Dieppe 1942. El desembarco fracasado- Terence Robertson

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Dieppe 1942. El desembarco fracasado- Terence Robertson

Mensaje por David L » Sab Jun 16, 2018 8:38 pm

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Dieppe 1942. El desembarco fracasado, de Terence Robertson.
Agosto de 1942, tropas canadienses y británicas y hasta un grupo ranger de los EEUU se disponen a intentar el primer asalto de cierta entidad contra la fortaleza europea dominada por Alemania. La necesidad de aliviar el frente del Este y el deseo de emplear raids de fuerza mediante Operaciones Combinadas, que ayudasen a mantener en estado de alerta a las defensas costeras y que sirviesen a su vez para mesurar la potencia de las mencionadas fortalezas costeras, fueron motivos más que suficientes para que Gran Bretaña decidiese preparar esta operación militar. De todo esto va a hablar este libro, publicado inicialmente allá por los años 60 y reeditado por INEDITA en 2013, es de los pocas obras que hay en castellano, al menos que yo conozca, sobre el tema.

Entrando ya de lleno en este trabajo, podemos afirmar que este ha aguantado bastante bien el paso de los años, es un libro en el que los canadienses son los principales protagonistas del mismo, no podía ser de otra manera, de hecho el libro despide un cierto aroma a reivindicación de estos, es un trabajo que quiere rendir homenaje a la primera participación de Canadá en la Segunda Guerra Mundial, recordar pero también analizar cómo y de qué manera se comportaron aquellos bravos hombres. El libro está muy bien estructurado, ya que la Operación Jubilee , que así fue como se denominó a dicha operación, tuvo un antecedente de actuación que no llegó a fraguar, la Operación Rutter , esta última fue realmente la génesis de la posterior acción que condujo a Dieppe en agosto de 1942. Robertson nos acerca a las vicisitudes, tanto políticas como militares que llevaron a la preparación de Dieppe, hay que destacar que las tropas canadienses y sus particularidades nacionales entre francófonos y anglófonos siempre complicadas, sumadas
a sus ansias por participar en la guerra acabarían siendo difíciles de gestionar tanto a nivel interno de país como en conjunto con las tropas Aliadas. Los canadienses, tal y como afirma el autor, estaban en Gran Bretaña como un bebe en el feto en espera de dar a luz. La tardanza en su empleo estaba minando la moral de los hombres y comenzaban a sentir que su presencia dentro del conglomerado de la Commonwealth no era precisamente valorada. Había ganas de pelea y Dieppe les ofrecía la oportunidad que tanto esperaban. Por otra parte, el autor inicialmente no parece muy convencido de esta participación, o al menos es crítico con la manera en la que se fraguó dicha operación. Por cierto, Montgomery dirigía el Mando Suroriental situado en el área desde el que se lanzaría el ataque y sería el encargado de comandar la inicial Operación Rutter planeada para julio de 1942, el autor desliza ciertas críticas hacia el militar británico, sobre todo por su controvertida aceptación-aunque en defensa de éste podríamos decir que fueron ordenes de arriba- a la hora de no utilizar una cobertura aérea que acabó rechazándose por temor a causar excesivas bajas entre la población civil francesa. Lo curioso es que Montgomery no acabó dirigiendo el ataque, sería trasladado al frente africano al mando del VIII Ejército. En definitiva, en esta primera parte el análisis de los hombres participantes, las razones del raid, los planes que comenzaban a generar controversias no sólo militares sino también políticas, la inicial depresión ante la suspensión de Rutter y la posterior ansiedad por reinventarla con Jubilee dan a esta primer bloque una importancia suprema para comprender qué pasaría posteriormente en el campo de batalla.

El segundo bloque va directamente al grano, aquí se va a saborear la gloria o el fracaso más estrepitoso, el plan carecía en cierta manera de flexibilidad, el apoyo artillero desde los destructores debería ser básico para facilitar el movimiento de las tropas de desembarco y, como bien comenta el autor, este hecho era preocupante desde comandante para arriba, así pues no parece que la fuerza naval tuviese la suficiente envergadura como para anular las defensas costeras; los canadienses iban a descubrir la guerra, y bien que lo refleja el autor durante la narración del asalto propiamente dicho, aquí sí comienza la acción, la lucha descarnada por salir de la playa, la aniquilación de batallones enteros ante las defensa enfiladas de los alemanes, unos soldados que se vieron ciertamente sorprendidos ante el tamaño del ataque. De alguna manera podríamos hablar de un éxito táctico, aunque después de nueve horas de duros combates los Aliados sufriesen entre muertos, heridos y desaparecidos alrededor de 3367 hombres de los 6000 implicados. No podía vencerse mediante un ataque frontal sin una cooperación adecuada naval y aérea. Esa es la sensación que nos quiere transmitir Terence Robertson, desesperadas son las líneas en las que se hace mención a la angustiosa huida de las tropas, el famoso lema de “sálvese quien pueda” tuvo aquí su comprensión más cierta. Por supuesto, la derrota y la gloria se dieron la mano en muchas ocasiones a lo largo de los combates, auténticos héroes frente a otros soldados más atenazados por las circunstancias convivirían en aquellas terribles playas. Dieppe sería la tumba de muchos infantes canadienses que tan alegremente se aprestaron a “iniciar su guerra”.

Para finalizar, el autor dedica las últimas páginas a intentar buscar un sentido a dicha operación que cubriese al menos el honor canadiense, aunque el asalto supusiese un fracaso, ya que no se consiguió ninguno de los objetivos previstos, y si a ello le sumamos el número de bajas pues todo parece indicar que no valió la pena dicha incursión. Pero con la cabeza más fría y con el paso de los meses se aprendieron lecciones que servirían muy eficazmente para el posterior desembarco, este sí sería el definitivo, el Día D en 1944. Como bien comenta Terence Robertson en un último párrafo, si uno intenta comprender porque un día de agosto de 1942 tantos canadienses murieron en aquellas playas pregunten a un americano, a un británico o a un canadiense que desembarcó en las playas normandas en junio de 1944 y que sobrevivió si el solo hecho de su salvación constituyó una razón suficiente para asaltar Dieppe en 1942. Una buena reflexión.
Fuente imagen: https://www.casadellibro.com/libro-diep ... 15/2197685
Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... elegisteis el deshonor y tendréis la guerra.

Winston Churchill a Chamberlain.

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