Guderian y la Blitzkrieg

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José Luis
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Guderian y la Blitzkrieg

Mensaje por José Luis » Mar Nov 01, 2016 9:20 am

¡Hola a todos!

El principal propósito de este artículo es provocar el debate racional sobre el tema que se propone, sin dejar por ello de atender a las potenciales dudas y planteamientos que generen su lectura.

If Guderian had been a modest man and never written a word about himself, he would have gone down in history as an excellent general, a first-rate tactician, and a man who played a central role in establishing and developing the first panzer divisions. But Guderian was far from modest. By his own account, he was the central figure in German tank development from the 1920s on. (Si Guderian hubiera sido un hombre modesto y no hubiera escrito nunca una palabra sobre sí mismo, habría pasado a la historia como un general excelente, un táctico de primera clase, y un hombre que jugó un papel central en establecer y desarrollar las primeras divisiones panzer. Pero Guderian estaba lejos de ser modesto. Por su propia cuenta, fue la figura central en el desarrollo del tanque alemán desde la década de 1920 en adelante). (1)

James Corum, a quien pertenece la cita de arriba, ha sido bastante generoso en esta hipótesis especulativa de cómo sería considerado por la historia el Generaloberst Heinz Guderian si no se hubiera dedicado a escribir sobre sí mismo. Evidentemente, el mito Guderian no se debe exclusivamente a la publicación de las memorias de Guderian (2), sino también a la complicidad de muchos exoficiales de la Wehrmacht, a la fundamental colaboración de Sir Basil Henry Liddell Hart, a su apologista biógrafo Kenneth Macksey y a un gran número de historiadores acríticos que han repetido hasta la saciedad los mitos engendrados por el dúo Guderian-Liddell Hart. Debo subrayar aquí que utilizo el término mito con el significado que le otorga la RAE en su cuarta acepción, esto es: “persona o cosa a la que se atribuyen cualidades o excelencias que no tiene”.

Bien, a Guderian se le han atribuido (y él mismo se atribuyó) muchas cualidades o excelencias que en algunos casos son merecidas, en otros casos discutibles, y no pocas veces completamente inmerecidas. Por ejemplo, cuando Corum, en su especulación citada, considera que la historia consideraría a Guderian como un general excelente (y así se considera en la mayoría de las historias de la Historia), estaríamos y estamos ante una atribución discutible. Digo discutible porque el término excelente lo define la RAE como “Que sobresale por sus óptimas cualidades”, mientras que el término óptimo lo define como “Sumamente bueno, que no puede ser mejor”. Lo que traducida, la atribución de Corum viene a significar que las cualidades de Guderian como general no podían ser mejores. En otras palabras, esto significaría que Guderian fue el general alemán de la Wehrmacht con las mejores cualidades, Esto, convendrán conmigo, es discutible como mínimo. En cambio, Corum atribuye con acierto a Guderian el ser un táctico de primer nivel, cualidad de la que es del todo merecedor. Ciertamente, Guderian está entre los tácticos que formarían un cuadro de excelencia de la IIGM. Que jugó un papel central en el establecimiento y desarrollo de las primeras divisiones panzer es, también, una realidad que, sin embargo, se ve ensombrecida por los mitos que Guderian y sus seguidores acríticos o interesados inventaron para hacerlo el padre del desarrollo de la doctrina blindada alemana desde la década de 1920, el padre de las Panzertruppen, y el padre de la Blitzkrieg. Con más profesionalidad, rigor y conocimiento de causa lo evaluaron aquellos oficiales del Reichswehr, entonces superiores de Guderian, que fueron durante la IIGM sus pares, superiores o subalternos. Estos evaluadores profesionales consideraron a Guderian como “un técnico excepcional, un táctico excelente, un oficial bravo, agresivo y diligente, y un general leal a sus tropas”. Pero en la parte negativa de la evaluación sentenciaron en Guderian “la ausencia en su personalidad de facultades y cualidades de estado mayor general, mencionando, entre otras cosas, su falta de visión operacional, su falta de crítica profesional, y sobre todo su falta de madurez política” (3).

No voy a describir y desmontar aquí los mitos de Guderian como el creador de la doctrina blindada alemana de entreguerras o el creador de las tropas blindadas alemanas, pues ya lo hice en su día en viewtopic.php?f=47&t=1977 y en viewtopic.php?f=47&t=8345 . En cambio, me propongo explicar las razones por las cuales las ideas que Guderian defendió y llevó a cabo en su forma de hacer la guerra (lo que hoy entendemos por Blitzkrieg) fueron, por una parte, el resultado de la carencia de una estrategia profesional en el ejército alemán, y, por la otra, las semillas del desastre militar alemán en la IIGM. Obviamente, no pretendo atribuir únicamente a Guderian todo lo anterior, pues fueron mayoría los comandantes que defendieron ideas iguales o similares y que las llevaron a la práctica. Pero Guderian, junto a Manstein, representa o simboliza el mito de la Blitzkrieg.

¿Qué fue la Blitzkrieg? En realidad, Blitzkrieg (guerra relámpago) fue un término utilizado, desde diferentes ámbitos y países, para definir la forma en cómo combatieron los militares alemanes en el nivel táctico-operacional de la guerra (4). Frieser dice que, sujeto a un análisis profundo, el término Blitzkrieg es realmente una “trampa semántica” porque el término Krieg (guerra) “sugiere la presencia de un concepto estratégico global de la guerra”, pero el término Blitzkriegpermanece mayormente anclado en el más bajo escalón operacional”. Propone que sería más fiel hablar de Blitzoperationen (operaciones relámpago) o Blitzfeldzügen (campañas relámpago) (5). Tengo para mí que, puestos a preferir, sería mucho más fiel hablar de Blitzschlachten (batallas relámpago), pues el diseño operacional en que se basaron las campañas de Polonia-1939 y el Oeste-1940 fue drásticamente alterado por los inesperados éxitos que se produjeron en el nivel táctico (cuerpos de ejército para abajo, especialmente en los más bajos escalones como batallón y compañía), lo que amplió la Blitzkrieg al nivel operacional (ejércitos), condicionando a su vez el desarrollo del nivel estratégico (grupos de ejércitos).

Ahora bien, las acciones de la llamada Blitzkrieg no constituían nada nuevo, como analizó con lucidez Michael Geyer: “El núcleo de estas operaciones [de la Blitzkrieg] no consistió en un particular uso de nuevos medios de hacer la guerra, sino en una suerte de oportunismo operacional que desconocía métodos estandarizados y preestablecidos, sólo la máxima explotación posible del éxito con todos los medios disponibles en la persecución del objetivo último de derrocar al enemigo rompiendo la voluntad de su liderazgo. La Blitzkrieg devoró la aproximación sistemática a las decisiones del mando militar. Las operaciones de la Blitzkrieg consistieron en una avalancha de acciones cuya explicación debe más al éxito que al diseño. Este tipo de operación correspondió a una generación de comandantes alemanes extremadamente ambiciosos que fueron liberados por el Tercer Reich y emularon, en el terreno militar, la estrategia de movilización de Hitler. Ninguno de ellos fue un nacionalsocialista comprometido, pero encajaron bien en un sistema que honraba el éxito en la persecución de conquista. En retrospectiva -y con alguna ayuda de Liddel Hart- este torrente de acción fue apiñado en algo que nunca fue: un diseño operacional. Tal como fue, esto descansó en la creencia de que la tecnología (Guderian) o un desempeño de mando superior (Manstein) harían la diferencia en la guerra” (6).

La inclusión retrospectiva de Liddell Hart que hace Geyer es crucial, pero lo veremos más adelante. Lo importante del texto anterior es que Geyer desvela el mito de la Blitzkrieg para mostrar lo que ocultó: que esta forma de hacer la guerra no obedeció a ninguna estrategia basada en el diseño o planificación operacional, sino al resultado del éxito de una avalancha de acciones no preestablecidas ni previamente formuladas. Esto explica igualmente la razón fundamental por la cual, y desde el punto de vista operacional, la Wehrmacht cosechó el éxito táctico y el fracaso estratégico. Desgraciadamente para los tecnócratas, la tecnología y el mando superior eran del todo insuficientes para ganar la guerra.

"El coste de estas improvisadas operaciones se ha pasado por alto convenientemente. Lo que las hizo posibles fue la sustitución de un unificado cuerpo de conocimiento profesional por una planificación competitiva. Más que mejorar la cooperación y crear una máquina de funcionamiento fluido para la guerra mecanizada, la Blitzkrieg hizo competir entre sí a estados mayores y comandantes en la búsqueda del desempeño óptimo en la planificación y conducción de la guerra. Creó bases operacionales competitivas y muy a menudo dejó sin decidir cual capturaría la iniciativa. En realidad, la condición general que modeló la estrategia de la Blitzkrieg fue la coyuntura de dos elementos: el énfasis en el uso óptimo de las armas y el liderazgo militar competitivo. Sin embargo, lo que era verdaderamente nuevo fue la disolución de la unidad profesional corporativa del liderazgo militar. Esta fue la fuerza dominante tras los éxitos de las operaciones de la Blitzkrieg, pero también una de las mayores razones para la permanente fricción y disputas que se convirtieron en elementos integrales de la planificación militar competitiva.

El ejército alemán alcanzó este punto más por defecto que por diseño tras el golpe nacionalsocialista contra los militares 'profesionales' en 1938. Este golpe inició la última fase de la larga transformación del ejército alemán y fue el requisito para la transformación de su planificación operacional. Fuerzas armadas organizadas tecnocráticamente y soldados entrenados en programas orientados en la habilidad fueron colocados bajo comandantes que habían renunciado hacía mucho tiempo, y en su mayoría eran incapaces de, a un pensamiento operacional exhaustivo y que no conocían más principio de guerra que la optimización de la fuerza a toda costa". (7)

Me he extendido un poco citando a Geyer porque creo que desgrana de forma inigualada al coloso con pies de barro que fue la llamada Blitzkrieg. Cuando nos sorprendemos por las permanentes y enconadas disputas ocurridas entre los comandantes alemanes en torno a la planificación y, sobre todo, conducción y desarrollo de las operaciones (patentes en la campaña del Oeste de 1940 y escandalosas en la campaña de Rusia de 1941), nuestra sorpresa decrecerá si tenemos presentes cuáles fueron las raíces de las mismas, en la sustitución de una estrategia profesional por un oportunismo tecnócrata (8).

Cuando el pensamiento estratégico profesional desplegado por militares como Werner von Fritsch y Ludwig Beck fue abolido y suplantado en la primavera de 1938 por el oportunismo tecnócrata de ambiciosos militares, cuyo máximo exponente fue Guderian, Hitler moldeó la “nueva estrategia” de la Wehrmacht a semejanza de la “vieja” estrategia que había aplicado en su política exterior nazi: la estrategia de la improvisación. Y utilizó a los tecnócratas ávidos de ascensos y recompensas. Sin embargo, con cada victoria cosechada por la Wehrmacht en los dos primeros años de la guerra no mejoró, por paradójico que pueda parecer a primera vista, la situación estratégica del Tercer Reich, sino que se complicó todavía más. La invasión de Polonia en 1939 no devino una guerra localizada como auguraba Hitler y esperaban los tecnócratas, sino que se convirtió en una guerra generalizada. La victoria final del Caso Blanco no solventó, finalmente, la guerra generalizada y el bloqueo económico que sometió al Tercer Reich. El objetivo estratégico de “neutralizar” a Francia en el Caso Amarillo no despejó el problemas estratégico mayor de la campaña, planteado por Gran Bretaña. El nudo gordiano en que se convirtió la estrategia alemana para continuar la guerra en el verano de 1940 lo rompió Hitler con su decisión de invadir la Unión Soviética, esta vez sí, mediante una campaña relámpago o Blitzfeldzüg como prefiere Frieser. Desde el principio con Polonia, cada vez que el Tercer Reich agrandaba sus territorios mediante las conquistas cosechadas por la Blitzkrieg de sus ambiciosos comandantes militares, cada vez era más grave y compleja su situación estratégica y más enemigos tenía. En la URSS en 1941 se consumó su fracaso. Hitler no quiso saber nunca más nada de la Blitzkrieg y renegó del término, a diferencia de Guderian.

¿Por qué Geyer citó el “toque” de Liddell Hart en el asunto de la Blitzkrieg? Porque al margen de los sorprendentes logros operacionales conseguidos por la Wehrmacht en los dos primeros años de la guerra, fue “el toque mágico” de Liddel Hart el que dotó de falsa sustancia el mito de la Blitzkrieg. Como expresó Naveh, “en sus escritos de posguerra Liddell Hart creó la esencia profesional del mito de la Blitzkrieg y también determinó el curso de su desarrollo” (9). Según Naveh, Hart causó un triple daño a la investigación militar e histórica modernas:

Primero, al distorsionar las actuales circunstancias históricas de la formación de la Blitzkrieg, oscureció sus orígenes cognitivos y temporales. Segundo, a través de su indoctrinada idealización de un ostentoso concepto, perpetuó el error histórico y profesional, y reforzó igualmente el mito de la Blitzkrieg. Y finalmente, al imponer retrospectivamente sus propias percepciones de la guerra móvil sobre el concepto huero de la Blitzkrieg, creó un embrollo teórico que ha costado desenmarañar más de 40 años. La presentación de inicios de la década de 1950 de la transformada versión de la Blitzkrieg como un hecho histórico, llevando la firma conjunta de Liddell Hart y Guderian, le prestó un toque auténtico y una legitimidad profesional que no podía ser sacudida. Más aún, mediante esta manipulación conjunta Liddell Hart se convirtió en el patrón del campo teórico de la guerra de maniobra, y los generales de la Wehrmacht fueron aceptados como la autoridad empírica en el terreno operacional, otorgándoles mano libre en la interpretación de sus propias actividades de la guerra.

La principal evidencia que confirma la conversión deliberada de Liddell Hart al amorfo concepto de Blitzkrieg en una teoría autorizada de guerra de maniobra viene proporcionada por la extensa y bien documentada correspondencia entre él, el mariscal Manstein, los colegas y familiares de Rommel,y el coronel general Heinz Guderian. Un intercambio de cartas entre Liddell Hart y Guderian del verano de 1949, con la intención de proporcionar una interpretación exhaustiva de los elementos esenciales de la Blitzkrieg, es particularmente ilustrador toda vez que revela el hecho de que Liddell Hart impuso a este último su propia versión inventada de la Blitzkrieg y más tarde lo obligó a proclamarla como la fórmula original.

Puesto que se creó una confabulación o modus operandi secreto entre el pretendido creador de la teoría de la Blitzkrieg y sus ejecutores, la investigación moderna se vio obligada a aceptar su versión conjunta de la Blitzkrieg como casi axiomática, y de esta forma se vio privada de cualquier instrumento de crítica respecto de la actividad operacional de la Wehrmacht. Más aún, desde principios de la década de 1950 todos los esfuerzos de los académicos o militares profesionales para descubrir la auténtica fórmula de la Blkitzkrieg acabaron presentándonos el dictamen de posguerra de Liddell Hart.

La proximidad en el tiempo de la publicación del tendencioso informe de Liddell Hart de sus conversaciones con los generales alemanes y la edición inglesa de las memorias de Guderian no sólo determinó la imagen mítica de la Blitzkrieg, sino que atrajo la atención mundial de los Rommel, Manstein y, por encima de todo, del propio Guderian como los creadores de las Panzertruppen alemanas y los modeladores del concepto táctico de su utilización
". (10)

Existen muchas pruebas de que el grueso de las acciones de la Blitzkrieg carecían de un diseño operacional. Dos ejemplos con Guderian son ilustrativos, el primero en la campaña de Francia de 1940 y el segundo en la campaña rusa del año siguiente. En sus memorias, Guderian escribió que el plan ofensivo del OKH no especificaba cuál debía ser el objetivo operacional tras el cruce del Mosa. Si hubiera sido el cerco, entonces debiera señalarse Amiens como el objetivo operacional, pero según Guderian no se había decidido si el objetivo sería París o Amiens (11). El General der Infanterie Günther Blumentritt, entonces comisionado en la sección de operaciones del OKH, calificó el modo en que el Grupo de Ejércitos A condujo las maniobras como Sichelschnitt, significando con ello un ataque fulminante más que un cerco, haciendo una clara distinción entre una batalla de cerco (Kesselschlast) y un ataque fulminante (Sichelschnitt) (12).

En sus memorias, Guderian dijo que el cambio de su Panzergruppe de la dirección que tomaba hacia Moscú hacia el sur fue para explotar la oportunidad de cerco que se había producido en el sector del Herresgruppe Süd. Pero la definición real de los objetivos del Heeresgruppe Mitte, al que estaba subordinado Guderian, fue un embrollo total a causa de las manipulaciones e informes inconsistentes del propio Guderian. Según se señalaba en la Directiva 21 (Barbarroja), el objetivo inmediato del HM era la destrucción de las fuerzas soviéticas en Bielorrusia, mientras que su objetivo posterior era apoyar al Heeresgruppe Nord en una operación combinada para eliminar a las fuerzas soviéticas en el sector de Leningrado. Guderian, sin base alguna, tiende a argumentar que el objetivo del HM era Moscú, e incluso consiguió convencer a su superior von Bock mediante manipulación verbal para que adoptara su opinión (13).

La campaña contra la Unión Soviética de 1941 trajo consigo el fracaso final de la Blitzkrieg, Blitzoperationen o Blitzfeldzügen como prefiere Frieser, términos todos ellos que ocultan lo que en realidad fueron: una multitud de torrentes ofensivos carentes de un diseño operacional y una estrategia profesional. Clausewitz dijo que Rusia era un país que no podía ser conquistado regularmente, esto es por el solo concurso de la fuerza militar, explicando que sólo podía ser sometido por su propia debilidad y por los efectos de su disensión interna. Y para ello era necesario golpear su capital, Moscú, que fue lo que hizo Napoleón para intentar desestabilizar al gobierno, vencer su voluntad de seguir luchando y llevarlo a la mesa de negociaciones de paz. Pero el gobierno ruso no se doblegó y Napoleón fracasó (14). El resultado mostró que Napoleón se equivocó en sus cálculos y, por tanto, que nunca debió haber emprendido la campaña de 1812. Es posible que Guderian hubiera leído a Clausewitz; de haberlo hecho, es improbable que lo hubiera comprendido.

Los generales del Ejército Rojo, en cambio, sí leyeron a Alexanxer Svechin, Vladimir Triandafillov y Georgy Isserson, entre otros. Estos teóricos militares citados, a diferencia de los tecnócratas alemanes, conocían de forma integral los conceptos de punto de culminación del ataque, alcance y pausa operacionales y logística en las operaciones sucesivas en profundidad. Y conocían, porque lo fundaron y desarrollaron, el arte operacional. El Ejército Rojo se impuso a los militares tecnócratas alemanes cuando recuperaron los principios de esos teóricos abolidos por Stalin en 1937 y fueron capaces de ponerlos paulatinamente en práctica desde finales de 1942.

El mito de la Blitzkrieg, ese concepto vacío de diseño operacional, y el de su pretendido creador, Guderian, perviven en la Historia como castigo de la soberbia del generalto alemán y vergüenza de un influyente historiador militar manipulador y sin escrúpulos.

(1) James S. Corum, The Roots of Blitzkrieg (University Press of Kansas, 1992), p. 138.
(2) Heinz Guderian, Erinnerungen eines Soldaten (Heidelberg: Kurt Vowinckel Verlag, 1950); Panzer Leader (New York: Da Capo Press, 1952).
(3) Shimon Naveh, In Pursuit of Military Excellence. The Evolution of Operational Theory (Frank Cass Publihers, 1997), p. 116.
(4) Véase para más detalles Karl-Heinz Frieser, The Blitzkrieg Legend. The 1940 Campaign in the West (Annapolis, Maryland: Naval Institute Press, 2005).
(5) Ibid., p. 11.
(6) Michael Geyer, “German Strategy in the Age of Machine Warfare, 1914-1945,” en Peter Paret (ed.), Makers of Modern Strategy. From Machiavelli to the Nuclear Age (Princeton, New Jersey: Princeton University Press, 1986), p. 585.
(7) Ibid., 586-587.
(8) Para ahondar en esto remito a Geyer, Op. Cit., pp. 527-597.
(9) Naveh, Op. Cit., p. 108.
(10) Ibid., 108-109.
(11) Panzer Leader, 98.
(12) Günther Blumentritt, Strategie und Taktik. Ein Beitrag zur Geschichte des Wehrwesens vom Altertum bis zur Gegenwart (Konstanz: Akademische Verlagsgesellschaft Athenion, 1960), p. 147.
(13) Panzer Leader, 145-146, citado en Naveh, Op. Cit., p. 156, nota 101.
(14) Clausewitz, On War, Libro 8, Capítulo 9.

Saludos cordiales
JL
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Juan M. Parada C.
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Re: Guderian y la Blitzkrieg

Mensaje por Juan M. Parada C. » Mar Nov 01, 2016 11:08 pm

Mis felicitaciones al amigo José Luis por este soberbio artículo en brindarnos a todos nosotros,junto con los detalles que lo caracterizan en sus doctos comentarios,para desmontar así otro mito más surgido de la segunda guerra,como es el de Guderian y la Blitzkrieg en ser siempre asociado.Sin duda,en mi humilde opinión, hemos estado hasta ahora en una suerte de entramado glorificado de lo que en realidad fue este personaje y los alcanzes reales de esta concepción de hacer la guerra que lo llevaría a ser el supuesto padre de la doctrina blindada.
No cabe duda,dentro de lo aqui tratado,en ver lo que corresponde en realidad a meritos se refiere y la sobredimencionada valoración que se produciría posteriormente con relación a este tópico que muchos todavía dan por sentado sobre la figura de este general germano,que parte en buena medida de sus escritos y de los estudiosos ingleses en afianzarlo de cara a otras generaciones,que ahora es menester ubicar en su justa medida.

Saludos y bendiciones a granel.
"¡Ay,señor! Tú sabes lo ocupado que tendré que estar hoy.Si acaso te olvido por un instante,tu no te olvides de mi". Sir Jacob Astley antes de la batalla de Edge Hill el 23 de octubre del año de nuestro señor de 1642

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Chuikov
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Re: Guderian y la Blitzkrieg

Mensaje por Chuikov » Vie Nov 04, 2016 2:07 pm

Buenas tardes,

me ha encantado el artículo por dos motivos: 1) lo sencillamente escrito y 2) porque me ha hecho pensar. Al fin y al cabo es lo que busco.


Lo primero que me ha venido a la cabeza es comparar la situación de la Primera con la de la Segunda Guerra Mundial. Aunque veo que claramente Hitler fue un elemento disruptivo en la historia del Ejército alemán, también veo claros elementos de continuidad entre la 1ª y la 2GM. En las dos guerras, en poco tiempo, la situación no hizo más que embrollarse más y más para los alemanes, guerra en varios frentes, un desafío ciego contra el planeta, especialmente desde la entrada en juego de los EEUU. Geoffrey P. Megargee (1) en el prólogo de su libro sobre el alto mando militar alemán en tiempos de Hitler toca puntos que tienen mucho que ver con lo que nos has contado aquí, JL: entre otros, en ese texto inicial del libro se pregunta hasta qué punto ese desprecio por la Estrategia estuvo influenciado por el heredado acervo cultural-castrense prusiano(2). Para mí es un contraste curioso leer lo importante y prestigioso que era para todo oficial llevar la tira roja en sus pantalones, para luego comprobar el desprecio general que se tuvo por las, en palabras de Megargee, supporting Staff functions (3)

Johannes Hürter, en su obra maestra Hitler’s Heerführer(4), cuenta que la obligación impuesta por el avance de la técnica y la división del trabajo que trajo aparejada exigió cada vez más la figura del “especialista”. Cada vez se pedía menos el general con el perfil formativo de la amplia cultura, que desde Scharnhorst y sus sucesores se había impuesto. En los últimos años del 2º Imperio la formación de los oficiales estaba impregnada al 100% sobre todo de contenido militar, aunque de gran nivel. El cacareado “espíritu de Schlieffen” y su plan presidían todo pensamiento: La primacía la ocupaba el ataque y la “batalla de aniquilación”, dejando en segundo plano las condiciones políticas, económicas y sociales. Los oficiales estudiaron concienzudamente táctica e historia de la guerra. La subestimación de la necesidad de una formación más general, a cambio de reducir la táctica o la historia militar, formó el germen de la deformación moral y política que la oficialidad sufrió en la 2GM (p60).

Quizás esto que cuenta Hürter esté ligado al concepto de Guerra Total y la interiorización que en el cuerpo de oficiales alemán se hubiera hecho del mismo. Y estoy hablando del pensamiento que esta interiorización podría haber generado en el sentido de entender que en una guerra donde hasta el último recurso del país tendría que ser movilizado, una división de tareas se imponía insoslayablemente, circunscribiendo la competencia militar a la resolución de los problemas más inmediatos, muchos de ellos seguramente ligados con problemas técnicos y pragmáticos.

En fin, son sólo ideas, y con ellas no pretendo dar un por qué integral, ni mucho menos.

Las palabras que has citado, Jose Luis, de Geyer son magistrales. Cuando leo cosas así de elocuentes y alumbradoras, me acuerdo de una anécdota que el crítico literario Iñaki Uriarte cuenta en, creo, el primer libro de sus diarios: dice algo así como que a veces, cuando está leyendo una cita así de elocuente y buena, él se dice a sí mismo: “ Sí, sí, eso es lo que yo pensaba, justo eso”. Él mismo se contesta después diciendo que naranjas de la China. Ese pensamiento ilusorio tengo yo en muchas ocasiones.

Con respecto a Liddel Hart y Guderian tras la guerra, es una historia de lo más interesante. Sobre esto he comentado hace poco con José Luis un tema muy relacionado: El mundo académico tiene también parte de culpa en el sostenimiento de este mito de la Blitzkrieg. Lo explico:


Cuenta el Prof. Dr. Bernd Wegner en su brillante artículo Wozu Operationsgechichte?(5) (¿Para qué la historia de las operaciones militares? ) que tras la 2GM la Guerra com objeto de estudio sufrió un “destierro intelectual”; hablar de ella en las aulas podía ser incluso indecente. Esa circunstancia dejó a la historia de las operaciones militares al margen de los nuevos avances y desarrollos metodológicos del estudio científico de la Historia.

Wegner deduce dos graves consecuencias de esta dejadez, centrándose en el caso de la Segunda Guerra Mundial: 1) Las deficiencias en la investigación han llevado a que hoy día parte de nuestro conocimiento de grandes operaciones militares dependa mucho de los testimonios y explicaciones de generales que sobrevivieron a la guerra. Sobre ocupación, crímenes o economía el mundo académico ha desmontado múltiples mitos. No ha corrido la misma suerte la historia de las operaciones. Y 2) Casi todos los estudios académicos sobre el periodo nazi dejan de lado la historia operacional y acontecimientos militares más trascendentales (Cualquiera que haya leído durante años sobre el tema, sabrá a qué se refiere el profesor Wegner). Para ilustrar este segundo punto Wegner se refiere al debate que hubo en los años 70 y 80 en Alemania, sobre el papel que jugó Hitler en su Führerstaat, en la Alemania nazi. Este debate se llevó a cabo bajo la más profunda ignorancia de su desempeño como Warlord o jefe militar. ¿Se puede explicar al Hitler ideólogo y al político sin tener en cuenta al Hitler Heeresoberbefehlshaber? El profesor Wegner se lamenta de que haya pocos estudios que demuestren que los procesos y decisiones operativo-militares constituyen algo más que una acumulación de información secundaria a la hora de responder a las preguntas fundamentales de la Segunda Guerra Mundial. Y piensa, no obstante, que sólo cuando la historia militar se afronte desde una perspectiva integral, lo que sería una “Historia global de la guerra”, es cuando su estudio estará más que justificado. Para esto es clave que el estudio de la historia de las operaciones militares salte del cuartel a la universidad.

Ahí tenemos quizás una razón potente para explicar por qué el mito de la Blitzkrieg ha perdurado tanto tiempo, además de los esfuerzos de Guderian y Hart.

Tengo desde hace un año la biografía de Guderian escrita por Dermot Bradley. No recuerdo si fue Hartmann o Hürter quien la citó como una de las pocas biografías académicas de generales alemanes escritas. Ni la había abierto aún. Bradley dedica 13 páginas a la vida de Guderian tras la guerra mundial. No encontré nada sobre este asunto.

Saludos.


(1) Megargee, Geoffrey P. "Inside Hitler's High Command", University Press of Kansas, 2000
(2) Ibíd, p X
(3) Ibíd, p XI
(4) Hürter, Johannes, "Hitlers Heerführer - Die deutschen Oberbefehlshaber im Krieg gegen die Sowjetunion 1941/42", Oldenbourg Wissenschaftsverlag , 2007.
(5) Wegner, Bernd Wozu Operationsgeschichte?, en Kühne, Thomas, Ziemann Benjamin (ed) Was ist Militärgeschichte?, Ferdinand Schöning (2000), pp 105-113
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Re: Guderian y la Blitzkrieg

Mensaje por José Luis » Sab Nov 05, 2016 9:22 am

¡Hola a todos!

Gracias a Parada y Chuikov por sus generosos comentarios sobre el artículo. Ahora:
Chuikov escribió: Lo primero que me ha venido a la cabeza es comparar la situación de la Primera con la de la Segunda Guerra Mundial. Aunque veo que claramente Hitler fue un elemento disruptivo en la historia del Ejército alemán, también veo claros elementos de continuidad entre la 1ª y la 2GM. En las dos guerras, en poco tiempo, la situación no hizo más que embrollarse más y más para los alemanes, guerra en varios frentes, un desafío ciego contra el planeta, especialmente desde la entrada en juego de los EEUU. Geoffrey P. Megargee (1) en el prólogo de su libro sobre el alto mando militar alemán en tiempos de Hitler toca puntos que tienen mucho que ver con lo que nos has contado aquí, JL: entre otros, en ese texto inicial del libro se pregunta hasta qué punto ese desprecio por la Estrategia estuvo influenciado por el heredado acervo cultural-castrense prusiano(2). Para mí es un contraste curioso leer lo importante y prestigioso que era para todo oficial llevar la tira roja en sus pantalones, para luego comprobar el desprecio general que se tuvo por las, en palabras de Megargee, supporting Staff functions (3)
Hay varias cuestiones que quiero tratar al hilo de tu cita precedente, amigo Chuikov. Para empezar por el final, como gustaba a Poe, quiero subrayar que la frase de Megargee, “funciones de apoyo del estado mayor”, es relativamente fiel a lo que fueron los inicios del Große Generalstab (Gran Estado Mayor General, en adelante EMG simplemente) bajo la jefatura del Generalfeldmarschall Moltke el Viejo (1800-1891). Moltke fue jefe del EMG prusiano y del EMG alemán de forma ininterrumpida desde 1857 a 1888, y, como dije, durante los primeros años de su mandato el EMG tenía funciones de asesoramiento a los comandantes de campo, En otras palabras, carecía de poder ejecutivo. Fue probablemente para evitar la fricción que podía resultar entre los planes y recomendaciones del jefe del EMG y sus oficiales, de una parte, y las prerrogativas y criterios de lo comandantes en jefe de campaña, de la otra, el hecho de que Moltke el Viejo sentenciara que el buen oficial de EMG debía ser invisible o pasar desapercibido. Esta función de asesoramiento (y teniendo en cuenta que Moltke era quien planificaba las campañas) desapareció tras las guerras de reunificación y, especialmente, tras la guerra franco-prusiana de 1870-1871 que dio pie a la creación del Imperio alemán. Por otra parte, al margen de las rivalidades existentes entre el EMG y el Gabinete de Guerra (que vieron unas veces al primero y otras al segundo dirigiendo la guerra), el EMG fue perdiendo paulatinamente su primacía (especialmente en el acceso directo que tenía su jefe al soberano) desde la marcha de Schlieffen hasta que sus funciones principales fueron “usurpadas”, durante la IGM, por el Oberste Heeresleitung (OHL) de Hindenburg. Al respecto es conveniente subrayar que el EMG (Große Generalstab) funcionó como tal desde el 29 de octubre 1857 hasta el 29 de agosto de 1916 bajo la jefatura de Moltke el Viejo (29 de octubre de 1857 a 10 de agosto de 1888), Alfred Graf von Waldersee (10 de agosto de 1888 a 7 de febrero de 1891), Alfred Graf von Schlieffen (7 de febrero de 1891 a 1 de enero de 1906), Helmuth von Moltke el Joven (1 de enero de 1906 a 14 de septiembre de 1914), y Erich von Falkenhayn (14 de septiembre de 1914 a 29 de agosto de 1916). Luego se estableció el OHL bajo la jefatura de Paul von Hindenburg (29 de agosto de 1916 a 3 de julio de 1919), que tuvo a dos Primer Intendente General (Erster Generalquartiermeister) como segundos: Erich Ludendorff (29 de agosto de 1916 a 26 de octubre de 1918), y Wilhelm Groener (30 de octubre de 1918 a 15 de julio de 1919).

La siguiente cuestión, que entra en la raíz del fondo de tu cita, se encuentra en el significado e influencia del pensamiento del filósofo y militar prusiano Generalmajor Carl Philipp Gottlieb von Clausewitz (1780-1831) sobre los oficiales del ejército prusiano-alemán, en general, y los jefes del EMG arriba citados, en particular. Este es un tema controvertido que ha generado una extensa literatura académica, de la cual voy a prescindir aquí por considerarla demasiado académica y demasiado subjetiva abarcando excesivos conceptos, a menudo interpretados sui generis.

En primer lugar, a Clausewitz le pasa lo que más tarde le pasó a Svechin: que casi la totalidad de las generaciones militares posteriores se quedó con un principio fundamental que gobernó sus interpretaciones y aplicaciones. En el caso de Clausewitz, se quedaron con su preferencia por la batalla de aniquilación (Vernichtungschlacht) olvidando que Clausewitz también consideró como alternativa a esa estrategia de aniquilación la estrategia de guerra limitada. Es decir, Clausewitz, aunque desde el punto de vista estrictamente militar prefería buscar la victoria mediante el puro uso de la fuerza en una estrategia de aniquilación de las fuerzas enemigas para romper su voluntad de seguir en la guerra, afirmó que, dependiendo de factores fuera del campo meramente militar (gran política) había opciones alternativas para conseguir igualmente doblegar la voluntad del enemigo para seguir en guerra, como la conquista de territorio y ocupación, alianzas, etc., en lo que él llamó guerra limitada en contraposición a guerra de destrucción. En el caso del ruso Alexander Svechin (1878-1938), la mayor parte de los militares de su época (con mala uva por su seguimiento del alemán Delbrück) y de la posteridad (no tanto en la URSS-Rusia como en Occidente) interpretaron que el gran estratega ruso era partidario, como principio general, de la “guerra de desgaste” en contra de la “guerra de aniquilación”. Este planteamiento estratégico de Svechin seguía el del historiador militar alemán Hans Delbrück (que había definido esas dos alternativas estratégicas como Ermattungsstrategie y Niederwerfungsstrategie, respectivamente), quien a su vez siguió a Clausewitz y sus dos estrategias arriba comentadas. Bien, Svechin nunca afirmó que la estrategia de desgaste fuese su estrategia de guerra preferida o una estrategia superiora la otra, pues ésta y la otra (estrategia de aniquilación) dependían, al igual que estableció Clausewitz, de las circunstancias. Lo que sucedió es que cuando Svechin escribió sus grandes obras (década de 1920) consideró que para las circunstancias de la época (políticas, económicas y tecnológicas) la mejor estrategia de la URSS en una posible guerra era una de desgaste.

Bien, yendo al fondo del asunto, no cabe duda alguna que la estrategia de Clausewitz de Vernichtungschlacht gobernó el pensamiento militar prusiano-alemán posterior, desde Moltke el Viejo a Guderian. Y en este sentido hay continuidad a primera vista. Sin embargo, lo que altera drásticamente esa supuesta continuidad es la manera en que se aproximaron a esa Vernichtungschlacht los los dos jefes del EMG más influyentes en el ejército alemán: Moltke el Viejo y Schlieffen. Mientras el primero siempre consideró las circunstancias (aquí hablo de la gran política y el equilibrio entre medios y fines estratégicos) para el diseño operacional de la estrategia de aniquilación, el segundo sometió (realmente ignoró voluntariamente) las circunstancias a las posibilidades de la excelencia operacional. A modo de ejemplo, Moltke, tras reflexionar largo tiempo al final de su jefatura del EMG, concluyó que una posible guerra en dos frentes era un callejón sin salida para Alemania. Basaba su conclusión en que el ejército alemán, dados sus recursos y capacidades, era incapaz de destruir rápidamente a las fuerzas enemigas en un frente para pasar a destruir, después, las fuerzas enemigas en el otro frente. Esto conducía a una guerra de desgaste, y en una guerra tal Alemania nunca podría vencer a sus enemigos (algo que, por otra parte, sabía muy bien el canciller Bismarck). Schlieffen, en cambio, creyó que los avances tecnológicos (teléfono, radio y nuevas armas) y un mando inflexible en la dirección y desarrollo de la guerra (en contra del principio de flexibilidad enunciado por Moltke bajo el concepto de Auftragstaktik) podían traer la decisión en una grandiosa batalla de envolvimiento y cerco que constituiría la clásica batalla decisiva. Schlieffen pretendía convertir la Cannae de Aníbal en una operación que conllevaba ampliar varios cientos de veces las fuerzas y el espacio usados por el general cartaginés. Tal magnitud de fuerzas y espacio, realmente imposible, no podía considerarse, según Schlieffen, sin una dirección inflexible; el desarrollo operacional debía seguir milímetro a milímetro el diseño operacional por él elaborado, obviando así la fricción clausewitziana de la guerra (que él creía superar por esa inflexibilidad y las juevas tecnologías de comunicación). En otras palabras, Schlieffen quería emular la brillantez táctica de Aníbal en Cannae por una monstruosidad (por imposible) estratégica en Sedán o París. Por su fe ciega en la tecnología, Schlieffen fue el padre de aquellos militares alemanes (la inmensa mayoría) que en la posguerra quisieron reducir igualmente la estrategia militar al oportunismo tecnócrata. En mi opinión, de todos los jefes del EMG que sucedieron a Schlieffen (inclyendo el Truppenamt del Reichswehr) desde 1906 a 1945, el único verdadero discípulo de Moltke el Viejo fue el Generaloberst Ludwig Beck. Schlieffen, y no Clausewitz o su mejor discípulo Moltke el Viejo, fue el militar más influyente en el ejército alemán. Lamentablemente, su influencia fue fatalmente perniciosa.

Me he quedado sin tiempo, y un poco cansado, para seguir comentando tu mensaje, amigo Chuikov. Ya volveré sobre el asunto en otro momento.

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Re: Guderian y la Blitzkrieg

Mensaje por José Luis » Jue Nov 10, 2016 8:01 am

¡Hola a todos!
Chuikov escribió: Johannes Hürter... En los últimos años del 2º Imperio la formación de los oficiales estaba impregnada al 100% sobre todo de contenido militar, aunque de gran nivel. El cacareado “espíritu de Schlieffen” y su plan presidían todo pensamiento: La primacía la ocupaba el ataque y la “batalla de aniquilación”, dejando en segundo plano las condiciones políticas, económicas y sociales. Los oficiales estudiaron concienzudamente táctica e historia de la guerra. La subestimación de la necesidad de una formación más general, a cambio de reducir la táctica o la historia militar, formó el germen de la deformación moral y política que la oficialidad sufrió en la 2GM [/i](p60).
Como he indicado en mi anterior intervención, la "primacía" de la "batalla de aniquilación" o Vernichtungschlacht tiene su origen y fundamento en una interpretación deliberadamente sesgada de la obra de Clausewitz. Especialmente con Schlieffen, y a partir de Schlieffen, la primacía del liderazgo político sobre el militar en cuestión de estrategia y conducción de la guerra fue literalmente puesta del revés, pretendiendo someter el liderazgo político al militar, esto es el concepto estratégico al concepto operacional. Ya con anterioridad a Schlieffen, Moltke el Viejo intentó imponer esta reversión con Bismarck en la guerra contra Austria y en la guerra contra Francia, llegando en este último caso a marginar al canciller sobre la planificación operacional de la campaña. El emperador Guillermo I zanjó el asunto mediante un edicto en el que sometió a Moltke y sus planes militares a la supervisión y aprobación de Bismarck. Guillermo II, sin embargo, revertió de nuevo la situación cuando dejó la estrategia de la guerra, cierto que con la dejadez del canciller von Bethmann Hollweg y el parlamento, a la planificación operacional de Moltke el Joven, Falkenhayn y, especialmente, Hindenburg-Ludendorff.

Pero fue Schlieffen, por la influencia que supuso para las nuevas generaciones militares alemanas, quien más contribuyó al proceso de someter el nivel estratégico de la guerra al nivel operacional. Schlieffen, como muchos después de él, no entendió nunca que había problemas estratégicos que no podían solventarse mediante el uso de la fuerza militar, de ahí que para él toda estrategia se reducía a una cuestión operacional en la que el liderazgo político no tenía entrada. Esta infedilidad a la máxima de Clausewitz sobre la primacía de la política fue de tal manera compartida por el pensamiento militar alemán que hasta se llegó a adulterar el texto original de Clausewitz en la segunda edición de Vom Kriege (1852), edición que había corrido a cargo del conde Friedrich von Brühl, cuñado de Clausewitz, adulteración que permaneció hasta después de la IIGM. Clausewitz había subrayado que el liderazgo político de una nación debía participar en las actividades y decisiones de su comandante en jefe, pero Brühl alteró el texto para subrayar la participación de los militares en las decisiones políticas.

Schlieffen escribió la introducción de Vom Kriege en la edición de 1905 y dijo:

the permanent merit of the work 'On War' lies, in addition to its high ethical and psychological value, in its emphatic accentuation of the annihilation idea. Clausewitz regarded war as being under 'the sole and highest law of decision by arms'. It seemed to him that 'the destruction of the hostile forces is the most commanding purpose among those which may be pursued by war'. This is the doctrine which led us to Königgrätz and Sedan... (Jehuda L. Wallach, “Misperceptions of Clausewitz' On War by the German Military”, en Michael I. Handel (Ed.), Clausewitz and Modern Strategy.Frank Cass & Co. Ltd. 1986, pp. 213-239).

Pero como dice Wallach:

Whereas Clausewitz presented his reader with the analytical tools to examine the complex phenomena of war, to evaluate its relationship to other social phenomena, and to make a sound estimate of any concrete or hypothetical situation, Schlieffen presented strict rules of 'do' and 'do not'.

Quizá por ello, cuando Schlieffen preparó sus estudios y memorandos de guerra durante su jefatura del EMG y su retiro despreció, ignorándolas, las consecuencias estratégicas que generaba el hecho de que su planificación operacional pasara por la violación del territorio holandés y belga, lo que supondría la probable entrada de Gran Bretaña en la guerra (caso Holanda) o su segura entrada en la guerra (caso Bélgica). La "idea aniquiladora" de las fuerzas enemigas francesas ya no sería suficiente (en el improbable caso de que tuviese éxito) para ganar una guerra en dos frentes (Francia y Rusia), pues la entrada de Gran Bretaña, la primera marina de guerra del mundo, en la guerra ya no la reducía a una cuestión continental, y eso sin contar con la entrada de USA en la misma, a corto o medio plazo.

Por tanto, la primacía en el pensamiento militar alemán sobre la Vernichtungschlacht y su concepto operacional de ataques de flanco, envolvimiento, cerco y aniquilación proviene de una interpretación deliberadamente sesgada de la obra de Clausewitz que desdeña los pensamientos del autor sobre la estrategia de la guerra limitada y la primacía de la política.

Durante la República de Weimar la reversión schlieffniana de Clausewitz (primacía de la política) siguió dominando el pensamiento militar de los jefes del Truppenamt (EMG encubierto) y el Heeresleitung (Alto Mando del Ejército), si bien atenuada durante el periodo de Groener como ministro de Defensa. Von Fritsch y Beck sucumbieron ante Hitler en 1938 en su pretensión de poner al mismo nivel el liderazgo político y militar, quedando el dictador como único intérprete de toda la estrategia de la guerra, y, especialmente a partir de diciembre de 1941, como único intérprete de su planificación operacional y, por momentos, táctica.

Pero la característica que destacó en los "estrategas" militares alemanes en la IIGM de la "estrategia" de Schlieffen en su pesadilla de resolver victoriosamente una guerra en dos frentes, fue su radicalismo y oportunismo tecnológicos. La llamada Blitzkrieg nunca constituyó una RMA (Revolution Military Affairs), una revolución en los asuntos militares, pues la doctrina militar alemana fue siempre la misma desde 1857 a 1945, esto es la guerra de movimiento o Bewegungskrieg que busca la batalla de aniquilación o Vernichtungschlacht a través de los ataques de flanco, envolvimiento y cerco. Lo único que cambió durante ese casi siglo de diferencia fue el influjo de la tecnología (medios de comunicación y nuevas armas). Los militares alemanes usaron esa nueva tecnología para mejorar y explotar esos principios operacionales y tácticos, no para cambiarlos o introducir una nueva doctrina. La tecnología fue usada por los alemanes para conseguir la sorpresa, velocidad y maniobrabilidad en su búsqueda de la Vernichtungschlacht. Pero al igual que Schlieffen, los militares oportunistas tecnócratas de la Wehrmacht, en su inmensa mayoría, y aleccionados por Hitler, no quisieron o supieron comprender que había desafíos estratégicos que no podían ser resueltos exclusivamente mediante una campaña militar, con el agravante de que el concepto operacional de la misma descansaba, las más de las veces, en la incertidumbre de los éxitos tácticos.

El mariscal Kleist confesó después de la guerra a Liddel Hart que

Clausewitz' teaching had fallen into neglect in this generation -even at the time when I was at the War Academy, and on the General Staff. His phrases were quoted, but his books were not closely studied. He was regarded as a military philosopher, rather than a practical teacher. The writings of Schlieffen received much greated attention. They seemed more practical. (citado en Wallach, 217).

Saludos cordiales
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Re: Guderian y la Blitzkrieg

Mensaje por maxtor » Jue Nov 10, 2016 3:32 pm

Saludos cordiales.

En primer lugar, darte la enhorabuena Jose Luís por el texto y por el tema introducido... Es admirable la redacción y la síntesis y me parece un tema más que interesante, sino básico en el entendimiento de la historia militar de la Segunda Guerra Mundial.

Creo humildemente que el aura de mito que puede rodear a Guderian y otros generales alemanes en general, y en concreto a la Blitzkrieg, puede ser debido a motivos psicológicos y de percepción que la gente habitualmente tiene de la Segunda Guerra Mundial como una especie de aureola de “buena prensa” que los historiadores han otorgado a esa guerra, y no es por la causa supuestamente moral por la que se luchó o por los motivos políticos que llevaron a los países a luchar, sino por la naturaleza de la lucha en los dos primeros años. Y ahí participa de lleno Guderian de esa “buena prensa”. Fue una lucha ajena al estatismo de trincheras, alambradas y ametralladoras barriendo a continuos ataques de infantería propia de la 1GM, sino que fue una guerra de carros de combates, aviones, de una movilidad extremadamente alta y del espectáculo inherente que dicho dinamismo produce.

La velocidad atrae mucho, y, Guderian participó de forma destacada en una serie de victorias, en los primeros años de la guerra, que no se han parecido a nada de lo que nadie recordara. La PGM se caracterizó por enormes ejércitos haciendo poco más que atrincherarse en sus posiciones y arrojarse de todo mutuamente en los dos años centrales de la contienda, pero la Segunda Guerra Mundial fue un conflicto de maniobras rápidas, embestidas audaces y embolsamientos, aunque por supuesto, no deja de ser un cliché ya que también la PGM tuvo sus campañas de movimientos en el frente oriental y la Segunda Guerra Mundial tuvo ciertamente momentos de estancamiento, incluso de trincheras. Pero no obstante, la percepción global permanece en el imaginario colectivo occidental.

Salvo las personas que profundicen en el estudio de la Segunda Guerra Mundial, las escenas que habitualmente se agolpan en la mente de muchas personas son los panzer alemanes llegando al Canal de la Mancha en mayo de 1940, el avance alemán por la URSS en el verano de 1941, con las más grandes batallas de aniquilación de la historia de la guerra pese a no lograr, por poco, la victoria decisiva. El Ejército Rojo, llevado casi a la aniquilación en 1941, resucitado en 1942 y cambiando finalmente las tornas frente a los alemanes en Stalingrado. Los Aliados Occidentales saliendo de su cabeza de playa de Normandía en agosto de 1944 con la operación Cobra, arremetiendo sin oposición a través de Europa occidental en una sola campaña y alcanzando casi la mismísima frontera alemana. La verdadera razón de que la Segunda Guerra Mundial ha podido estimular el imaginario histórico tanto de académicos como del público en general es que fue mucho más interesante y espectacular que la primera, y en esa mitología y escenificación entran de lleno generales como Guderian o Manstein, aunque si se analiza la forma histórica pruso - germana de hacer la guerra desde una perspectiva a largo plazo, las virtudes que se le asocian a Guderian son menos inusitadas. Ese espíritu de agresión no es algo que inventara el ejército alemán en una tarde de 1935, y menos el concepto de guerras rápidas y de embolsamiento.

Me ha parecdio clave el comentario sobre el cambio de un unificado cuerpo de conocimiento profesional por una planificación competitiva y el que se diluyera la unidad profesional corporativa del liderazgo militar por otro competitivo y creo que se podría atribuir en primera instancia Ludendorff y a Hindenburg por conseguir una victoria en la PGM a cualquier precio, al abandono de la perspicacia estratégica por abrazar una expectativa estratégica que ellos creían que les daría la guerra mecanizada, y creo que el ascenso al Mando Supremo de ambas personas marcó una nueva era en la estrategia, o más bien, su ausencia en cuanto consideración global. Se produjo un cambio radical de las estructuras jerárquicas a funcionales deshaciéndose en medio más de un siglo de tradiciones militares. El Mando Supremo empezó a enfocar las operaciones como tareas y recursos disponibles y dotando a las unidades según la capacidad de sus armas, y los planes de batallas se diseñaban en función del armamento disponible más que en principios de estrategia definidos. La Blitzkrieg fue una extensión de dicho concepto que buscaba optimizar el uso de armas (tanques, aviones) como garantía de victoria militar, en lugar del arte o la ciencia que representaba el liderazgo militar y estratégico. El material se impuso al Geist (espíritu), o la racionalidad técnica reemplazó a los retos de un enfoque estratégico global en la dirección de la guerra. Da la impresión de que el inicio de la Segunda Guerra Mundial estuvo más marcado por el uso de las armas que por una estrategia global, que con el transcurso de los hechos se vio claramente que Hitler no disponía en absoluto.

“La Blitzkrieg aboga por una gran movilidad y rapidez sobre la potencia de fuego, aunque buscaba esta última en puntos decisivos en lo que se refiere a carros de combate, bombarderos y armas rápidas anti-carro y anti-aéreas. Buscaba batallas de encuentro. Hacía uso de la concentración del poder aéreo, tanto en ofensiva como en defensiva, para preparar el camino de avance de las unidades acorazadas. Como en la doctrina alemana de finales de La PGM, acentuaba la táctica de infiltración y los movimientos de flancos para la infantería y para las unidades acorazadas. Como en la doctrina clásica que precedió a la PGM, la nueva doctrina buscaba envolvimientos simples y dobles. Por otro lado, buscaba la desorientación y dislocación del sistema de mando enemigo a la vez que la aniquilación de sus fuerzas. Esto se lograba mediante penetraciones profundas en la zona de retaguardia enemiga. Se pensaba que si se podía lograr la dislocación se evitaría una batalla de aniquilamiento”. (“The Sources of Military Doctrine: France, Britania, and Germany between The World Wars de Barry R. Posen (Ithaca y London, 1984), 86).

El alma de la Blitzkrieg no constía en un empleo particular de los nuevos medios de guerra, sino en una clase de oportunismo a nivel operativo que no conocía métodos preconcebidos ni estandarizados, únicamente la explotación del éxito debía ser lo más completa posible con todos los medios disponibles en la búsqueda del objetivo final: la derrota del enemigo mediante la ruptura de voluntad de sus líderes. La blitzkrieg vivía de la destrucción de una visión sistemática de las decisiones del mando militar. Era el polo opuesto a una doctrina. Las operaciones consistían en una avalancha de acciones marcadas más por el triunfo que por el estudio. Este tipo de operaciones se correspondía con una generación de mandos alemanes extremadamente ambiciosa que se vio incentivada por el Tercer Reich y que emulaba, en el campo militar, la estrategia de Hitler. Ninguno de ellos era un nazi convencido, pero sí se vieron cómodos dentro de un sistema que rendía homenaje al triunfo en la búsqueda de la conquista, y con la ayuda inestimable de Lidell Hart, este torrente de acción pasó a convertirse en algo que nunca fue: un diseño operativo.
(M. Geyer, "La estrategia alemana en la Era de la Guerra Mecanizada". )

El coste de estas operaciones improvisadas suele pasarse por alto, como la sustitución de un cuerpo unificado de conocimiento profesional por un planteamiento competitivo. En lugar de aumentar la cooperación y de crear una máquina para la guerra mecanizada, la blitzkrieg enfrentó a los Estados Mayores y a los jefes en la búsqueda de una forma idónea de planeamiento y de dirección de la guerra. Creaba las bases operativas que competían entre sí y que muy a menudo dejaban en el aire cuál actuaría primero. De hecho, la condición que moldeó la estrategia de la blitzkrieg fue la conjunción de dos elementos: el énfasis en el empleo óptimo de la armas y la competencia de los jefes militares. Sin embargo, lo que constituyó una novedad fue la disolución de la unidad del mando militar. La Blitzkrieg fue la culminación de un largo proceso de cambio del ejército alemán, que se inició con el golpe del nacionalsocialismo contra el ejército profesional en 1938, y que logró unos mandos que renunciaron a tener un pensamiento operativo comprensible, siendo incapaces más que de seguir el principio de optimizar la fuerza a cualquier precio. Así por fín Hitler consiguió el tipo de estructura militar que le seguiría el juego: tecnocracia e ideología.

La disolución del estudio profesional estratégico por el Alto Mando alemán tuvo como consecuencia de que nadie discutió sobre la práctica de la guerra, sobre su viabilidad o no. Dicho debate no se adaptaba a la estrategia militar de conquista ni al oportunismo operativo y carácter competitivo del ejército alemán, no hubo el menor atisbo de un retorno al planteamiento de estrategia en la tradición alemana, únicamente seguir adelante, velocidad, agresión y guerra apocalíptica y finalmente llevó al desastre a una nación donde líderes militares como Guderian deberían agachar la cabeza y avergonzarse de no haber tenido el mínimo pensamiento crítico con una locura operativa (brillante en muchas ocasiones) que no fue capaz de plantearse la limitación de la fuerza, posiblemente porque la única respuesta era que la guerra no era viable para Alemania. Guderian, y otros generales, representan una muestra más de una avaricia ilimitada del estamento militar que eliminó cualquier pensamiento racional estratégico por la esperanza de ascensos, dinero, y prestigio.

Saludos desde Benidorm.

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Re: Guderian y la Blitzkrieg

Mensaje por José Luis » Vie Nov 11, 2016 8:38 am

¡Hola a todos!
maxtor escribió: (M. Geyer, "La estrategia alemana en la Era de la Guerra Mecanizada". )
Es una grata sorpresa comprobar que se ha traducido al español el libro editado por Peter Paret al cual pertenece el artículo de Geyer. Picado por la curiosidad he buscado en la red y encuentro que la edición española ha corrido a cuenta del Ministerio de Defensa* español, lo que me agrada doblemente. Quiero aprovechar para recomendar su lectura, algo que se puede hacer aquí: https://es.scribd.com/doc/154780493/Cre ... oderna-pdf

*Peter Paret (Ed.), Creadores de la Estrategia Moderna. Desde Maquiavelo a la Era Nuclear (Madrid: Ministerio de Defensa, Secretaría General Técnica, 1992), 969 pp.

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Re: Guderian y la Blitzkrieg

Mensaje por Chepicoro » Mié Nov 16, 2016 8:14 am

Excelente artículo José Luis , no solo por el tema propuesto sino por como lo desarrollas, como siempre de forma impecable.
El principal propósito de este artículo es provocar el debate racional
Pero debatir contigo no es tan sencillo, porque no simplemente expones tu opinión sobre un asunto, sino que la sustentas y de que forma! con una bibliografía y con tus conocimientos sobre el tema que son envidiables, así que uno debe leer y refrescarse la memoria primero.

De todas formas intentaré hasta donde pueda, debatir aquello que crea merezca la pena y esperando que otros foreros se unan en este ejercicio.
Si Guderian hubiera sido un hombre modesto
Esto implica que Guderian no era un hombre modesto. La mayoría de los altos mandos de cualquier ejército con los que estoy familiarizado no destacan por su modestia, en todo caso Guderian no me parece que sea de los más soberbios.

"This brought me in touch with Lieutenant Volckheim, who was then engaged in collating information concerning the very limited use of German armoured vehicles, and the incomparably greater employment of enemy tank forces during the war, as a staff study for our little army. He provided me with a certain amount of literature on the subject; though weak in theory it gave me something to go on. The English and French had had far greater experience in this field and had written much more about it. I got hold of their books and I learned. It was principally the books and articles of the Englishmen, Fuller, Liddell Hart and Martel, that excited my interest and gave me food for thought. These far-sighted soldiers were even then trying to make of the tank something more than just an infantry support weapon. They envisaged it in relationship to the growing motorisation of our age, and thus they became the pioneers of a new type of warfare on the largest scale."


"A few small articles that I contributed to the Militär-Wochenblatt (‘ The Military Weekly’) served to enhance my reputation: its editor, General von Altrock, visited me frequently and encouraged me to write more on the subject. He was a first-class soldier and was anxious that his paper should publish material dealing with contemporary problems. These activities also brought me the acquaintance of the Austrian, Fritz Heigl, the author of the Taschenbuch der Tanks (‘ The Handbook of the Tank’). I was able to supply him with a certain amount of information concerning tactical matters, and I learned to value him as an upright German gentleman."

Guderian, Heinz. Panzer Leader (Penguin World War II Collection) Penguin Books Ltd. Kindle Edition.


"A number of British officers were impressed by the defensive strength of machine-guns and barbed wire, and as early as October 1914 they were inspired to embark on a counter in the form of an armoured vehicle (the data in this section are drawn principally from Major-General Sir Ernest D. Swinton’s book Eyewitness, London, Hodder and Stoughton, 1932, pp. 80ff). The model was the Holt Caterpillar Tractor. The running gear was an endless track which gave the machine the potential to crush obstacles, cross trenches and convey its armament under bullet-proof protection into the very midst of the enemy, where it could annihilate the otherwise almost invulnerable machine-guns, and enable one’s own infantry to pass open ground without incurring intolerable casualties."

"A later Inspector, General von Vollard-Bockelberg, recognized how inefficient it was to keep on training all the diverse elements of the mechanized forces as a single body – tanks along with motor-cycles, columns of trucks, ambulances and so on. Instead he instituted a separation of functions, though the work inevitably had to proceed under conditions of the greatest secrecy, on account of the restrictions imposed by the Treaty of Versailles."


Guderian, Heinz. Achtung Panzer! Orion Publishing Group. Kindle Edition.

Tanto en "Achtung Panzer" como en "Panzer Leader", Guderian da el debido reconocimiento a las aportaciones de otros militares, tanto alemanes como de otras nacionalidades, nunca leí que el pretendiera atribuirse todo el mérito de la creación del arma blindada alemana y su doctrina.

Si hay esta percepción, me parece que se debió a que al terminar la guerra, él tuvo mucha más "exposición mediática" que cualquier otro de los militares mencionados y en esto si tuvo que ver Liddell Hart y que haya podido acceder tanto a entrevistarlo, como la excelente relación que el historiador tuvo con Guderian y otros oficiales alemanes.

Que es injusto que respecto a la creación de la doctrina blindada alemana prácticamente se recuerde sólo a Guderian, pues estoy de acuerdo, pero no creo que él sea el culpable de ello.
Lo que traducida, la atribución de Corum viene a significar que las cualidades de Guderian como general no podían ser mejores. esto significaría que Guderian fue el general alemán de la Wehrmacht con las mejores cualidades, Esto, convendrán conmigo, es discutible como mínimo.
Bueno siempre hay margen para mejorar, Guderian me sigue pareciendo excelente, pero no por ello diría que no tuvo errores o defectos, ni que haya sido el mejor oficial alemán durante el conflicto.
Pero en la parte negativa de la evaluación sentenciaron en Guderian “la ausencia en su personalidad de facultades y cualidades de estado mayor general, mencionando, entre otras cosas, su falta de visión operacional, su falta de crítica profesional, y sobre todo su falta de madurez política
No entiendo bien a que se refieren por falta de madurez política. Durante la República de Weimar se supone que el ejército era apolítico, lo que esta bien en una democracia, que luego esta acabara por ser reemplazada por una dictadura, es otro asunto... pero el que Guderian fuera no diera su apoyo activamente a una u otra facción política no me parece un defecto.
En cambio, me propongo explicar las razones por las cuales las ideas que Guderian defendió y llevó a cabo en su forma de hacer la guerra (lo que hoy entendemos por Blitzkrieg) fueron, por una parte, el resultado de la carencia de una estrategia profesional en el ejército alemán, y, por la otra, las semillas del desastre militar alemán en la IIGM
Debo preguntar entonces, si la forma de hacer la guerra de los alemanes estaba tan equivocada que otra forma les hubiera dado mejor resultado? repetir lo aplicado en la PGM les hubiera dado mejores rendimientos?

Si Alemania llegó hasta el Volga y después resistió lo que resistió fue precisamente porque trato de innovar y fue tan exitosa en esta innovación que las demás potencias adoptaron buena parte de sus ideas, que los enemigos de Alemania le hayan "copiado" habla del éxito de sus métodos, ahora que eso no les alcanzó para ganar la guerra, pero eso tiene que ver más con un desbalance enorme de recursos en favor de los aliados que por errores de la doctrina blindada de los alemanes.

En mi opinión si hubieran comenzado la guerra con la mentalidad y métodos que los británicos, franceses y soviéticos tenían en 1939... la guerra se acababa para los alemanes en 1940 a más tardar.
"Tengo para mí que, puestos a preferir, sería mucho más fiel hablar de Blitzschlachten (batallas relámpago), pues el diseño operacional en que se basaron las campañas de Polonia-1939 y el Oeste-1940 fue drásticamente alterado por los inesperados éxitos que se produjeron en el nivel táctico (cuerpos de ejército para abajo, especialmente en los más bajos escalones como batallón y compañía), lo que amplió la Blitzkrieg al nivel operacional (ejércitos), condicionando a su vez el desarrollo del nivel estratégico (grupos de ejércitos)."

Es que el aprovechar al máximo las oportunidades que se van presentando en el campo de batalla es genial y estas oportunidades son imposibles de prever con anticipación por el alto mando.
Es que acaso es mejor la bataille conduite de los franceses o la forma en que Eisenhower o Montgomery dirigían sus operaciones dependiendo de obtener siempre una superioridad material aplastante antes de intentar nada (lo que no digo que este mal si tienen acceso a esos recursos, pero los alemanes no los tenían)? Alemania no se podía dar el lujo de obtener una superioridad material aplastante frente a los aliados, luego entonces tenía que pelear de forma distinta si quería ganar la guerra.

"There is no human affair which stands so constantly and so generally in close connection with chance as War."

von Clausewitz, Carl. On War: All Volumes Kindle Edition.

El explotar al máximo las oportunidades que se daban a nivel táctico hasta influir en el desarrollo operacional de una campaña y tener repercusiones incluso a nivel estratégico, fue una virtud, no un defecto.
Esto explica igualmente la razón fundamental por la cual, y desde el punto de vista operacional, la Wehrmacht cosechó el éxito táctico y el fracaso estratégico.
Discrepo. Si la Wehrmacht fracasa a nivel estratégico, es decir, pierde la guerra es porque la metieron en un conflicto que probablemente no tenía solución satisfactoria para Alemania desde un principio, no por incompetencia o un fallo en su doctrina. Y quien decidió empezar o no la guerra fue Hitler, no los militares.

Cualquier explicación del porque Alemania perdió la guerra que no empiece el balance de recursos naturales y humanos de los aliados y el Eje, esta mal. En todo caso gracias a la Blitzkrieg es que Alemania en 1940 conquista Francia y que en 1941 y 1942 parecía tener opciones de derrotar a la URSS.
"El coste de estas improvisadas operaciones se ha pasado por alto convenientemente. Lo que las hizo posibles fue la sustitución de un unificado cuerpo de conocimiento profesional por una planificación competitiva."
Es imposible prepararse para cualquier eventualidad y planearlo todo con anticipación, siempre, pero siempre hay sucesos inesperados. Improvisar a nivel táctico y operacional me parece algo positivo, pero hay quien lo expresa mejor que yo.

"The Art of War has to deal with living and with moral forces, the consequence of which is that it can never attain the absolute and positive. There is therefore everywhere a margin for the accidental, and just as much in the greatest things as in the smallest. As there is room for this accidental on the one hand, so on the other there must be courage and self-reliance in proportion to the room available. If these qualities are forthcoming in a high degree, the margin left may likewise be great. Courage and self-reliance are, therefore, principles quite essential to War; consequently, theory must only set up such rules as allow ample scope for all degrees and varieties of these necessary and noblest of military virtues. In daring there may still be wisdom, and prudence as well, only they are estimated by a different standard of value."

von Clausewitz, Carl. On War: All Volumes (p. 12). Vook, Inc.. Kindle Edition.
Cuando el pensamiento estratégico profesional desplegado por militares como Werner von Fritsch y Ludwig Beck fue abolido y suplantado en la primavera de 1938 por el oportunismo tecnócrata de ambiciosos militares, cuyo máximo exponente fue Guderian
Guderian en 1938 no tenía la misma responsabilidad o autoridad que Fritsch o Beck, estos dos últimos hicieron lo correcto al oponerse a los planes de Hitler, pero desafortunadamente en un principio durante la anexión de Austria y Checoslovaquia parecía que el dictador tenía razón y ellos no. Guderian tiene un puesto de responsabilidad equivalente hasta después de Julio de 1944, donde la guerra ya esta perdida para Alemania, sin importar quien estuviera al frente del Estado Mayor, hasta antes de eso, lo más alto que había dirigido era un ejército y hasta ese nivel, improvisación, agresividad en su liderazgo y explotar todas las oportunidades que se presenten me parecen una virtud.

Existen muchas pruebas de que el grueso de las acciones de la Blitzkrieg carecían de un diseño operacional. Dos ejemplos con Guderian son ilustrativos, el primero en la campaña de Francia de 1940 y el segundo en la campaña rusa del año siguiente. En sus memorias, Guderian escribió que el plan ofensivo del OKH no especificaba cuál debía ser el objetivo operacional tras el cruce del Mosa. Si hubiera sido el cerco, entonces debiera señalarse Amiens como el objetivo operacional, pero según Guderian no se había decidido si el objetivo sería París o Amiens
Creo que la mayor fortaleza del método alemán era su flexibilidad, lo que el autor ve como una falla que no hubiera un objetivo definido después del cruce del Mosa, yo lo veo como la razón de su éxito. Que después del cruce del Mosa los alemanes tuvieran libertad para explotar la opción que más posibilidades diera en lugar de ir con un plan definido de antemano me parece mucho mejor que lo inflexibles que fueron los aliados durante esa misma campaña.
"Clausewitz dijo que Rusia era un país que no podía ser conquistado regularmente, esto es por el solo concurso de la fuerza militar, explicando que sólo podía ser sometido por su propia debilidad y por los efectos de su disensión interna. Y para ello era necesario golpear su capital, Moscú, que fue lo que hizo Napoleón para intentar desestabilizar al gobierno, vencer su voluntad de seguir luchando y llevarlo a la mesa de negociaciones de paz. Pero el gobierno ruso no se doblegó y Napoleón fracasó (14). El resultado mostró que Napoleón se equivocó en sus cálculos y, por tanto, que nunca debió haber emprendido la campaña de 1812. Es posible que Guderian hubiera leído a Clausewitz; de haberlo hecho, es improbable que lo hubiera comprendido."
Clausewitz comentando sobre la invasión napoleónica a Rusia.

"If Buonaparte, in his invasion of Russia in 1812, concentrated his Army in great masses upon one single road in a manner never heard of before, and thus caused privations equally unparalleled, we must ascribe it to his maxim THAT IT IS IMPOSSIBLE TO BE TOO STRONG AT THE DECISIVE POINT."

von Clausewitz, Carl. On War: All Volumes (p. 137). Vook, Inc.. Kindle Edition.

Si Guderian leyó a Clausewitz, este le entendió bastante bien porque en 1941 se pasó insistiendo que Moscú debía ser el objetivo central de Barbarroja. El adoptar medidas para exacerbar la disensión interna de la URSS no le concernía a Guderian, sino en primer lugar a Hitler. El ejército se cansó de proponer el utilizar a las diferentes minorías étnicas de la URSS y el liderazgo político no les escuchó hasta que fue demasiado tarde.
Los generales del Ejército Rojo, en cambio, sí leyeron a Alexanxer Svechin, Vladimir Triandafillov y Georgy Isserson, entre otros. Estos teóricos militares citados, a diferencia de los tecnócratas alemanes, conocían de forma integral los conceptos de punto de culminación del ataque, alcance y pausa operacionales y logística en las operaciones sucesivas en profundidad. Y conocían, porque lo fundaron y desarrollaron, el arte operacional. El Ejército Rojo se impuso a los militares tecnócratas alemanes cuando recuperaron los principios de esos teóricos abolidos por Stalin en 1937 y fueron capaces de ponerlos paulatinamente en práctica desde finales de 1942.
El que el ejército rojo se impusiera a los alemanes no tendrá algo que ver con la superioridad material y numérica?? No digo que los soviéticos se limitaran a lanzar hordas de soldados y tanques como luego da la impresión al leer algunas memorias alemanas. Claro que los soviéticos tenían muy buenos altos mandos y a nivel operacional acabaron siendo tan competentes como los alemanes, pero el que hayan ganado tiene que ver más con que estuvieron del lado de la coalición más grande, no porque hayan leído a uno o dos teóricos militares.

Finalmente te agradezco tu esfuerzo y tiempo dedicado no sólo a este artículo, sino a este foro, el mejor de esta temática que conozca en inglés o en español.
Última edición por Chepicoro el Mié Nov 16, 2016 11:25 pm, editado 1 vez en total.
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Re: Guderian y la Blitzkrieg

Mensaje por José Luis » Mié Nov 16, 2016 9:25 am

¡Hola a todos!

Esperaba llegar a este asunto en la creencia de que las intervenciones de compañeros del foro desembocarían en la necesidad de rematar con un ejemplo palmario sobre lo que esconde el mito de Guderian y la Blitzkrieg. Las intervenciones no se han producido como yo esperaba (sin menoscabo de las producidas, creí que habría muchas más, pues el tema lo propicia), pero remataré igualmente con dicho ejemplo.

Probablemente, el caso individual que más integra todos los ingredientes que conforman el mito de la Blitzkrieg sea el desempeño del Panzergruppe 2 de Guderian durante los dos primeros meses de la Operación Barbarroja. Se juntan aquí los factores generales que he señalado en mis intervenciones anteriores: ausencia de un diseño operacional claro en la planificación del Panzergruppe-2, planificación improvisada y competitiva (en este caso con el Panzergruppe 3 de Hoth), disputas (cuando no insubordinaciones) entre mandos (Guderian-Kluge), acusaciones (Guderian-Hoth), avalancha de acciones sin un diseño operacional previo (Yelnia), radicalización tecnológica (fiarlo todo a la guerra mecanizada). Y lo más importante es lo que subyace en lo anterior: carencia (o desprecio en el mejor de los casos) de una comprensión integral de los principios de estrategia, alcance y pausa operacionales, y punto de culminación del ataque.

Alexander Svechin, a quien ya he mencionado en la introducción de mi artículo, fue el "padre" del arte operacional, que definió por vez primera en la década de 1920. Svechin afirmó que todo plan operacional debe estar sujeto a las capacidades materiales existentes; en otras palabras, todo plan operacional depende de la tiranía de la logística, y, por tanto, debe integrar un plan logístico que permita calcular el alcance operacional y evitar el punto de culminación.

El punto de culminación de un ataque lo definió Clausewitz significando que se produce en aquel momento en que el ímpetu de la fuerza atacante pierde fuelle (por el propio desgaste de la maquinaria y las fuerzas de combate, y por los problemas derivados de la extensión de las líneas de comunicaciones...) y se equilibran las potencias del atacante y el defensor. Clausewitz asegura que continuar el ataque una vez alcanzado ese punto culminante sólo puede traer el desastre. Para evitar ese punto es necesario una planificación realista del alcance operacional al que seguirá la obligada pausa operacional.

En realidad, Paulus (en sus juegos de mapa de diciembre de 1940) estimó el alcance operacional de Barbarroja en 500 kms, a la altura de la divisoria de los ríos Dnieper-Dvina. Acto seguido, concluyó, debía establecerse una pausa operacional para resolver los problemas de comunicaciones, suministros, mantenimiento y descanso. Fue una estimación optimista, pero lo peor de todo (para los alemanes) es que se esperaba que a esa altura operacional ya estaría destruido el grueso del Ejército Rojo, y sólo quedaría por hacer, tras la pausa, operaciones de limpieza. Si esta macroestrategia operacional de Paulus estaba fallida de raíz, algo similar ocurrió con la microestrategia operacional de Guderian, que alcanzó su punto de culminación mucho antes de lo estimado, aunque él no lo reconoció. Tampoco lo reconocieron, en el conjunto de la Operación Barbarroja, el OKH y el OKW. Halder (en el OKH) vivió toda la campaña de ilusiones, mientras que Jodl (OKW) sólo reconoció haber alcanzado la culminación en diciembre de 1941. Hitler, del que casi todos renegaron en posguerra echándole toda la culpa del fracaso, reconoció, en cambio, que dicho punto de culminación ya se había alcanzado en agosto. Pero no exteriorizó a sus militares ese reconocimiento que sólo expresó a sus íntimos colaboradores (Goebbels).

No sólo fue la logística lo que desbarató el torrente atacante de Guderian, sino también algo intrínsico al mito de la Blitzkrieg: que las fuerzas mecanizadas del Ostheer, en general, y del Panzergruppe 2, en particular, no podían, por sí solas, concluir existosamente una Vernichtungschlacht mediante envolvimiento y cerco. Necesitaban sí o sí el concurso de la infantería, pero la infantería no estaba motorizada (la poca que estaba ya formaba parte de los panzergruppen) y, así, nunca llegaba a tiempo para aniquilar a todas las fuerzas cercadas por las formaciones móviles. Los cercos tenían muchos agujeros por los que escapaban las fuerzas enemigas, en el mejor de los casos; en el peor, algunas veces los cercadores acababan cercados. Por otra parte, se confirmaba una evidencia ya debatida ampliamente por los teóricos militares alemanes de entreguerras: las formaciones blindadas, por sí solas, no podían mantener el terreno ganado: era necesaria la infantería.

Debo decir que este problema del diferente ritmo de las formaciones motorizadas (20%, siendo generoso, del Feldheer) y las formaciones a pie (80% del Feldheer), así como los problemas derivados de la logística para una guerra mecanizada, no fueron exclusivos del ejército alemán, sino que afectaron a todos los ejércitos, soviético incluido. Está muy bien resumido, al tratar el arte operacional del Ejército Rojo, por Frederick W. Kagan, “The Rise and Fall of Soviet Operational Art, 1917-1941”, en Robert Higham and Frederick W. Kagan, The Military History of the Soviet Union (Palgtrave, 2002), pp. 91-92, cuando dice:

The emphasis throughout PU-36 was on speed, audacity, seizing the initiative at all levels, and the aggressive use of their own initiative by subordinate commanders at all levels. At the same time, it required careful coordination not only of all branches within the Red Army, but of the ground forces with the air forces as well. Similarly, the Soviet's own command nets would be placed under maximum strain in the effort not only to coordinate this incredible complicated movement of hundreds of thousands of troops, but also to find out what was going on, since it was expected that subordinate commanders at all levels would deviate from the plan when they saw opportunities or dangers. Finally, it would be necessary to keep these fast-moving forces suppliet at all times, and the strain of the logistics system seemed likely to be overwhelming.

And therein lay the problem: none of the technological systems or organizational structures were in place in the interwar years to give any hope of success in these endeavors. In the interwar years Soviet theory far outstripped Soviet practice and Soviet capabilities. In fact, no army in the world in 1945, let alone 1935, could have implemented the Soviet theory of operational art developed in the 1920s and 1930s. The demands for high-speed tanks with rapid-firing, highly accurate main gun firing effective armor-piercing rounds on the move could not be met by military technolobgy until the 1970s. Nor could the Soviet produce the armored personnel carriers, or even trucks, necessary for the infantry and artillery to keep up this fast-paced armored strike – despite the fact that Soviet doctrine explicitly called for continuous combined arm operations. The characteristics that the doctrine demanded for aircraft were similarly unattainable until the most recent generation of high-perfomance aircraft went into production.

Similar problems existed with the support services. The radio-poor Red Army was not up to the communication and command and control challenge posed by the complexity of these operations. Worst of all, however, was the situation in the logistics services. As the Soviet set about creating the military might they felt they needed, priority had to go to the production of tanks, without with armored doctrine is not armored. But what the logistics administration desperately needed was trucks – and those were in short supply. The problem of supplying these lightning-strike attacks as they expanded over hundreds of kilometers of devastated territory would prove to be almost insurmountable for much of the Second World War.


Lo anterior puede aplicarse casi enteramente a la Wehrmacht. Sin embargo, la diferencia radica en que los teóricos militares soviéticos vieron el problema en la década de 1920-1930 y buscaron soluciones realistas. Vladimir Triandafillov, que luchó contra esta pesadilla logística hasta su inesperada y trágica muerte en un accidente de aviación en 1931, no pudo resolver el desafío logístico que involucraba una guerra mecanizada a gran escala. Era imposible resolverlo. Pero hizo unas aproximaciones realistas, para su época, sobre alcance, pausa y culminación, y sentó las bases, que luego desarrollaría Isserson, para la estructura, fuerza y organización logística de las formaciones de combate que debían integrar las "operaciones sucesivas" de la doctrina de la "Operación Profunda": el ejército de choque. Todo el trabajo de estos teóricos los echó al garete Stalin en 1937, y sólo comenzarían a recuperarse en 1942. Con todo y eso, el Ejército Rojo no fue capaz de aplicarlo con maestría en toda la guerra, si bien se aproximó un poco en 1944-45.

El "mando superior" (en el que creían y realmente tenían en 1941 los tecnócratas alemanes) y , la superioridad tecnológica (que creían tener esos tecnócratas) no fueron ni podían ser suficientes para hacer triunfar el "oportunismo tecnócrata" contra un enemigo que tenía la voluntad, la fuerza y la capacidad para derrotarlo.

El Panzergruppe 2 de Guderian (y el Ostheer) llegó a su alcance operacional al mes del inicio de la campaña, cuando se empantanó en el sector de Smolensk. Ahí debió establecerse una pausa operacional (lo que no se hizo) para evitar el punto de culminación (al que se llegó un mes después). La continuación del ataque en septiembre trajo consigo lo que un siglo antes había advertido Clausewitz contra el riesgo de continuar atacando una vez alcanzada la culminación: el desastre de Moscú.

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Re: Guderian y la Blitzkrieg

Mensaje por José Luis » Mié Nov 16, 2016 9:39 am

¡Hola a todos!

Chepicoro, no vi tu intervención hasta que colgué la última mía.

Ya te daré mi impresión sobre tus comentarios, aunque dejaré del lado los tocantes a Guderian y su papel en la doctrina blindada y panzertruppen alemanas de entreguerras, pues, como ya dije, hay dos temas, que enlacé en la introducción, en los que se trataron esos asuntos. A ellos te remito para cualquier debate que tengas a bien introducir (o bien realiza esos comentarios en esos hilos).

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Re: Guderian y la Blitzkrieg

Mensaje por José Luis » Mié Nov 16, 2016 12:21 pm

¡Hola a todos!
Chepicoro escribió:
En cambio, me propongo explicar las razones por las cuales las ideas que Guderian defendió y llevó a cabo en su forma de hacer la guerra (lo que hoy entendemos por Blitzkrieg) fueron, por una parte, el resultado de la carencia de una estrategia profesional en el ejército alemán, y, por la otra, las semillas del desastre militar alemán en la IIGM
Debo preguntar entonces, si la forma de hacer la guerra de los alemanes estaba tan equivocada que otra forma les hubiera dado mejor resultado? repetir lo aplicado en la PGM les hubiera dado mejores rendimientos?
La forma de hacer la guerra del ejército de Hitler no varió un ápice de la forma de hacer la guerra del ejército de Guillermo II. Me explico: en ambos casos el pensamiento operacional fue el mismo: “batalla de aniquilación” mediante ataques de flanco, envolvimiento, cerco y aniquilación. Lo que cambió de 1914 a 1939 fue el diseño operacional para resolver un problema estratégico, de una parte, y la influencia tecnológica, de la otra.

El problema estratégico fundamental para el Gran Estado Mayor General que dirigía Moltke el Joven en 1914 era cómo solventar con éxito una guerra en dos frentes. Moltke, siguiendo el concepto y diseño operacionales desarrollados por Schlieffen en sus estudios y memorandos, aunque alterando el diseño, buscó una “batalla de aniquilación”, una batalla decisiva que trajese la decisión en el frente occidental, con la aniquilación de las fuerzas franco-británicas, para poder pasar después a lidiar con el frente oriental. Para desgracia de los intereses alemanes, la batalla decisiva no se produjo, sino el cuadro de tablas en el Marne, que trajo consigo la imposibilidad de que Alemania ganara militarmente la guerra, Su sucesor, Falkenhayn, buscó una especie de “guerra de desgaste corta” con la esperanza de que las bajas en el bando francés condujeran a una mesa de negociaciones, pero vio sus esperanzas de llegar a una solución política finalmente frustradas, así como la terrible cantidad de bajas alemanas, en Verdún. El binomio Hindenburg-Ludendorff sentó las bases de lo que más tarde haría el binomio Halder y jefes del EMG sucesivos-Hitler: una planificación operacional ofensiva a ultranza sin un propósito estratégico racional y viable.

En cambio, el problema estratégico de 1939 era cómo responder operacionalmente a la incertidumbre estratégica que involucraba una agresión militar a Polonia. Sabemos que Hitler lo fió todo a la ilusión de que Gran Bretaña y Francia no intervendrían finalmente si Alemania atacaba Polonia. Pero si lo hacían (como lo hicieron en la realidad), ¿cuál era no ya el concepto sino el plan operacional para resolver militarmente ese desafío estratégico? Simplemente, el EMG no tenía ni concepto ni plan. Cuando Hitler cursó el propósito estratégico del concepto operacional que debía seguir la campaña del Oeste en octubre de 1939, declaró: “El propósito de esta ofensiva será derrotar lo máximo posible del ejército francés y de las fuerzas de los aliados que combaten a su lado, y al mismo tiempo ganar tanto territorio como sea posible en Holanda, Bélgica y Francia que sirva como base para la continuación exitosa de la guerra aérea y marítima contra Gran Bretaña y como una amplia base protectora de la económicamente vital [área del] Ruhr.” (Frieser, Op. Cit., p. 61). La consecución de este propósito no iba a traer la decisión estratégica a la guerra; en otras palabras, un éxito de la campaña no pondría un fin victorioso a la guerra, sino que ayudaría a continuarla. La diferencia con el propósito de la campaña de Moltke en 1914 es clara: éste buscaba poner un fin victorioso a la guerra en el frente occidental mediante el concepto tipo “Cannae” de Schlieffen. Ahora bien, en ambas ocasiones el pensamiento operacional, es decir el cómo lograr que la campaña fuese victoriosa era el mismo: batalla de aniquilación, ataque de flanco, envolvimiento y cerco. Esto no varió de 1857 a 1945 en el ejército prusiano-alemán.

Una serie de circunstancias ajenas a la voluntad de Hitler y otras ajenas a la voluntad reinante en el OKH impidieron que la ofensiva contra Francia ordenada por Hitler se llevase a cabo en 1939. Cuando finalmente en enero-febrero de 1940, tras una serie de albures que los más de los aficionados ya conocen, Hitler hizo que el EMG adoptara el concepto, que no enteramente, y diseño del plan operacional esbozado por Manstein antes de ser “despedido” del EM de Rundstedt, el propósito de la ofensiva no difería del anunciado por Hitler en octubre del año anterior. De hecho, la campaña no se planificó tal y como Manstein había ideado, ni su desarrollo sed ajustó al desarrollo operacional concebido finalmente por Halder. El concepto operacional final de la campaña fue, como subrayó con acierto Frieser, una huida hacia adelante ante la imposibilidad de resolver la catástrofe estratégica en la que Hitler había metido a Alemania con su invasión de Polonia. Se jugó todo a una carta en el plano operacional, pero, pese a su éxito, el éxito parcial de la campaña no trajo la decisión, no resolvió favorablemente la guerra. Pese a que los militares aliados hicieron todo lo posible (obviamente involuntariamente) para facilitar el éxito alemán y pese a que la mayor parte de los dirigentes políticos franceses traicionaron a su pueblo aceptando la capitulación, Alemania se encontraba en junio de 1940 estratégicamente peor que en agosto de 1939. Esto puede parecer chocante a primera vista, pero un análisis profundo de la situación así lo evidencia.

Recapitulando, el EMG alemán de 1939-1940 no hizo una guerra diferente a la de su homólogo en 1914 si atendemos al pensamiento operacional (siempre batalla de aniquilación), aunque sí la hizo respecto a su concepto estratégico (poner fin victorioso a la guerra mediante una campaña). Y la otra diferencia fundamental fue el influjo de la tecnología, al que hay que añadir las decisiones de varios cow-boys solitarios (entre ellos Guderian por excelencia) de ir por libre a falta de un diseño previo o a pesar de esa falta. Fueron las decisiones tácticas de hombres como Guderian, Rommel, Balck, etc., las que trajeron, primero, el caos y la pérdida de mando y control de los cuarteles generales a nivel de ejército y grupo de ejército respecto a los escalones tácticos, y, segundo, el éxito asombroso e inesperado de la campaña. En la otra cara de la moneda, fue la falta de un concepto y diseño operacional claros (como los tenía Manstein) en el OKH al principio, y siempre en el OKW y en muchos comandantes-en-jefe de ejército y grupo de ejército, lo que impidió finalmente que el éxito operacional final de la campaña hubiera sido todavía mucho más contundente.

En ambos casos, 1914 y 1939, los alemanes sabían que no podían ganar una guerra prolongada; en ambos casos intentaron ganar una guerra corta; en ambos casos perdieron una guerra multifrente. Siempre la combatieron de la misma forma: buscando la batalla de aniquilación mediante operaciones de envolvimiento y cerco.

De todas formas, mi estimado Chepicoro, si quieres profundizar más sobre este intrigante tema de la continuidad en el pensamiento operacional alemán desde 1857 a 1945 te recomiendo que leas -con tiempo, tranquilidad y detenimiento para la pausada reflexión- la tesis doctoral de Vardi (2008), The Enigma of German Operational Theory: The Evolution of Military Thought in Germany, 1919-1938, presentada en The London School of Economics and Political Science, y que tienes disponible en formato pdf aquí: http://etheses.lse.ac.uk/123/

Si lo lees tal como te he dicho, no tengo duda alguna que le sacarás un gran provecho para muchas otras cuestiones. Ya me dirás algún día.

Ahora tenemos que afrontar la otra parte de tu pregunta; es decir, si había otra forma de hacer la guerra. Pero esto lo dejaré para otra ocasión, pues pregunta y respuesta tienen mucha miga.

Ah, muchas gracias por tus elogios, que te devuelvo por el gran interés y las buenas aportaciones que deparas a este foro.

Saludos cordiales
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Re: Guderian y la Blitzkrieg

Mensaje por José Luis » Jue Nov 17, 2016 9:21 am

¡Hola a todos!

Continuando con la pregunta del compañero Chepicoro.

¿Tenía Alemania otra forma de hacer la guerra?

En realidad, no debió iniciar una guerra que no sabía cómo iba a continuar. Una vez metida en la aventura polaca de septiembre de 1939, la pregunta se puede responder en dos planos: el estratégico y, como consecuencia, el operacional.

En el nivel estratégico, Alemania podía optar por una estrategia defensiva en vez de la ofensiva que adoptó en la realidad. ¿Qué inconvenientes tenía una estrategia defensiva? El más evidente y decisivo es que el tiempo corría a favor de los aliados porque tenían una mayor capacidad de producción que Alemania y no estaban sometidos, como ésta, a un bloqueo económico. Así que Alemania sólo podía intentar una estrategia ofensiva que evitase una guerra prolongada.

El problema es que una estrategia ofensiva no se debe improvisar, sino que debe planificarse con tiempo y realismo. Schlieffen se pasó años (y Moltke el Viejo antes que él) estudiando cómo conseguir en el plano operacional el objetivo estratégico de ganar una guerra corta en dos frentes. La diferencia del EMG del OKH es que no hizo lo mismo. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que nunca contemplaron una guerra simultánea contra Francia y Gran Bretaña. Cuando tuvieron indicios, primero, y pruebas, después, de que Hitler se proponía algo de ese tenor (noviembre de 1937), el jefe del alto mando y el ministro de guerra se mostraron renuentes, por lo que Hitler los purgó (a ellos y otros jefes de pensamiento similar) en febrero de 1938. Luego iremos con Beck.

Sin embargo, en octubre de 1939 era evidente, luego de la orden de Hitler de planificar la ofensiva contra Francia y llevarla a cabo en ese mismo año, que Alemania se tenía que enfrentar contra las dos potencias occidentales. Ahora bien, como ya he explicado en un mensaje anterior, el propósito de esa ofensiva no tenía como objetivo poner un fin victorioso a la guerra con una campaña militar. Era simplemente una campaña para, de salir exitosa, poder continuar la guerra contra Francia y Gran Bretaña. Y es aquí, en el terreno estratégico, donde Alemania podía haber optado por otra estrategia cuyos objetivos fuesen poner fin a la guerra a medio plazo no mediante una campaña, sino una serie de campañas. Me refiero a que ya en el otoño de 1939 el EMG alemán pudo estudiar la manera de cómo derrotar a Gran Bretaña (el nudo gordiano estratégico) en el terreno operacional. La pregunta del verano de 1940 sobre cómo continuar la guerra contra Gran Bretaña, una vez que Francia había capitulado, debió haberse formulado en el otoño de 1939 y quizás entonces se habría planificado con tiempo y antelación suficientes para, llegado el momento, acometer las operaciones.

Ahora bien, tú me preguntarás, estimado Chepicoro, qué tenían que ver militares como Guderian en el terreno de la gran estrategia. De hecho, ya me lo has preguntado en alguna parte de tu intervención. Yo te respondo que tenían que ver todo, pero no quisieron. Y es aquí donde rescato a Ludwig Beck y toda la parte que he dedicado al concepto operacional despojado y desvinculado de una estrategia profesional. Porque, a fin de cuentas, Hitler jamás podría haber emprendido una guerra sin el asentimiento previo del generalato alemán. Cuando Ludwig Beck tuvo claro que Hitler estaba decidido a invadir Checoslovaquia en 1938, y con ello desatar una guerra generalizada, escribió una serie de memorandos sobre las consecuencias de una aventura tal y sobre cómo tenía que ser la respuesta del liderazgo militar. Quiero reseñar lo siguiente (negrita mía):

All upright and serious Germans in positions of high responsibility must feel themselves bound to make every conceivable effort ... to prevent a war against Czechoslovakia which would, of necessity, lead to a world war, which would spell Finis Germaniae [the end of Germany]. The leaders of the Armed Forces are especially suited and called to fulfill this responsibility, for the Armed Forces are the instrument of state power that carries out orders in war

The future well-being of the nation is being risked. History will burden the leaders of the Armed Forces with blood-guilt if they do not make use of their expert knowledge and act according to the dictates of their consciences. There is a limit to soldierly obedience; it is reached when their knowledge, their consciences, and their sense of responsibility forbid soldiers to execute a command.

If their advice and their warnings go unheeded, then they have the right and the duty to resign from their posts. If they all act in unity, the execution of aggressive orders will be impossible. By this act, they can save their country from the worst&emdash;from ruin itself. It is a lack of greatness and a failure to recognize the task of a soldier if those in the highest position, in such times as these, construct their duties and tasks only within a limited framework of military orders which must be carried out, without also being aware of their highest responsibilities toward the nation as a whole. Extraordinary times require extraordinary measures


Esto lo escribió Beck en julio de 1938 (véase un hilo que escribí sobre los memorandos de Beck aquí viewtopic.php?t=2157 ).

Beck reunió a todo el generalato, Guderian incluido, para pedir su apoyo y negarse a cumplimentar la orden de Hitler (entonces atacar a Checoslovaquia), pero la inmensa mayoría, Guderian incluido, le dio la espalda. Beck dimitió en agosto de 1938.

¿Qué hizo la jefatura del OKH en otoño de 1939? Al principio mostrarse renuente, pero, tras una amenaza de Hitler que hizo aflorar la cobardía moral de Brauchitsch y Halder, muy pronto acatar la orden del dictador de planificar la invasión del Oeste, ¿Qué hicieron los tecnócratas como Guderian? Apoyar a su Führer fiando todo al plano operacional, pese a que en este plano no se iba a resolver (con el Caso Amarillo) el problema estratégico de derrotar a Gran Bretaña. En otras palabras, y como dijo Frieser, huir hacia adelante.

Y llegamos al terreno operacional. No se trata, Chepicoro, de que los alemanes combatieran ofensivamente de otra manera que no fuera la batalla de aniquilación. Se trata de que las operaciones obedecieran a un diseño operacional que tratase de resolver el reto estratégico, en vez de perseguir, si se me permite la exageración, un no se sabe qué, para qué, ni hacia qué. Es decir, en vez de perseguir un objetivo cuya consecución sólo prolongaría la guerra, pues no se dilucidaba, en el mejor de los casos, el asunto de Gran Bretaña, el EMG podía haber planificado en 1939 unas operaciones que, llegado el caso, buscaran la salida de GB de la guerra mediante una estrategia de aproximación, esto es una “estrategia periférica”, por ejemplo. En realidad, esto fue lo que comentó, en retrospectiva, el mariscal Manstein en sus retorcidas memorias, aunque él se inclinaba más por la invasión de Inglaterra. Lo cierto es que Hitler, con el beneplácito de la mayoría de su jefatura militar y el entusiasmo de los tecnócratas, se embarcó en una guerra desconociendo cómo podía ser su naturaleza y cómo podía ganarla. Todo lo que Hitler y sus militares más importantes no se preguntaron antes de invadir Polonia en 1939 y el Oeste en 1940, se lo tuvieron que preguntar, borrachos de euforia pero en una pesadilla estratégica, en el verano de 1940. Y no supieron cómo resolver esa pesadilla, más que virando al Este. Siguieron huyendo hacia adelante sometiendo toda estrategia al albur de las operaciones, y no viceversa.

Por tanto, no se trata de preguntar si los alemanes podían tener otra forma de hacer la guerra. Se trata de preguntar si los alemanes tenían claro cómo iba a ser la guerra que ellos mismos desencadenaron, contra quiénes iban a combatirla, qué estrategia tenían para ganarla, y, en el terreno militar, cómo iban a diseñar las operaciones en busca de los objetivos de dicha estrategia. La respuesta es obvia: negativa a todas ellas. Al OKH le faltaban muchos Beck en su posición, y le sobraban muchos Guderian en la suya (Guderian no era sólo un comandante de campaña, sino también el jefe de las tropas blindadas).

Ya iré desgranando el resto de tus comentarios.

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Re: Guderian y la Blitzkrieg

Mensaje por José Luis » Vie Nov 18, 2016 7:57 am

¡Hola a todos!
Chepicoro escribió: Si Alemania llegó a donde llegó hasta el Volga y después resistió lo que resistió fue precisamente porque trato de innovar y fue tan exitosa en esta innovación que las demás potencias adoptaron buena parte de sus ideas, que los enemigos de Alemania le hayan "copiado" habla del éxito de sus métodos, ahora que eso no les alcanzó para ganar la guerra, pero eso tiene que ver más con un desbalance enorme de recursos en favor de los aliados que por errores de la doctrina blindada de los alemanes.
Si me permites, Chepicoro, la primera línea de tu frase (citada) expresa muy bien el despropósito estratégico del desarrollo operacional alemán. Es un buen ejemplo del torrente ofensivo carente de diseño operacional, y cómo lo modifica. Porque el objetivo estratégico de la Operación Azul no era llegar hasta el Volga y ganar Stalingrado, sino llegar hasta el Cáucaso y hacerse con los pozos petrolíferos de la región. Ante el fracaso estratégico del Cáucaso, Hitler buscó el éxito político de Stalingrado. Pero aquí ya no estaba Guderian, si bien Guderian, como resulta obvio, no era el único tecnócrata, aunque sí su mejor exponente.

Innovación y resistencia. Como ya he explicado en mis intervenciones anteriores, la única innovación alemana fue el uso y explotación de las nuevas tecnologías, especialmente las comunicaciones y nuevas armas. Su forma de combatir no varió un ápice en sus principios tácticos y operacionales. Ahora bien, fue precisamente la fe ciega de los tecnócratas en la tecnología (y el mando superior) la que germinó las raíces del fracaso alemán en la IIGM, porque el uso y la explotación óptima de la tecnología (y el mando superior) no podían compensar, como creían los tecnócratas, las carencias estratégicas que padecía Alemania, en comparación con la alianza de sus enemigos, en el terreno humano, material y productivo, es decir en una guerra de desgaste. En el campo teórico soviético había un consenso unánime en la década de 1930 sobre cómo sería una guerra futura: de desgaste. Y, en consecuencia, se prepararon para tal fin en los terrenos arriba citados. En el campo teórico alemán había un consenso unánime en cómo no debería ser una guerra futura para Alemania: multifrente. Y a tal fin planificaron todo para una guerra corta...y se dieron de bruces contra la cruda realidad. Napoleón, con la RMA que supusieron sus innovaciones militares, llegó a Moscú, pero perdió la guerra. Hitler, con la ayuda de sus tecnócratas, llegó al Volga, pero perdió la guerra. Los aliados enemigos del Tercer Reich no hicieron una cabalgada tan espectacular, pero ganaron la guerra. Alemania no podía ganar una guerra de desgaste; sus enemigos sí. Pretender cambiar esta realidad estratégica con la explotación óptima de la tecnología y el mando superior fue la hibris de los tecnócratas; su fracaso, la némesis.

En cuanto a copiar las ideas de los militares alemanes, bien, aquí hay mucho que matizar. Hacerlo nos llevaría a una larga exposición y discusión de los matices. Simplemente diré que cada país tuvo su propio proceso, en preguerra, de adaptación de las nuevas tecnologías a su doctrina militar en base a su cultura militar. En particular, hubo uno que superó al alemán en este aspecto en el terreno teórico: el soviético. Y fíjate tú, Chepicoro, qué sólido era el pensamiento teórico soviético que su mayor activo, el arte operacional, fue adoptado por todos los grandes ejércitos del mundo. Eso sí, a algunos como USA les costó tiempo el comprenderlo (el arte operacional), y no lo adoptaron (cayeron de la burra) hasta la década de ¡¡¡¡1980!!!!. Lo que sorprendió a los enemigos combatientes del Tercer Reich fueron sus éxitos de 1939 y 1940 (en particular, a Stalin le dieron una bofetada en la cara tan grande que le obligó a “despurgar” la doctrina militar recogida en el PU-36) y la organización y uso sus formaciones de armas combinadas (lo que no era nada novedoso en el campo teórico).

Lo que diferenció a unos (URSS y Alemania) y otros (Gran Bretaña, Francia y USA, principalmente) en el aspecto referido fue el tiempo y la cultura militar. La URSS y Alemania, la primera antes que la segunda, se emplearon desde muy temprano (década de 1920) a preparar a sus países para una futura guerra en los terrenos militar, económico, industrial, cultural, político e ideológico, con más o menos acierto. Ambas potencias dedicaron sumas faraónicas a tal fin durante los años de entreguerras (en Alemania tras la llegada de Hitler al poder). Ambas potencias se beneficiaron de su cooperación económico-militar durante la década de 1923-1933 en las bases de tanques y aviación que se establecieron en la URSS. La diferencia fundamental entre los esfuerzos de ambas potencias radicó en que la URSS los llevó a cabo bajo los parámetros estratégicos de una guerra prolongada y generalizada, mientras que Alemania los confió a una guerra corta y localizada.

Las limitaciones inherentes a la naturaleza de los regímenes pluralistas (en contraposición a los totalitarios como la URSS y Alemania) da cuenta, probablemente, de que las tres potencias occidentales arriba citadas no pudieran emplearse durante el periodo de entreguerras a las mismas tareas tan a fondo como las dos potencias totalitarias. El resto obedece a una cultura militar diferente. Estos factores explican, en buena parte (que no en toda), que cuando Alemania invadió Polonia en 1939, Francia y Gran Bretaña estuvieran varios peldaños por debajo de Alemania en los asuntos doctrinales militares, políticos e ideológicos, que no en los económicos y productivos. Y muchos más peldaños por debajo estaba USA, en todos los asuntos hasta que puso sus recursos humanos y materiales a engrasar una maquinaria militar formidable. A diferencia de la falsa creencia de los tecnócratas alemanes (que la explotación tecnológica y el mando superior podían compensar sus limitados recursos humanos y materiales), los aliados sí podían compensar su retraso doctrinal militar con la abundancia de sus recursos estratégicos, y a tal fin planificaron sus operaciones sometidas a la estrategia, y no viceversa como hicieron los tecnócratass alemanes. Aunque estaban muy lejos de conseguirlo en los años de la guerra, los aliados sí disponían de la logística necesaria para aproximarse con esperanzas de éxito a una guerra mecanizada a gran escala; los alemanes no.

Finalmente, el tiempo que tardaron los aliados en poner a pleno rendimiento su maquinaria militar explica, en buena parte, la resistencia alemana. Eso y el absurdo fanatismo nazi mostrado en una resistencia imposible de evitar la derrota final que sólo condujo a elevar las cifras de muertos y la devastación de la ruina. Los tecnócratas alemanes, y aquí Guderian sí que entra, y el mando superior (Manstein como símbolo) no quisieron reconocer algo que ya era evidente a finales de 1941 y de ahí en adelante: que no podían ganar militarmente la guerra y que la derrota final sólo era cuestión de tiempo. Todavía en 1944-45 Guderian, como jefe del EMG, y Manstein, limosnando en el retiro para que lo devolvieran al servicio activo, soñaban con evitar el amargo final.

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Re: Guderian y la Blitzkrieg

Mensaje por José Luis » Vie Nov 18, 2016 10:57 am

¡Hola a todos!
Chepicoro escribió: En mi opinión si hubieran comenzado la guerra con la mentalidad y métodos que los británicos, franceses y soviéticos tenían en 1939... la guerra se acababa para los alemanes en 1940 a más tardar.
Si hubiesen tenido esa mentalidad y métodos, probablemente no habrían comenzado la guerra. Sin embargo, si hubiesen comenzado la campaña del Oeste de mayo de 1940 con una planificación similar a la de Moltke en 1914, o incluso tal y como esperaban que la iniciasen los aliados franco-británicos, entonces es dable suponer que la habrían concluido con un éxito similar al que tuvo en realidad la planificación esbozada siguiendo las ideas de Manstein y su Corte de Hoz. Había un factor decisivo que fundamenta esta especulación: la rigidez y lentitud del mando y control aliado, incapaz de reaccionar a tiempo ante la fricción clausewitziana de la guerra.
Chepicoro escribió: Es que el aprovechar al máximo las oportunidades que se van presentando en el campo de batalla es genial y estas oportunidades son imposibles de prever con anticipación por el alto.
No hay duda. El problema, Chepicoro, es cuando la estrategia de una campaña descansa en las oportunidades brindadas y aprovechadas por esa fricción clausewitziana. No hay diseño; hay albur.
Chepicoro escribió: Es que acaso es mejor la bataille conduite de los franceses o la forma en que Eisenhower o Montgomery dirigían sus operaciones dependiendo de obtener siempre una superioridad material aplastante antes de intentar nada (lo que no digo que este mal si tienen acceso a esos recursos, pero los alemanes no los tenían)?
La bataille conduite francesa no constituía en su naturaleza una estrategia militar errada. Lo que la hacía errada era el concepto y desarrollo operacional de la misma, sometido a una rigidez del mando y control tan impracticable (como la que pretendía Schlieffen en sus memorandos) que hacía imposible, en la práctica, superar con éxito la fricción de la guerra. Es el caso opuesto al alemán: si éstos lo apostaron todo al albur de los éxitos tácticos y la flexibilidad táctico-operacional, los franceses lo apostaron todo a una campaña cuyo desarrollo debía seguir paso a paso lo previamente planificado, no habiendo lugar para la flexibilidad ante la fricción de la guerra debido a la incapacidad de los mandos intermedios y subalternos para tomar decisiones. Decisiones que siempre llegaban tarde y mal. El estricto e inflexible mando y control que propugnaba la bataille conduite era lo que la hacía impracticable, no su concepto estratégico.

En lo que se refiere a Ike y Monty, al menos hicieron honor al clásico concepto del στρατηγός (estratega), esto es al general que buscaba la consecución de la concentración y el despliegue de fuerzas en el lugar idóneo para buscar la batalla decisiva y, en consecuencia, la decisión. Esto fue lo que hizo Moltke el Viejo en Austria en 1866 y Francia en 1870-71, y Napoleón antes que Moltke. Lamentablemente para la humanidad, el siglo XX con sus ejércitos masificados-amplitud de teatros-avances tecnológicos hicieron de la “batalla decisiva” un concepto absolutamente desfasado por impracticable. No podía haber batallas decisivas para decidir la guerra, pero sí operaciones sucesivas (doctrina soviética) con capacidad logística para mantenerlas que condujeran al objetivo final de ganar la guerra. Ike y Monty llevaron a cabo, con más o menos acierto, ese gran esfuerzo estratégico de combinar con equilibrio fines (operaciones) y medios (logística), y por ello ganaron la guerra en el teatro occidental y mediterráneo.
Chepicoro escribió: Alemania no se podía dar el lujo de obtener una superioridad material aplastante frente a los aliados, luego entonces tenía que pelear de forma distinta si quería ganar la guerra.
Cierto. El problema crucial es que hay desafíos estratégicos que son imposibles de solventar en el terreno militar. Y el problema alemán fue que señalaron unos fines estratégicos que, en el terreno militar, no estaban al alcance de sus capacidades operacionales. Probablemente podía solventarlo en una guerra localizada contra un enemigo particular, pero era insuperable en una guerra de desgaste ante una coalición tan poderosa como la que la propia Alemania propició con su estrategia de improvisación radicalizada.
Chepicoro escribió:
Esto explica igualmente la razón fundamental por la cual, y desde el punto de vista operacional, la Wehrmacht cosechó el éxito táctico y el fracaso estratégico.
Discrepo. Si la Wehrmacht fracasa a nivel estratégico, es decir, pierde la guerra es porque la metieron en un conflicto que probablemente no tenía solución satisfactoria para Alemania desde un principio, no por incompetencia o un fallo en su doctrina. Y quien decidió si empezar o no la guerra fue Hitler no los militares.
Bien, este aspecto creo que ya lo he explicado anteriormente con el ejemplo de Beck. Además, como lees a Clausewitz, lo que me alegra, sería bueno que te detuvieras en aquella parte donde explica que un error estratégico difícilmente tiene solución y aboca al fracaso de las operaciones militares. En cambio, los errores operacionales o tácticos sí son reversibles.

Si tú tomas unas decisiones estratégicas inviables, Chepicoro, ningún éxito operacional o táctico te va a resolver el problema. Es más, probablemente te lo agrave. Lo sucedido con la Wehrmacht en la IIGM es un ejemplo palmario.
Chepicoro escribió: Cualquier explicación del porque Alemania perdió la guerra que no empiece el balance de recursos naturales y humanos de los aliados y el Eje, esta mal. En todo caso gracias a la Blitzkrieg es que Alemania en 1940 conquista Francia y que en 1941 y 1942 parecía tener opciones de derrotar a la URSS.
Eso deberías aplicárselo a Hitler y sus tecnócratas, Chepicoro. Eran ellos los que tenían que ponderar esos equilibrios antes de iniciar una guerra.
Chepicoro escribió:
"El coste de estas improvisadas operaciones se ha pasado por alto convenientemente. Lo que las hizo posibles fue la sustitución de un unificado cuerpo de conocimiento profesional por una planificación competitiva."
Es imposible prepararse para cualquier eventualidad y planearlo todo con anticipación, siempre, pero siempre hay sucesos inesperados. Improvisar a nivel táctico y operacional me parece algo positivo, pero hay quien lo expresa mejor que yo.
Creo que confundes la fricción clausewitziana de la guerra. Ésta se da en el campo operacional y táctico, cuando surgen imponderables que previamente son imposibles de planificar y anticipar. No así en el terreno de la estrategia, donde cuando se asumen objetivos que no están en consonancia con la realidad (fines-medios) no se pueden identificar con una especie de fricción.

Chepicoro escribió:
Cuando el pensamiento estratégico profesional desplegado por militares como Werner von Fritsch y Ludwig Beck fue abolido y suplantado en la primavera de 1938 por el oportunismo tecnócrata de ambiciosos militares, cuyo máximo exponente fue Guderian
Guderian en 1938 no tenía la misma responsabilidad o autoridad que Fritsch o Beck, estos dos últimos hicieron lo correcto al oponerse a los planes de Hitler, pero desafortunadamente en un principio durante la anexión de Austria y Checoslovaquia parecía que el dictador tenía razón y ellos no. Guderian tiene un puesto de responsabilidad equivalente hasta después de Julio de 1944, donde la guerra ya esta perdida para Alemania, sin importar quien estuviera al frente del Estado Mayor, hasta antes de eso, lo más alto que había dirigido era un ejército y hasta ese nivel, improvisación, agresividad en su liderazgo y explotar todas las oportunidades que se presenten me parecen una virtud.
Guderian se benefició de la purga militar de febrero de 1938 al pasar a ocupar el puesto del purgado Lutz, hasta entonces el jefe de las tropas blindadas (entonces tropas móviles). Como tal, Guderian fue un entusiasta de la política de agresión del dictador nazi, y cuando fue convocado por Beck, junto con el generalato más importante de la Wehrmacht, para oponerse a la aventura adolfiana, apoyó al dictador. Por tanto, Guderian tiene su parte de responsabilidad. Y ya no hablo de su bochornosa actuación como jefe del EMG tras el 20 de julio de 1944.

Ya concluiré mis impresiones al resto de tus comentarios durante este fin de semana.

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Re: Guderian y la Blitzkrieg

Mensaje por José Luis » Sab Nov 19, 2016 9:33 am

¡Hola a todos!

Finalizo con esta intervención.
Chepicoro escribió: Creo que la mayor fortaleza del método alemán era su flexibilidad, lo que el autor ve como una falla que no hubiera un objetivo definido después del cruce del Mosa, yo lo veo como la razón de su éxito. Que después del cruce del Mosa los alemanes tuvieran libertad para explotar la opción que más posibilidades diera en lugar de ir con un plan definido de antemano me parece mucho mejor que lo inflexibles que fueron los aliados durante esa misma campaña.
Una cosa es la flexibilidad en la cadena de mando y control (que permite y fomenta la Auftragstaktik, esto es la libertad de los niveles intermedios y subalternos para elegir cómo conseguir los objetivos marcados por el nivel superior), y otra cosa es ir por libre al albur de las oportunidades. Lo primero, instituido por Moltke el Viejo (fíjate tú lo novedoso que era en el ejército alemán), fue, sin duda, un gran activo del Feldheer. De lo segundo no se puede decir lo mismo. Es más, lo segundo, esto es la falta de concepto y diseño operacional, explica, en buena parte, los motivos por los cuales se posibilitó la escapada aliada en Dunkerque, por ceñirnos a la campaña de mayo de 1940 en el sector estratégico del HA.
Chepicoro escribió: Si Guderian leyó a Clausewitz, este le entendió bastante bien porque en 1941 se pasó insistiendo que Moscú debía ser el objetivo central de Barbarroja.
A Guderian no le correspondía sentar los objetivos estratégicos de la Operación Barbarroja, sino a Hitler. Ahora bien, si el EMG del OKH y los altos comandantes como Guderian creían que Barbarroja, tal cual estaba planificada, no podía traer la decisión en el Este, entonces debieron exponérselo a Hitler en su momento. No lo hicieron. Es más, conspiraron para engañar a Hitler en la esperanza de que finalmente se saldrían con la suya. Esto lo expliqué, creo que con bastante lujo de detalles, en el hilo “Operación Barbarroja y prioridad de Moscú”: viewtopic.php?f=5&t=16425

Por otra parte, la clave estratégica de la Operación Barbarroja tenía un alcance operacional (500 kms) dentro del cual debía destruirse al grueso del Ejército Rojo. Moscú no estaba dentro de este alcance, ni se consideraba necesario. Eso vendría luego de la pausa operacional, en las supuestas tareas de limpieza. Y aquí no hay posibilidad para la flexibilidad ni la fricción, pues la logística no las tiene cuando ya se ha exprimido al máximo. Esto se olvida muchas veces al analizar esta campaña crucial, concentrando, en cambio, el análisis en la conveniencia o no de capturar Moscú. Es un análisis errado de principio a fin, pero que no es el objetivo de este hilo.
Chepicoro escribió: El adoptar medidas para exacerbar la disensión interna de la URSS no le concernía a Guderian, sino en primer lugar a Hitler. El ejército se cansó de proponer el utilizar a las diferentes minorías étnicas de la URSS y el liderazgo político no les escuchó hasta que fue demasiado tarde.
Cierto que no le correspondía a Guderian. Pero es incorrecto decir que “el ejército se cansó de proponer...”. Se cansó un grupo reducido de oficiales (casi todos coroneles) del OKH y OKW y de algunos estados mayores de los Grupos de Ejércitos, casi todos ellos de los departamentos de inteligencia. Los comandantes de campo, en general, no. Guderian tampoco. Es más, el 90 por ciento de todos ellos, Guderian incluido, se cansó de ejecutar y posibilitar diligentemente las órdenes criminales de Hitler. Y como dije anteriormente para la planificación de Barbarroja, todos ellos tuvieron oportunidad de exponer sus discrepancias a Hitler cuando éste los convocó en marzo de 1941 para explicarles el alcance criminal de la guerra que se iba a emprender en el Este. No lo hicieron. Quizá no les preocupaba ni interesaba porque estaban convencidos del éxito de la campaña. Convencidos y ebrios de soberbia.
Chepicoro escribió: El que el ejército rojo se impusiera a los alemanes no tendrá algo que ver con la superioridad material y numérica??
La superioridad material y numérica es un requisito indispensable para el éxito en una guerra. Esto debe comprenderse antes y no después de iniciarla. Esto es estrategia. Te voy a poner un ejemplo muy alemán (porque fue la estrategia de un estadista alemán) y muy poco alemán (porque sus sucesores no tomaron nota). Cuando el ejército alemán sitió París en 1871, Moltke el Viejo quería continuar la campaña para aniquilar al ejército francés y tomar París. Bismarck lo cortó de plano porque sabía que una acción así pondría en marcha la maquinaria para una coalición de Rusia, Gran Bretaña y el imperio austrohúngaro contra Alemania. Alemania, por su situación geográfica y sus limitados recursos, no podía convertirse en la potencia hegemónica de Europa, porque no lo permitiría el resto de potencias. Esto lo sabía perfectamente Bismarck y, en consecuencia, en vez de fiarlo todo al terreno militar (como hicieron después Guillermo II y Hitler), buscó un equilibrio de alianzas que impidiera que Alemania quedase aislada y vulnerable a la agresión exterior. Este equilibrio diplomático fue el centro de la estrategia de Bismarck; cuando se rompió bajo el emperador Guillermo II, y se rompió a conciencia, llegaron los desastres para Alemania. Bismarck jamás se embarcaría en una guerra partiendo de una clara posición de inferioridad numérica y material. Moltke el Viejo tampoco. Los que vinieron después sí.
Chepicoro escribió: No digo que los soviéticos se limitaran a lanzar hordas de soldados y tanques como luego da la impresión al leer algunas memorias alemanas. Claro que los soviéticos tenían muy buenos altos mandos y a nivel operacional acabaron siendo tan competentes como los alemanes, pero el que hayan ganado tiene que ver más con que estuvieron del lado de la coalición más grande, no porque hayan leído a uno o dos teóricos militares.
No desprecies a “uno o dos teóricos militares”. Fueron muchos más. Y no sólo los leyeron, sino que hasta 1937 la doctrina militar del Ejército Rojo se fundamentó y desarrolló en base a los estudios y principios formulados por los teóricos militares soviéticos creadores del "arte operacional", la "batalla profunda", la "operación profunda", teniendo en cuenta la la economía y la logística para las "operaciones sucesivas". Nada comparable de tal calibre y profundidad había en el campo alemán. Las purgas políticas y militares de Stalin no se circunscribieron a la supresión de sus creadores y defensores, sino que se extendieron a todo el campo doctrinal (organización y entrenamiento del ejército incluidos) del Ejército Rojo (fuerza aérea incluida) y la Marina Roja, llevando el terror al campo tecnológico y fabril pues se cortó de raíz, por el pánico, toda iniciativa individual que pareciese, aun de lejos, rescatar las ideas de los purgados. Cuando Stalin, impactado por los éxitos del ejército alemán de 1939-40 y los defectos del Ejército Rojo mostrados en Polonia y Finlandia en 1939-40, se dio cuenta de su error y empezó a recuperar los principios doctrinales purgados en el verano de 1940, ya era tarde...para hacer frente bajo esos parámetros estratégicos y operacionales a la abrupta agresión nazi de junio de 1941. Todo ello hace todavía más épica la hazaña del Ejército Rojo y del gobierno y pueblo soviéticos de encajar, resistir, frenar y finalmente derrotar la máquina de guerra nazi en 1941 sin ayuda material alguna de los aliados. Cierto que pagó un precio brutal, pero dejó al Ostheer herido de muerte.

Ni que dudar tiene el asunto de la formidable coalición que se enfrentó finalmente a Alemania. Pero seamos serios: esa coalición la formó a martillazos el propio Hitler, que además la esperaba. Y años antes ya se la había anticipado Ludwig Beck. Cuando Hitler le dijo en agosto de 1941 al mayor de los tecnócratas, Guderian, que sus generales no sabían nada de economía, no andaba muy descaminado. Eso sí, Guderian metió el rabo entre las piernas y salió bien sumiso (para rabia de Halder y cía).

Y hasta aquí he llegado, Chepicoro. No espero (ni deseo) que compartas necesariamente mis opiniones: sólo me he limitado a argumentarlas.

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