoy ya son hombres grandes. Tienen el derecho de conocer la historia de su familia. Por lo tanto, dedico mis memorias a mis maravillosos hijos y nietos.


Verónika Schwartz, Montreal 1994.

Nací el 6 de Junio de 1927, en Hungría, en una pequeña ciudad llamada Kisvárda, en el condado de Szabolcs. La población total en 1941 era cercana a los 15.00 habitantes. La población judía era cercana a los 4000. En aquellos tiempos, los bebes nacían en casa, con el auxilio de una partera y, probablemente, de algunos miembros de la familia. Mi tío Mikos Osztreicher me dijo que mi madre había quedado embarazada siete veces cuatro permanecían vivos.

El nombre de mi padre era Schwartz Mór. El nombre de mi madre era Osztreicher Irén. Mi hermano, Zoltán, era el mayor, nacido el 19 de Noviembre de 1923. Mi hermana, Eva era dos años mas jóven que yo.

Mis padres tenían un almacén en Fo utza, que significa la calle principal. Vendían muebles, material de jardinería, zapatos y ropas. Trabajaban muy duro. La vida no era fácil. Todo lo que puedo recordar me hace sentir pena de mi madre. Sus tobillos estaban machucados pero nunca quiso hablar de una operación, por temor a que no quedase bien y que el resultado final fuera que quedara peor que antes. Sólo continuaba poniéndose vendas en los pies todos los días, intentando hacer lo mejor posible para atender bien a sus clientes y naturalmente a su familia. Ella cocinaba antes de lavar los trastos.

No recuerdo haber tenido juguetes, como una bicicleta o muñecas, pero no recuerdo haber tenido necesidad de ellos. Éramos una familia. La alegría era ver como mi madre tomaba las manos de mi padre con una agradable sonrisa. Nunca estábamos aburridos , siempre había algo para hacer, regar flores, limpiar el jardín, jugar a la pelota o a la escuela (yo era la profesora, reunía a todos los niños y jugábamos a la escuela), traer leña para la casa, alimentar al perro, conversar con mis amigos en la calle o con nuestros inquilinos o vecinos. Gustaban mucho de nosotros. Estábamos en casa. A pesar de ser modesta, era nuestro castillo. Como todo niño éramos felices con un montón de arena. Amábamos también a nuestro país. Recuerdo cuando los soldados Húngaros a caballo pasaron por la calle próxima, corrí al jardín para juntar flores y entregárselas a ellos(...).


Continúa...
Si usted lee este informe, y es familiar de un sobreviviente del Holocausto del pueblo judío, o vivió la persecución del nacionalsocialismo alemán durante la Segunda guerra mundial, infórmese y registre sus historias de vida para que el mañana conozca lo que pasó.
Es el mejor tributo que podemos hacer por nuestros abuelos y por nuestros padres.

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Última edición por Shindler el Mar Oct 09, 2007 9:00 pm, editado 2 veces en total.
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Mensaje por Shindler » Sab Oct 06, 2007 5:41 pm

Parte 2/4

Todo el mundo sintió el antisemitismo. No me acuerdo del nombre de mi maestra, pero llamaba a las niñas gentiles por su nombre y a las niñas judías por el nombre de sus familias. No podía concentrarme eso me preocupaba mucho. Comencé a sentir odio. Esto fue en 1939 y solamente tenía 12 años. Mi abuelo acostumbraba decirnos como era de horrible para el pueblo judío. Que siempre que había una revolución o rebelión le echaban la culpa a los judíos. Yo sentía pena por su sufrimiento.

El odio solamente aumentaba, las cosas no mejoraban. Un día mi abuela llegó a casa gritando que dos de sus vecinos habían amenazado con matar a mi tío Miklós. Yo sabía dónde estaba mi tío y corrí durante todo el camino, de cinco o seis kilómetros, para encontrarlo en le villa vecina llamada Ajak. El se escondió pero en el Gran Feriado fue a la sinagoga. Los gendarmes (policía civil de elíte) estaban buscándolo y entraron a la sinagoga. Mi tío logró escapar por una ventana, y la Sra. Rooz, que era una pariente lejana lo escondió en su casa. Cuando las cosas se calmaron, logró embarcarse en un navío en el cual se escondió en el depósito de carbón. Llegó a Canadá en 1939 como indocumentado y casi muerto. Nunca supe porque los gendarmes querían apresarlo o porque el hombre (su nombre era Orgován), que supuestamente era su amigo, quería matarlo. Todo lo que sabía era que mi tío vendía tierras en aquella época. Talvez algún negocio de tierras no salió bien. Toda nuestra familia se alegró al recibir una carta de nuestro tío desde Canadá.

Parecía que para la población judía la vida se estaba poniendo sofocante. Mi padre tenía que realizar trabajos forzados. Pero por suerte y debido a una hernia fué descalificado para realizar esos trabajos. Mis padres decidieron entonces que deberíamos aprender una profesión en vez de continuar con nuestra educación. Pagaron a un relojero bien conocido para que nos enseñara a mi y a mi hermano a reparar relojes. Mi hermana mayor estudió para ser peluquera, también de forma privada lo que era muy caro. Mi hermano y hermana terminaron sus estudios. Mis padres compraron una bicicleta para mi hermana. Tenia clientes particulares y pedaleaba hasta sus casas. Era muy popular, algunas personas la tenían como a una muchacha muy agradable. Encontraron una costurera para que me enseñara el oficio, intenté pero nada más aprendí a hacer unos bordados y nunca pude terminar un vestido.

Mientras tanto mis padres sabían que la vida para nosotros estaba empeorando. El antisemitismo ya era muy latente. Sabiendo que pasara lo que pasara, necesitaríamos comida, compraron varias vacas, un caballo, cabras, gansos, patos y gallinas. A esta altura no hacía muchas costuras, pero ayudaba mucho con los animales. Me gustaba andar a caballo, ordenar las vacas y alimentar al resto de los animales. Mi abuelo, Lajos, venía todos los días para ayudar y teníamos algún empleado también.

La situación política estaba empeorando, especialmente para nosotros, el pueblo judío. Mi madre visitaba frecuentemente al Rabino, para rezar por nuestra protección y bienestar y para que tengamos paz. El Rabino nos bendecía, nos alentaba para seguir rezando y para no perder las esperanzas y tener fe en D-os. (Nota: Los judíos ortodoxos no escriben el nombre del señor de ninguna forma, este recurso es utilizado para eso). Siempre la acompañaba en esas visitas.

Mantener el negocio abierto no era una taréa fácil. Pero era muy difícil de conseguir las mercaderías textiles como la seda, linho, algodón y franela. Mi madre nunca se rindió. Viajaba hacia Budapest para visitar a sus distribuidores y tenía la confianza de que no estaría mas en esa situación. El nombre de la firma de los distribuidores era Mandel Gustav y Sandor. Ella no podía dejar de hablar de esas personas y de como habían sido generosos con ella. Al tener los tobillos enfermos desearon ayudarla de forma especial. Vendiéndole las mercaderías textiles la invitaron a la casa de ellos. Un día nos dijo "ví una viejo baño de azulejos, y tendremos uno algún día. Instalaremos la cañería en la casa" Nunca abandonamos la esperanza. De hecho, teníamos electricidad instalada y un nuevo piso de cerámica en la cocina.

Al despecho de nuestras esperanzas y placeres, el ódio parecía empeorar. Encender velas los Viernes por la noche era arriesgado. Nuestras ventanas fueron rotas. Arrojaron piedras hasta en la casa de nuestros abuelos. Mi padre tapó algunas de sus ventanas. Los bandidos de las cruces gamadas nos insultaban. Un hombre joven llegó a nuestra tienda como un animal salvaje, insultando, pateando las cajas de zapatos y arrojándolas a la calle. Mi madre le imploró que se llevase lo que quisiera, pero el odio era muy profundo. Temblábamos de miedo.

Mi hermano fué convocado para el ejército. mis padres no pudieron verlo partir. Mi madre preparó una jarra de café muy fuerte y el se lo tomó todo, entonces llamaron al doctor de la familia y dijeron que el no estaba bien. El doctor escucho su corazón y escribió una carta diciendo que era incapaz de ir al servicio, debido a una dolencia cardiaca (...).

Leyes y reglas crueles se nos fueron impuestas día a día. Era muy doloroso percibir que habíamos sido extremadamente optimistas durante tanto tiempo. Era chocante cuando visitaba a uno de nuestros inquilinos, la familia Posner, de origen ruso. Tenían una empleada, una joven gitana. Nos agradaba hablar con ella, era siempre alegre y feliz. Pregunté "dónde esta ella?". Me dijeron que había sido llevada a la calle y fusilada junto a otros mas. "Cómo es posible matar a personas inocentes. Deben haber sido enviados a trabajar a otro lugar", dijo la señora Posner. Ella me dijo suavemente "quisiera que usted estuviera en lo correcto".

Ya no habían mas razones para seguir siendo optimista. Se nos prohibía escuchar la radio. Cuando caminaba por la calle e intentaba oir las notícias fuí apedreada. Mi madre adoraba su baño ritual (mikvah). Era uno de sus placeres, pero también se lo prohibieron.

Escuchaba un montón de susurros. Escuche que hablaban de una ruta de escape pero no seríamos capaces de utilizarla. Mi madre nunca estaría de acuerdo con una ruta de escape, al menos que toda la familia pudiera escapar junta. Esto era imposible. Llevamos a casa un montón de mercaderías (muebles, telas) de nuestra tienda. Y enterramos todo dentro de cajas de madera en nuestro terreno.

Siempre que mi padre iba a la sinagoga, regresaba con malas noticias. Oí que un eminente doctor y toda su familia se habían suicidado. El 19 de marzo de 1944, pasó a ser ley y obligatorio usar una estrella de David amarilla en las ropas. El mismo día el Ejército alemán invadió Hungría. Además de las expectativas de los alemanes, los húngaros cooperaron íntegramente y los recibieron de brazos abiertos. Nos sentíamos en una trampa.




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Mensaje por Shindler » Mar Oct 09, 2007 8:01 pm

Parte 3/4

Recuerdo al Sr. Fekete quien venía a nuestra casa a leer el medidor de electricidad de nuestra casa. Cuando entró, nos miró a todos y se dirigió a mis padres. El quería decir algo, pero al angustia le invadió y comenzó a llorar y salió de la casa. Sabía que algo terrible pasaría. Exacto como un reloj, pocos días después, un joven que vivía en nuestra calle vino a nuestra casa y a la de mis abuelos. Mi abuela y su abuela eran muy amigas. Su nombre era Bajor y fue autorizado a inventariar nuestras pertenencias. No pasó mucho tiempo en que descubriéramos y nos diéramos cuenta de que dejaríamos nuestra casa para ir a vivir al Geheto en kisvárda. Todos tratamos de darnos ánimo. Mis padres decidieron que mi hermano debería enlistarse en un campo de trabajo. Talvez sus chances de vida fueran mayores que las nuestras. Nos rompió el corazón verlo partir.

Mis padres dieron nuestro ganado en confianza para las personas que usaban nuestra propiedad como camino para llegar a la ciudad. Aunque les hicimos prometer que cuidarían bien del ganado y de los animales, era duro dejarlos atrás, los cabritos, el viejo caballo que adoraba montar, las vacas, los gansos, patos y gallinas. Mi madre trabajó frenéticamente preparando una base de sopa, una mezcla de harina de maíz y grasa de gallina. Dijo que en cuanto pudiéramos conseguir un poco de agua, por lo menos podríamos hacer una sopa. Vi cuando ella se quebró y comenzó a llorar. Le pedí que no llorara. Ella me dijo "No lloro por mi, lloro por todos ustedes, los amo mucho". Intenté decir qué nuestra partida era solo temporaria. Era ingenua. Sabía cuan irracionales las personas se convertían con el odio, envidia, venganza y poder, y quedamos muy temerosos.

Mis padres trabajaban muy duro. Nunca fumaron ni tomaron para economizar cada centavo. La costumbre era para que cuando una hija se casaba darle una dote. Ellos compraron piedras preciosas, diamantes y otros para nosotros tres, para que cuando nos casáramos tuviésemos condiciones de comenzar una nueva vida solas. Mi padre nos llamó y todos fuimos al portón. Allí removió unos ladrillos de la pared. Así todos sabíamos en donde estaban. Escondió algunas joyas en el sótano. Hasta los vecinos, los Fishers escondieron algunas joyas en nuestro sótano.

A mediados de abril de 1944,fuimos llevados prisioneros al geheto en Kisvárda. Fuimos llevados sobre unas condiciones crueles por la gendarmería Húngara. Todos estábamos apretados en un solo cuarto, mi abuela, mis padres, mi tía, mi tío y mis dos hermanas. Debajo de nuestra habitación había un galpón. Llevaron ahí a las personas para ser interrogadas, para saber donde escondieron su dinero y posesiones. Siempre se llevaban al efe de familia. Inicialmente torturaban a los más ricos y finalmente a los de clase media. Era horrible oír los gritos.

También nos preocupaba nuestro padre. La comida era escasa y mi padre acostumbraba a escabullirse a eso de las 5 de la mañana, antes de salir el sol. Yo no lo sabía, pero una familia le daba huevos, leche y pan. El corría un inmenso peligro para mejorar la calidad de vida de nuestra familia. Las personas que le daban comida también eran muy especiales, desprendidas, generosas, gentiles y deseosas de ayudar a los necesitados. Era un acto de coraje, podrían tener grandes problemas por ayudar a judíos. Buenas personas como ellas nos animaban a no perder las esperanzas y proseguir con nuestras vidas. Era un esfuerzo conjunto hacer lo mejor que podíamos. Nos ayudábamos unos a otros, compartiendo las tareas domésticas. Éramos libres de ir donde quisiéramos dentro del guheto. Andaba mucho con mis hermanas y todo el mundo en la familia conversando con nuestros amigos y vecinos, tratando de descubrir novedades políticas. (...)

Una vez más las noticias eran espantosas. Una vez más nuestras esperanzas eran aplastadas, nuestras esperanzas de que regresaríamos a nuestros hogares y negocios, recomenzando nuestras vidas. Las personas estaban diciendo que los Alemanes nos llevarían a todos a campos de trabajo. El gueto quedo como una capilla funeraria. Las personas lloraban abiertamente. Todos estaban aterrados. No tenía sentido que Alemania quisiera abuelos, embarazadas y bebés, personas enfermas y niños para trabajar para ellos. En lamente de todos había una pregunta: ¿Que nos espera? De mi parte, fui educada con el respeto a todos y hacia todos, sea cual fuere la religión. Era difícil de entender la complejidad del ser humano. No creía en eso de que nos llevarían a trabajar. Mi abuela preocupada me preguntó, "¿que tipo de trabajo puedo yo hacer para ellos? Soy muy vieja para trabajar" bien, le dije, puedes ayudar en la cocina, pelando papas, por ejemplo o en el Hospital, prepearando vendas. Todos podemos trabajar (...)

Mi familia y yo fuimos llevados el 31 de Mayo de 1944. Ochenta personas fueron introducidas en cada vagón. No nos permitieron llevar nada, solamente lo que llevábamos puesto. Había un balde de agua, las puertas cerradas y la jornada a un destino desconocido comenzó. Mi madre, mi padre, mi abuela, mis tíos y mis hermanas, todos estábamos quietos y tristes y sin palabras. Intenté alegrarlos. Encontré un pequeño lugar en donde se podía mirar hacia afuera y ver el paisaje. Les pedía a todos que vieran, no importa cuanto insistió, ninguno se interesó. Mi abuela repetía una y otra vez "soy demasiado vieja para trabajar". Si supiera lo que les pasaría luego, les habría besado y abrazado además de hacer lo posible para no ser separada de ellos.


Finalmente el tren llegó a Brikenau, Polonia. Las puertas se abrieron. De alguna forma, fui empujada para afuera, de tal forma que me encontré de pié y sola y una larga fila se estaba formando detrás mío. Miré a mi alrededor buscando a alguien de mi familia. El miedo y el pánico me invadieron. Lloré y me tiré al piso, pensando que al no levantarme me colocarían con mi familia. No me importaba si me fusilaban. Detrás de mi estaban las dos niñas de la familia Freed, de nuestra calle. Estaban llorando, pero me levantaron y me imploraron que me quedara de pié o sería fusilada. Dijeron que su madre estaba embarazada y que no podían verla en ningún lado.

La larga fila fue formada y tuvimos que comenzar a caminar. Eran cerca de tres Kilómetros hasta Auschwitz. En el camino vimos una alambrada electrificada y de púas. Vimos un montón de personas dentro. Algunas personas caminaban con largos palos y le pegaban a otros. Las ropas de esas personas eran trapos. No podíamos imaginar lo que ese lugar podía ser. Algunas personas decían que era un asilo mental. Pero ¿Como pueden tratar a enfermos mentales de esa forma?
Cuando nuestra marcha terminó llegamos al Campo de Concentración de Auschwitz. Este fue el peor día de toda mi vida. El dolor en el corazón de no saber lo que pasaba con mi familia. ¿Dónde estaban? Siempre buscaba con mis ojos tan lejos como podía distinguir, en todas direcciones, llegando a imaginar que había visto a mi padre.

Las personas estaban exhaustas mental y físicamente. Comenzó a llover y hacía mucho frío. Durante todo el día no recibimos comida, pero teníamos que esperar en la fila. Finalmente un oficial de las SS nos dijo que trataría de conseguir un poco de Té. Esto no me conformó. Yo era un alma perdida.


Más tarde tuvimos que ser desinfectados. En este lugar, nos raparon la cabeza, nos desvestimos. Nos hacían pasar por torturas humillantes. Nuestras ropas fueron llevadas y teníamos que vestirnos de una pila de trapos. Mientras estábamos en el área de desinfección, como un milagro, observé a mi prima del lado paterno, Klein Magda. Me vio al mismo tiempo que yo a ella. Me dijo que no vio a nadie de su familia y que debíamos intentar estar juntas. Esperaba que pudiéramos lograrlo.

Mas tarde fuimos conducidas al Campo C. Permanecimos afuera. Una Kapo (que es una prisionera designada para supervisar un determinado grupo de prisioneras) vino a hablar con nosotras. Nos dijo su nombre, Toska. Creo que era polaca. Parecía ser muy honesta. Nos preguntó si teníamos alguna duda. Muchas personas hicieron la misma pregunta, "¿cuando nos reuniremos con nuestras familias?". Con lágrimas en los ojos, apuntó para el crematorio. Pasó un momento difícil para hablar. Después de recuperar la compostura, continuó, "como ustedes, fui traída aquí con mi familia, pero ahora, estoy sola". Nos alertó para que quedáramos alertas, no sería fácil permanecer con vida. Luego fuimos llevadas a las barracas. Allí había otra Kapo, su nombre era Eva. Era malvada. Una muchacha judía que se comportaba de forma desvergonzada, usando un palo para controlar a las internas.

Fuimos colocados en una posición sentados muy apretados para pasar la noche. En mi miseria decidí seguir el consejo del Rabino, tener esperanza y rezar. Cada noche, recitaba oraciones en hebreo. Las sabía bien e incluía a cada miembro de mi familia, y naturalmente, Aisnley (el novio de Vera). De alguna forma, mi pasado religioso me dio fuerzas, pero también conservaba un sentimiento de culpa ¿porque yo? ¿Porque estoy viva y mi familia no?.Me atormentaba.

Antes del amanecer, fuimos despertados con un alto sonido de silbato. Teníamos que correr y alinearnos para la inspección. Dos veces por semana, teníamos que marchar desnudas para dentro de un barracón enfrente de los doctores, Méngüele y otros, para la selección. Si alguien era removido de la fila sólo significaba la muerte. De esta manera tratábamos de aparentar estar en muy buena condición.
Recibíamos una rebanada de pan y una cucharada de mermelada en la mañana. A la tarde, hacíamos un turno para conseguir una olla de comida, que no tenía sabor y que era muy poco. No había ni platos ni cubiertos. De esta manera hacíamos una fila y con el mismo vaso todos bebíamos. Muchas personas incluyéndome, estábamos contagiándonos de alguna enfermedad como el escorbuto. A la tarde, nuevamente, teníamos que mantenernos de pie en fila durante dos horas para ser contadas. Algunas veces vi cuerpos quemados como carbón en las alambradas, la visión era horrible.

Una mañana luego del conteo, me acosté en el piso. Un soldado de las SS me pisó el estómago. La sobrevivencia por más de un día era una conquista.


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Mensaje por Shindler » Dom Oct 21, 2007 4:50 pm

Luego de ésta parte queda una más disculpen pero el artículo era más extenso de lo que pensé, de todas maneras se los recomiendo.

Luego de tres o cuatro semanas mas tarde, una mañana, estábamos entrando en una fila para que nos tatuaran en los antebrazos nuestros números de identificación, cuando mi prima Magda fue removida de la fila. Una vez más me sentí perdida. Quería quedarme con ella, era muy buena conmigo. Me arrodillé y fui hasta una ventana, pasé por ella y me encontré con Magda. Entré en la fila atrás de ella. No teníamos idea de lo que pasaría con nosotras, pero estábamos juntas una vez más y eso significaba mucho para nosotras. Había decenas de personas. Entramos en pequeños vagones tirados por un tractor. Después de viajar por cerca de tres horas y media llegamos a una hacienda.


Se nos dió un abrigo, dormíamos sobre la paja en el suelo. Más tarde, colocaron algunos catres para nosotras. Cuando ya era de noche, la puerta era cerrada y quedábamos encerradas. A las 6 de la mañana las puertas se abrían nuevamente. Recibíamos algo para desayunar y éramos llevadas en un camión hasta los campos, para trabajar. Teníamos que recoger trigo y avena, armar fardos, atarlos y colocarlos en pié, como si formáramos pirámides. Teníamos dos supervisores: un hombre, que era gentil. Si alguien tenía dificultad en realizar el trabajo el le ayudaba y nunca se quejaba. La mujer no gustaba de ninguna de nosotras. La escuché decir al supervisor que éramos judíos y que no merecíamos recibir ninguna ayuda. Todos tratamos de dar lo máximo de nosotros, éste lugar era definitivamente mejor que Auschwitz. Los domingos, para el almuerzo nos daban puré de papas con una rodaja de queso en un plato normal. Esto significaba mucho para todos.


Un día, el propietario cabalgó hasta el lugar en donde trabajábamos. Me llamó y a otra chica para hablar con el. Nos dijo que en vez de trabajar en los campos iríamos a trabajar en la cocina. La otra muchacha tenía solamente 13 años. Normalmente la veía engrasando zapatos. Terminé ayudando a las dos empleadas, pelando vegetales y frutas. Era mejor que trabajar en los campos. Llenaba mis bolsillos con las cáscaras de las manzanas que pelaba. A veces lograba esconder algunas zanahorias o manzanas pequeñas que compartía con los demás.


Vi a la familia yendo a la iglesia en las mañanas de los Domingos. Recordé como acostumbraba a ir a la sinagoga junto con mis padres, hermanos y otros miembros de mi familia. No sentía envidia de ellos, pero me ponía mal. La injusticia era tan horrenda. Aquí estaba yo, trabajando como esclava. ¿Por que? No hice nada malo. Habían nacido en la fé cristiana. Acaso por haber nacido bajo la fé judaica. Tenían todo lo que querían. Y a nosotros todo se nos fué quitado. Tenían su família con vida. No se que pasó con la mía. ¿Cómo se podía permitir esos crímenes en pleno siglo 20? Estaba perdiendo mi fe en la humanidad. Cuestionaba la existencia de Dios. Al final de todo, había visto el crematorio largar humo durante todo el día en Auschwitz. Las crueldades sádicas de las que era testigo me daban la razón en creer que había muy pocas posibilidades de encontrarme nuevamente con mi familia.


Después de trabajar en la cocina por casi tres meses. escuche a las dos empleadas preocupadas porque los rusos se encontraban cerca y sobre lo que les pasaría. Para nosotros esto significaba una esperanza, de que nuestra libertad estaba cerca .(...)


Los rusos estaban cerca. Habíamos visto explosiones de artillería muy cerca. Nuestras vidas estaban en un resigo muy alto. Todos estaban con miedo. Seguimos trabajando por dos semanas, pero una mañana, en vez de ser llevadas para el trabajo, fuimos transportados nuevamente a Auschwitz. Era muy difícil mantener las esperanzas. Las personas en Auschwitz parecían esqueletos y sentían envidia por que trabajamos en una hacienda. Nos comunicaron que había una epidemia de tifus. Algunos de los barracones habían sido quemados hasta los cimientos. Las personas morían como moscas, no encontraba palabras para describir la intensidad de los crímenes. En aquella época, éramos los supervivientes de una raza. Me decía a mi misma para resistir "si alguien de mi familia esta vivo me necesitará". Este sentimiento de responsabilidad para con mi familia y con nuestra raza me mantenía luchando para mantenerme así "viva".


El hambre, la mugre y la tortura continuaban. Una mañana, para mi espanto, recibí un pequeño paquete. La Kapo que me lo dió, dijo que tenía que dar una respuesta, cuando abrí el paquete había un poco de pan, un lápiz y una nota. La nota decía... "Nací en Polonia. No soy judío. Expresé públicamente la oposición al gobierno; por eso fuí enviado a Auschwitz. Soy médico. Me gustaría saber si se casaría fuera de su fé" No demoré mucho en responder. Y mi corazón sabia que no me casaría fuera de la fé por respeto a mis padres. Tampoco había abandonado las esperanzas de mi relación con Ainsley. Asi que exprese mi gratitud a el y le expuse mis razones. Nunca más escuché de el otra vez.



Unas pocas semanas después, Magda y yo, junto a muchas otras personas, fuimos llevados a otro campo de concentración. Cuando llegamos, dos Kapos estaban encargados de llevarnos al interior del campo. Para nuestra suerte, tomaron libertades por su posición de superioridad, abrazándonos y agarrándonos. Fué embarazoso quedé apavorada. Nos dijeron que les recodábamos a sus hermanas. luego una fila se formó y caminamos hacia el campo.


Cuando entramos en el campo, fue una experiencia espantosa. En el centro había una inmensa formación. Tuvimos que alinearnos en uno de los lados. Las personas entraron en pánico, teníamos miedo de estar en frente de un pelotón de fusilamiento. Intenté calmarlos a todos diciéndoles que si nos quisieran matar lo hubieran hecho en Auschwitz.

Fuimos llevados a un predio donde tuvimos que tomar un baño y se nos dieron otras ropas, uniformes con franjas grises y azules. Hicimos una fila para la comida, que se nos dió en un plato. Era muy al estilo militar pero mejor que Auschwitz.

Cerca de la noche me sentí cansada y me acosté en uno de los catres. En cuanto me acosté mi prima entro corriendo y extremadamente agitada. Me dijo que los Kapos habían traído pan para nosotros. No quería ir e imploré para no ir, pero ella sólo corrió hacia afuera, diciendo que queríamos pan. A pesar de no querer ir corrí para no dejarla sola. Los dos muchachos quedaron felices de vernos, uno de ellos me agarró de la mano y de repente las luces se apagaron. Muchas personas entraron. Fuimos escoltados nuevamente a nuestro barracón, pero se llevaron a Magda con ellos. Un oficial SS llegó y le dió un golpe con un bastón de goma a mi prima. La escuché gritar y sentí su dolor. En mi corazón sabia que ella quería lo mejor para nosotros. Sólo quería un poco de pan. Cuando terminaron con ella pensé que vendrían por mí, pero eso no ocurrió. Podíamos ver a los dos Kapos afuera y vi dos postes con una cuerda gruesa en el medio. Cada hombre fue amarrado por los pies y brazos y fueron dejados así por horas.


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Mensaje por Shindler » Lun Oct 22, 2007 6:21 pm

A la mañana siguiente fuimos amontonados como sardinas en un vagón y fuimos enviados al campo de trabajos forzados. Nos tomó muchas horas llegar. Recuerdo haberle dicho a Magda que las personas eran muy buenas, pues me había dormido encima de ellas. Lo que no había percibido era que había dormido encima de cuerpos muertos. Mi prima estaba adolorida por el castigo recibido. Cuando el tren paró finalmente en el destino y la puerta se abrió, fuimos forzados a cargar los cadáveres.

Dormimos en el suelo en un barracón, con solamente un poco de paja como colchón. La comida era horrible y muy escasa. Para describir el hambre que sentía, una vez retiré una migaja de pan de la pared de una de las letrinas y me la comí. Hombres y mujeres usaban la misma letrina. No había nada parecido a la dignidad humana.

El trabajo era duro. Recibimos un pequeño pico y teníamos que cavar un área montañosa, para construir una trinchera. No recibimos ropas abrigadas. Envolvíamos nuestros pies en trapos, teníamos miedo del congelamiento. Algunas veces queríamos hablar con alguien, pero un soldado SS aparecía inmediatamente, gritando para que dejáramos de hablar y continuáramos trabajando.


Un día, Magda se enfermó. No podía ir al trabajo. Me quede preocupada todo el día, ¿Que pasaría con ella? Lo mismo me pasó a mí. No había un médico. Por suerte al día siguiente estábamos mejor y pudimos ir a trabajar. A las personas que no concurrían al trabajo mas de dos veces nunca más las vimos.

Eventualmente a medida del avance ruso, el campo debió ser eliminado. La marcha comenzó. Aún era invierno y hacía mucho frío. Marchamos todo el día. Cuando algunas personas estaban cerca del colapso y los propios guardias estaban cansados, normalmente encontraban un área en dónde podíamos pasar la noche, normalmente como animales. Teníamos mucha hambre. Recuerdo que una vez, cuando marchábamos, vi unas cáscaras de papas congeladas en la nieve. Tomé algunas rápidamente y me las comí.

Una vez fuimos encerrados en una cerca, algunos pocos decidieron que deberíamos escapar. Fuimos a un sótano que estaba lleno de forraje. nos enterramos en el forraje. En la mañana cuando los guardias nos vinieron a buscar, nos quedamos en el sótano. En la primer noche alguien tiró unas cáscaras de zanahorias y nos las repartimos. A la mañana siguiente un grupo de niños y adolescentes fanfarrones, bajaron al sótano. Uno a uno nos lanzaron por la ventana gritando "judío, judío". En poco tiempo un guardia SS apareció y nos llevó nuevamente a reunirnos con el grupo, y una vez mas la marcha se reanudó.

Una noche, era muy tarde. Estábamos extremadamente muy cansados y mi prima se sentía enferma. Le rogué que continuara caminando. Se dió la vuelta me miro y me dijo "Continúa tu. No puedo caminar más" y se desplomó. En ese momento me acosté a su lado diciéndole para que fingiéramos que estábamos muertas. El primer guardia nos gritó para que nos levantemos y seguir la marcha. Cuando un segundo guardia llegó y quiso dispararnos el otro le dijo "están muertas no desperdicies tus balas".

Inmóviles, nos quedamos hasta no escuchar más sonidos. En aquel momento, le dije a Magda que teníamos que continuar caminando, o nos congelaríamos hasta morir. Lentamente nos arrastramos hasta afuera. Con Magda apoyándose en mi, lentamente caminamos. de repente vimos una luz. Luego percibimos que se trataba de una casa. En ese momento no teníamos elección. Nadie nos dijo nada. Nos quedamos escondidas debajo de una cama y caímos en el sueño allí mismo. En la mañana un hombre nos golpeó con una escoba gritándonos “Juden heraus” (Judíos fuera). Luego de salir de la casa, nos arrojó unas migajas de pan, pensé que aún existía algo de humanidad en ese hombre.

Continuamos la caminata. Llegamos a un área más poblada y de repente vimos un policía dirigiendo el tránsito. Rápidamente hicimos un desvío para meternos en una casa. Una mujer se nos acercó y nos preguntó si queríamos algo de comer. Naturalmente que queríamos estábamos hambrientas. Regresó con dos porciones de queso y puré de papas en platos de porcelana, con tenedores. No sabíamos porqué estaban siendo tan buenos con nosotros, nos dijo que los rusos ya estaban en el área y que si venían a la casa querían que dijéramos que éramos buenas personas, que nos habían protegido y dado comida. Ahora entendíamos la situación en que nos encontramos. Estábamos felices, pues al fin seríamos libres.


Algunos minutos más tardes unos soldados rusos entraron a la casa. El padre o abuelo estaba sentado con todas sus condecoraciones militares en su uniforme. Un soldado ruso lo fusiló inmediatamente. Estábamos aterrorizadas. No sabíamos lo que nos pasaría. Una mujer vino a mí implorando para salvar a su hija, diciendo que un soldado ruso la había llevado a uno de los cuartos de la casa y que la mataría. Pensando en lo bien que nos trataron, corrí al cuarto. Aún era muy ingenua no me di cuenta que la estaba violando. Comencé a explicar que esas personas nos habían dado comida. Cuando tomó su arma. Mi prima corrió al cuarto, me agarró, me dió una bofetada y me empujó hacia afuera.
Ella estaba temblando. Me preguntó ¿No sabes porque la llevó al cuarto? En aquel momento no sabía, solo quería salvar una vida y si no fuese por Magda, habría muerto yo.


También percibimos que corríamos peligro. La libertad que esperábamos no llegó. No había ni ley ni orden. Estábamos solas. Cuando la noche llegó un soldado nos alumbró con su linterna y me ordenó que me pusiera de pié y que lo siguiera. Estábamos aterrorizadas. Grite y lloré. Mi prima trató de explicar que éramos judías y que habíamos escapado de un campo de concentración. Y el sólo dijo "judía igual, esta bien". Entonces Magda le dijo que yo era tan solo una niña. En ese momento se molestó y le dijo "Usted no es una niña", y la forzó a ir con el. Esperé atormentada, sin saber lo que le pasaría. regresó enseguida y me dijo que no consiguió violarla porque gritaba y lloraba mucho, entonces la golpeó y se fué.

Continuamos buscando comida. Encontramos una joven muchacha polaca. Encontraron unas papas, las cocinaron e insistieron en compartirlas con nosotras. También eran sobrevivientes. Nunca pude olvidarlas. Una vez nos escondimos en un montón de forraje para eludir algunos soldados. Pero de alguna manera nos deben haber visto pues prendieron fuego el forraje para obligarnos a salir. Un oficial ruso más viejo nos dejo ir pues le recordábamos a su familia. El mantenía una relación con una de las mujeres en donde nosotros vivíamos.


Una tarde nos encontramos con una joven, también sobreviviente. venía de una família muy religiosa. Sólo quería encontrar otra vez a su familia cuando regrese a casa. Pero eso no pasó, un soldado ruso embriagado la violó durante toda la noche. A la mañana siguiente la muchacha estaba muerta, había sangrado hasta morir. El soldado seguía borracho a su lado.

El oficial ruso veterano se convirtió en un gran amigo nuestro. A veces traía comida. Recuerdo un tapado beige que me obsequió, también zapatos, pero más que todo recuerdo que nos salvó la vida. Un día un camión nos vino a buscar, nos forzaron a subir, intentamos explicar que éramos sobrevivientes de un campo y que éramos judías, pero no resultó. Cuando estábamos en el camión, vimos a nuestro amigo hablar con los soldados y de inmediato nos bajaron del camión, no teníamos como agradecerle, y el lo hacía de bondadoso que era no esperaba nada a cambio de nuestra parte. (...)

Pasaron semanas y el clima estaba mejorando, Magda encontró una bicicleta. Decidimos buscar las dos comida en ella. Cuando regresábamos con algo de comida vimos que unos soldados rusos nos llamaban, magda aceleró y en eso escuchamos los disparos, no sabíamos si erraban al blanco o si solamente disparaban al aire, por suerte escapamos ilesas. (...)

En Mayo nuestro oficial amigo nos vino a ver. Dijo que la ferrovía hacia Hungría había sido reparada. Dijo el horario de salida del próximo tren. Nos aconsejó que lo tomásemos y le hicimos caso. Sabíamos que solo quería nuestro bienestar. Queríamos regresar a casa, aunque nunca mas pude llamar a Hungría como hogar. Amaba el país pero recordaba como el gobierno cooperó con Alemania al hacer las atrocidades en nuestra contra.

Llegamos al tren. Fué difícil abordar ya que no había plataforma, nos teníamos que empujar para poder entrar, en el interior estaban unas docenas de solados rusos, muchos ebrios, solo miramos al suelo, estábamos cubiertas para que no descubrieran que éramos mujeres, muchos orinaron en el suelo. Luego de varias horas nos bajamos en una pequeña ciudad en donde tomamos un tren de pasajeros. Al buscar un asiento una mujer vociferó "estos judíos sucios están regresando". En aquel momento me sentí feliz por haber sobrevivido y porque los antisemitas sentían la derrota. (...)


Ahora en Octubre de 1999. Estamos preparados para pasar los duros meses de Invierno en la Florida. Estoy terminando mis memorias. Me costó mucho escribirlas. Estoy cansada mental y físicamente. Es imposible aceptar esta indescriptible tragedia que la humanidad dejó que ocurriera. El despecho de todo nuestro sufrimiento, soy grata, las jóvenes Freed de Vár Utza, Kísvarda. Ellas me levantaron y me dieron coraje y fuerzas para continuar y caminar de de Birkenau a Auschwitz. Ellas cargaban con grandes piedras, pero sin embargo se preocuparon por otro ser humano.


En la medida en que entramos en un nuevo milenio, dejo salud, paz y prosperidad; libertad para todas las religiones e igualdad para todos.





Gracias por estar
"La esclavitud crece sin medida cuando se le da apariencia de libertad."
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Mensaje por David L » Vie Oct 26, 2007 1:15 am

Al final los húngaros no pudieron evitar las deportaciones de judíos, acabando la mayoría de ellos en Auschwitz, como es el caso de esta protagonista de tan triste relato.

Un saludo.
Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... elegisteis el deshonor y tendréis la guerra.

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Mensaje por Shindler » Vie Oct 26, 2007 4:08 pm

Cierto amigo David L y éste es uno de los miles que ocurrieron, por eso la importancia de registrar cada testimonio en la memoria de sobrevivientes del holocausto.



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Mensaje por David L » Vie Oct 26, 2007 9:40 pm

Desde luego Shindler, estos relatos siempre deben salir a la luz. Te agredezco tus aportaciones sobre el tema.

Saludos.
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USHMM, conmovedores testimonios e historias personales.

Mensaje por NBP15 » Jue Ago 08, 2013 2:03 am

Hola a todos.

Simplemente querría compartir dos enlaces del United States Holocaust Memorial Museum:
(Museo Memorial del Holocausto de Estados Unidos)

En este, judíos que vivieron los tristes episodios del Holocausto cuentan sus historias de viva voz :
http://www.ushmm.org/wlc/es/media_list.php?MediaType=oh

y este otro aparecen otras tantas historias personales, esta vez en forma de pequeñas biografías:
http://www.ushmm.org/wlc/es/media_list.php?MediaType=id

Encontré los dos enlaces sumamente instructivos porque presentan la historia del Holocausto de forma única, narrada por las personas que lo vivieron en carne propia. Espero que sirva de ayuda si alguien está interesado en el tema, o busca información sobre testimonios y experiencias personales de judíos en la Segunda Guerra Mundial.

Un cordial saludo.
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Re: USHMM, conmovedores testimonios e historias personales.

Mensaje por Antonio Machado » Jue Ago 08, 2013 4:00 am

Hol NBP15, estimado amigo canario !

Excelentes links, no los conocía, son inmensos, ofrecen cantidad de testimonios personales, habrá que irlos escuchando despacio, uno a uno.

Gracias por compartir !

Saludos cordiales desde Nueva York hasta las islas que vieron nacer a Galdós,

Antonio Machado :sgm65:

NBP15 escribió:Hola a todos.

Simplemente querría compartir dos enlaces del United States Holocaust Memorial Museum:
(Museo Memorial del Holocausto de Estados Unidos)

En este, judíos que vivieron los tristes episodios del Holocausto cuentan sus historias de viva voz :
http://www.ushmm.org/wlc/es/media_list.php?MediaType=oh

y este otro aparecen otras tantas historias personales, esta vez en forma de pequeñas biografías:
http://www.ushmm.org/wlc/es/media_list.php?MediaType=id

Encontré los dos enlaces sumamente instructivos porque presentan la historia del Holocausto de forma única, narrada por las personas que lo vivieron en carne propia. Espero que sirva de ayuda si alguien está interesado en el tema, o busca información sobre testimonios y experiencias personales de judíos en la Segunda Guerra Mundial.

Un cordial saludo.
Con el Holocausto Nazi en contra de la Raza Judía la inhumanidad sobrepasó a la humanidad.

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Re: USHMM, memorias y testimonios personales.

Mensaje por NBP15 » Jue Ago 15, 2013 1:44 am

Gracias Antonio Machado. :)

Sí, se los recomiendo, son unos documentos excelentes.
Unas historias desgarradoras contadas por los que las sufrieron. :(

Un cordial saludo.
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Re: USHMM, memorias y testimonios personales.

Mensaje por Audie Murphy » Vie Ago 01, 2014 1:25 pm

Aprovecho el hilo para inserta testimonios en vídeo


I'm Still Here Holocaust Survivor Diaries

Surviving the Holocaust in the Ukraine
https://www.youtube.com/watch?v=PJYWj8z-N9Q
https://www.youtube.com/watch?v=B56h2ySr86o

Annette Cabelli ingresó con 17 años en el campo de exterminio. Su madre fue llevada a la cámara de gas el primer día. '¿Ves el humo? Ahí está tu mamá', me decía el alemán de las SS"
http://www.elmundo.es/internacional/201 ... b4593.html

“A las jovencitas les quitaban todos los órganos que podían en el campo de concentración”
https://elpais.com/sociedad/2019/03/21/ ... 36325.html

Durante cuarenta años, Judith Rosenzweig se inhibió de hablar sobre sus experiencias durante la Segunda Guerra Mundial. Ahora lo hace para evitar que se imponga el creciente número de voces que niegan el Holocausto. http://www.dw.com/es/somos-los-%C3%BAlt ... a-37291692

Freddie Knoller, judío vienés que acabó en Francia luchando para la resistencia tras rechazar una oferta de la Gestapo para ejercer como espía. Traicionado por una novia, sobrevive a Auschwitz http://www.bbc.com/news/magazine-30811763




Kitty Hart-Moxon recuerda su paso con 16 años por Auschwitz y cómo funcionaba este siniestro campo
"El mal existe cuando las personas buenas no hacen lo que es correcto"

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Re: USHMM, memorias y testimonios personales.

Mensaje por Audie Murphy » Dom Ene 31, 2016 12:45 pm


Holocaust Memorial Day 2016 Guildhall London



International Holocaust Remembrance Day with Survivor Miki Popik — January 27th 2016


supervivientes del ghetto de Varsovia y Auschwitz como Javka Raban, Sara Rus, Eugenia Unger, Hirsz Litmanowicz o Miriam Bek













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USHMM, memorias y testimonios personales

Mensaje por pastelsjl » Jue Abr 04, 2019 8:10 pm

Anette Cabeli " A las jovencitas se les quitaban todos los órganos que podían en los campos de concentración. Una superviviente del holocausto de origen sefardí relata las atrocidades que vivió bajo el horror nazi https://elpais.com/sociedad/2019/03/21/ ... 36325.html

Annette Cabelli bajó del tren y vio cómo unos soldados cogieron del brazo a unos niños gemelos y los apartaron del resto del grupo. "Se los llevan para hacer experimentos", le dijeron. Cabelli tenía 17 años y acababa de llegar al campo de concentración nazi de Auschwitz (Polonia), en 1942. Unas semanas antes, en Salónica, la ciudad griega donde nació, las SS (la policía política del régimen nazi) se llevaron a uno de sus hermanos. “Vinieron los alemanes al gueto con perros y vestidos de negro a por todos. No supimos más de él”, narra la nonagenaria pausadamente en español ladino, su lengua materna. Ahora, a punto de cumplir 94 años, recuerda en el Centro Sefarad-Israel de Madrid la barbarie de Auschwitz, las atrocidades que soportó en tres campos de concentración y el antisemitismo que atravesó toda su vida.....
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