Vida y Muerte en el Tercer Reich, de
Peter Fritzsche,.
Nº de páginas: 352 págs.
Encuadernación: Tapa blanda
Editorial: CRITICA
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788498921489
Año: 2009
Peter Fritzsche es profesor de la Historia en la Universidad de Illinois y autor de varios libros entre los que se encontraría en castellano uno muy destacado: De alemanes a nazis, 1933-1945, editorial Siglo XXI, 2009.
El título es sumamente importante para comprender qué es lo que nos quiere mostrar en este trabajo el autor, Vida y Muerte son dos palabras intrínsecamente unidas en el Tercer Reich y darán mucho juego a lo largo y ancho del libro. Dice Fritzsche: “Las diversas formas en las que el nazismo fomentó una ideal de vida alemana estaban íntimamente asociadas a la casi muerte que, según creían sus partidarios, Alemania había experimentado en 1918”. Es clave incidir en este último aspecto porque de él deviene muchas de las actitudes tomadas por el pueblo y sus posteriores lealtades incondicionales que apuntalarían el régimen nazi durante sus doce años de existencia. Según el autor, el gran logro del nazismo radicó precisamente en conseguir animar al pueblo alemán a actuar como una unión étnica consciente de sí misma, de esta manera los alemanes se identificaron y colaboraron con el nuevo orden racial y, cómo mencionaba Fritzsche en un anterior trabajo, los alemanes acabaron convirtiéndose en nazis.
No hay duda de que sin una gama de complicidades desde amplios sectores de la sociedad alemana hubiese sido mucho más difícil poder llevar a la práctica las políticas nacionalsocialistas. La oposición al régimen también ocupa un lugar destacado en este análisis del Tercer Reich, parece quedar meridianamente claro la tremenda dificultad que suponía una resistencia al sistema nazi, toda la maquinaria gubernamental se puso en marcha para ofrecer a sus ciudadanos un concepto de regeneración nacional que trasladaría a la masa social un sentimiento de unidad nacional que debería ser germen para una paz social y una estabilidad económica. Los diversos testimonios de los que hace uso el autor demuestran esa aceptación, aprobada esta poco a poco en la sociedad germana conforme el nazismo se asentaba firmemente. Los diarios, como he mencionado, son una fuente fundamental en la tesis de Fritzsche, por poner un ejemplo, Viktor Klemperer nos dejó unos escritos interesantísimos para analizar cómo los alemanes se veían a sí mismos, sus relaciones con los judíos y la vida en general en el Tercer Reich.
Parece ser muy evidente que las medias tintas no existían, no había lugar para indecisiones, había que elegir y muchos alemanes decidieron ser nazis adeptos descartando cualquier tipo de oposición. Las apariencias no eran un término baladí en el Tercer Reich, nadie parecía desear quedar fuera de esa nueva comunidad racial, hasta numerosos oponentes políticos decidieron dar el paso y apoyar al nacionalsocialismo con sus promesas de prosperidad. El acicalado racial formó parte de esta conversión al nazismo, al final se moldeó como algo normal las llamadas categorías raciales, su lenguaje y métodos acabaron por entrar dentro de lo que se denominaría genéricamente como algo “normal”. Otro gran triunfo de los nazis según el autor.
La destrucción que conllevó el nazismo hizo partícipe del mismo al conjunto de la sociedad germana, ya fuese en el ámbito civil o desde las filas del ejército. Numerosos son los documentos gráficos de las matanzas de judíos que aportaron los soldados desde el frente, era un momento histórico y había que plasmarlo para la posteridad. Por eso se conservan tantas fotografías de aquellas horrendas matanzas y, en parte, unieron el destino de aquellos hombres con la victoria final, no habría lugar para el desfallecimiento porque eso implicaría la destrucción del pueblo alemán, se habían quemado todas las naves y solamente se podía continuar hacia adelante, esto parece evidente a la vista de cómo se comportó el infante alemán en el frente de batalla y, en cierta manera, en el frente civil.
El conocimiento profundo de lo que estaba sucediendo con los judíos resulta cuanto menos probado ante los numerosos ejemplos que el autor hace referencia en la obra. Las salidas de trenes cargados de judíos no eran ningún secreto, hay testimonios dónde se hace evidente que una gran mayoría conocía la violencia que les esperaba, tal vez no eran muy conscientes de los campos de exterminio, aunque hay un caso que menciona el autor muy destacado, en concreto se trata del alcalde de Auschwitz, un personaje que hace públicamente alusión al destino de los prisioneros que entraban en el mencionado campo sin secretismo alguno. Se sabía que la actuación hacia la comunidad judía era violenta, eran públicos muchas veces la subasta de sus bienes, la ocupación de sus viviendas tampoco fueron un secreto. El acuerdo ideológico con el nazismo no resultó algo menor a la hora de intentar comprender la lucha despiadada y la resistencia a ultranza del pueblo alemán. Se confiaba en el poder militar del nacionalsocialismo y se esperaban las recompensas, había toda una esperanza en obtener unas privanzas que asegurasen un porvenir esplendido al pueblo alemán.
Al final todo aquello se vino abajo, y no es tan descabellado creer ingenuamente que los alemanes dejaron de ser nazis de la noche a la mañana, para muchos la culpabilidad de Hitler radicaba en haber perdido la guerra, no en haberla comenzado.
La lectura de este trabajo de apenas trescientas páginas es desde luego una más que interesante tesis sobre la relación entre la Vida y la Muerte con mayúsculas en el Tercer Reich, no es una historia al uso del nacionalsocialismo, es un análisis que nos conducirá a la comprensión de la relación que se estableció entre la ciudadanía alemana y el nazismo durante esos doce años de vida del régimen, un vinculo ligado a un ideal de vida que aportaría bienestar, expansión y progreso a la nueva comunidad racial. Sin entender estos principios fundamentales del nazismo nunca podremos llegar a discernir cómo pudieron tantos alemanes unir su vida e indirectamente su muerte a la existencia y triunfo del Tercer Reich. Así lo intenta demostrar Peter Fritzsche a lo largo y ancho de toda la obra.
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