To the Gates of Stalingrad, David Glantz

Recensiones personales de libros leídos

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Chuikov
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To the Gates of Stalingrad, David Glantz

Mensaje por Chuikov » Vie Abr 19, 2013 2:13 pm

Queridos amigos,

desde que practicamente salió publicado "To the gates of Stalingrad", el primero de la trilogía de Stalingrado, este foro ha seguido la evolución de esta magna obra, por ejemplo aquí:

http://forosegundaguerra.com/viewtopic.php?f=21&t=9224

Incluso los compañeros del foro José Luis y Schwerpunkt han hablado sobre Fall Blau, dejando más que detalles del libro de Glantz aquí:

http://forosegundaguerra.com/viewtopic.php?f=5&t=712

Pues bien, aquí están mis impresiones sobre este magnífico libro:

Imagen

En el verano de 1941 Barbarroja es una de las posibles opciones con las que Hitler cuenta para continuar la guerra. Un año después, Blau es la única opción posible para un Hitler que comprueba que la globalización de la guerra ese mismo año podría traer rápidas y funestas consecuencias para su país.

To the Gates of Stalingrad es el primero de la supertrilogía que David Glantz está escribiendo sobre Stalingrado, la batalla sobre la que más se ha escrito, y sobre la cual han pululado importantes mitos o errores de interpretación que han llegado y llegan hasta nuestro días. El frente del Este es sin lugar a dudas el escenario bélico de la Segunda Guerra Mundial que más sujeto está a reinterpretaciones y a nuevas revelaciones. Libros que hace 10 años podían considerarse como referencias insoslayables para el lector hoy día se ven sujetos al juicio de las nuevas evidencias, que los lleva a segundo plano.

Este es un libro revolucionario. Lo es porque Glantz deshace, de forma inequívoca y diáfana, una de las grandes creencias que ha existido en la historiografía de la Segunda Guerra Mundial: que el Ejército Rojo efectúa una retirada estratégica en el verano del 42 ante el avance del ejército alemán, y que más tarde esos ejércitos que se han batido en una retirada programada son los mismos que acaban con los alemanes en el Cáucaso y Stalingrado.

Una década después de la guerra, Kurt Zeitler, sucesor de Halder como jefe del Estado Mayor del Heer alemán resumía así el fracaso de Blau:

“Los objetivos militares siempre se deben corresponder con las fuerzas y demás medios disponibles para la consecución de los mismos. Desde un punto de vista puramente táctico no es suficiente con simplemente llegar a un objetivo: la consolidación en el objetivo es también esencial. Si esto no se consigue, entonces las fuerzas involucradas se habrán sobreextendido , y la operación ofensiva, sin importar cómo de atractivo sea el objetivo, contendrá en sí misma y desde el principio el germen del fracaso, si no de una derrota real.”

Desde el primer momento, Blau I, Stalin ordena a sus fuerzas defender hasta el último hombre, en todos los sectores: Por ejemplo, después de destruir 600 tanques en su camino a Voronezh, una vez cerca de la ciudad Paulus y Weichs se enfrentan a otros 600, del 5º Ejército de Tanques, que Stalin moviliza ante la sorpresa del ataque en el sur. Pero no sólo moviliza a esos sino que también al 3º, 5º, 6º y 7º Ejércitos de la Reserva.

Los avances en la segunda fase, Blau II, en términos de velocidad son tan espectaculares como en Blau I y, de la misma forma, Stalin lanza nuevos ejércitos ( 57 y 24) para tratar de detener la debacle, que se dibuja incluso más catastrófica para los soviéticos que Blau I. Pero los alemanes avanzan , cortando la línea de retirada de los ejércitos 28 y 38. En medio de este desastre Stalin forma un nuevo frente con los restos de los Ejércitos del Suroeste y los nuevos 62, 63 y 64.

Hay un hecho innegable, y que desde que comienzo el libro busco la explicación de Glantz: los alemanes, efectivamente, en las gigantes bolsas que crean no atrapan ni la mitad de tropas que atrapan en Barbarroja: he ahí el quid de la cuestión. ¿Por qué? Porque los alemanes no cuentan con la infantería necesaria para impermeabilizar esas gigantescas bolsas: viene a cuento el párrafo de Zeitler de arriba. Los objetivos son demasiado ambiciosos para las fuerzas de las que se dispone.

Esta preocupación, no capturar a los suficientes soviéticos en las bolsas, es la que hace cambiar sustancialmente por primera vez los planes de la campaña, el 12 de Julio: Blau III no se planificará como un avance incondicional hacia el este buscando el Volga, sino que Hitler ordena cortar hacia el sureste, para así atrapar a más tropas, pero perdiendo de vista el objetivo de Blau III: Stalingrado. Bock se opone y Hitler no se resiste: lo sustituye por Weichs.

Llegado a buen puerto el cambio de rumbo, Hitler se encuentra con el dilema: ¿hacia dónde avanzar? ¿Hacia el Cáucaso o hacia Stalingrado? ¿Por qué no los dos? Esa es la historia de la directiva nº 45 del 23 de Julio de 1942, que divide el esfuerzo principal en dos ejes estratégicos distintos (Grupo de Ejeŕcitos A hacia el Cáucaso, y Grupo de Ejércitos B, hacia Stalingrado), más un tercero, el del extensísimo flanco izquierdo de todo el grupo de Ejércitos Sur ( luego A y B), que parte de Voronezh y llega siguiendo el cauce del Don hasta Stalingrado: mal asunto, argumenta Glantz: 2 grupos de Ejército para 3 ejes estratégicos separados.

Es curioso, la ventana que abre Glantz de un posible éxito que hubiese podido tener la estrategia alemana en caso de que, según expone, la prioridad de suministros en general hubiese sido para el Grupo de Ejércitos A y su esfuerzo en el Cáucaso, en vez de como fue, para el B, en Stalingrado.

El 6º Ejército, una vez encara la gran curva del Don, se encuentra con una enconadísima resistencia soviética, que desbarata el plan inicial de Paulus de, en el más puro estilo alemán, rodear a los soviéticos con una doble pinza que debía cerrarse en Kalach, para trapar a los ejércitos rusos al oeste de la curva del Don. Glantz resalta repetidas veces el hecho de que Paulus no consigue expulsar a los soviéticos de la curva del Don de una vez, sino que lo tiene que hacer en repetidas fases, a tirones, según iban llegando refuerzos , que son descontados del larguísimo flanco izquierdo, y según iba llegando gasolina para los tanques.

El larguísimo flanco izquierdo paulatinamente se desnuda de tropas alemanas, necesarias para despejar el camino hacia Stalingrado, para que sean sustituidas por rumanos, húngaros, italianos, que conceden cabezas de puente a los soviéticos en Serafimovich, por ejemplo.

Las conclusiones finales de Glantz son elocuentes, cuando menos: Después de atacar a un Ejército Rojo compuesto por 16 ejércitos a lo largo de un frente de 600 km, los Grupos de Ejército A y B derrotaron a 13 ejércitos, destruyéndolos casi por completo y malhirieron a otros 3. ¡ Pero en el ínterim la Stavka pone encima del tablero otros 24 ejércitos!!! Este dato, pormenorizado en el libro, desmonta el mito de que las divisiones que a primeros de Julio “se retiraron” ante el avance alemán son las que luego derrotaron a los alemanes. El inefable trabajo organizativo soviético brilla por sus espectaculares números. En septiembre, argumenta Glantz, la mitad de los 25 ejércitos que se oponen a los alemanes con completamente nuevos.

No puedo olvidar en la reseña las 60 o 70 páginas que Glantz dedica a la aventura del Grupo de
Ejércitos A en el Caúcaso. Otra vez, detrás de la voluptuosa avalancha de datos que ofrece, se aprecia una lucidez, una clarividencia, la del experto que lleva una vida dedicada al estudio de este conflicto, que le permite tomar cierta distancia del mapa y apreciar los fundamentos operacionales de la campaña como pocos.

El libro acaba con los alemanes a las puertas de Stalingrado, como bien dice el título. El segundo volumen se ocupa, en 800 y pico páginas en describir las batallas entre septiembre y noviembre del 42. Y el tercero, que verá la luz en cosa de un año se ocupará de las contraofensivas soviéticas del invierno del 42-43.

Otras consideraciones y opinión

El peso de la historia del libro está repartido a medias entre rusos y alemanes, y quizás un poco más por parte de los rusos. El objetivo de Glantz es demostrar que el Ejército Rojo nunca planifica ni lleva a cabo la “retirada estratégica” y que si los alemanes fracasan en su campaña de verano es por culpa de la enconada resistencia soviética, sobre todo, que siempre exige más divisiones alemanas en el frente.

En cuanto al estilo de Glantz, es el tema recurrente de los detractores. Bien, yo pienso que sería francamente difícil mejorar el estilo, teniendo en cuenta el contenido. El contenido es información cruda y pura. Hay muy pocos, poquísimos juicios de valor, los justos, aunque más que suficientes. Es un libro de movimientos de ejércitos y divisiones, de informes y contrainformes. Considero que es un libro de difícil lectura, por la concentración que requiere de forma contínua para no perderse. Los 90 mapas que tiene no son superfluos, son necesarios, y en todos hay que mirar detenidamente si no se quiere correr el riesgo de olvidar los últimos movimientos de los ejércitos al pasar la página. Son pequeños, y esta vez no lo digo por mi maltrecha vista, sino porque si no se amplían debidamente mediante una fotocopia, en algunos es prácticamente imposible distinguir algo.


Pues bien, éste es Glantz.
Carpe Diem

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Antonio Machado
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Re: To the Gates of Stalingrad, David Glantz

Mensaje por Antonio Machado » Vie Abr 19, 2013 8:13 pm

Hola Chuikov, estimado amigo !

Excelentes comentarios, me han motivado a leer esa famosa obra, un día de éstos le entro...

Gracias por compartir,

Saludos cordiales desde Nueva York hasta la bella Granada,

Antonio Machado :sgm65:
Última edición por Antonio Machado el Mié May 22, 2013 1:10 pm, editado 2 veces en total.
Con el Holocausto Nazi en contra de la Raza Judía la inhumanidad sobrepasó a la humanidad.

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David L
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Re: To the Gates of Stalingrad, David Glantz

Mensaje por David L » Lun Abr 22, 2013 8:36 pm

Ya me gustaría a mí Antonio podre leer esta trilogía de Glantz, pero hasta que no sea publicada en español, o al menos en francés, no creo que pueda hacerlo. Esta magnífica reseña es del amigo Chuikov.

Es muy interesante el dato en el que según Glantz el Ejército Rojo no realizó retiradas estratégicas, sino más bien resistió hasta prácticamente su aniquilación y, gracias al enorme material humano, pudo volver a poner en liza frente a una Werhmacht al límite de sus posibilidades logísticas nada más y nada menos que 23 nuevos Ejércitos. Lo que no parece ya un mito es el pésimo trabajo realizado por la inteligencia alemana sobre la capacidad del Ejército Rojo. Creo que a pesar de los éxitos alemanes sólo una descomposición política interna hubiera podido hacer caer al coloso soviético.

Un saludo.
Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... elegisteis el deshonor y tendréis la guerra.

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Re: To the Gates of Stalingrad, David Glantz

Mensaje por Chuikov » Lun Abr 22, 2013 9:58 pm

Pues qué bien que me confundan con David L, todo un placer.

Pues sí David, así es como termina Glantz su libro. Creo que es la última frase de libro: "Otra vez más, los alemanes subestiman al Ejército Rojo."
Carpe Diem

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Re: To the Gates of Stalingrad, David Glantz

Mensaje por David L » Mar Abr 23, 2013 11:26 am

Es que aunque pueda parecer un análisis simple no puedo llegar a entender cómo los alemanes pudieron subestimar tan a la baja al Ejército Rojo, ¿se lo explica Glantz? Es increíble.

Un saludo.
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Re: To the Gates of Stalingrad, David Glantz

Mensaje por Monterdez » Mié Abr 24, 2013 10:00 pm

Sin ánimo de ser exhaustivo:

La inteligencia alemana era consciente de la potencia "in crescendo" del ejército comunista y de la dificultad de una guerra en dos frentes amplios; otra cosa era Hitler, un visionario imbuido de la diosa fortuna, que nunca falla. El repaso que los fineses le dieron a los soviéticos en la 1ª guerra de invierno en el 39 y el prejuicio sobre la inferioridad eslava hizo el resto.

Humildemente.
"Estoy a favor de los derechos de los animales al igual que de los derechos humanos. Es la única manera de ser un humano completo". Abrahan Lincoln

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Re: To the Gates of Stalingrad, David Glantz

Mensaje por Chuikov » Mié Abr 24, 2013 11:06 pm

Hola,


perdón por el retraso en contestar. No recuerdo que Glantz haya invertido más de unas pocas frases en ocuparse de las suposiciones alemanas sobre el Ejército Rojo.
Carpe Diem

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José Luis
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Re: To the Gates of Stalingrad, David Glantz

Mensaje por José Luis » Jue Abr 25, 2013 7:08 am

¡Hola a todos!
Antonio2009 escribió:
El repaso que los fineses le dieron a los soviéticos en la 1ª guerra de invierno en el 39...
Este es un asunto importante, quizás crucial, pues en el comentario de Antonio2009, que recoge el sentir mayoritario de los militares y políticos de la época y el de la historiografía de posguerra, subyace un análisis incompleto y una valoración sesgada sobre las capacidades del Ejército Rojo y la Unión Soviética. Yo dría que aquí se puede aplicar muy bien eso de que "las hojas no dejan ver el bosque", donde las hojas representarían los defectos, errores y tremendas bajas del Ejército Rojo, y el bosque el resultado final de dicha guerra.

La llamada Guerra de Invierno entre la URSS y Finlandia comenzó el 30 de noviembre de 1939 y acabó el 12 de marzo de 1940 en una mesa de negociaciones cuyos acuerdos beneficiaron sustancialmente a los intereses del gobierno soviético. Si bien Stalin no consiguió su objetivo estratégico (absorber Finlandia para integrarla dentro de la URSS), la mesa de paz le proporcionó Karelia con Viipuri, todo el noroeste del Lago Ladoga, varias islas del Golfo de Finlandia, una base aérea en Porkkala, y parte del territorio al norte de Petsamo y Salla.

La primera fase de la ofensiva soviética, hasta finales de diciembre, fue un auténtico desastre militar soviético como consecuencia de una inadecuada planificación, mal conocimiento del terreno del teatro de operaciones, liderazgo mediocre, inadecuada o inexistente coordinación de unidades de armas combinadas..., y, por supuesto, la habilidad y destreza de un oponente bien entrenado que supo explotar a su favor las excelentes oportunidades que proporcionaban un terreno y clima especialmente favorables para la defensa. Estos desastres provocaron una enérgica reacción en el alto mando soviético, que reconsideró la conducción de la campaña y realizó cambios importantes en el liderazgo de la misma, reforzando la capacidad ofensiva del Ejército Rojo para acometer una guerra de desgaste, una vez rota la ilusión previa de infligir una derrota inmediata a los finlandeses. Con todo, en el cómpunto general de la guerra, el Ejército Rojo tuvo unas bajas increíbles: las fuentes rusas (Krivosheev) estiman 131.476 muertos y desaparecidos, 264.908 heridos, 132.213 casos de congelamiento y 5.486 prisioneros de guerra, lo que totaliza 534.083 bajas de un total de unos 900.000 soviéticos empleados en la guerra (un asombroso 60 por ciento de bajas). Y más si las comparamos con las estimaciones de bajas finlandesas: 22.430 muertos y desaparecidos, 43.357 heridos y 847 prisioneros de guerra*.

Bien, los análisis y valoraciones tras el final de esa guerra (especialmente, por sus consecuencias, en el campo alemán y con Hitler y el OKW-OKH a la cabeza) no pasaron de lo evidente y más llamativo, el mediocre desempeño del Ejército Rojo y sus increíbles bajas, ignorando por completo un hecho crucial que no debiera escapar al observador experto y desapasionado: la asombrosa capacidad del Ejército Rojo y la Unión Soviética para encajar unas cifras increíbles de bajas, por una parte, y la implacable efectividad del estado soviético para movilizar y explotar sus recursos humanos y materiales, por la otra. Ello explica, en gran parte, por qué la Unión Soviética puso un fin victorioso a la Guerra de Invierno en 1940, y por qué, más adelante, pudo resistir, rechazar y finalmente vencer a los alemanes en la guerra en el Frente Oriental.

*Véase Roger R. Reese, Lessons of the Winter War: A Study in the Military Effectiveness of the Red Army, 1939–1940. The Journal of Military History 72 (July 2008): 825–852.

El desdén, y hasta desprecio, que el alto mando alemán y Hitler mostraron hacia las capacidades del Ejército Rojo y el liderazgo político del estado soviético estaba basado, en una parte, en sus conclusiones sobre las purgas militares de Stalin en 1937-38 y el desempeño del ER en la Guerra de Invierno, y, en la otra, en sus prejuicios raciales y anticomunistas. Pero téngase en cuenta que esta infravaloración de las capacidades políticas y militares soviéticas no fue, ni mucho menos, exclusiva de los alemanes, sino que estuvo compartida por casi todos los líderes políticos y militares de las mayores potencias del mundo. Todo lo cual confirma un hecho: el enorme desconocimiento que existía sobre la Unión Soviética, desconocimiento agravado por los prejuicios políticos e ideológicos, no sólo alemanes, de un anticomunismo visceral que llegó a nublar el entendimiento de muchos líderes políticos y militares. Todo ello a pesar de que la historia de Rusia ya había proporcionado grandes lecciones militares, lecciones que, al parecer, sólo fueron comprendidas por Clausewitz.

Finalmente, y ya que este hilo recoge una inteligente reseña de un libro de Glantz, quiero manifestar que todos los verdaderos aficionados a la historia militar del Frente Oriental en la IIGM estamos en deuda impagable con este excelente historiador militar, colosal autor, brillante profesor y auténtico caballero.

Saludos cordiales
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Re: To the Gates of Stalingrad, David Glantz

Mensaje por Monterdez » Jue Abr 25, 2013 7:35 pm

Buenas tardes:

Sin abundar sobre lo comentado por Jose Luis, hay otro detalle importante: la sobreestimación de las fuerzas propias implica el menosprecio de las ajenas. Algo así sucedía con la Wehrmacht, que se autoconsideraba invencible desde el p. v. de muchos de sus mandos.

Y no digamos en el concierto internacional; J. Luckas, en "Cinco días en Londres" hace un certero análisis sobre el miedo de la población inglesa a un enfrentamiento con Alemania, y por ello, de su aceptación de la política de apaciguamiento.

Atte.
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Re: To the Gates of Stalingrad, David Glantz

Mensaje por David L » Mié May 22, 2013 5:37 am

Aunque llegué un poco tarde un par de preguntas: ¿Qué opina David Glantz del papel jugado por Paulus hasta entonces? ¿Desmitifica también la mala prensa que tras Stalingrado persiguió a Paulus?

Un saludo.
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Re: To the Gates of Stalingrad, David Glantz

Mensaje por Chuikov » Mié May 22, 2013 8:40 am

Hola David,

El libro acaba con el ejército alemán en las puertas de Stalingrado, en septiembre del 42. Hasta ese momento la responsabilidad de Paulus se centra sobre todo en los ataques para tomar la curva del Don, y no hay crítica negativa por parte de Glantz a Paulus, que yo recuerde. Si acaso hay algún problema es referido a la falta de efectivos alemanes para la ofensiva y las improvisaciones del alto mando alemán para resolver estos problemas. Supongo que en el segundo tomo, que espero leer a lo largo de este año, se parará un poco más con este asunto. Y sobre la buena o mala prensa de Paulus después de la guerra, ni una palabra.

Saludos.
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Re: To the Gates of Stalingrad, David Glantz

Mensaje por maxtor » Dom Jul 07, 2013 8:33 pm

José Luis escribió:¡Hola a todos!
Antonio2009 escribió:
El repaso que los fineses le dieron a los soviéticos en la 1ª guerra de invierno en el 39...
Este es un asunto importante, quizás crucial, pues en el comentario de Antonio2009, que recoge el sentir mayoritario de los militares y políticos de la época y el de la historiografía de posguerra, subyace un análisis incompleto y una valoración sesgada sobre las capacidades del Ejército Rojo y la Unión Soviética. Yo dría que aquí se puede aplicar muy bien eso de que "las hojas no dejan ver el bosque", donde las hojas representarían los defectos, errores y tremendas bajas del Ejército Rojo, y el bosque el resultado final de dicha guerra.

La llamada Guerra de Invierno entre la URSS y Finlandia comenzó el 30 de noviembre de 1939 y acabó el 12 de marzo de 1940 en una mesa de negociaciones cuyos acuerdos beneficiaron sustancialmente a los intereses del gobierno soviético. Si bien Stalin no consiguió su objetivo estratégico (absorber Finlandia para integrarla dentro de la URSS), la mesa de paz le proporcionó Karelia con Viipuri, todo el noroeste del Lago Ladoga, varias islas del Golfo de Finlandia, una base aérea en Porkkala, y parte del territorio al norte de Petsamo y Salla.

La primera fase de la ofensiva soviética, hasta finales de diciembre, fue un auténtico desastre militar soviético como consecuencia de una inadecuada planificación, mal conocimiento del terreno del teatro de operaciones, liderazgo mediocre, inadecuada o inexistente coordinación de unidades de armas combinadas..., y, por supuesto, la habilidad y destreza de un oponente bien entrenado que supo explotar a su favor las excelentes oportunidades que proporcionaban un terreno y clima especialmente favorables para la defensa. Estos desastres provocaron una enérgica reacción en el alto mando soviético, que reconsideró la conducción de la campaña y realizó cambios importantes en el liderazgo de la misma, reforzando la capacidad ofensiva del Ejército Rojo para acometer una guerra de desgaste, una vez rota la ilusión previa de infligir una derrota inmediata a los finlandeses. Con todo, en el cómpunto general de la guerra, el Ejército Rojo tuvo unas bajas increíbles: las fuentes rusas (Krivosheev) estiman 131.476 muertos y desaparecidos, 264.908 heridos, 132.213 casos de congelamiento y 5.486 prisioneros de guerra, lo que totaliza 534.083 bajas de un total de unos 900.000 soviéticos empleados en la guerra (un asombroso 60 por ciento de bajas). Y más si las comparamos con las estimaciones de bajas finlandesas: 22.430 muertos y desaparecidos, 43.357 heridos y 847 prisioneros de guerra*.

Bien, los análisis y valoraciones tras el final de esa guerra (especialmente, por sus consecuencias, en el campo alemán y con Hitler y el OKW-OKH a la cabeza) no pasaron de lo evidente y más llamativo, el mediocre desempeño del Ejército Rojo y sus increíbles bajas, ignorando por completo un hecho crucial que no debiera escapar al observador experto y desapasionado: la asombrosa capacidad del Ejército Rojo y la Unión Soviética para encajar unas cifras increíbles de bajas, por una parte, y la implacable efectividad del estado soviético para movilizar y explotar sus recursos humanos y materiales, por la otra. Ello explica, en gran parte, por qué la Unión Soviética puso un fin victorioso a la Guerra de Invierno en 1940, y por qué, más adelante, pudo resistir, rechazar y finalmente vencer a los alemanes en la guerra en el Frente Oriental.

*Véase Roger R. Reese, Lessons of the Winter War: A Study in the Military Effectiveness of the Red Army, 1939–1940. The Journal of Military History 72 (July 2008): 825–852.

El desdén, y hasta desprecio, que el alto mando alemán y Hitler mostraron hacia las capacidades del Ejército Rojo y el liderazgo político del estado soviético estaba basado, en una parte, en sus conclusiones sobre las purgas militares de Stalin en 1937-38 y el desempeño del ER en la Guerra de Invierno, y, en la otra, en sus prejuicios raciales y anticomunistas. Pero téngase en cuenta que esta infravaloración de las capacidades políticas y militares soviéticas no fue, ni mucho menos, exclusiva de los alemanes, sino que estuvo compartida por casi todos los líderes políticos y militares de las mayores potencias del mundo. Todo lo cual confirma un hecho: el enorme desconocimiento que existía sobre la Unión Soviética, desconocimiento agravado por los prejuicios políticos e ideológicos, no sólo alemanes, de un anticomunismo visceral que llegó a nublar el entendimiento de muchos líderes políticos y militares. Todo ello a pesar de que la historia de Rusia ya había proporcionado grandes lecciones militares, lecciones que, al parecer, sólo fueron comprendidas por Clausewitz.

Finalmente, y ya que este hilo recoge una inteligente reseña de un libro de Glantz, quiero manifestar que todos los verdaderos aficionados a la historia militar del Frente Oriental en la IIGM estamos en deuda impagable con este excelente historiador militar, colosal autor, brillante profesor y auténtico caballero.

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Me ha parecido sumamente interesante lo comentado por Jose Luis y su opinión es coincidente con la del historiador Chris Bellamy (entre otros historiadores) que en su libro "Guerra absoluta", también refiere a que hubo una mala interpretación general respecto al rendimiento del ejercito soviético en la guerra con Finlandia.

Las lecciones del invierno soviético – finlandés parecían confirmar los puntos de vista del propio Timsohenko y de muchos observadores en el primer año de la 2GM, recordemos que una vez finalizada la guerra soviético – finlandés todavía no había caído Francia y la fulminante Blitzkrieg en Polonia fue considerada también por muchos como causa de la inherente debilidad polaca. Durante la década de 1930, el ejército rojo había experimentado las tácticas de “batalla profuna” de Tujachevski que implicaban la destrucción simultánea en diversos puntos de las líneas enemigas hasta una gran profundidad y maniobrar rápidamente en los espacios que se habían abierto.

La experiencia finlandesa junto a la guerra civil española también afectó a los soviéticos en el sentido de apoyar el punto de vista de Timoshenko, según el cual lo que realmente funcionaba era un “muro de fuego”. “En años anteriores – dijo Stalin – prestamos demasiada atención a maniobras ostentosas”, una alusión a las grandes maniobras de 1935 y 1936, que atrajeron mucho interés de Occidente y a los grandilocuentes planes del ya desaparecido Tujachevski (Van Dyke, The Soviet Invasion of Finland, op. Cit, p. 202 y nota 64, p.217). Detrás de ese muro de fuego habría espacio para pequeñas maniobras tácticas, pero ahora bien, incluso a pequeña escala esas operaciones necesitaban de grandes mejoras en la formación, y sobre todo en las comunicaciones por radio. Al parecer Stalin había subestimado o no confiaba en las comunicaciones por radio y prefirió el cableado (con trágicas consecuencias en el inicio de Barbarroja). La cooperación entre las distintas armas del ejército era crucial, en particular entre infantería, los blindados y la artillería, así como en fuerzas terrestres y aéreas.

Tras el conflicto con Finlandia hubo propuestas para mejorar la eficacia táctica de la aviación soviética mediante la adoptación de la técnica alemana de bombardeo en picado, y el 22 de abril de 1949 se propuso enviar a Alemania a un grupo de pilotos soviéticos para que aprendieran la técnica (Van Dyke, pp. 201 – 202 y notas 52 y 60, pp. 216-217). Más que innovar la guerra con Finlandia reforzó muchas ideas que ya existían, se hizo necesario alargar a tres años el período de formación para jóvenes comandantes. Aunque la idea se hubiera aplicado de inmediato, tras el pacto con Alemania en 1939, habría sido necesario esperar hasta el final de agosto de 1942 para que se licenciara la primera promoción de jóvenes oficiales, y la verdad es que puede ser pura coincidencia pero fue a partir de dicho año cuando el ejército rojo realmente empezó a mejorar contra los alemanes.

La necesidad de Auftragstaktik – “directiva táctica” – y la importancia de la formación fueron quizá las lecciones más importantes que se inculcaron en los pantanos congelados, la nieve y los bosques de Finlandia. Quedó claro que las tácticas habían de adaptarse al terreno: lo que funcionaba en la estepa ucraniana no funcionaría en el Ártico o en los Cárpatos. Si no se manejaban bien los tanques, camiones, artillería de tracción mecánica serían más un estorbo que un activo. Durante la guerra soviético - finlandesa, Stalin ordenó la formación de nuevas brigadas de esquiadores para labores de reconocimiento.

Puede que muchos observadores contemporáneos se mofaran de la preparación del ejército rojo para la guerra moderna, pero los que siguieron con atención los combates en el istmo de Karelia, en particular el teórico militar y comentarista británico Basil Liddell – Hart, reconocieron un “sorprendente grado de adpatabilidad organizativa” ( Basil Liddell Hart: This Expanding War, Faber & Faber, Londres, 1942, p. 72).

La falta de preparación del ER para combatir en el invierno se debió en parte a estimaciones sumamente optimistas sobre la duración de la campaña y fue una lección bien aprendida. El material de artillería era motivo de especial preocupación. En el clima gélido de Finlandia, los mecanismos de las armas semiautomáticas fallaron. Había que desarrollar de inmediato nuevos tipos de lubricantes, fueron cambios lentos pero estaban en funcionamiento un año y medio después. En 1941 fueron los alemanes quienes se congelaron con sus uniformes de verano, junto con su combustible y sus lubricantes, mientras el ER avanzaba con abrigos acolchados, pieles y camuflaje de nieve, con un material que funcionaba a decenas de grados centígrados bajo cero. Una lección clave fue la necesidad de camuflaje y se apreció que el camuflaje de los fortines y sobre todo aeródromos solía ser muy deficiente.

En términos operativos y militares, la guerra soviético – finlandesa mostró una vez más que no había elección directa entre “maniobra” y “desgaste”. Desgastar significa matar y destruir. Contra la línea Mannerheim había pocas opciones. Sin embargo, cuando el 3 de marzo surgió la posibilidad de cercar Viipuri atacando a través del hielo del golfo de Finlandia, Timoshenko la aprovechó (Van Dyke, pp. 169), y los soviéticos aprendieron que las barreras defensivas también podrían ser muy útiles al propio ejército rojo. La experiencia de Finlandia demostró que un defensor podía absorber fácilmente una penetración profunda por parte de formaciones blindadas y mecanizadas. “Las fortificaciones fijas a largo plazo dentro de la zona defensiva proporcionan una potencia de defensa aún mayor y permiten el mayor número posible de tropas para una contraofensiva” (Van Dyke, p. 212). La receta para Kursk estaban servida.

A pesar de las cuantiosas bajas soviéticas al entrar en Finlandia las fuerzas soviéticas nunca se enfrentaron a un ataque concertado contra sus propias bases estratégicas hata el final, y en un plano político – estratégico la lección clave fue que no siempre se puede contar con recibir ayuda del país invadido. Los planificadores soviéticos habían contado con un derrumbe de la voluntad política y la moral de los finlandeses y con la caída de su gobierno. Eso no sucedió. En 1941 los alemanes si hubieran sido inteligentes, podrían haber aprovechado su buen recibimiento inicial para ganarse a la población de gran parte de la zona occidental de la URSS. No lo consiguieron por su brutalidad y colosal insensibilidad. “En ausencia de un derrumbe político – moral en el ejército y la población nacional del enemigo – concluyó el Estado Mayor soviético – el ejército enemigo seguirá conservando su capacidad de resistir”. (Van Dyke, “ The Soviet Invasion of Finland, p. 197).

Saludos a todos desde Benidorm.

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