Die Wehrmacht im Stadtkampf. Adrian Wettstein

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Die Wehrmacht im Stadtkampf. Adrian Wettstein

Mensaje por Chuikov » Vie May 25, 2018 12:07 pm

Die Wehrmacht im Stadtkampf 1939-1942. Adrian Wettstein

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El libro de Adrian Wettstein tiene como objetivo responder a la pregunta de cómo la Wehrmacht superó los combates urbanos durante los tres primeros años de guerra , qué enseñanzas sacó de ellos, y en qué grado o forma puso en práctica esas enseñanzas que sacó.

Es un libro de historia militar centrado en el nivel táctico, dedicado en su mayor parte a describir y analizar combates centrados en el ámbito urbano.
Es un libro de corte 100% académico, con lo que ello implica, entre otros:
1) Profusamente anotado.
2) Basado principalmente en fuentes primarias, casi siempre alemanas.
3) Con los juicios de valor muy bien fundamentados. De esa forma veremos tirones de orejas a David M. Glantz o a Richard Overy, por ejemplo.
4) Muy bien estructurado. Cuenta con un primer capítulo en el que defiende la motivación que le ha llevado a realizar su investigación, cuáles son las preguntas desde donde partirá en su exploración, la terminología y la metodología que seguirá.
5) Muy bien guiado por personalidades de talla mundial en la materia: Stig Förster, Sönke Neitzel, Karl-Heinz Frieser, Peter Lieb, Markus Pöhlman o David Stahel, todos ellos doctos eruditos.

Como objetos de estudio en detalle, Wettstein eligió cuatro casos, sobre los cuales centra sus pesquisas, acometiendo el análisis de los cuatro bajo el mismo prisma, organizado en cinco puntos principales: el desarrollo de la batalla, planteamientos operativos, táctica empleada, doctrina de mando y logística. Las batallas que estudia en detalle son la de Varsovia (45 páginas), Dniepropetrovsk (28 páginas), Novorossijsk (45 páginas) y Stalingrado (80 páginas). Pero, en general el autor da un repaso por todos los demás combates urbanos importantes.

El segundo capítulo ( de unas 30 páginas) pone en contexto dónde estaba en términos de doctrina la Wehrmacht en lo que a combate urbano se refiere, remontando desde Waterloo, pasando por todo el siglo XIX, 1GM, República de Weimar, y hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Es un repaso rápido por los reglamentos y manuales militares, digamos que un poco plúmbeo, pero necesario. En cualquier caso, sólo son 30 páginas.

El tercer capítulo (p65) trata las batallas urbanas entre septiembre de 1939 y junio del 41. Aquí empieza la parte más valiosa, en mi opinión, del libro, y se mantiene la calidad hasta el final, sin bajones reseñables. La batalla por Varsovia, muy a la contra de lo que la mitología en boga propagó, fue una lucha costosísima para los alemanes que, ni siquiera consiguieron conquistar la ciudad, sino que el 28 de septiembre de 1939, informados los resistentes de la inutilidad de prolongar la batalla, la entregaron. Pero los alemanes estaban a las puertas el 8 de septiembre. Fueron 20 días de combates, con divisiones alemanas pertenecientes a la flor y nata de la Wehrmacht, verbigracia la 4ª División Panzer, una élite de élites. Los pobres polacos, incomunicados con el exterior y con la esperanza de ser auxiliados por franceses e ingleses, aguantaron lo indecible, incluso a costa de dejar destruir su ciudad, y a pesar de la losa que supuso la entrada de los soviéticos el 17 de septiembre en suelo polaco.

Pasada la campaña polaca no hubo apenas combates urbanos reseñables, sobre todo porque las poblaciones y las autoridades, vistos los ejemplos de la propia Varsovia y de Rotterdam, no estuvieron dispuestos a dejar destruir su ciudad. Antes que eso, la entregaron intacta. Quizás esa percepción hizo a los alemanes sobreestimar el bombardeo artillero y los ataques desde el aire. En Rusia se comprobaría que esto podría complicar mucho las cosas, más que facilitarlas.

El capítulo cuatro va de junio del 41 a junio del 42, el primer año de Barbarroja. Partiendo de aquí (p118), y hasta el final en Stalingrado (p350) es donde está lo mejor del libro. Incluso para un lector bastante familiarizado con la operación Barbarroja, las batallas urbanas que Wettstein cuenta son una historia completamente nueva, no recogida en ningún otro sitio que yo sepa, que añade mucho matiz a la percepción que el lector pueda tener sobre la campaña. En este sentido, el libro abre horizontes interpretativos, multiplica la complejidad de la campaña alemana, descubre “nuevas batallas”. Aunque en este primer capítulo formalmente hay un solo caso de estudio, el de Dniepropetrovsk, también se tocan en una extensión considerable la batalla por Mogilev y la de Leningrado.

Quizás la que tuvo más significación para el curso de las operaciones fue la de Mogilev (también Rogachev, aunque esta cayó antes). Por allí llegaron unidades del 2º Grupo Panzer de Guderian hacia el 9 de julio de 1941. La infantería había llegado ese día a Minsk, lo que significaba que estaban a dos días de marcha forzosa de distancia de los carros de combate. Los puentes sobre el Dnieper de Mogilev eran muy importantes, y Guderian, viendo la situación, decidió tratar de cruzar el Dnieper sin esperar a la infantería, usando un precioso material pontonero, que luego sería destruido y perdido. Con más fatigas que éxito, la situación devino rapidamente en un costoso combate urbano. En ciudades cercanas, Orsha y Rogachev no fue el caso; cayeron rápido. Pero Mogilev era importante para los soviéticos: Desde el punto de visto operativo la cabeza de puente soviética en Mogilev cubría a un grupo de combate soviético al este del Dnieper, que amenazaba el flanco del 2º Grupo Pz. Desde el punto de vista logístico, los soviéticos bloqueaban con Mogilev un nodo importante para el tráfico, que discurría entre Minsk, Vitebsk y Gomel. Bloqueaban dos vías: Una la que corría a través del Dnieper, de norte a sur (tren y carretera), y que comunicaba Vitebsk con Orsha y Zhlobin y Gomel. Y otra, la que corría de oeste a este, línea de tren, que iba de Ossipovichi hacia Krychav, que luego comunicaba a Misnk con Roslavl. Y desde el punto de vista alemán, allí llegaban carreteras de Bobruisk y de Minsk. Y la carretera que iba hacia el este desde Mogilev, en dirección Yelnia era fundamental. Yelnia es un lugar de infausto recuerdo para los alemanes. Allí se certificó el desangramiento del Ostheer y, por tanto, el fin de la Blitzfeldzug o campaña relámpago de Barbarroja. Añadido a todo eso estaban los grandes talleres con que la ciudad contaba para el mantenimiento de ferrocarriles.

¿Por qué de repente tanto combate urbano? - se pregunta Wettstein. Hasta el ataque a Rusia este tipo de batallas habían sido la excepción. Según el autor, dos son las razones principales: 1) La geografía del tráfico en la URSS y, 2) derivado del punto 1, las restricciones logísticas que esta geografía imponía, obligando a los alemanes a usar las vías que pasaban por las ciudades, única forma humana posible de llevar los suministros hasta puntos tan lejanos. Unido a esto está la determinación de las autoridades soviéticas de aguantar a toda costa, incluso corriendo el riesgo de que la ciudad quedara completamente destruida.

Aunque ya sabido, el peor sitio donde una división Panzer podía luchar era el ámbito urbano. Durante el , aproximadamente, año que duraron los preparativos para la campaña nada se habló, que se sepa, de preparativos para tomar ciudades. Cierto es también que cualquiera que conozca someramente cómo fue ese año entre julio del 40 y junio del 41 no quedará extrañado de conocer esta circunstancia. Desde el principio de la campaña los grupos Panzer se despegaron de los Ejércitos de Infantería y, claro, fueron los primeros que se toparon con las grandes ciudades. Una división Panzer de 1941 contaba dos Schützen Regiment o de infantería, con dos batallones cada uno. Una división de infantería de ese tiempo, 3 regimientos a 3 batallones por regimiento. Cuando una división Panzer (casi siempre junto a otra , o una división motorizada, igualmente poco apta para el combate urbano) dio con una gran ciudad, tenía dos opciones: la primera, luchar por tomar la ciudad, a ser posible dando un golpe de mano ( buenos tiempos para los alemanes aquellos de la campaña yugoslava, con Kurt Meyer y unas cuantas BMW tomando Belgrado). Si el golpe de mano fracasaba entonces la lucha se enquistaba y eso era la ruina para la división. Con ello la Blitzkrieg se paraba en seco y la división se desgastaba inútilmente. La otra opción era sortear la ciudad , seguir avanzando, y dejarla para la infantería que venía detrás, que tardaría unos cuantos días en llegar. Con esto se corría el riesgo de aumentar aún más la distancia entre los ejércitos de infantería y los grupos Panzer. Cualquier provisión que contemplara este tipo de problemas brilló por su ausencia. Estas palabras de Michael Geyer son elocuentes sobre este tema de la falta de planificación: “El núcleo de estas operaciones [de la Blitzkrieg] no consistió en un particular uso de nuevos medios de hacer la guerra, sino en una suerte de oportunismo operacional que desconocía métodos estandarizados y preestablecidos, sólo la máxima explotación posible del éxito con todos los medios disponibles en la persecución del objetivo último de derrocar al enemigo rompiendo la voluntad de su liderazgo. La Blitzkrieg devoró la aproximación sistemática a las decisiones del mando militar.” (1)

También se tratan en este capítulo las batallas por Dniepropetrovsk y Kiev, el desastre rumano de Odessa y las duras batallas de invierno por Kholm y Demyansk. Aunque con extensiones, por fuerza tiene que ser así, desiguales, el autor hace un barrido bastante completo de los principales combates urbanos.

El quinto capítulo es el más extenso de todos y el que suscitará más interés: Se estudian a fondo tres casos: El de Lenigrado, Novorossijsk y Stalingrado, además de otra miríada de batallas urbanas, verbigracia, Voronezh o Rostov. Abarca el lapso entre julio y noviembre del 42.

El asunto de Leningrado atraviesa transversalmente los dos capítulos dedicados a Barbarroja ( practicamente todo el libro: pag 118-350). Es comúnmente sabido que los alemanes se apostaron a las puertas de Leningrado en septiembre del 41 y, después de una serie de consideraciones, incluso con la participación de eruditos del mundo académico alemán, se decidió dejar morir a la población , cercando la ciudad e intentando un bloqueo total. Fueron 900 días de cerco. El invierno de 1941/42 fue espantoso para los habitantes leningradenses, pero ya después se mantuvo statu quo, sobre todo porque los alemanes no fueron capaces de mantener el bloqueo total. El momento para tomar Leningrado quizás había pasado. Eso no quiere decir que Hitler no albergara esperanzas de tomar la ciudad, incluso a la altura de verano del 42 y más allá. En vista de los refuerzos que recibe el grupo de ejércitos Norte (p199-200) en primavera del 42, se puede hacer uno una idea de la importancia que Hitler daba todavía a la conquista de Leningrado. Al tratar esta parte, Wettstein llama la atención al mundo académico de investigación militar, que últimamente se ha centrado sólo en la división como objetivo de estudio (2) . Wettstein defiende el estudio del Heeresgruppe o grupo de Ejércitos debiera haber recibido mucha más atención como objeto de estudio , ya que tenía el material más determinante ( recibieron y administraron la mayoría de batallones de carros pesados, importantes unidades de ingenieros, batallones de artillería autopropulsada, artillería…). Claro que sería dejando más de lado el aspecto sociológico (muy dado a estudio en el ámbito de la división) y centrándose en otros aspectos más relacionados con el combate y su planificación.


Cuenta Wettstein que se juntó más artillería en el verano del 42 en torno a Leningrado que lo que se había reunido para Sevastapol, aunque mucha menos aviación.(p203, nota 85). No parece que Hitler se olvidara de Leningrado. Terminando el verano (cita de 28 de agosto de 1942, p206) Manstein ve más factible rodear Leningrado y hacer que sus habitantes mueran de hambre, que asaltar la ciudad, aún teniendo toda la artillería que tenía. Finalmente, estando todo dispuesto para Nordlicht (P209), el principal esfuerzo alemán contra Leningrado, los soviéticos atacaron sobre el Flaschenhalss (Siniavino, Mga, el corredor de Schlisselburg) , y las tropas del 11º Ejército se tuvieron que dirigir a detener esa ofensiva soviética (el 4 de septiembre). La pararon ya el 20 de octubre, pero para entonces no quedaba fuelle para la operación sobre la ciudad. Masntein, Hitler, Küchler, jugaron a conquistar la ciudad, pero evitando el combate urbano, que sabían sería costosísimo. Nadar guardando la ropa: Agua de borrajas.

El siguiente caso de estudio es el del ataque alemán sobre Novorossijsk. Cada uno de los cuatro casos de estudio está planteado con el mismo esquema: una historia convencional de la batalla centrada en el aspecto táctico, hasta nivel de batallón, planteamiento operativo (si fue atacada frontalmente, desde un flanco o rodeada), la táctica vista de cerca, la ejecución de los mandos (centrada en dos aspectos muy de la idiosincrasia castrense alemana , a saber, la Auftragstaktik o táctica por misiones, que daba gran autonomía a los oficiales, y el mando desde primera línea de batalla, que era muy efectivo, pero causaba muchas más bajas entre la oficialidad) y el aspecto logístico ( munición, reemplazos, sanidad, alimentación…).
La batalla por Novorossisk es de lo mejor del libro. Para empezar, Wettstein pega un tirón de orejas a Glantz (p223), al cual acusa de ceñirse exclusivamente a “sus” fuentes soviéticas, circunstancia que le hace cometer un error de bulto en las fechas entre las cuales se desarrolla la batalla por la ciudad caucásica. Sin embargo , todo hay que decirlo, gran parte del análisis general de la campaña de verano del 42 que hace Wettstein está prestado de Glantz y sus dos primeros libros de la tetralogía de Stalingrado. Tenía que ser así. Me ha gustado especialmente esta batalla porque es paradigmática de lo que fue la aventura alemana en el Caúcaso y en la operación Azul en general: un desastre.

Copio este párrafo de la reseña que hice de Armaggedon in Stalingrad , del propio Glantz, y que la explicación de Wettstein de la batalla por Novorossissjk no hace más que confirmar:
El capítulo 8 está dedicado a la ofensiva en el Cáucaso entre Septiembre y Noviembre, cuando una Wehrmacht desfondada directamente baja los brazos a las puertas de Ordzhonikidze, asunto que ,según Glantz, sella definitivamente el fracaso de Blau, mucho antes de lo que tradicionalmente se ha escrito y pensado, verbigracia, que el fracaso de Blau no llega hasta la muerte del 6º Ejército. En este sentido Glantz gusta de hacer una comparación entre Barbarossa y Blau, en dos planos: en el estratégico, explica que antes del batacazo en Moscú (en Barbarossa) el grupo de Ejércitos Norte y Sur ya se habían estrellado en Leningrado y Rostov respectivamente, y que el comportamiento de Blau era igual: antes de la contraofensiva soviética, Urano, ya se había renunciado al objetivo “irrenunciable” de Blau, el petróleo. Y en el sentido operacional, en 1941 la Wehrmacht cada vez tenía que hacer avances más estrechos y profundos por falta de fuerzas. Esto es exactamente lo que pasa en el Cáucaso, así pues , igual que los desastres de la Wehrmahct en Tikhvin y Rostov en noviembre del 41 representan el epítome del fracaso de Barbarossa, el fracaso del Grupo A en Noviembre del 42 en el Cáucaso lo es de Blau.
(3)


Dicho de otra forma: Antes de que el primer alemán ponga un pie en Stalingrado, hacia el 12 o 13 de septiembre, la operación Azul ha fracasado estrepitosamente. Hitler lo sabe. Y supongo que Stalin también lo sabría. El 8 de septiembre se desencadenó la segunda gran purga de mandos en el Ostheer y en el Heer en general (la primera fue en la crisis del invierno anterior). Días antes Hitler se había empeñado en que la 4ª división de montaña atacara hacia Gudauta, a lo que Konrad, comandande del XXXIX Gebirgskorps y el propio List, comandante del Grupo de Ejércitos A objetaron que era imposible y solicitaron una reunión con Jodl. El 7 Jodl voló a Stalino y se reunió con estos generales. La idea de Hitler era que Jodl convenciera a los generales insumisos. Cuál fue su sorpresa cuando al día siguiente, el 8 , Jodl volvió, pero de parte de los generales. Hitler enfureció: a los pocos días Halder es sustituido por Zeitler, Jodl ha perdido la confianza del Führer, List es apartado del mando del Grupo de Ejércitos A , y Hitler en persona coge el mando del grupo de ejércitos. Es decir, antes de que los alemanes lleguen a Stalingrado, el punto de culminación de la batalla ha llegado (otra vez Clausewitz; como atacante, hay que evitar llegar a ese punto, porque si se llega las consecuencias pueden ser desastrosas). Ya desde finales de agosto el avance alemán es ridículo, en el sentido de que cada vez es a través de líneas más estrechas, con menos divisiones, y con un objetivo más pequeño ( ahora era Tuapse; no el Cáucaso). Las circunstancias hicieron ver a los soviéticos que Stalingrado era el lugar y el momento. Stalingrado fue el "Turning-point" psicológico de la operación azul, y de la guerra en general. Pero el auténtico turning-point militar de la operación azul fue en agosto del 42, en las batallas en torno a la curva del Don. Lo mismo se puede aplicar para 1941: el turning-point aparente es la derrota a las puertas de Moscú en diciembre, aunque el auténtico es en agosto del 41, en el puente de tierra entre el Dvina y el Dnieper, entre Smolensk, Yelnia y no sé qué pueblos más. Y en Novorossisjk se ve claramente que los alemanes ya estaban pasados de rosca.

Una década después de la guerra, Kurt Zeitler, sucesor de Halder como jefe del Estado Mayor del Heer alemán resumía así el fracaso de Blau:
“Los objetivos militares siempre se deben corresponder con las fuerzas y demás medios disponibles para la consecución de los mismos. Desde un punto de vista puramente táctico no es suficiente con simplemente llegar a un objetivo: la consolidación en el objetivo es también esencial. Si esto no se consigue, entonces las fuerzas involucradas se habrán sobreextendido , y la operación ofensiva, sin importar cómo de atractivo sea el objetivo, contendrá en sí misma y desde el principio el germen del fracaso, si no de una derrota real.”
(Tomado de Glantz, primer tomo de la tetralogía de Stalingrado).

El siguiente caso de estudio es el de Stalingrado: “Die eigene Infn Kraft schwindet in hartem Häuserkampf äußert rasch, so dass, wenn nicht weitere Kräfte von W nachgeschoben werden, ein Versanden des Angrifss zu befürchten ist” (p291) “ Nuestra infantería desaparece en los duros combates por los edificios tan rapidamente, que si no se envían más fuerzas se corre el riesgo de que se pierda el ataque… “ .Del KTB del 6º Ejército el 20 de setiembre de 1942. El libro de Wettstein es una buena oportunidad para familiarizarse con la batalla por Stalingrado, quiźas la reina de las batallas en la 2GM. Wettstein la relata con una profundidad que hubiera sido la adecuada si la hubiera acompañado de buenos mapas. Sin ellos es fácil perderse. Quizás es la principal crítica que le haría al libro: en casi todas las batallas en las que se detiene a explicar, los mapas se hacen insuficientes, porque si te metes a explicar a nivel hasta de batallón los combates, si no hay mapa, entonces el texto pierde fuerza, y es difícil seguirlo. Más allá de esto, Wettstein explora aspectos originales sobre Stalingrado ( al menos con respecto a lo que yo haya leído sobre la batalla), por ejemplo: analiza el, según él, mito propagado por soviéticos, y copiado en occidente incluso por conspicuos historiadores como Richard Overy, que cuenta en su fantástico libro “¿Por qué ganaron los aliados? ” que la victoria soviética se debió a la desesperada e inconcebible resistencia de unos cuantos cientos de soldados soviéticos, que pusieron en jaque al 6º Ejército. Bueno, no sólo por Wettstein, sino sobre todo por Glantz, ya sabemos que esto es radicalmente falso, que Stalin fue alimentando el caldero cuidadosamente como para que nunca se apagara el fuego en Stalingrado, reteniendo así a las tropas alemanas, mientras se preparaba el sartenazo en las espaldas profundas. Desmonta, por otro lado la creencia de algunos historiadores de que la Wehrmacht hubiera desempeñado un empleo táctico peor que el de los soviéticos. Ni mucho menos, piensa el autor. Entre otras cosas, también hace un análisis del aspecto logístico y sanitario muy interesante, en mi opinión. Quizás también influenciado por Glantz, llama la atención sobre los feroces combates en el flanco norte alemán de Stalingrado, los famosos azotes en la zona del Kotluban, responsables en buena medida de la falta de refuerzos alemanes en el centro de la ciudad.

Pasado el capítulo de Stalingrado(pag 350) el libro ya encara su final. Hasta entonces quedan 80 páginas de texto. Es un descenso extremadamente agradable organizado en dos capítulos, sobre todo porque toca un montón de aspectos, combinando precisión con legibilidad y amenidad. El primero de ellos es el referido a la formación y equipamiento de armas del soldado alemán. Casi todo el capítulo lo dedica Wettstein a analizar el armamento: armas cortas, rifles de precisión, rifles de asalto, artillería y artillería autopropulsada. Muy interesante, en tanto en cuanto no sólo describe las características principales de cada una de ellas, sino que también las compara con las de los otros ejércitos. Como aspecto especial en este capítulo, el autor se entretiene especialmente en los cañones de asalto autopropulsados, en su desarrollo y su uso como el “mejor amigo” (son palabras mías, no de Wettstein) del soldado en el combate urbano., el Sturmgeschützt. No en vano, él ya había estudiado específicamente este asunto (4) .

Y en el último capítulo Wettstein da un repaso rápido a los combates urbanos de la segunda mitad de la guerra, desde Cassino, Caen o Market Garden, dando cuatro pinceladas que se leen muy gustosamente. Compara el sentido que tenía para los alemanes defender una ciudad cuando avanzaron los rusos, con el sentido que le habían dado los soviéticos antes. Analiza el concepto Festung y los efectos que pudo tener y, en general, todo muy liviano e interesante.

El libro tiene mucha calidad, abre horizontes interpretativos y, no me explico cómo no está traducido ni siquiera al inglés.

A continuación transcribo las principales conclusiones que el autor extrae de su estudio y que deja explicadas en las últimas nueve páginas del libro:

En principio, mucho antes de la llegada al poder de Hitler, se estudió el combate en zonas construidas, pero no en zonas urbanas a fondo. Tan sólo con la H.Dv. 300 el Reichswehr puso los primeros cimientos de un reglamento de lucha urbana. El Reichswehr basó muchos de sus principios de combate urbano en la lucha urbana de los años 20 para aplastar insurrecciones de su propio pueblo.

Pasado Polonia, con Varsovia, apenas hubo batallas urbanas. Las naciones no estaban preparadas para sacrificar sus ciudades, sólo por defenderse. A la vista de Varsovia y de Rotterdam, era lo que se podía esperar. Por eso las rindieron y no hubo grandes combates urbanos antes de Rusia. (p415)

Todo esto cambia con Rusia: La geografía del tráfico soviética, unida a la estrategia Blitzkrieg alemana, y los requisitos de aprovisionamiento alemanes hicieron que hubiera que pasar por las ciudades sí o sí. Esto creó grandes problemas a los alemanes:
Si las unidades blindadas se quedaban para conquistar las ciudades, perdían muchas fuerzas tontamente porque los blindados no estaban listos para el ataque en la cuidad. Pero si los blindados bordeaban la ciudad y dejaban el combate para la infantería que venía detrás, la distancia entre infantería y blindados se hacía mucho más larga, agravando los problemas alemanes. (p416)

También para la campaña de verano del 42 las ciudades soviéticas jugaron un papel importante. Aún así, antes de comenzar el ataque alemán sobre Stalingrado, la ofensiva alemana ya había fracasado. Ya había llegado a su fin en septiembre del 42. (p417)

Los aliados también infravaloraron la dificultad del combate urbano.

El libro ha tenido el siguiente objetivo de estudio: Cómo combatió en ciudades la Wehrmacht durante los primeros tres años de guerra, qué aprendizajes sacó de ellos, y cómo los implementó, si es que lo hizo.

En el plano operativo: Casi todas las ciudades se atacaron frontalmente o desde un flanco. Nunca hubo rodeo o cerco. De esta forma la Wehrmacht siempre permitió que el enemigo metiera refuerzos y aprovisionamientos siempre que quiso. Al estar la Luftwaffe casi enteramente destinada a labores de apoyo, no se destinó a Interdiktionsoperationen, a cortar la llegada de suministros. Esto hizo que las batallas urbanas fueran mucho mas largas, con más pérdidas y más costosas. (p418)

Los alemanes infravaloraron el poder defensivo de las ciudades.

En el plano táctico: Hay una clara influencia del Reichswehr.
Se sobrevaloró el efecto de los bombardeos de preparación de la artillería y los ataques aéreos.
Lo que sí se confirmó como un buen invento fue la combinación de armas. Una buena coordinación entre la infantería y los panzers fue algo que brilló por su ausencia al principio. Aunque se dio pocas veces ese caso. Normalmente la infantería estuvo sola. En la segunda parte de la guerra, sin embargo, la cosa cambió. Hubo más disponibilidad de medios acorazados para el combate urbano. (p419)

También quedó acreditada la flexibilidad de la tropa y los mandos. Cada vez se fue refinando más, aunque no estuvo acompañado de una mejora técnica, al menos hasta 1942. El apartado sobre armamento deja claro que la gran mejoría no se produjo hasta 1943.
Fúhrungstaktik (táctica de mando): "Führens von vorne" o mando desde adelante y "Führens mit Auftrag" o ejercicio del mando mediante misiones, no sólo fueron cosa teórica, sino que funcionaron , y muy bien.

Los mandos responsables del aprovisionamiento quedaron desde el principio saturados , sobrepasados, por los requerimientos tan grandes que las luchas urbanas impusieron. Más munición significaba menos material sanitario y gasolina para las ambulancias.......(p421)


Aunque la Wehrmacht sólo se había preparado relativamente para el combate urbano, los retos que le impuso la guerra los pasó con nota, porque aprendieron rápido.: Kampf und Führungstaktik (la táctica de combate y de mando) fueron adecuados, y pudieron, al menos al principio , imponerse sobre cualquier deficiencia técnica o de escasez de material. Se trató principalmente de un aprendizaje desde la periferia, mucho más que a través de las instancias centrales.
Como puntos débiles, las instituciones centrales fallaron en su tarea de centralizar y coordinar los conocimientos que se fueran incorporando. Fue mucho más importante el boca a boca, los canales extraoficiales o la rotación de unidades.

La Wehrmacht no usó una táctica errónea en Stalingrado, es decir, no fracasó porque usar una mala táctica, sino porque cada vez más la divergencia entre medios y objetivos se fue haciendo más grande.(p422)

Hay gran necesidad de estudiar la historia operativa, desde una perspectiva amplia: Táctica, logística, formación, mando de unidades, técnica y la coordinación de todos estos aspectos. (P423-424).


(1) citado en http://forosegundaguerra.com/viewtopic. ... 165Michael Geyer por el compañero José Luis, “German Strategy in the Age of Machine Warfare, 1914-1945,” en Peter Paret (ed.), Makers of Modern Strategy. From Machiavelli to the Nuclear Age (Princeton, New Jersey: Princeton University Press, 1986), p. 585.

(2) Los casos más palmarios son: “Hartmann, Christian, Wehrmacht im Ostkrieg: Front und militärisches Hinterland 1941/42” (Quellen und Darstellungen zur Zeitgeschichte, Band 75) (2010), Rass, Christoph, “ 'Menschenmaterial': Deutsche Soldaten an der Ostfront. Innenansichten einer Infanteriedivision 1939 – 1945.” (2003), Bartov, Omer, “Hitler's Army: Soldiers, Nazis, and War in the Third Reich” (1992) y, más recientemente, Rutherford, Jeff, “Combat and Genocide on the Eastern Front: The German Infantry's War, 1941-1944 “, 2014.

(3) http://isidorovr.blogspot.com.es/2013/1 ... lantz.html

(4) En esta dirección http://portal-militaergeschichte.de/wet ... artillerie se puede descargar un ensayo de unas 15 páginas donde Wettstein estudia el nacimiento y desarrollo de la artillería de asalto. La web es del Arbeitskreis Militärgeschichte, el Círculo de trabajo de historia militar.

Saludos cordiales.
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José Luis
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Re: Die Wehrmacht im Stadtkampf. Adrian Wettstein

Mensaje por José Luis » Vie May 25, 2018 5:34 pm

¡Hola a todos!

Muchísimas gracias por la reseña, Chuikov. Un placer leerla.

Saludos cordiales
JL
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sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

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