Tierras de Sangre.Europa entre Hitler y Stalin, de Timothy Snyder.
Nº de páginas: 624 págs.
Encuadernación: Tapa dura
Editorial: GALAXIA GUTENBERG
Lengua: CASTELLANO
ISBN: 9788481099492
Año:2011
El texto seguirá un orden cronológico, un reguero de muerte que comenzará con las colectivizaciones forzadas en Ucrania a cargo del régimen estaliniano, un plan que acabó con la vida de millones de personas por inanición y con el estigma de ser culpables de un fracaso anunciado. Seguirá años más tarde con el Gran Terror (1937-1938) perpetrado contra las diferentes nacionalidades y etnias que formaban parte de los mencionados territorios, ataque que representaría el asesinato de más de setecientas mil de personas a cargo nuevamente del régimen de Stalin siendo los polacos los más afectados por esta cruel política. Posteriormente, se analizará la época en la que nazis y soviéticos eran aliados, tras la invasión y reparto de Polonia y los países bálticos entre ambos tiranos, para acabar ya con la más destructora de las matanzas cometidas contra aquellas desgraciadas poblaciones, la invasión alemana de la URSS.
Sin duda este orden cronológico no es algo que el autor haya realizado de una manera inconsciente o no planeada, es fundamental para Timothy Snyder demostrar como estas estadísticas tienen en cierta manera un nexo temporal donde la lógica y su utilización como arma política no variaron en exceso, aunque los motivos de las matanzas fuesen multicausales. El terrible genocidio al que se vio envuelta esta población, tan difícilmente catalogable a una tierra propiamente dicha con unas fronteras claramente establecidas, no tuvo parangón en la historia de Europa. Resulta espantoso pensar que muchos de esos pobladores de las Tierras de Sangre sufrieron en apenas unos años la violencia de ambos regímenes, es más, resulta también grotesco que se diera en ocasiones el deseo de las víctimas de ser “liberados” por las hordas rojas o negras en función del momento y, además, comprobar cómo la salvación de la vida estaba sujeta a la colaboración con uno u otro dictador sin importar cualquier tipo de afinidad. Bielorrusia fue un ejemplo muy a las claras de una población que fluctuó en la colaboración en función de quién dominara el territorio, terrible la barbarie en aquellas tierras.
Por supuesto los Judíos y sus millones de asesinados tienen un lugar “privilegiado” en estas escalofriantes cifras, unos ciudadanos que acabaron por ser primero judíos y después añadida su nacionalidad como si fuese algo secundario, o peor todavía, es difícil saber con exactitud quién podría reclamar sus muertes en función de su etnia o nacionalidad. Fue tan complicado establecer fronteras dignas de mención en la zona en aquellos años que todos aquellos asesinados pasarían difícilmente a englobar unas estadísticas no siempre correctas, Snyder se cuestiona si ¿pueden realmente los muertos pertenecer a alguien? También los campos de concentración y exterminio tendrán su lugar en este trabajo, sin duda acabar en Treblinka, Chelmo, Belzec, Sobibor suponía una muerte segura, sitios espantosos construidos única y exclusivamente para ser asesinados. Auschtwitz fue el referente de un campo que englobaría la concentración con el asesinato en masa, pero a pesar de su gran importancia Timothy Snyder quiere destacar que cuando en este lugar se empezó a matar ya se había asesinado a millones de seres al este de la línea Ribbentrop-Molotov, la mayoría de los judíos asesinados en el Holocausto jamás vio un campo de concentración, Snyder habla de hasta un noventa por ciento de asesinados que ya lo habían sido cuando las cámaras de gas de Birkenau empezaron su mortífero trabajo. Las utopías tanto de Stalin como de Hitler resultaban claramente impracticables, siendo la población la que sufriría en sus carnes la frustración de dichas ensoñaciones, ellos serían las cabezas de turco donde descargar toda su furia. Podría quedarnos el consuelo de saber que una vez finalizada la contienda mundial las matanzas cesarían, pero las limpiezas étnicas alentadas desde Moscú hacia los judíos conllevaría de nuevo un antisemitismo en las Tierras de Sangre que acabarían por contaminar toda aquella zona. El odio a los judíos siguió siendo un arma utilizada durante muchos años todavía una vez acabada la Segunda Guerra Mundial.
Para finalizar, me gustaría remarcar la enseñanza que ha intentado mostrarnos Timothy Snyder en esta colosal obra, aquella que afirma que cada muerte registrada sugiere una vida única y que no puede ser sustituida, que debemos ser también capaces no sólo de contar el número de muertos, sino de contar con cada víctima como individuo. Los números que conforman los recuentos de los millones de asesinados en las Tierras de Sangre nunca deberían ser redondos.
Fuente imagen: https://www.casadellibro.com/libro-tier ... 92/1945293