Chamberlain y el fracaso del apaciguamiento

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pastelsjl
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Re: Chamberlain y el fracaso del apaciguamiento

Mensaje por pastelsjl » Vie Feb 16, 2018 8:02 pm

una pregunta. Tras la invasión de Polonia, la inacción bélica en el frente, la Drole de guerre y sitkrig que tuvo lugar hasta la toma del poder por Churchill, tiene algo que ver con la postura de apaciguamiento de Chamberlain. gracias

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Re: Chamberlain y el fracaso del apaciguamiento

Mensaje por José Luis » Sab Feb 17, 2018 12:48 am

pastelsjl escribió:una pregunta. Tras la invasión de Polonia, la inacción bélica en el frente, la Drole de guerre y sitkrig que tuvo lugar hasta la toma del poder por Churchill, tiene algo que ver con la postura de apaciguamiento de Chamberlain. gracias
No. Salvo que el apaciguamiento fue causa de las carencias del ejército de tierra británico en equipamiento y personal, y del arma aérea en bombarderos. Pero fuera de eso, la drôle de guerre estuvo motivada por la doctrina y estrategia militar francesa y por conveniencia económica (el tiempo jugaba a favor de los aliados, mientras Alemania se veía perjudicada por el bloqueo económico).

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Re: Chamberlain y el fracaso del apaciguamiento

Mensaje por José Luis » Sab Feb 17, 2018 10:37 am

¡Hola a todos!

El gasto militar en Gran Bretaña, al que ya he hecho referencia de pasada, es un buen indicador de las consecuencias de la política de apaciguamiento. Recordemos que aunque Chamberlain no llegó a Downing Street hasta 1937, fue desde 1931 el ministro de finanzas y un serio obstáculo para cualquier propuesta de incremento del gasto militar en base a las circunstancias internacionales de cada momento.

Por años fiscales, en 1931 Gran Bretaña gastó 107,5 millones de libras esterlinas. Alemania, aun bajo la República de Weimar, 610 millones de marcos del Reich. Para 1932 la relación fue de 103,3 millones de LE contra 720 m. RM. En 1933, cuando Hitler llegó al poder, la relación fue de 107,6 m. LE contra 740 m. RM. En 1934 comienza el despegue alemán: los británicos gastan 113,9 m. LE y los alemanes 4.190 m. RM. En 1935, cuando Hitler anuncia la creación de la Luftwaffe y el servicio militar obligatorio, vulnerando así el Tratado de Paz de Versalles, Gran Bretaña gasta 137 m. LE y Alemania 5.480 m. RM. En 1936, cuando tiene lugar la remilitarización de la Renania y ya se produjo desde el invierno anterior la invasión italiana de Etiopia, Gran Bretaña gasta 185,9 m. de LE y Alemania 10.270 m. RM. En 1937, con la GC española iniciada el año anterior y el nombramiento de Chamberlain como PM, Gran Bretaña gasta 256, 3 m. LE y Alemania 10.960 m. RM. En 1938, con la anexión alemana de Austria, Gran Bretaña gasta 397,4 m. LE y Alemania 17.240 m RM. En 1939, tras el botín militar alemán de Checoslovaquia y la invasión italiana de Albania, Gran Bretaña no llega ni a doblar el presupuesto del año anterior y gasta 719 m LE, mientras Alemania alcanza los 38.000 m RM. Finalmente, en 1940, cuando ya se está en guerra, Gran Bretaña gasta 2.600 m LE y Alemania 55.900 m RM.

Durante todo ese periodo de tiempo se experimenta una tensión política en las relaciones europeas que va en aumento continuado, especialmente a partir de 1934. Sin embargo hasta vísperas de la guerra, los gobiernos británicos sólo aumentaron su gasto militar de los casi 114 millones de libras esterlinas de 1934 a los 719 millones de 1939. La contrapartida alemana es brutal; de los 4.190 millones de marcos de 1934 a los 38.000 millones de 1939.

Otro aspecto importante del gasto militar, al margen de la cuantía, era su destino. Contrariamente a lo que exigían los jefes de la RAF, que daban prioridad a la producción de bombarderos, la política de apaciguamiento, en su mentalidad defensiva, dio prioridad a los cazas. Robert Self, que ya comenté que es el autor de la más notable biografía de Chamberlain, apunta a las buenas consecuencias de la política de rearme de Chamberlain al dar prioridad a la aviación de caza, que en última instancia posibilitó la victoria a la RAF sobre la Luftwaffe en la Batalla de Inglaterra. Este argumento es bastante simplista, oportunista y débil. Vale tanto como especular que si Chamberlain, sin política de apaciguamiento, hubiera apostado a tiempo por un rearme en profundidad, priorizando la aviación de caza y el ejército de tierra, es muy probable que la agresiva política exterior de Hitler, vía anexiones e invasiones, se hubiese frenado desde el principio. Lo cierto es que las cifras de la producción de aviación militar dan buena idea de lo que pudo haber sucedido si se hubiese adoptado esta hipótesis. A continuación los años fiscales y las cifras de producción de aviación militar británicas y alemanas, respectivamente:

-1935: 1.140/3.183
-1936: 1.877/5.112
-1937: 2.153/5.606
-1938: 2.825/5.235
-1939: 7.940/8.295
-1940: 15.049/10.247

Y para 1941 las cifras británicas alcanzaron los 20.094 aviones militares de todo tipo, mientras los alemanes “sólo” llegaron a 11.776.

Estas cifras del gasto militar y la producción de aviación militar tienen como fuente el artículo donde Self argumenta la ventaja de los cazas a toro pasado (Robert Self, Neville Chamberlain and Rearmament, 20th Century History Review. September 2007, p. 16).

Esta indolencia en la política de defensa de los gobiernos británicos no escapa a la visión forjada por los prejuicios ideológicos de la élites británicas, ya desde el final de la IGM, respecto de lo que veían como el virus bolchevique. Ya el 24 de octubre de 1933, Sir Arthur Balfour (desde 1935 Lord Riverdale), presidente de la Capital Steelworks de Sheffield, comentó al Daily Telegraph de Sheffield:

Will the Germans go to war again? I don't think there is any doubt about it, and the curious thing about it is that I am almost persuaded that some day we shall have to let the Germans arm or we shall have to arm them. With the Russians armed to the teeth, and the tremendous menace in the East, Germany unarmed in the middle is always going to be a plum waiting for the Russians to take. One of the greatest menaces to peace in Europe to-day is the totally unarmed condition of Germany. (Sheffield Daily Telegraph, October 24, 1933).

Y Lloyd George declaró en la Cámara de los Comunes un año más tarde:

...in a very short time, perhaps in a year, perhaps in two, the conservative elements in this country will be looking to Germany as the bulwark against Communism in Europe........Do not let us be in a hurry to condemn Germany. We shall be welcoming Germany as our friend. (Commons, November 28, 1934).

El anticomunismo, que en Chamberlain adquirió tintes enfermizos, fue la principal razón de la política de apaciguamiento. No las excusas financieras y económicas, el miedo a la guerra o el deseo de paz. De hecho, el escenario final de la política de apaciguamiento que hubiera hecho rebosar de felicidad a Chamberlain (y la legión de políticos, banqueros y empresarios que pensaban como él) habría sido contemplar la devastación militar de Europa oriental en una guerra entre Alemania y la Unión Soviética con victoria final para Alemania. En cambio, el escenario final de la política de apaciguamiento de Chamberlain fue la devastación de la Europa occidental en una guerra contra Alemania.

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Re: Chamberlain y el fracaso del apaciguamiento

Mensaje por José Luis » Dom Feb 18, 2018 9:34 am

¡Hola a todos!

Hay otro aspecto de la política de apaciguamiento que apenas se menciona en la literatura académica y popular, pero que tiene, a mi juicio, una gran relevancia pues desvela la fasedad de los propios compromisos de Chamberlain hacia las víctimas de su apaciguamiento.

Se trata del Acuerdo de Munich de 29 de septiembre de 1938* y el Anexo al Acuerdo, que reza literalmente:

His MAJESTY's GOVERNMENT in the United Kingdom and the French Government have entered into the above agreement on the basis that they stand by the offer, contained in paragraph 6 of the Anglo-French proposals of the 19th September, relating to an international guarantee of the new boundaries of the Czechoslovak State against unprovoked aggression.

When the question of the Polish and Hungarian minorities in Czechoslovakia has been settled, Germany and Italy for their part will give a guarantee to Czechoslovakia
.

La propuesta anglo-francesa de 19 de septiembre de 1938 consistía en que si Benes (el presidente checo) consentía en los sacrificios que se le pedían, entonces tendría derecho a alguna garantía sobre la futura seguridad de Checoslovaquia. Así que como consecuencia de los sacrificios aceptados por Benes en el Acuerdo de Munich de 29 de septiembre de 1938 (aunque no hubiera participado en dicha reunión), Gran Bretaña y Francia reconocían en el anexo su obligación de garantizar las nuevas fronteras de Checoslovaquia contra cualquier agresión no provocada.

Pronto se vio que esa garantía era papel mojado cuando el 15 de marzo de 1939 las tropas alemanas invadieron Checoslovaquia. Pero antes de que se produjera esa invasión, habían sido muchas las críticas en la Cámara de los Comunes contra la garantía dada en el anexo. Esto lo analiza Gillard cuando informa que las cuestiones y críticas se dirigían contra la "incierta naturaleza" de la garantía. "Los portavoces parlamentarios señalaron que se había hecho un compromiso sin precedentes para defender una frontera en Europa central. Esta frontera era la de un estado rodeado de enemigos y privado en gran parte de sus medios de defensa por el Acuerdo de Munich. Las proyectadas garantías alemanas e italianas se consideraron carentes de valor incluso si alguna vez fueran dadas. La línea de la frontera que había que garantizar era incierta todavía, pues se anticipaban más cambios favorables a Alemania, Polonia y Hungría. ¿En qué momento, por tanto, surtiría efectos la garantía y bajo qué circunstancias Gran Bretaña se comprometería a actuar? ¿Sería sólo bajo una violación real de la frontera o serían causa suficiente acciones que privaran a Checoslovaquia de su independencia y libertad política? Las noticias alemanas ya propugnaban la separación de Rutenia de Eslovaquia; si la intriga extranjera lograba esto, ¿intervendría Gran Bretaña? Además, habiendo sido ofrecida ahora la garantía, la inaccesibilidad estratégica de Checoslovaquia no podía utilizarse como una excusa la próxima vez. Por tanto, había que proporcionar los medios para honrarla. Se necesitaría un ejército en líneas continentales y otros garantes, notablemente Rusia. ¿O se habían ofrecido las garantías británicas y francesas a Benes sin una intención seria, simplemente para endulzar la amarga píldora de Munich? Los ministros y sus defensores respondieron a todo esto evasivamente y con creciente vergüenza".**

Esta síntesis de Gillard del debate que tuvo lugar en la Cámara de los Comunes sobre la garantía ofrecida a Checoslovaquia en el Anexo al Acuerdo de Munich pone de relieve la artificialidad de los compromisos del Gabinete Chamberlain en política exterior, y añade a la infamia de Munich una buena dosis de cinismo. Pero la cosa no quedó ahí, pues al año siguiente Chamberlain volvería a fatigar la infamia y el cinismo con sus garantías a Polonia.

Tras la invasión alemana de Checoslovaquia en marzo de 1939, a finales de dicho mes Chamberlain comprometió a su país a ir a la guerra si el gobierno polaco decidía luchar por su independencia. Fue un compromiso público y carente de condiciones que ofrecieran una vía de escape, escape que los propios ministros de Chamberlain había descartado públicamente antes de hacer el anuncio de la garantía a Polonia. En efecto, tal como informa Gillard, no había ninguna referencia a la integridad de las fronteras de Polonia. "Ciertamente, su eventual revisión por medios diplomáticos se preveía todavía en Londres, pero Neville Chamberlain dijo a su Gabinete que confinar la garantía a la independencia de Polonia no tenía por intención limitar su efecto. Si una acción militar alemana contra, por ejemplo, el disputado territorio de Danzig era considerada por los líderes polacos como una amenaza a la independencia de su país que tenían que resistir, el gobierno británico aceptaría esta interpretación e iría en ayuda de Polonia. De forma similar, Lord Halifax había rechazado la sugerencia de su embajador en Varsovia de que sólo una acción 'no provocada' por Alemania desencadenaría la intervención británica. El Secretario de Exteriores dijo a Sir Howard Kennard que 'la técnica de agresión alemana es tan variada y tan insidiosa que bien podría ser que Polonia en ciertas circunstancias pudiera ser llevada a cometer un acto técnico de provocación'". ***

Pero los alemanes no utilizaron ninguna técnica de agresión para incitar a Polonia a cometer un acto técnico de provocación, como especulaba inteligentemente Lord Halifax. Más bien, fueron él y Chamberlain quienes ladinamente -ya de forma personal, ya mediante sus canales secretos- presionaron al gobierno polaco, con técnicas realmente insidiosas, para que aceptaran las pretensiones nazis sobre Danzig. Hicieron todo cuanto fue posible para no tener que hacer honor al compromiso que habían adquirido públicamente con Polonia. Esta perversidad fue, en esencia, la base de toda la política de apaciguamiento de Chamberlain.

*Véase https://www.mzv.cz/file/198473/MunichAgreement.pdf
**David Gillard, Appeasement in Crisis. From Munich to Prague, October 1938-March 1939 (Basingstoke: Palgrave Macmillan, 2007), p. 2.
***Ibid., p. 1.

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Re: Chamberlain y el fracaso del apaciguamiento

Mensaje por José Luis » Dom Feb 18, 2018 11:30 am

¡Hola a todos!

Volvamos a la cuestión del rearme británico. La historiografía revisionista defiende que Gran Bretaña no podía adoptar una política de rearme intensivo por razones exclusivamente financieras y económicas, dados sus limitados recursos. Que para no desestabilizar las finanzas y perturbar el mercado era necesario una política de rearme gradual, y hasta que dicho rearme gradual no estuviera completo era necesaria la política de apaciguamiento para ganar tiempo. Price* ha refutado estos argumentos afirmando que si existiese realmente una voluntad política de rearmarse, los recursos británicos eran ilimitados, y ya desde 1931 existía un sistema (Sistema Otawa) que los podía desarrollar con eficacia. Afirma que “la particular culpabilidad del gobierno de Chamberlain no reside en la inactividad, sino en la activa destrucción del potencial de guerra imperial británico”. Su estudio de documentos de archivo británicos y americanos demuestra que la mayor esperanza británica descansaba en el mantenimiento y reforzamiento del sistema Otawa:

Chamberlain chose instead to liberalise British trading practice with two objectives in mind. Firstly to appease the Americans, whose dearest wish, aggressively pursued, was to penetrate imperial markets and liquidate the sterling bloc, and secondly to keep the lid on defence expenditure by constructing an imaginary yet plausible threat to sterling from unbridled rearmament in free market conditions. Chamberlain's government did not rearm because it did not want to.

Chamberlain's faith in the likely success of his appeasement policy left him reluctant to provide unnecessary armaments. His genius in formulating this policy was to draw together the various strands of liberal thought, inside and outside government, whose commitment to free trade was stronger than their fear of Hitler...

A fundamental and glaring misapprehension is still repeated, namely that: “It was clear by early 1938 that the Otawa aggrements were not benifiting Britain, something underscored by renewed pressure on the pound.” This was by no means clear in 1938 because it was not so. A speculative attack on sterling began in March 1938, which led to the catastrophic loss of half Britain's war chest of gold reserves. As this book demonstrates, though, this was known within government to have absolutely nothing to do with the state of Britain's trade or economy, but as the date implies was the result of political panic beginning with Hitler's move into Austria.

Sterling's fall and the reserve drain could have been halted at any moment by exhange control, a measure appropriate to the reality of undeclared war, yet Britain's war potential continued to be smashed in the international markets right up to the actual outbreak of hostilities, bewildering the Americans who refused to believe that such profligacy in precious metal could possibly continue.


Tal como escribe Price acerca de su libro (mayúsculas mías):

It is not pleasant reading for believers in British democracy, involving weakness, folly and something as harmful as treachery at the apex of Britain's government. IT IS SOBERING TO REFLECT THAT HAD IT NOT BEEN SO EASY TO DECEIVE PARLIAMENT AND PEOPLE, AND TO EXERCISE POWER WITHOUT CONSTITUTIONAL AUTHORITY, MANY OF THE HORROS AND HUMILIATIONS SUBSEQUENTLY ENDURED BEFORE AND AFTER THE DEFEAT OF HITLER MIGHT NOT HAVE HAVE OCCURRED.

*Christopher Price, Britain, America, and Rearmament in the 1930s: The Cost of Failure (Palgrave, 2001), pp. xiii-xiv.

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maxtor
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Re: Chamberlain y el fracaso del apaciguamiento

Mensaje por maxtor » Mié Feb 21, 2018 1:46 pm

Saludos a todos.

La verdad es que creo que las políticas exteriores, tanto británicas como francesas, luego llamadas de “apaciguamiento” es un tema basilar en el “desencadenamiento” de la Segunda Guerra Mundial siguiendo la denominación que hace el historiador Walther Hofer en su libro “El desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial”. El fallo de muchos dirigentes europeos y entre ellos Chamberlain fue creer que Hitler se ajustaría a parámetros de la diplomacia usual pese a que sus objetivos fuesen expansionistas hacia el centro de Europa y hacia el Este siguiendo ya la política exterior de Stresemann, durante la República de Weimar, que pretendió conseguir una conciliación con Francia con la esperanza de que París pudiera conceder a Alemania carta blanca en la Europa del Este, objetivo seguido por Alemania desde finales del s. XIX al objeto de lograr ganancias económicas y la hegemonía política de la Europa Central que para la mayoría se identificaba con los países de la cuenca del Danubio.

Si las personalidades de los líderes son fundamentales, y podemos pensar que las intenciones expansionistas racistas de Hitler son la clave del inicio de la Segunda Guerra Mundial, no es menos cierto que el carácter de Chamberlain que ha sido presentado por la historiadora Zara Steiner como un “hombre de perspicacia e imaginación limitada y propenso a hacerse ilusiones”, como la que se hizo del comportamiento alemán tras el acuerdo de Múnich tragándose el que Alemania se contentaría con fagocitar únicamente la región germanohablante de Checoslovaquia. Es descrito por una persona soberbia y con una total seguridad en sí mismo y eso le hacía no ver la realidad de los hechos como cuando creyó que Mussolini ejercía alguna influencia apaciguadora respecto a Hitler con una ceguera estratégica respecto a las intenciones de Mussolini en el Mediterráneo.

Incluso el rearme de GB a partir de 1936 puede considerarse un intento de apaciguar a Hitler más que una preparación total para un enfrentamiento en serio contra Alemania. Tanto a Chamberlain como a Halifax les venía muy grande el tratar con Hiitler. Entre los defensores de Chamberlain se tiende a resaltar que GB no podía luchar en tres frentes, o incluso en dos (Europa, Oriente – Mediterráneo y Japón), y que Munich ganó tiempo para el rearme británico, aunque la historiadora Z. Steiner demuestra con datos que con los de producción de armamentos fue Alemania la beneficiada por dicha pausa. Fue el periodo entre la jugada de Renania en 1936 y 1938 cuando Hitler pendió de un hilo, y cualquier movimiento contundente militar o diplomático conjunto entre Francia y GB podría haber acabado con Hitler (fomentando una revuelta interna) o retrasando varios años la guerra. Una actitud más agresiva de Chamberlain podría haber hecho recular a Hitler, aunque lógicamente retrospectivamente todos tenemos muchos más datos.

Los prejuicios ideológicos respecto al comunismo le hicieron no ver claramente que una coalición militar en serio y no una pantomima de negociaciones, entre GB y la URRS más Francia hubieran disuadido no sólo a Hitler sino claramente al Alto mando Alemán (que ya estaba preocupado en 1939 incluso sin ese frente diplomático) de que ir a la guerra era una apuesta demasiado arriesgada y caben argumentos serios para pensar que Hitler podría haber sido derrocado internamente. Fue tras Munich y tras invadir Checoslovaquia cuando el juicio del Daladier se vio reafirmado y el gabinete británico empezó a hacer una valoración más realista de la situación, y endurecer sus posturas con las garantías ofrecidas a Polonia, pero incluso así no fueron a por todas ya que GB y Francia acordaron no ejercer acción directa contra Alemania en el caso de que ésta atacara a Polonia.

Incluso semanas antes de la guerra, Chamberlain pensaba usar la baza de Mussolini para apaciguar a Hitler al objeto de evitar la guerra, pero sin seguir viendo que era guerra lo que buscaba Hitler.
Chamberlain pensó que Hitler en su sano juicio no podía buscar per se la guerra y que debía de haber un modo de evitarla, y podría explicar la tibiez de Chamberlain ya iniciada la guerra en el Parlamento británico en 1939 donde fue a anunciar en términos vagos que estaba buscando la mediación de Mussoliuni en el conflicto y casi lo sacan a gorrazos.

En definitiva Chamberlain, y otros muchos, cometieron errores de juicio de bulto respecto a Hitler, actitud de Francia y GB entre 1920 y 1939 es un drama en sí mismo y dicho proceder retroalimentó la confianza de Hitler sobre la debilidad de ambos países. Chamberlain como Primer Ministro cometió el error del quedarse en el simple análisis y en ningún momento adoptó una política de cambio o de intentar cambiar las cosas, y todo ello por qué ?. Creo que una respuesta es por la defensa del Imperio británico, el apaciguamiento fue visto por las élites británicas como un camino para que las cosas siguieran lo más quietas posibles y resistirse ante la evidencia de que GB ya no era una potencia militar y que su influencia global había declinado ya casi definitivamente respecto a los EEUU. A los ojos de buena parte de los dirigentes británicos el anti-comunismo de Hitler menguó su truculenta política exterior, fue su ceguera ideológica la que no le hizo ver claramente que una Alemania crecida en el Centro de Europa y rodeada de países débiles sólo podía verse compensaba con una alianza con la URSS. Chamberlain no se enfrentó al hecho de que el rearme alemán afectaba directamente al equilibrio del Este de Europa y que una vez rearmada Alemania Hitler intentaría imponer su dominio. Las únicas alternativas que situaban a Alemania ante el riesgo de una guerra en dos frentes eran la URSS y no débiles tratados bilaterales con los países del Este de Europa sin concreción militar.

En GB dentro de la línea básica del balance of power como soporte de su defensa y posición imperial creció la tendencia a transigir con las exigencias alemanas de revisión en cuanto que las mismas eran vistas como justas o legitimas en cuanto a pretensiones étnicas y que armonizaran con el principio de equilibrio y además era una política que hacía recomendable dicha actitud en función de la profunda oposición entre la política europea de GB y la URSS.

Creo que uno de los mayores errores geoestratégicos de todos los países vencedores de la Primera Guerra Mundial fue poner por encima de los datos objetivos sus prejuicios ideológicos respecto a la URSS. Como atenuante se puede considerar que Hitler ocultaba sus objetivos racistas a largo plazo y que sus reivindicaciones fueron vistas como compatibles con la concepción británica de la política europea. Esa ceguera ideológica hizo que posteriormente el único recurso hubiera sido alguna acción preventiva militar contra Alemania en 1935 cuando se estaba rearmando, o más adelante cuando hizo la jugada de Renania; el conflicto italo-abisinio como la Guerra civil española le sirvió de tapadera y al objeto de desviar la atención hacia su propio país. La postura británica que, de hecho favoreció la intervención alemana en la GCE y fue un test de debilidad de GB en caso de conflicto en Centro-Europa.

La actitud de retirada de los EEUU y GB en el Extremo Oriente respecto a Japón frente a la agresión nipona en Manchuria en el otoño de 1931, explica el posterior tratado de Alemania y la URSS dado que la URSS percibió que dicha actitud era parte del cerco ante las potencias imperialistas, y que lógicamente dicha posición de retraimiento de las potencias occidentales ante las naciones agresoras pusiera a la URSS en su punto de mira. Por tal motivo la URSS concluyó en los primeros años treinta pactos de no agresión con sus vecinos Centroeuropeos y Francia, en detrimento de su inicial cooperación con Alemania por el tratado de Rapallo de 1922. Para la URSS lógicamente le interesaba agudizar las contradicciones en el seno del campo occidental entre las naciones vencedoras y las perdedoras en la PGM impidiendo la formación de cualquier bloque unitario contra ella. En principio la toma de poder de Hitler en 1933 debía ir en esa dirección pero pronto se vio que GB no adoptaba una posición de fuerza que la URSS vio como una invitación a Alemania de mirar hacia el Este.

La política de apaciguamiento fue fruto de una valoración del mejor interés para GB, no era cuestión de debilidad de democracias contra dictaduras. GB como potencia vencedora en la PGM y con un enorme Imperio no tenía recursos militares para las amenazas potenciales en tres frentes globales (este de Asia, Mediterráneo y Europa) y necesitaba la paz para alargar el mayor tiempo posible su Imperio cuyos principales centros neurálgicos eran la India y el mundo árabe y cualquier nueva guerra aceleraría dicho proceso ya comenzado con la PGM. Asimismo GB también veía amenazada su posición global por la política de agitación en favor de la “revolución mundial” fomentada por la URSS en las colonias británicas, especialmente en Asia, así como por el hecho de que en una nueva guerra los EEUU y su peso económico y potencial mundial terminarían por desbancar la posición global de GB que sería avocada a una potencia menor (como de hecho ocurrió en todos los casos).

El apaciguamiento fue una respuesta a una decisión fundamental o punto de inflexión global del poderío británico ante el aumento de poder de Alemania como potencia en el Centro de Europa en 1938. Chamberlain pretendió burlar el reflujo del destino de o bien buscar para GB apoyo estratégico en los EEUU, o con la Alemania dictatorial; en ambos casos como socio menor y pretendió ejercer una política propia que consistía en ceder a las exigencias de revisión justificadas con criterios étnicos (Austria, Sudetes, Danzing) de acuerdo con la instauración de un nuevo orden europeo que superara el ordenamiento de Versalles, con tal que el Reich alemán se ajustase al mismo y no irrumpiera violentamente en el Este por su cuenta dado que dicha acción rompería el equilibrio de poder en Europa que era visto esencial desde el punto de vista británico para el mantenimiento de su posición en el mundo.

La garantía a Polonia viene entendida como un peligro a la seguridad del interés nacional británico al considerar el contrapeso polaco vital para sus intereses geoestratégicos. Dicha garantía supuso el fracaso de una importante condición para la construcción del imperio alemán, tampoco hay que olvidarlo. La decisión de no apoyarse en la URSS y sí en Polonia tiene motivaciones políticas y militares; al margen de la desconfianza y prejuicios ideológicos contra los bolcheviques – en especial del mismo Chamberlain – en cuanto a las metas a largo plazo de la URSS. GB temió que un pacto así con la URSS podría encontrarse con una respuesta de una alianza militar en serio y en toda regla entre Alemania, Italia y Japón y eso llevaría a una situación en política mundial más peligrosa para GB y creo que fue el fundamento del apaciguamiento. El apoyo a Polonia limitaría el conflicto únicamente a Europa pues los lazos de GB con dicho país no afectaban a Japón e Italia. También influyó en dicha decisión que se consideraba a Polonia más fuerte militarmente que la URSS.

Saludos desde Benidorm.

Fuente: Richard Evans - "El Tercer Reich en la historia y la memoria".
Andreas Hillgruber - "La Segunda Guerra Mundial. 1939 - 1945. Objetivos de guerra".

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Re: Chamberlain y el fracaso del apaciguamiento

Mensaje por José Luis » Jue Feb 22, 2018 12:18 pm

¡Hola a todos!

En el tema de la opinión pública-publicada hemos apuntado cuál era el sentir mayoritario de la sociedad británica sobre el apaciguamiento, pero no hemos concretado cuáles eran la percepciones de la opinión pública británica sobre Chamberlain. Este asunto lo analiza Carla Pass en su tesis (2014)
The Lasting Legacy of Munich: British Public Perceptions of Neville Chamberlain During the Phoney War. Halifax, Nova Scotia: Dalhousie University*. Traduzco a continuación sus conclusiones (cursivas mías):

[Muchos trabajos sobre Neville Chamberlain y el apaciguamiento comienzan declarando cómo los dos están inexorablemente unidos. Otros van más allá y declaran que Chamberlain y apaciguamiento son dos símbolos gemelos de “cobardía moral y deshonor nacional”. En las siete décadas pasadas, los dos se han convertido en uno y lo mismo, uno no puede mencionarse sin el otro, al igual que Munich se ha convertido en sinónimo del apaciguamiento. Esta tesis ha mostrado que durante el resto del gobierno de Chamberlain y la Phoney War (Guerra Fingida), el legado de sus esfuerzos para preservar la paz tuvo un impacto negativo en las percepciones de los británicos sobre él. Su reputación negativa no es sólo un producto de la literatura -incluyendo el Guilty Men de Cato (1940) y The Gathering Storm de Churchill (1948)- y la historia, sino que están enraizada en las actitudes públicas contemporáneas.

En el periodo de preguerra, la opinión pública hacia Chamberlain nunca fue estática. Las noticias de la primera visita a Hitler, en Berchtesgaden, encumbraron su popularidad entre todas las clases sociales, tanto en hombres como en mujeres. Una semana después, las noticias de su encuentro con Hitler en Godesberg, y más tarde los términos de la misma, produjeron un descenso sustancial de su popularidad, iniciándose un patrón que continuaría durante los periodos de preguerra y la Phoney War: una tendencia de crítica entre los hombres y simpatía entre las mujeres. Aunque las noticias del Acuerdo de Munich impulsaron inicialmente la popularidad de Chamberlain hacia nuevas cimas, podría decirse que ello se debió menos a un resultado de sus acciones (concesiones) que al alivio de evitar la guerra. Después de todo, Gran Bretaña estaba muy lejos de estar preparada para una guerra total. Inmediatamente después del Acuerdo de Munich, Chamberlain recibió miles de cartas, pero pese a una representación contraria, no fueron sólo positivas. Su popularidad cayó con la misma rapidez que había subido. Comenzó con la prensa liberándose poco a poco de su comprensión y criticando el Acuerdo, el debate de la Cámara de los Comunes mostrando voces cada vez más disidentes contra el pleno control de Chamberlain, y el público comenzando a expresar pronto vergüenza con los términos del Acuerdo, en particular el sacrificio de Checoslovaquia. Al cabo de una semana del Acuerdo de Munich eran aparentes las actitudes diversas sobre el acuerdo y sobre Chamberlain.

Las valoraciones de satisfacción hacia Chamberlain, según el Insitutto de Opinión Pública Británico (BIPO), permanecieron consistentes durante el periodo de preguerra, incluso después de la ocupación alemana de Praga y el consiguiente fracaso de la política de apaciguamiento. Esto obligó a Chamberlain a tomar una posición más firme en política exterior. Su posterior garantía de la independencia polaca a finales de marzo de 1939 pudo haber compensado la insatisfacción pública respecto a Checoslovaquia. Su aproximación a la política exterior durante el resto del periodo de preguerra, en particular su reluctancia a formar una alianza con la Unión Soviética, no reflejó las actitudes públicas. La oposición hacia las acciones de Chamberlain fue creciendo dentro del gobierno y el público. En vísperas de la guerra, los británicos mantenían una multiplicidad de opiniones hacia su líder.

Durante los primeros ocho meses de la guerra, las reflexiones de los cronistas de la Observación Masiva sobre Chamberlain estuvieron limitadas por la pura irrealidad de la guerra. A medida que crecía la apatía, los comentarios sobre el Primer Ministro decrecieron en número al tiempo que creció la desilusión con su liderazgo. Aunque muchas condiciones de la Phoney War, incluyendo la Precaución del Ataque Aéreo (ARP), restricciones (apagones, máscaras de gas, avisos de ataque aéreo, y refugios), racionamiento, clima invernal, e incluso la falta de preparación de Gran Bretaña para la guerra misma, estaban más allá del control de Chamberlain, tuvieron aún un impacto en su popularidad. El lento ritmo de la guerra y el temor a un segundo Munich fomentaron la desconfianza en Chamberlain. Estos factores incrementaron después las demandas de un nuevo líder. Una gran parte de la crítica tenía sus raíces en sus acciones en Munich, aunque, ocasionalmente, esto jugó a su favor. Los devotos de Chamberlain creían que sus acciones en Munich lo situaban más allá de la crítica. Sin embargo, sus críticos eran mucho más grandes en cifras y condenaron todas sus acciones debido a su defensa del apaciguamiento. Además, muchas de las opiniones mixtas eran el resultado del contraste entre las acciones actuales de Chamberlain y su “horrible” pasado. Las reacciones generales al Primer Ministro -al margen de las reflexiones sobre sus discursos- eran predominantemente negativas. Criticaban su debilidad, incapacidades, ego y edad. Demandaban un nuevo líder capaz de llevar a cabo una guerra vigorosa, una guerra digna de la nación británica. Muchas de estas críticas tenían sus raíces en las acciones de Chamberlain en el tiempo de Munich.

Las reflexiones del Panel Nacional sobre los discursos de Chamberlain fueron más diversas. Tanto hombres como mujeres a lo largo de Inglaterra los criticaron y elogiaron. Había una preponderancia de simpatía femenina y crítica masculina, así como una tendencia de las mujeres a valorar un discurso basado en sus propias opiniones sobre la reputación de Chamberlain, mientras que los hombres eran más dados a criticar el contenido del discurso mismo. Además, en base a las entradas de las crónicas, parece que la constante repetición de Chamberlain de su fracaso para preservar la paz -una admisión de culpabilidad y recordatorio de vergüenza- tuvo un impacto negativo en su reputación. Esto está sustentado en las reacciones abrumadoramente positivas al discurso de 12 de octubre, el único en el que no se refirió explícitamente a su fracaso. Chamberlain estaba sellando su propio legado. Es más, su tono es un tópico frecuente en los diarios, especialmente después del discurso de 26 de noviembre. El nuevo tono se consideró demasiado ruidoso o cómico para los devotos de Chamberlain, pero fue recibido como resuelto y alabado por su fuerza por otros. Esto sugiere que cuando Chamberlain se alejó de su débil imagen -la de un apaciguador- su reputación prosperó.

El declive del control del gobierno de Chamberlain se hizo evidente después de la invasión de Noruega. Logró sobrevivir otro mes como Primer Ministro hasta la evacuación de las fuerzas británicas de Trondheim y el posterior debate en la Cámara de los Comunes a finales de mayo. Las voces disidentes estaban creciendo y las peticiones de los cronistas por un nuevo líder no sólo continuaron sino que también aumentaron. La invasión de los Países Bajos el 10 de mayo de 1940 fue el clavo final en el ataúd del cargo de Primer Ministro de Chamberlain. Dimitió y fue sucedido por Churchill. Pero incluso este movimiento, en contra de lo que cree la memoria popular, no fue recibido con unánime aprobación del público británico. Chamberlain murió seis meses después de su dimisión, antes de que tuviera la oportunidad de rehabilitarse, un hecho que benefició a Churchill en gran medida.

No existe literatura que examine específicamente la reputación contemporánea de Chamberlain entre el público británico. Sin embargo, los trabajos que la tocan, con brevedad, descansan en engañosos periódicos y estadísticas del BIPO. En base a esto, concluyen a menudo que la reputación de Chamberlain estuvo intacta hasta mayo de 1940 cuando las consecuencias de la campaña noruega y la invasión nazi de los Países Bajos dieron como resultado un treinta y tres por ciento de valoración de satisfacción. Mi análisis de las crónicas de la Observación Masiva muestran que la popularidad de Chamberlain ya estaba declinando, aunque no sin fluctuaciones. Este declive comenzó con los encuentros de Chamberlain con Hitler en septiembre de 1938 y continuó tras la ocupación de Praga. Durante la Phoney War, las crónicas de hombres y mujeres del predominantemente de clase media Panel Nacional a lo largo de Inglaterra reaccionaron de forma diversa al Primer Ministro y sus discursos. Aunque los comentarios generales fueron predominantemente negativos, no fueron unánimes en su racionamiento pese a caer en las dominantes y entrelazadas categorías de desconfianza, el lento ritmo de la guerra, peticiones de un nuevo líder, y el legado de Munich. Las reacciones a los discursos fluctuaron en un espectro desde lo positivo a lo negativo, pero igualmente adheridas a las mismas categorías. A pesar de la determinación de los británicos de ganar la guerra, no estuvieron tan unidos en sus pensamientos hacia el Primer Ministro y sus acciones como podría sugerir el “mito” del Blitz, acríticamente aplicado a la Phoney War. El legado de Neville Chamberlain no es únicamente un producto de la historia o un resultado de Guilty Men. Mucho de su legado tiene sus raíces en la opinión pública contemporánea que, por supuesto, estaba profundamente enraizada -para bien pero más a menudo para mal- en sus acciones en Munich. El éxito más grande de Chamberlain (Munich) fue su caída más grande. Lo que creía que lo convertiría en el héroe de la historia, lo convirtió en cambio en la personificación de la vergüenza británica del apaciguamiento
] (pp. 132-136).

*Disponible en https://dalspace.library.dal.ca/handle/10222/53776

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Re: Chamberlain y el fracaso del apaciguamiento

Mensaje por Juan M. Parada C. » Sab Feb 24, 2018 4:57 pm

Debo expresar,en primer lugar,mis felicitaciones a nuestro amigo José Luis por el exhaustivo artículo que ha tenido a bien de presentarnos,ya que nos vislumbra unas aristas muy interesantes sobre el papel que Chamberlain dejaría en su nefasta política exterior antes de la segunda guerra.
Es innegable el vergonzoso papel de Inglaterra y Francia de entregar a Checoslovaquía a las fauces de Hitler en aras de "salvaguardar" la paz en esos momentos previos a uno de los conflictos más destructivos de la historia, la humanidad estaba por presenciar.Dado que Chamberlain confiaba en que sacrificando este país podría llegar a un entendimiento con la Alemania nazi y que la misma se enfilase hacia el Este sus pretensiones hegemónicas.Dado que tengo entendido,si vale la acotación,que el entonces primer ministro inglés albergaba la esperanza de ver el ignominioso régimen de Hitler como una suerte de muro de contención contra la entonces URSS.En una carta que le envía al rey Jorge VI,antes de viajar a Munich,le expresaba la necesidad apremiante de ser ambos países como "pilares de la paz de Europa y los baluartes del comunismo",como lo afirmaba el historiador inglés Ian Colvin en su texto "Vansittart in Office" de 1965 sobre la misiva en cuestión.
No cabe duda,que tal actitud de Chamberlain ha sido más que patética y en extremo trágica en querer plasmar dutante su infausto mandato como primer ministro de Inglaterra.

Saludos y bendiciones a granel.
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Re: Chamberlain y el fracaso del apaciguamiento

Mensaje por mcgermon76 » Sab Abr 14, 2018 5:24 pm

Teniendo en cuenta que la Primera Guerra Mundial costó más de diez millones de vidas, lo más lógico es que la postura de los gobiernos occidentales fuera de prudencia y mesura, dado lo traumático de la experiencia de 1914-1918.
Hoy, con mucha mayor perspectiva histórica, podríamos enjuiciar que las potencias aliadas podrían haber hecho mucho más y haber sido más enérgicas en la respuesta a las pretensiones hitlerianas de dominar Europa y reconstruir Alemania a expensas del resto de naciones europeas, pero pocos podrían llevar el peso de declarar una guerra que, como se demostraría a la postre, podría desangrar a Europa y llevar una debacle incluso mayor a las economías y población civil.
Lo que parece más evidente fue el fracaso de la Sociedad de Naciones de la época en lograr frenar las ambiciones y belicosas aspiraciones de Hitler para con Europa.
Winston Churchill previó el peligro, pero estaba fuera de los cargos de gobierno para cuando estalló la guerra, y aún la opinión pública de entonces no deseaba de ninguna manera una nueva guerra europea de, por entonces, imprevisibles consecuencias.
No sé con que armas se peleará la tercera guerra mundial, pero la cuarta será con palos y piedras. ALBERT EINSTEIN

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Re: Chamberlain y el fracaso del apaciguamiento

Mensaje por José Luis » Mié Ago 07, 2019 11:01 am

¡Hola a todos!

Acabo de leer el libro de Tim Bouverie, Appeasing Hitler. Chamberlain, Churchill and the Road to War (London: The Bodley Head, 2019). En lo que a mí concierne, es interesante sobre todo por su utilización de documentos no publicados. Uno de ellos es revelador. Primero, en el Epílogo del libro, Bouverie se hace la pregunta que nos hemos hecho, supongo, todos los que estamos asombrados de que las potencias democráticas de la época permitiesen que la Alemania de Hitler llegase a donde llegó después de su desastre tras el final de la IGM. Es la siguiente (primero la pongo en su original y luego doy mi traducción):

<<
Of course, the overwhelming responsibility for the Second World War rests with Adolf Hitler. Only he and his most fanatical henchmen desired it. Only he willed the series of events that led to it. Yet while Hitler was uniquely responsible for the tragedy, the question remains: how was he allowed to inflict such misery? How was it that a country defeated in 1918, reduced in size, restricted in arms and surrounded by potential foes, was allowed to rise in twenty short years to a position where she was able to mount a challenge for global supremacy and almost achieve her objective?
>>

<<
Por supuesto, la abrumadora responsabilidad por la Segunda Guerra Mundial recae en Adolf Hitler. Solo él y sus secuaces más fanáticos la deseaban. Sólo él quiso la serie de sucesos que llevaron a ella. Pero aunque únicamente Hitler fue el responsable de la tragedia, la pregunta sigue siendo: ¿cómo se le permitió infligir tanta miseria? ¿Cómo fue que a un país derrotado en 1918, reducido en tamaño, restringido en armas y rodeado de potenciales enemigos, se le permitió ascender en apenas veinte años a una posición en la que fue capaz de montar un desafío por la supremacía global y casi lograr su objetivo?
>>

Y entre las respuestas que algunos personajes famosos dieron a la misma, Bouverie incluye la que dio tres años después del final de la guerra el antiguo Secretario Permanente del Tesoro de 1919 a 1939, Sir Warren Fisher, quien durante la mayor parte de la década de 1930 mantuvo una estrecha relación con Chamberlain. Respuesta que para mí es tan clara y evidente como devastadora:

<<
In 1935 we addressed moral platitudes to the Italians about the integrity of Abyssinia without any advantage to the latter and merely driving Italy into Germany’s arms; and in 1936 we addressed questionnaire after questionnaire to the Germans about their military reoccupation of the Rhineland.

When the Spanish Civil War broke out we deceived ourselves with a non-intervention pact which nobody but us observed. And in 1938 we partitioned Czechoslovakia.

This brief sketch omits many things, including our fatuous performance or nonperformance about [the Japanese invasion of] Manchuria. But the moral for the future is plain …

Had the British Empire, the United States and France squarely faced the facts in unison, the horrors which started up with the rape of Manchuria, followed by the outrage of Abyssinia, the all-out attack on China, the seizure of Austria and Czechoslovakia and culminating in the years from September 1939, could have been prevented; and therefore none of these countries can disclaim or escape a heavy measure of responsibility.

>>

<<
En 1935 dirigimos tópicos morales a los italianos sobre la integridad de Abisinia sin ninguna ventaja para esta última y echando simplemente a Italia en brazos de Alemania; y en 1936 enviamos cuestionario tras cuestionario a los alemanes sobre su reocupación militar de la Renania.

Cuando estalló la Guerra Civil Española nos engañamos a nosotros mismos con un pacto de no-intervención que nadie sino nosotros observó. Y en 1938 dividimos Checoslovaquia.

Este breve boceto omite muchas cosas, incluido nuestro fatuo desempeño o no desempeño sobre [la invasión japonesa de] Manchuria. Pero la moraleja para el futuro es clara...

Si el imperio británico, los Estados Unidos y Francia hubiesen encarado directamente los hechos al unísono, los horrores que comenzaron con la violación de Manchuria, seguidos del ultraje a Abisinia, el ataque en toda regla sobre China, la ocupación de Austria y Checoslovaquia y la escalada de los años a partir de 1939, se podrían haber evitado; y por tanto ninguno de estos países puede renunciar o escapar a una gran medida de responsabilidad.

>>>

Sin duda, con Hitler todavía en el poder en Alemania parece imposible que se pudiera evitar la guerra; pero si las potencias democráticas hubieran hecho sus deberes a su tiempo, quizás a Hitler lo habrían echado a su casa los propios alemanes; en cualquier caso, una posible guerra no se habría parecido en nada a lo que aconteció a partir del 1 de septiembre de 1939.

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Re: Chamberlain y el fracaso del apaciguamiento

Mensaje por Barbarossa » Vie Ago 09, 2019 9:32 am

Buenos días.

Estoy de acuerdo con lo que afirma Tim Bouverie, pero también quisiera añadir que esa falta de valentía o decisión por parte de las potencias dominantes en los años treinta que él denuncia, y que sin duda alguna fue una de las causas del estallido de la Segunda Guerra Mundial, estuvo precedida de, precisamente, lo contrario: un exceso de dureza o incluso un afán revanchista por parte de las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial, ya que tanto las cláusulas leoninas del tratado de Versalles, como la ocupación militar del oeste de Alemania durante los años veinte (singularmente, por Francia y Bélgica) contribuyeron muy mucho a desatar los demonios alemanes en la década de los treinta.

Saludos cordiales.

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Re: Chamberlain y el fracaso del apaciguamiento

Mensaje por José Luis » Vie Ago 09, 2019 10:45 am

¡Hola a todos!

El argumento de la dureza en y de los términos del Tratado de Paz de Versalles es un lugar común a la hora de buscar las causas del (inicial) desafío alemán y la (posterior) política exterior de agresión nazi. Que este asunto no contribuyó a moderar los ánimos revanchistas de la derecha conservadora alemana y del nacionalismo völkisch durante el tiempo inmediatamente anterior y posterior a la firma del tratado, es una obviedad. Sin duda, junto con la propia revolución de noviembre de 1918, fue un factor decisivo como instrumento de agitación popular durante los primeros años tormentosos de la naciente República de Weimar (1919-1923). Pero que haya sido un factor central en la crisis política y parlamentaria surgida a partir de 1930 que propició como resultado final la llegada del NSDAP al poder y su consiguiente política exterior, es al menos cuestionable. Yo diría que fue más un instrumento de propaganda política usado a conveniencia de otros objetivos que tenía una base real pero no fundamental.

De hecho, durante la era de Gustav Stresemann, que algunos llaman la época dorada de Weimar (1923-1928), el sentimiento de agravio nacional ocasionado por el Tratado de Paz de Versalles pasó a un muy secundario plano gracias a la estabilidad política y financiera del periodo, al igual que muchos de los argumentarios del nacionalismo völkisch y del insignificante NSDAP. La conversión del NSDAP desde un pequeño partido político de ámbito local hacia un auténtico movimiento de masas de ámbito estatal sólo se puede explicar principalmente como consecuencia de la bancarrota bursátil de Wall Street de 1929 que, entre otras calamidades, puso fin a la financiación estadounidense de la República de Weimar y provocó una enorme crisis política, económica, financiera y social en Alemania. Todo esto dio pie a la irrupción en la esfera política estatal alemana del NSDAP.

Más tarde, cuando fue nombrado Canciller del Reich el 30 de enero de 1933, Hitler no buscó en su política exterior una vuelta a las fronteras de Alemania pre-1914 como su objetivo fundamental, pues para él este objetivo no valía la pena el esfuerzo, tal como había reconocido años antes en su entonces inédito Segundo Libro (1928). Su objetivo era convertir a Alemania en la potencia hegemónica de Europa, y en ese proceso era obvio que antes tenía que denunciar y dejar si efecto todo el Tratado de Paz de Versalles. De hecho, en la primavera de 1939 Hitler ya había ido más lejos de lo que el conservador alemán más optimista habría firmado unos años antes sobre la revocación de Versalles.

Versalles no tuvo, a mi juicio, el grado de importancia que se le ha dado en la literatura clásica para explicar (y para algunos justificar) la deriva de la República de Weimar hacia el Tercer Reich, y mucho menos para explicar los objetivos últimos de la política exterior hitleriana.

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Re: Chamberlain y el fracaso del apaciguamiento

Mensaje por Prometeo » Mar Ago 20, 2019 4:58 am

Hola:

Tras leer el contenido de este hilo, me quedo con la sensación de que el fracaso de Chamberlain y el apaciguamiento no fue la guerra, sino el tratado de no agresión Alemania-URSS.

Acuerdo sorprendente y que (salvo que haya manejado mal el buscador) no he visto tratado en profundidad en el foro, salvo en la parte de por qué lo firmó la URSS, que he encontrado en el encendido debate sobre si Polonia fue culpable.

Pero los motivos de Hitler se me escapan. Sobre todo después de haber leído "Mein Kampf".

Desde luego Alemania estaba más preparada en el 41 que en el 39, pero hacerlo coincidir con el ataque por el Este por parte del ejército de Kwantung hubiese sido un escenario comprensible.

Saludos
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Re: Chamberlain y el fracaso del apaciguamiento

Mensaje por José Luis » Mar Ago 20, 2019 8:00 am

¡Hola a todos!
Prometeo escribió: Tras leer el contenido de este hilo, me quedo con la sensación de que el fracaso de Chamberlain y el apaciguamiento no fue la guerra, sino el tratado de no agresión Alemania-URSS.
Es que el Pacto de No-Agresión nazi-soviético de agosto de 1939 posibilitó que Hitler iniciase la guerra al invadir Polonia el 1 de septiembre. Sin la firma de dicho pacto o con la firma de un pacto tripartito entre Gran Bretaña, Francia y la URSS, sería muy improbable que Hitler se atreviese a iniciar una guerra.

Pero la política de apaciguamiento trajo consigo otros fracasos previos al susodicho pacto nazi-soviético de consecuencias nefastas. Primero permitió impunidad a la política exterior de agresión fascista (Etiopía) y nazi (Renania y Checoslovaquia); luego ayudó por pasiva y por activa al bando rebelde en la Guerra Civil española en que devino el golpe de estado de julio de 1936. En su devenir contribuyó al declive de las democracias en general, y a la destrucción de las democracias española y checoslovaca en particular, así como a la pérdida de confianza en estas dos potencias democráticas por parte de los países centroeuropeos, que fueron acercándose a Alemania. Y finalmente impidió el rearme en tiempo y forma de Gran Bretaña y Francia.
Prometeo escribió: Acuerdo sorprendente y que (salvo que haya manejado mal el buscador) no he visto tratado en profundidad en el foro, salvo en la parte de por qué lo firmó la URSS, que he encontrado en el encendido debate sobre si Polonia fue culpable.

Pero los motivos de Hitler se me escapan. Sobre todo después de haber leído "Mein Kampf".
Los motivos de Hitler eran obvios. No podía invadir Polonia sin tener aseguradas sus fronteras orientales, cosa que garantizó la firma de ese pacto. Hitler siempre estuvo dispuesto a dejar temporalmente a un margen sus objetivos ideológicos cuando eran más urgentes los objetivos políticos o militares.

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Re: Chamberlain y el fracaso del apaciguamiento

Mensaje por Prometeo » Mar Ago 20, 2019 10:48 am

Muchas gracias por la pronta y docta respuesta.

Pensaré sobre ella, porque le veo enjundia.

Saludos
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