Génesis del Mito "Honorabilidad de la Wehrmacht"

Una invitación mensual a la reflexión y discusión, sobre temas escogidos por los usuarios invitados a escribir.

Moderador: Francis Currey

Responder
Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9903
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Génesis del Mito "Honorabilidad de la Wehrmacht"

Mensaje por José Luis » Mar May 08, 2018 10:38 am

El mito de la “honorabilidad de la Wehrmacht” se gestó gracias a una serie de circunstancias de carácter político y militar que tuvieron lugar, básicamente, entre 1945 y 1950. La leyenda construida inicialmente en esa época perduró hasta hace relativamente pocos años, cuando comenzaron a producir sus efectos las obras académicas de jóvenes y no tan jóvenes historiadores publicadas a partir de finales de la década de 1980 y las exhibiciones fotográficas realizadas por el Hamburger Institut für Sozialforschung en 1995 y 2001 sobre los crímenes de la Wehrmacht. Hoy sólo el fanatismo ideológico que no atiende a razones es capaz de defender un mito -que la Wehrmacht combatió la guerra con honorabilidad, que la perdió por culpa de Hitler, y que no tuvo nada que ver con los crímenes nazis, obra exclusiva de Hitler y sus sicarios de la SS- que ha sido completamente desmontado. Pero el artículo que sigue no va a tratar del contenido y desmantelamiento de este mito, sino que pretende describir, resumidamente, las circunstancias que hicieron posible su creación y desarrollo.

Los cinco primeros años que siguieron a la conclusión de la IIGM vieron una progresiva escalada de la tensión política y militar entre las potencias aliadas y el bloque oriental de la Unión Soviética. Las diferencias entre ambos bloques comenzaron ya durante los preparativos y la celebración de los juicios de Nuremberg, y se vieron incrementadas por una serie de acontecimientos (entre ellos la detonación de la primera bomba atómica de la Unión Soviética en agosto de 1949) que llevaron a un punto de máxima tensión en el verano de 1950, cuando Corea del Norte, con el apoyo de la Unión Soviética, invadió Corea del Sur, que tuvo el apoyo de Estados Unidos. Bajo ese clima de tensión política creciente tuvieron lugar tres historias fundamentales para la gestación del mito de la Wehrmacht Limpia, Saubere Wehrmacht o Clean Wehrmacht. La primera historia que vamos a tratar sucedió durante los juicios de Nuremberg, cuando un grupo de generales alemanes escribió un documento que iba a sentar las bases fundacionales del mito. La segunda historia comenzó antes que la primera, pero tuvo más desarrollo en el tiempo y por ello la voy a tratar en último lugar. Está directamente relacionada con la División Histórica de Europa del Estado Mayor Especial del Departamente de Guerra de los Estados Unidos y la colaboración de oficiales alemanes para escribir la historia de la guerra desde el punto de vista alemán. La tercera historia tiene que ver con la creación de las fuerzas armadas de la República Federal Alemana y las condiciones que un grupo de expertos oficiales alemanaes impuso a los aliados a tal fin.

El Memorando de los Generales

El mayor general William Joseph ("Wild Bill") Donovan, jefe durante la guerra de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS en sus siglas en inglés), precursora de la CIA, fue el primer adjunto del fiscal jefe americano en Nuremberg, Robert H. Jackson (juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos). Su inclusión en el equipo de Jackson estuvo motivada por la cantidad de información de inteligencia que la oficina de Donovan había obtenido durante la guerra. Donovan era partidario de investigar y castigar a los autores de los crímenes nazis, pero estaba en contra de incluir aquí a la mayoría de los altos oficiales de la Wehrmacht, y mucho menos a que el Estado Mayor General alemán fuese inculpado en Nuremberg como una organización criminal.

Aquí voy a copiar lo que ya escribí en su día sobre el memorando en el hilo del subforo de posguerra “El juicio contra el mariscal Manstein, 1949” (1).

Donovan, contraviniendo sus instrucciones, ofreció “a los antiguos generales de la Wehrmacht la posibilidad de preparar de forma óptima su defensa” (suceso que provocó una violenta disputa entre Jackson y Donovan) (1). A tal fin, Donovan se dirigió a un abogado alemán, Dr. Leverkuehn (que más tarde formaría parte de la defensa de Manstein en 1949), en busca de consejo para elaborar un documento que resumiera el desarrollo del ejército alemán (el Reichsheer-Heer) desde el final de la IGM hasta 1945. Leverkuehn contactó con el antiguo comandante en jefe del OKH, mariscal de campo Walther von Brauchitsch, quien a su vez llamó a Manstein, al coronel general Franz Halder, al general de Artillería Walter Warlimont y al general de Caballería Siegfried Westphal para ayudar en la preparación del documento. Manstein fue el gran inspirador de este documento mecanografiado de 134 páginas; junto con Westphal escribió las secciones de 1920-1938 y del otoño de 1942 a 1945. Brauchitsch y Halder escribieron el periodo intermedio, mientras que Warlimont añadió detalles sobre el OKW (2).

El documento, más conocido como el “memorando de los generales”, se tituló “El Ejército Alemán de 1920 a 1945” (“Das Deutsche Heer von 1920-1945”), fue concluido y fechado el 19 de noviembre de 1945 y dirigido al Tribunal Militar Internacional. Como documento para las partes del juicio fue de escaso valor para la acusación, pero de gran utilidad para la defensa. Manstein no fue sólo su gran diseñador, sino también el gran asesor de la estrategia de la defensa. Westphal escribió: “Sin el exhaustivo apoyo, que proporcionó durante toda la defensa, hubiera sido difícil haber alcanzado nuestro objetivo. La fenomenal memoria de Manstein, su extraordinaria capacidad de trabajo y su ingenioso ímpetu fueron simplemente indispensables para nuestra defensa”.

Como documento histórico fue la base fundamental de la que surgió y se alimentó el mito de la “limpia” y “honorable” Wehrmacht durante varias décadas. Su viciada naturaleza no está en las posibles inexactitudes derivadas de ser un documento escrito de memoria y sin acceso a documentación oficial, sino en la inequívoca decisión de sus autores de tergiversar, omitir o simplemente falsear las decisiones, inacciones y/o acciones inmorales y/o ilegales realizadas por el EMG y el OKW antes de la guerra y durante la misma con el objetivo de presentarlas bajo una perspectiva moral y/o legal, cuando fue posible, o, en caso contrario, atribuirlas directamente a Hitler o al resto de organizaciones nazis.

Como ha escrito Wolfram Wette, “Un erudito [Meyer] ha caracterizado el memorando como un 'documento de autoengaño'. Pero fue mucho más que eso, un paso importante más en el gran encubrimiento que produciría la leyenda de las 'manos limpias' de la Wehrmacht”. Y sigue para citar a Manfred Messerschmidt, que estudió el contenido del memorando en gran parte ignorado hasta la década de 1990. Al contrastar las afirmaciones de inocencia de los generales con la realidad, concluye Messerschmidt en palabras de Wette: “Los escritores vieron como su máxima prioridad 'demostrar que el ejército había estado contra el partido y la SS, había desaprobado casi todas las decisiones importantes de Hitler, y se había opuesto a la comisión de crímenes de guerra'. De esta forma, su autodefensa ya contenía todos los elementos claves de lo que se convertiría en la opinión pública dominante de la Wehrmacht durante décadas, restando importancia a sus verdaderas acciones y minimizando el papel del OKW y del OKH en la Segunda Guerra Mundial. La amarga conclusión de Messerschmidt: 'ninguno de los escritores asumió responsabilidad por sus propias acciones o inacciones'” (3).

En su conjunto, el memorando presentaba a una “honorable” Wehrmacht que se vio sometida a los abusos de Hitler; los fracasos de las operaciones militares habían tenido como causa principal los equivocados juicios de Hitler, quien, obviamente, no estaba en Nuremberg para defenderse. Descartaron la “Orden de los Comisarios” alegando que no había sido distribuida por el OKH y subrayando que el entonces comandante en jefe del ejército, Brauchitsch, había cursado instrucciones suplementarias exigiendo un correcto comportamiento de las tropas. Pintaron igualmente una excelente cooperación entre el OKW y el OKH. Al tratar la cuestión de la administración de los territorios ocupados, absolvieron completamente al ejército de cualquier parte de responsabilidad colectiva. Y aunque no negaron la posibilidad de que hubiera habido “severos castigos” en la guerra contra los “partisanos” y las “bandas”, subrayaron que esos casos “fueron investigados” cuando llegaron a oídos de los superiores. En cuanto a la política de “tierra quemada”, es decir, la destrucción material que acompañó la retirada de territorios ocupados, se justificó en base a la necesidad militar y bajo las “leyes generales concernientes a la conducción de la guerra”. Finalmente, al considerar la oposición militar a Hitler, escribieron: “Los oficiales que se educaron como cristianos -y esto constituyó la vasta mayoría, especialmente en la generación más vieja”- no podían “romper su juramento a su Comandante Supremo, y mucho menos matarlo” (4). La mayoría de estos comentarios fueron obra de Manstein y serían recurrentes, en igual o similar forma, en sus declaraciones como testigo durante el juicio (agosto de 1946) y durante su juicio en Hamburgo (1949). Las memorias que escribió en dos volúmenes tienen la impronta imborrable de esta gran falsificación histórica. De los judíos ni una palabra.

Pero al tiempo que se gestaba este memorando, estaba teniendo lugar otra historia que habría de constituir el tercer bastión de la construcción del mito de la honorabilidad de la Wehrmacht: las misiones de la División Histórica, Europa, del Estado Mayor Especial del Departamento de Guerra de los Estados Unidos. Sin embargo, como esta historia se desarrolló entre 1945 y 1961, la trataremos en tercer lugar. Antes es necesario hablar del segundo factor en la construcción del mito.

El Memorando de Himmerod

En octubre de 1950 un grupo de antiguos altos oficiales de la Wehrmcht se reunió en secreto en la Abadía de Himmerod, un monasterio cisterciense de la comunidad de Großlittgen, a unos 100 kms al sur de Bonn en las Colinas de Eifel para, por encargo de Adenauer, discutir los asuntos concernientes al rearme de la RFA. De esa reunión salió posteriormente un documento titulado “Un Estudio Relativo al Establecimiento de un Contingente Alemán en el Marco de una Fuerza Supranacional para la Defensa Europea Occidental”, más conocido por el Memorando de Himmerod, por el nombre de la abadía donde se gestó. El memorando constaba de más de 50 páginas mecanografiadas del que se prepararon cuatro copias. Años más tarde, en 1977, se publicó una versión anotada y comentada en la Militärgeschichtliche Mitteilungen 21 (1977) 135-206, a cargo de Hans-Jürgen Rautenberg y Norbert Wiggershaus con el título “Die ‘Himmeroder Denkschrift ’ vom Oktober 1950. Politische und militärische Überlegungen für einen Beitrag der Bundesrepublik Deutschland zur westeuropäischen Verteidigung,” (6).

Ante lo que las potencias occidentales llegaron a establecer como la “amenaza soviética” a Europa tras el final de la IIGM, en abril de 1949 la mayoría de las democracias occidentales se unieron para crear la North Atlantic Treaty Organization (NATO) o, como la conocemos en castellano, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Pero en la Europa Central la fuerza de las potencias occidentales era muy inferior a la que tenía el bloque oriental soviético (1:3 en fuerza terrestre, y 1:5 en aviación), así que se pensó en incluir a Alemania en la NATO, pues la opinión generalizada de los militares aliados era que no se podía defender a Europa contra un ataque soviético sin la contribución militar de los alemanes. Con tal motivo, el EMG del U.S. Army comenzó a planificar en el otoño de 1949 la creación de un ejército alemán, con la oposición de los franceses, que no olvidaban las penalidades sufridas bajo la ocupación alemana de 1940-44, y la del público alemán, donde había calado el pacifismo. Adenauer, primer canciller de la República Federal Alemana en septiembre de 1949, buscó asesorarse en cuestiones militares para la política de seguridad nacional en antiguos generales de la extinta Wehrmacht. El más importante de esos asesores militares fue el general (retirado) Hans Speidel, hasta que en mayo de 1950 el general (retirado) Conde Gerhard von Schwerin se convirtió en el “Asesor del Canciller para Asuntos de Seguridad”. Estadounidenses y británicos había apoyado el nombramiento de estos dos asesores informales, respectivamente.

Schwerin era partidario de crear primeramente una fuerza de policía alemana como paso previo para la creación de un ejército. Pero Adenauer, debido a la tesitura política y militar del momento, acabó defendiendo la creación directa del ejército, tesis que defendía Hans Speidel y su círculo y que habían expuesto a Adenauer en un memorando. Las diferencias se solventaron tras la conferencia de Himmerod con el despido de Schwerin el 28 de octubre de 1950. El 4 de octubre Speidel recibió el encargo de Adenauer de que su memorando debía formar la base de las discusiones que iban a tener lugar dos días después en la abadía de Himmerod.

Además de Speidel, representando al ejército, y Schwerin, que abrió la conferencia, los participantes en la conferencia de Himmerod fueron los siguientes:

-Generaloberst (Ret.) Heinrich von Vietinghoff -Scheel, representando al ejército y actuando como presidente de la conferencia.
-General der Infanterie (Ret.) Hermann Foertsch, representando al ejército.
-General der Panzertruppen (Ret.) Hans Röttiger, representando al ejército.
-General der Panzertruppen (Ret.) Friedo von Senger and Etterlin, representando al ejército.
-General der Luftwaffe (Ret.) Dr. Robert Knauss, representando a la fuerza aérea.
-General der Luftwaffe (Ret.) Rudolf Meister, representando a la fuerza aérea.
-Admiral a.D. Walter Gladisch, representando a la marina.
-Generalleutnant (Ret.) Adolf Heusinger, representando al ejército.
-Vizeadmiral a.D. Friedrich Ruge, representando a la marina.
-Oberst i.G. (Ret.) conde Johann Adolf von Kielmansegg, representando al ejército.
-Oberst i.G. (Ret.) conde Eberhard von Nostitz, representando al ejército.
-Kapitän zur See (Ret.) Alfred Schulze-Hinrichs, representando a la marina.
-Major i.G. (Ret.) conde Wolf von Baudissin, representando al ejército.
-Major i.G. (Ret.) Horst Krüger, representando a la fuerza aérea.

Todos estos oficiales habían sido escogidos por Schwerin con los siguientes criterios. Debían ser aceptables para las Potencias Occidentales así como para el público alemán. No podían haber tenido ninguna participación directa en los crímenes del Tercer Reich. Era conveniente que hubieran sido críticos con el nacionalsocialismo (Speidel, Heusinger, Knauss y Kielmansegg lo fueron o estuvieron de alguna forma involucrados en el atentado del 20 de julio de 1944 contra Hitler; Foertsch todo lo contrario y su elección fue un error) y tuvieran un comportamiento decoroso durante la guerra (casos de Vietinghoff -Scheel, Senger und Etterlin, Röttiger, Speidel, Heusinger, Ruge, y Knauss).

Para el contenido y resultado de la conferencia remito a Vogel. Aquí el punto de nuestro interés está en el punto 6 del memorando salido de la conferencia que reza como sigue:

Si se toma la decisión política de crear las fuerzas armadas alemanas, entonces las siguientes medidas tendrán que llevarse a cabo con la máxima prioridad:

[Copio la tercera medida, la de nuestro interés]. Las naciones occidentales deberán tomar medidas públicas contra la “caracterización perjudicial” de los antiguos soldados alemanes y deberá distanciarse a las antiguas fuerzas armadas regulares del “tema de los crímenes de guerra”. Se necesita esto para construir una actitud de confianza mutua para que el personal de cuadros para las nuevas fuerzas armadas pueda ser reclutado y también pueda ser aceptado por la población más amplia.

Adenauer fue informado de los resultados de la conferencia el 2 de noviembre por Speidel, Heusinger, el Generalmajor (Ret.) Reinhard Gehlen, Theodor Blank (representante especial de Adenauer y jefe de la Amt Blank, precursora del Ministerio de Defensa Federal creado en 1955 con Blank como ministro) y Hans Globke (de la oficina de Adenauer).

Se solicitaba, además, la liberación de todos los militares alemanes condenados como criminales de guerra, pues eran soldados honorables que habían seguido las órdenes recibidas y que no actuaban inspirados por la ideología racial nazi. Speidel y Heusinger consiguieron persuadir a Eisenhower (que con anterioridad había condenado a la Wehrmacht e identificado con el nacionalsocialismo) en enero de 1951, aprovechando un viaje del general a Europa con parada en Alemania, para que firmara un documento para declarar que sus antiguas declaraciones sobre la Wehrmacht habían sido un error. Eisenhower declararía en una entrevista con periodistas su convencimiento de que existía una verdadera diferencia entre los soldados alemanes y gente como Hitler y su banda de criminales (7). Adenauer realizó declaraciones similares a la prensa.

La División Histórica, Europa

En julio de 1945 el Departamento de Guerra de los Estados Unidos envió a Europa una comisión especial con el objetivo de entrevistar a prisioneros de guerra alemanes de alto rango para conseguir una visión más precisa de la guerra y de las circunstancias que la ocasionaron. Para conocer el origen y desarrollo de esta historia remito al trabajo de Krug (8), pero aquí nos basta con un breve resumen.

La División Histórica del Estado Mayor Especial del Departamento de Guerra resultó de la conversión en noviembre de 1945 de la Agencia Histórica del G-2 (Inteligencia), y en la década de 1950 pasaría a convertirse en la Oficina del Jefe de Historia Militar (OCMH en sus siglas en inglés).

Había una División Histórica en Washington y otra en Europa, la segunda subordinada a la primera. Bajo los auspicios de la primera se decidió enviar a Europa una comisión para interrogar a prisioneros de guerra alemanes acerca de la guerra en el Teatro de Operaciones Europeo. Esta misión llevó el nombre de Comisión Shuster debido al nombre de su jefe, el periodista de ascendencia alemana George N. Shuster. Otro de sus seis componentes, Kenneth W. Hechler, un oficial de 31 años de edad, también de ascendencia alemana, que se había doctorado en Ciencias Políticas en 1940 en la Universidad de Columbia, fue nombrado miembro de la comisión cuando ésta ya estaba en Europa. La Comisión Shuster partió para Europa el 6 de julio de 1945. El primer interrogatorio fue llevado a cabo por Hechler, y el elegido fue el antiguo General der Artillerie Walter Warlimont, del que quedaría fascinado y admirado. A mediados de agosto de 1945 Hechler, inspirado por sus conversaciones con Warlimont, propuso a la Comisión Shuster crear un equipo de generales alemanes para preparar una historia de las operaciones alemanas. Esta propuesta, tras varias peripecias, acabó finalmente estableciendo la Sección (Alemana) de Historia Operacional (Operational History (German) Section) el 8 de enero de 1946 como un nuevo departamento dentro de la División Histórica de Europa. Su objetivo era compilar un registro lo más completo posible de las operaciones alemanas contra el U. S. Army mediante interrogatorios de los comandantes y oficiales de estado mayor alemanes. Inicialmente el ámbito del estudio se circunscribió al Teatro de Operaciones Europeo, llegando a participar 549 oficiales alemanes, pero más tarde, debido a las tensiones políticas con el bloque oriental, la División Histórica decidió que los oficiales alemanes escribieran su historia de la guerra en el Frente Oriental con el objetivo principal de extraer las lecciones pertinentes para un posible enfrentamiento armado con la Unión Soviética.

Para coordinar el proyecto alemán se escogió al antiguo jefe del EMG del OKH, Franz Halder, que llevaba trabajando para la División Histórica desde el otoño de 1946. En julio de 1947 Halder fue nombrado director del HDIE (Historical Division Interrogation Enclosure) y sería el encargado de seleccionar a los 150 oficiales alemanes que iban a continuar escribiendo para la División Histórica. En el verano del año siguiente, la División Histórica creó el llamado Grupo de Control, un equipo contratado de ocho antiguos oficiales de Estado Mayor General alemanes. Halder fue nombrado nuevamente jefe del grupo, y él mismo eligió a los siete miembros restantes: Hans von Greiffenberg (1893-1951), Oldwig von Natzmer (1904-1980), Leopold Buerkner (1894-1975), Burkhart Müller-Hillebrandt (1904-1987), Alfred Toppe (1904-1971), Alfred Zerbel (1904-1987), y Hellmuth Reinhardt (1900-1989). Este grupo coordinaría a partir de entonces el trabajo de los antiguos oficiales alemanes contratados por la División Histórica. Aparte del trabajo dentro de este grupo, la División Histórica contrató a varios cientos de antiguos oficiales de la Wehrmacht en diferentes ocasiones y proyectos para escribir desde sus casas. Todos los trabajos de los antiguos oficiales alemanes tenían que ser supervisados y aceptados previamente por el Grupo de Control antes de ser enviados a la División Histórica. El 31 de diciembre de 1958 sería disuelto el Grupo de Control y la cooperación alemana terminaría en junio de 1961, aunque Halder continuó asesor histórico para el U. S. Army.

Bien, luego de este breve resumen de la historia de la cooperación germano-americana a través de la División Histórica de Europa hay que preguntarse cuál fue el auténtico motivo que movió a los oficiales alemanes seleccionados para prestar su cooperación histórica. Sin duda alguna, la respuesta está en su propósito de restaurar la imagen de los oficiales de la Wehrmacht escribiendo una historia de la guerra, especialmente en el Frente Oriental, convenientemente sesgada y manipulada para ofrecer una visión final libre de todos los crímenes y fechorías nazis. Y también con el propósito de culpar de los errores de la guerra a Hitler.

Aquí la base fundacional de esta impostura histórica la sentó probablemente el antiguo mariscal de campo Wilhelm Ritter von Leeb (1876-1956), que fue el comandante en jefe del Heeresgruppe Nord durante la Operación Barbarroja. Leeb fue uno de los muchos altos oficiales que aceptaron sin escrúpulos los sobornos de Hitler tras ser relevado del mando en enero de 1942. Antes de que dieran comienzo los juicios de Nuremberg, en los que Leeb sería acusado y condenado, la Comisión Shuster indagó en julio de 1945 sobre la predisposición de altos oficiales alemanes a cooperar en su proyecto histórico. Se dirigió a los antiguos generales Leo Geyr von Schweppenburg y Heinz Guderian, y éstos se fueron a consultar al respecto al mariscal Leeb, entonces en custodia del Séptimo Ejército americano. El protocolo de las escuchas telefónicas de sus conversaciones muestran que su mayor interés radicaba en ofrecer a los americanos y al mundo una visión del supuesto carácter apolítico del cuerpo de oficiales alemán, de una parte, y la naturaleza de Hitler, de la otra. Leeb dio las siguientes instrucciones a sus colegas:

El oficial alemán no ha hecho nada más que su deber en esta guerra. Por favor subrayen eso siempre que sea posible, tal como yo lo he hecho siempre que alguien me preguntó. El oficial alemán no se preocupó de si su comandante era nacionalsocialista o HINDENBURG, Cuanto más bajo el rango, más estrecho era el punto de vista. El oficial alemán se contentó con confinar sus intereses a su propia estrecha esfera. No hay mal alguno en decir esto.

Además, Leeb, Leo y Guderian quisieron convencer a sus interrogadores americanos de que Hitler estaba “loco”, rodeado de esbirros carentes de criterio propio e influencia. Había que convencer a los americanos de que Hitler fue “el único responsable de esta catástrofe que vino sobre Alemania, Europa y el mundo entero”.

Bajo esta base sentada por Leeb discurrirían las directrices, el control y la coordinación que Halder impuso a sus colegas alemanes en la División Histórica. Como instruyó uno de los mayores colaboradores de Halder en esta misión, el antiguo mariscal de campo von Küchler, “No queremos escribir la historia americana, sino la alemana...Registraremos los logros alemanes bajo el punto de vista alemán, y así crearemos un monumento para nuestras tropas”. También aconsejó prudencia a sus colegas, explicando que bajo ningún concepto debían incriminar a sus superiores, camaradas o subordinados. Sólo había que citar nombres en aquellos casos ya conocidos por los americanos. Personalmente, estas artimañas y manipulaciones no evitarían a Küchler ser sentenciado más tarde a veinte años de prisión por su participación en crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, aunque sería liberado en 1955.

En todos los contactos que llevó a cabo Halder con antiguos camaradas para escribir para la División Histórica, jamás dejó de subrayar la oportunidad que presentaba el proyecto para restaurar una imagen positiva del ejército alemán y del EMG que él dirigió desde 1938 a 1942.

En su conjunto, el trabajo histórico llevado a cabo por los antiguos oficiales alemanes contratados por la División Histórica bajo el control y la supervisión de Halder vino a resultar en el caso de la guerra en el Frente Oriental en una historia manipulada y falseada de la guerra escrita por los perdedores, una historia que modeló la visión futura occidental de la guerra en el Frente Oriental. A ello contribuyeron igualmente las memorias escritas por oficiales alemanes (Manstein y Guderian a la cabeza) y las aceptación acrítica de historiadores. Según esta mistificación de la historia, los grandes errores militares alemanes fueron culpa exclusiva de Hitler, la Wehrmacht era una institución apolítica ajena a la ideología nazi, y los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad fueron obra exclusiva de Hitler y sus secuaces de la SS. Un periodista americano en Alemania al final de la guerra se preguntaba extrañado cómo es que no encontraba a nadie que dijera haber sido nazi o apoyado a los nazis. Al parecer, ironizó, en el verano de 1945 no había ningún nazi en Alemania. Tampoco en la Wehrmacht, añadiría yo.

Aquí concluyo esta exposición y estoy abierto a su discusión si alguien lo propone.

(1)viewtopic.php?f=32&t=13791
(2)Wolfram Wette, The Wehrmacht. History, Myth, Reality (Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 2007), p. 206. Puede consultarse la versión española bajo el título La Wehrmacht. Los crímenes del Ejército Alemán (Crítica, 2007), p. 236. Mis citas en este artículo corresponden a la versión inglesa.
(3)Mungo Melvin, Manstein. Hitler's Greatest General (London: Weidenfeld & Nicolson, 2010), p. 432.
(4)Wette, pp. 207-208 (versión inglesa), p. 237 (versión española).
(5)Melvin, pp. 433-435.
(6)Thomas Vogel (2011), The Himmerod Memorandum and the Beginning of West Germany Security Policy . En James S. Corum (Ed.), Rearming Germany (pp. 3-28). Leiden, Brill. Salvo anotación en contra, la información de Himmerod sigue esta fuente.
(7)Wette, 237.
(8)Esther-Julia Krug (2009), "Holding down the Fort?" The War Historical Cooperation of the U.S. Army and Former German Wehrmacht Officers, 1945-1961. University of Augsburg, Germany 2006. Esta tesis doctoral constituye la base del libro de Krug publicado en alemán en 2015 por la Gruyter Oldenbourg con el título Von den Besiegten lernen? Die kriegsgeschichtliche Kooperation der U.S. Armee und der ehemaligen Wehrmachtselite 1945–1961.

Saludos cordiales
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Plantigrado
Miembro
Miembro
Mensajes: 196
Registrado: Lun Sep 12, 2016 2:53 pm

Re: Génesis del Mito "Honorabilidad de la Wehrmacht"

Mensaje por Plantigrado » Mar May 08, 2018 12:05 pm

Creo que es evidente que hubo casos en los la Werhmacht participó en crímenes contra la humanidad, especialmente masacres contra población civil en el Frente Oriental, y que lo de su perfecta honorabilidad es un mito.

Pero, aún así, yo no diría que toda la Werhmacht era nazi y criminal en su conjunto. No creo que sea justo poner al mismo nivel a unidades ciertamente asesinas --como la Dirlewanger o la Totenkopf -- con otras que se movieron dentro de lo estrictamente militar, como por ejemplo el Afrika Korps

Había ciertamente dentro de la Werhmacht gente identificada con la idelogía nacionalsocialista, gente como Reichenau y Model; pero también gente relativamente apolítica cuyo compromiso con Hitler era de otro tipo, quizá podríamos dcir que fueron militares profesionales,gente como Rommel.

Hubo grados distintos de colaboración con el nazismo y es en éste sentido, relativo, en el que podemos hablar de honorabilidad de miembros de la Werhmacht.
“Mientras la guerra sea considerada como mala, conservará su fascinación. Cuando sea tenida por vulgar, cesará su popularidad”.

Oscar Wilde, escritor irlandés.

Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9903
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Re: Génesis del Mito "Honorabilidad de la Wehrmacht"

Mensaje por José Luis » Jue May 10, 2018 10:52 am

¡Hola a todos!
Plantigrado escribió: Creo que es evidente que hubo casos en los la Werhmacht participó en crímenes contra la humanidad, especialmente masacres contra población civil en el Frente Oriental, y que lo de su perfecta honorabilidad es un mito.
Como ya expliqué anteriormente, el artículo no pretende discutir la participación de la Wehrmacht en los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad perpetrados por el Estado nazi. Esta participación, activa y pasiva, es un hecho histórico incuestionable. Y no es que sea un mito su "perfecta honorabilidad", sino simplemente su supuesta "honorabilidad". Es del todo absurdo poner un adjetivo ("perfecta") a una cualidad ("honorabilidad") inexistente.

Naturalmente, sería igual de absurdo afirmar que todos y cada uno de los oficiales, suboficiales y tropas de la Wehrmacht participaron, por activa o por pasiva, en esos crímenes. Pero todos ellos llevan la marca imborrable de haber servido en unas fuerzas armadas deshonradas como institución del Estado nazi por haber sido parte imprescindible para la comisión de muchos de esos crímenes.

Finalmente, tampoco hay que recurrir al manido artificio de nombrar a unidades y formaciones de la Waffen-SS y de la SS como responsables exclusivas de la comisión de los crímenes en un intento de mostrar que la participación en los mismos de las fuerzas regulares fue algo excepcional. Ni mucho menos.

Voy a poner, a modo de ejemplo, un suceso que se repitió hasta el hartazgo durante la guerra en el Frente Oriental. El caso corresponde al 691º Regimiento de Infantería de la 339ª División de Infantería, en concreto a su 3ª Compañía, a la cual el 10 de octubre de 1941 se le encomendó la "honorable" tarea de asesinar a toda la población judía de Krucha, un pueblo de la Bielorrusia central. Según la declaración de Wilhelm Magel, un soldado de la compañía, de 8 de agosto de 1951, el sargento de la compañía, Emil Zimber, ordenó a los cinco judíos (4 mujeres y 1 viejo) que estaban en frente de un pelotón de ejecución, del que Magel formaba parte, que se alejaran del pelotón, pero permanecieron en frente mirándoles a la cara. Cuando Zimber dio la orden de fuego, Magel y otro soldado pidieron ser relevados del pelotón de ejecución, petición que se les concedió y fueron asignados a custodiar al resto de judíos que esperaban su turno en la plaza del pueblo. Luego procedió la ejecución. En ese día 10 de octubre de 1941, la 3ª Compañía asesinó, sin ayuda de ninguna unidad de la SS o WF-SS, a un mínimo de 180 judíos (hombres, mujeres y niños)*.

Se podrían escribir miles de páginas narrando las "honorables" tareas de unidades y formaciones del ejército regular alemán durante la guerra de exterminio en el Este. Pero éste no es el eje central de mi artículo, sino de pasada.

*Waitman W. Beorn, A Calculus of Complicity: The Wehrmacht, the Anti-Partisan War, and the Final Solution in White Russia, 1941-1942, Central European History 44 (2011), 308-337.

Saludos cordiales
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Avatar de Usuario
Juan M. Parada C.
Miembro distinguido
Miembro distinguido
Mensajes: 8161
Registrado: Jue Ene 20, 2011 12:18 am
Ubicación: Ejido-Estado Mérida-Venezuela.

Re: Génesis del Mito "Honorabilidad de la Wehrmacht"

Mensaje por Juan M. Parada C. » Jue May 10, 2018 2:52 pm

Sin duda alguna,a mi modo de ver,se ha terminado de caer el mito de la supuesta honorabilidad de la Wehrmacht durante la segunda guerra sobre su accionar contra la población afectada por la misma en materia de retaliaciones.No cabe duda,como bien advierte nuestro amigo José Luis,que pudo haber algunas excepciones individuales en mostrar su franco rechazo a las represalías contra la población indefensa en el frente del Este, pero la institución como tal estaba comprometida en pleno en esta terrible acometida se debe ver ahora en su justa medida.
No obstante,al final de la guerra y con el inicio de las tensiones de la "guerra fría",los aliados necesitaban de importantes elementos de la otrora Wehrmacht para enfrentar a la entonces URSS.Después de todo "el fin justifica los medios",como bien diría Maquiavelo.


Saludos y bendiciones a granel.
"¡Ay,señor! Tú sabes lo ocupado que tendré que estar hoy.Si acaso te olvido por un instante,tu no te olvides de mi". Sir Jacob Astley antes de la batalla de Edge Hill el 23 de octubre del año de nuestro señor de 1642

Avatar de Usuario
Chuikov
Administrador
Administrador
Mensajes: 696
Registrado: Mié Jun 15, 2005 9:38 pm
Ubicación: Granada, ESPAÑA

Re: Génesis del Mito "Honorabilidad de la Wehrmacht"

Mensaje por Chuikov » Vie May 25, 2018 11:30 am

Buenos días,

en primer lugar quiero dar las gracias a José Luis por este post tan interesante. Y, más en general, por su compromiso didáctico con la comunidad del foro. Así es como veo muchos de sus posts: Claros, bien estructurados , bien fundamentados y poniendo el dedo en la llaga en muchas ocasiones.

Dices muy acertadamente que el mito empieza a caerse cuando ciertas obras académicas empezaron a “producir sus efectos”, desde finales de los años 80 y con las dos ediciones de la famosa Exposición de la Wehrmacht. Ya en los años 60 Manfred Messerschmidt escribió un trabajo en donde apuntaba a estos asuntos pero, seguramente influenciado por una combinación de estos tres puntos que nos has explicado, no se pudo derribar esa leyenda blanca. El trabajo, si no me equivoco, es “Die Wehrmacht im NS- Staat. Zeit der Indoktrination”. No fue el único. El historiador conservador Andreas Hillgruber también apuntó en este sentido (hay una entrevista en youtube donde se puede ver hablando sobre ello) o Helmut Krausnick a principios de los 80. Esto es un fenómeno que se ha repetido en otros muchos aspectos de la 2GM. Pongo dos ejemplos en los que ha pasado algo muy parecido, esto es: desde hacía ya mucho tiempo había claros indicios de que las cosas no eran como todo el mundo quería pensar o pensaba. El primero es sobre los mitos de la Batalla de Kursk, concretamente en torno a la batalla de tanques de Prochorokva. Desde, prácticamente los años 60, ya había trabajos que apuntaban en una dirección distinta a lo que estaba asumido y propagado por Pavel Rotmistrov: según su relato los alemanes hrían perdido cientos de tanques en Prochorovka, entre ellos más de 100 Tiger, y demás… Pero los historiadores seguíen contando la versión de Rotmistrov ¿Qué decir de la leyenda blanca que ha rodeado a Albert Speer hasta bien entrado incluso el siglo XXI? Desde los años 80 ya hubo trabajos de carácter académico que eran bastante comprometidos con la popularidad de Speer, pero no permaron en la sociedad. Junto al que nos explica José Luis, son tres ejemplos en los que la leyenda se extendido algunas décadas más de lo que debiera.

El caso de Prochorovka es un caso bastante distinto al del mito de la honorabilidad de la Wehrmacht. Pero el de Speer sí que está muy relacionado. ¿Por qué? Los movimientos de los militares alemanes ( los tres puntos que ha explicado José Luis) obviamente van en un sentido: escurrir el bulto. No hay otra. Pero yo creo que los generales aprovecharon un clima, una aptitud de la población alemana (que se puede ver en sus representantes políticos desde 1945 hasta practicamente la caída del muro de Berlín), que buscaba, en el sentido del libro “fundacional” de esta visión, el de Friedrich Meinecke “Die deutsche Katastrophe”, buscaban digo, tener un pasado utilizable, un asidero moral sobre el que comenzar un nuevo camino. Y quizás la sociedad en general eligió aceptar de buen grado esa visión, más que indulgente desfigurada, según la cual la Wehrmacht no había roto ni un plato y Speer fue una víctima de Hitler, entre otras. Y ¿qué pintó entonces el mundo académico todos estos años? Esa es la cuestión: ya lo he comentado en otros sitios, así que no quiero extenderme. Precisamente esa debiera ser la función principal de la univesidad: abrirnos los ojos, tratar de mostrar la realidad, hacernos preguntas. El mundo académico abandonó por completo todo lo que tuviese que ver con la Historia Militar y abandonó por completo todo lo que tuviese que ver con la historia del Holocausto. Sólo un ejemplo: “La destrucción de los judíos europeos” el trabajo cumbre de Raul Hilberg no se tradujo al alemán hasta 1990. Es escandaloso. En los últimos 20 años se han desmontado más mitos que en los 50 anteriores. ¿Por qué? Porque ahora sí se está investigando. Para no irme por las ramas: ¿por qué el mundo académico alemán no se ocupó de todos estos asuntos antes? Se me ocurre a bote pronto pensar que también ellos querían dejar de pensar en eso, o que estuvieron muy influenciados por la política: conservadores y socialdemócratas (Adenauer o Willy Brandt) por igual se esforzaron en intentar que Speer saliera antes de la cárcel, por ejemplo. Yo diría que el mundo académico no está apartado de la sociedad, no es una burbuja impermeable, y se contaminó de este deseo de no saber, o de saber a medias, o de no tener interés. Y ese sería el punto que yo quería añadir a la brillante exposición de José Luis: que todos los esfuerzos de los generales hubieran sido infructuosos de haber habido una universidad que hubiera gastado tiempo y dinero en investigar todos estos asuntos.

En otro orden de cosas, no conocía el libro editado por Corum, y me alegra mucho descubrirlo. En un futuro me haré con él. El libro de Krug lo tengo esperando a ser leído: la tesis doctoral , en inglés y facilmente descargable, tiene 160 o 170 páginas. Y el libro tiene más de 400. El historiador que antes, según sé, se ocupó de esta colaboración con los Estados Unidos fue Bernd Wegner. En otro momento buscaré el nombre del artículo, creo que de los años 80.

Con respecto a eso que dices al final del artículo,
“Un periodista americano en Alemania al final de la guerra se preguntaba extrañado cómo es que no encontraba a nadie que dijera haber sido nazi o apoyado a los nazis.
pues, qué decir, en España tenemos nuestra versión, aquella de Vázquez Montalbán que decía que los opositores a Franco cabían en un minibus. Ahora va a resultar que con Franco había más multicopistas que personas. Raro es el que no imprimía y distribuía pasquines de forma subrepticia. Y en Francia igual. Gracias a Dios tenemos el libro de Robert Gildea traducido al español, donde se tratan este tipo de asuntos del país vecino.

Y con respecto al tema de los crímenes, hay un artículo del eminente historiador Christian Hartmann, titulado “Verbrerischer Krieg? - Verbrerische Wehrmacht? ” (http://www.ifz-muenchen.de/heftarchiv/2 ... rtmann.pdf) donde trata este asunto, y es muy interesante para ponerse un poco al día. No se trata ya de si sí o si no, sino de cuánto. En este sentido no hay aún un acuerdo en el mundo académico. Por un lado está la postura “maximalista” de Hannes Heer, el comisario de la famosa Wehrmachtsaustellung, que estima que un porcentaje muy alto de soldados participaron directamente en crímenes, y por otro está Rolf Dieter Müller, que defiende un porcentaje de participación bastante inferior a la de Heer. Por ahí anda el debate ahora, y no estaría mal que de una vez por todas se acabase con esa pregunta de “¿Participó la Wehrmacht de forma proactiva en crímenes?” Eso ya lo sabemos, es un hecho.


Saludos cordiales.
Carpe Diem

Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9903
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Re: Génesis del Mito "Honorabilidad de la Wehrmacht"

Mensaje por José Luis » Vie May 25, 2018 4:51 pm

¡Hola a todos!
Chuikov escribió:
(...) ¿por qué el mundo académico alemán no se ocupó de todos estos asuntos antes? Se me ocurre a bote pronto pensar que también ellos querían dejar de pensar en eso, o que estuvieron muy influenciados por la política: conservadores y socialdemócratas (Adenauer o Willy Brandt) por igual se esforzaron en intentar que Speer saliera antes de la cárcel, por ejemplo. Yo diría que el mundo académico no está apartado de la sociedad, no es una burbuja impermeable, y se contaminó de este deseo de no saber, o de saber a medias, o de no tener interés. Y ese sería el punto que yo quería añadir a la brillante exposición de José Luis: que todos los esfuerzos de los generales hubieran sido infructuosos de haber habido una universidad que hubiera gastado tiempo y dinero en investigar todos estos asuntos.
En primer lugar, quiero expresar mi agradecimiento al compañero Chuikov por sus comentarios sobre este asunto. Y ahora paso a exponer lo que pienso sobre el texto arriba citado.

En mi opinión, el mundo académico y las universidades donde se asienta no escapan de la influencia, no pocas veces determinante, del mundo político, económico y financiero. Los académicos y las universidades públicas y privadas necesitan financiarse para poder llevar a cabo con eficiencia y eficacia las tareas que le son propias: enseñanza, investigación y publicación. El dinero de las matrículas universitarias no llega, por lo que se necesitan fondos adicionales, y éstos proceden de los gobiernos (ya sean centrales o locales) y de entidades financieras y económicas. En esta situación, la independencia o autonomía de las universidades se ve socavada por esta relación de dependencia económica. Y en esta oscura e interesada relación de dependencia, muchas veces juegan un papel determinante las agendas ideológicas y políticas de quienes financian a las universidades, especialmente en el trabajo de investigación y publicación. Dependiendo de la época y del contexto político e ideológico, hay temas que no deben investigarse y publicarse salvo que se haga de acuerdo con los intereses de los financiadores. Esto ha sido así siempre y en cualquier país, y la única diferencia entre unos países y otros es el grado de perversidad académica alcanzada. Pondré un ejemplo al margen de nuestra historia. Pese a que unos contados economistas del mundo académico advirtieron en los primeros años del siglo XXI que las prácticas bancarias en Estados Unidos estaban incubando una burbuja financiera de proporciones colosales y que, por tanto, era urgente la intervención federal, estas advertencias quedaron marginadas por la avalancha de artículos académicos que justificaban y apoyaban estas fraudulentas políticas bancarias. Naturalmente, fueron las propias entidades y empresas afectadas las que encargaron y pagaron a los académicos autores de esos artículos, todos ellos profesores de universidad vinculados directa o indirectamente con los centros de poder sitos en Wall Street y Washington. El resultado lo conocemos todos, ya sea bajo el eufemismo de Gran Crisis Financiera Mundial, ya con el más acorde a la realidad, Gran Estafa Financiera Mundial. Y todavía hoy no se ha emprendido, en la medida que se debiera, la historia académica de esta colosal estafa financiera, simplemente porque no interesa a los centros del poder financiero y económico, y sus marionetas en el poder político. Las universidades, que beben de esos centros, y sus profesores y académicos que, en general, también dependen y medran a cuenta de ellos, no se complican la vida.

Mutatis mutandis, igual ha sucedido con el mundo académico y sus trabajos sobre la historia de la IIGM. Hubo excepciones, al igual que el caso de arriba, pero tan contadas y marginadas por el torrente inagotable de trabajos conformes a las agendas políticas e ideológicas reinantes que su relevancia quedó totalmente oscurecida, y sólo hoy es reconocida. La República Federal Alemana no fue una excepción; esto sucedió en todo el bloque occidental capitalista, con mayor o menor grado. Por supuesto, no menciono lo sucedido en el bloque oriental sino para recordar que sus universidades y académicos estaban sujetos completamente a la censura oficial de un régimen totalitario. Comparar lo sucedido, en este aspecto, en ambos bloques sería un despropósito. Se supone que en los regímenes políticos pluralistas, a diferencia de lo que sucede en los autoritarios, existe libertad de investigación y cátedra. Así que la pregunta es: ¿por qué en no pocas ocasiones se ve socavado, cuando no imposibilitado, este derecho? Más en concreto y para ceñirnos al tema de este hilo, ¿por qué pasaron tantos años, demasiados, para que los historiadores académicos de las democracias liberales investigaran y escribieran una historia de la guerra nazi-soviética en el Frente Oriental razonablemente acorde con la realidad de los hechos documentados y alejada de la propaganda y/o prejuicios ideológicos y la visión acrítica dominante en el mundo académico hasta la década de 1990?

En mi opinión, la respuesta a esta pregunta tiene nombre propio: anticomunismo. Todos conocemos poco o mucho, o hemos oído hablar de la Guerra Fría, ese largo periodo de tensión geopolítica y amenaza permanente de guerra (que rindió a unas élites determinadas colosales dividendos económicos y políticos) entre el llamado Bloque Oriental liderado por la antigua Unión Soviética y el llamado Bloque Occidental liderado por los Estados Unidos de Norteamérica. Comúnmente se fecha su comienzo poco tiempo después de terminada la IIGM, teniendo su final con el colapso de la Unión Soviética en 1991. A mi juicio, y el de algunos pocos historiadores, la Guerra Fría, aunque no por ese nombre, comenzó muchos años antes durante la Guerra Civil Rusa y la victoria del bando bolchevique. No pretendo iniciar aquí un debate en torno a este asunto, pero lo menciono para recordar que la propaganda anticomunista (y los elementos principales que la integran, todos ellos girando en torno al odio, miedo y amenaza, reales o ficticios, del comunismo como virus maligno contagioso) comenzó con el triunfo bolchevique en Rusia, pese, no lo olvidemos, a los esfuerzos de la intervención occidental en dicha guerra.

Entre el final de la Gran Guerra y el comienzo de la IIGM el mundo académico occidental no escapó a las tiranías ideológicas y financieras de sus financiadores. En cuanto a escribir la historia de la Gran Guerra y de la Revolución y Guerra Civil rusas dentro del mundo académico, los años de entreguerras sentaron las bases en Occidente de lo que más tarde vendría al finalizar la IIGM. Y de forma mucho más brutal y desvergonzada sucedió con las crónicas políticas y militares de la literatura popular y los medios de comunicación. Que nadie se extrañe que en la actualidad suceda un tanto de lo mismo respecto a la ideología neoliberal reinante. Ese mundo tan etéreo que llaman mercado, marca las pautas de la manera de relatar las historias que le afectan, y muy pocos escapan a esa camisa de hierro.

Una Alemania que protagonizó el capítulo más deleznable de la historia humana que tenemos constancia, abolida como estado y administrada por las potencias aliadas al acabar la guerra, de repente, con la creciente tensión geopolítica entre los dos bloques, volvió de nuevo a ser el centro de atención e interés en el ámbito político y militar al ser considerada por los asesores militares del Bloque Occidental como un instrumento fundamental para hacer frente a una supuesta amenaza de expansionismo soviético. Así que había que lavar la cara, de alguna forma, de la antigua Alemania nazi y de sus fuerzas armadas y de sus miembros, sin importar los crímenes terribles que habían cometido. Y de esta forma la historia de la guerra nazi-soviética en el Frente Oriental se escribió y contó de acuerdo con este blanqueo indecente. Hubo algunas contadas excepciones meritorias y dignas de alabanza, excepciones que no se podían dar en el Bloque Oriental por razones obvias.

Una de las excusas que se han dado para la inexistencia de trabajos que detallaran documentalmente la complicidad y participación de la Wehrmacht en los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad en la guerra en el Frente Oriental ha sido la supuesta dificultad, cuando no imposibilidad, del acceso a los archivos oficiales, soviéticos o alemanes, por parte de los historiadores. Otra excusa ha sido el idioma. Las dos son enteramente falsas. Los crímenes de la Wehrmacht y sus miembros en el Frente Oriental podían documentarse en cantidad suficiente examinando la documentación presentada en los juicios de Nuremberg. La realidad, más bien, es la falta de voluntad, las coacciones y amenazas, y los prejuicios ideológicos individuales en el mundo académico, así como, en el caso alemán, un desprecio incoherente hacia la historia militar. El mito de una Wehrmacht “limpia” y “honorable” en el Frente Oriental (todo lo contrario, según este cuento, que las hordas miserables, asesinas y violadoras del Ejército Rojo) se fundó y construyó a conciencia por los motivos que he señalado, sin olvidar las razones apuntadas por mi querido y respetado amigo Chuikov. Alemania y la Wehrmacht, según reza este cuento, fueron el bastión occidental contra el virus del comunismo, y su invasión de la Unión Soviética quedó legitimada como un necesario ataque preventivo. No hubo ningún escrúpulo en adoptar, defender y expandir la propia propaganda nazi de la época.

Téngase en cuenta todo esto cuando se estudie y se lea historia. Y más en España, donde la Universidad está muy lejos de ser el trono del pensamiento crítico.

Saludos cordiales
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Avatar de Usuario
Chuikov
Administrador
Administrador
Mensajes: 696
Registrado: Mié Jun 15, 2005 9:38 pm
Ubicación: Granada, ESPAÑA

Re: Génesis del Mito "Honorabilidad de la Wehrmacht"

Mensaje por Chuikov » Vie May 25, 2018 11:18 pm

Buenas,

pues sí, estoy de acuerdo con todo lo que has dicho.

Sólo un apunte, que no sé si es sabido en el foro: En agosto se publica el nuevo libro de Adam Tooze, "Crashed: How a Decade of Financial Crises Changed the World", sobre la gran crisis/estafa financiera de estos últimos años. Habrá que tenerlo en cuenta.


Saludos.
Carpe Diem

ergasto
Usuario
Usuario
Mensajes: 14
Registrado: Vie Oct 05, 2018 10:50 pm

Re: Génesis del Mito "Honorabilidad de la Wehrmacht"

Mensaje por ergasto » Mié Oct 31, 2018 4:34 pm

Jose Luis nos ha dado una cátedra de como la historia se puede manipular y de hecho, se manipula constantemente. La búsqueda de la verdad es una obligación moral, así como el escuchar todas las campanas. Estudiando al ser humano y su forma de comportarse puede desvelar muchos mitos y hacer desconfiar de lo que nos cuentan. ¡Felicitaciones Jose Luis y muchas gracias por el articulo!.

Avatar de Usuario
José Luis
Administrador
Administrador
Mensajes: 9903
Registrado: Sab Jun 11, 2005 3:06 am
Ubicación: España

Re: Génesis del Mito "Honorabilidad de la Wehrmacht"

Mensaje por José Luis » Jue Mar 26, 2020 11:05 am

Recientemente acabé de leer el primer capítulo del libro editado por Alex J. Kay y David Stahel, Mass Violence in Nazi-Occupied Europe (Bloomington: Indiana University Press, 2018). El capítulo es la contribución al libro de Johannes Hürter y lleva por título "Hitler's Generals in the East and the Holocaust". Hürter es un reputado historiador alemán (Hamburgo, 1963) que ha escrito dos obras (al margen de colaboraciones y trabajos como editor) que, en lo que yo sé al respecto, nunca han sido traducidas del alemán al inglés: Wilhelm Groener. Reichswehrminister am Ende der Weimarer Republik, 1928–1932 (Munich 1993), y Hitlers Heerführer. Die deutschen Oberbefehlshaber im Krieg gegen die Sowjetunion 1941/42 (Munich, 2006). No he tenido la oportunidad de leer ninguna de las dos, pero el capítulo arriba referenciado proviene sin duda de su segunda obra citada. La exposición que hace en sus tres primeras páginas incide en buena medida en parte de lo que he explicado en este hilo, por lo que me he tomado la pequeña molestia de traducirlas como apéndice al mismo.

>>>
De 1933 en adelante el antisemitismo radical de Adolf Hitler y sus partidarios fue la doctrina de estado del Reich alemán y condujo a la persecución y asesinato de los judíos europeos que cayeron dentro de la esfera de control alemana. Esta doctrina penetró todas las instituciones del estado, incluyendo la Wehrmacht y su liderazgo. Después de la guerra, los responsables, fuera del Partido Nazi y la Schutzstaffel (SS), afirmaron no tener nada que ver con estos crímenes. La incertidumbre y depresión iniciales se superaron rápidamente en vista del inminente tribunal. Incluso durante el Juicio de Nuremberg de los Principales Criminales de Guerra en 1945-46, las élites funcionales alemanas se reagruparon para defenderse ellas mismas contra todas las acusaciones válidas. Aunque estaban profundamente involucradas, las élites consiguieron, junto con un amplio frente de partidarios políticos y periodísticos en un acto de manipulación histórica y política sin precedentes, establecer el poder para interpretar su pasado nazi y anclar el mito de la burocracia ministerial “limpia” y la Wehrmacht “inmaculada” en la conciencia histórica de la República Federal Alemana.

Los antiguos generales de la Wehrmacht fueron particularmente exitosos en la formación de este mito. En los tribunales y en innumerables memorias y otras publicaciones reivindicaron una estricta separación de los buenos aspectos militares y de los malos aspectos políticos. Fueron ayudados en esto por el hecho de que no sólo la sociedad alemana occidental sino también los aliados occidentales tuvieron un considerable interés en liberar a la Wehrmacht del estigma de sus crímenes. Los generales estaban representando a todos los soldados alemanes, si no a toda la nación, que fue rehabilitada para permitir su integración en la alianza defensiva occidental. El rearme alemán occidental requería la pericia de los experimentados profesionales de las fuerzas armadas de Hitler. Se distorsionó el recuerdo de la Wehrmacht para centrarse únicamente en los logros militares. La responsabilidad de las derrotas y los crímenes fue transferida a Hitler, la SS, y a unas pocas ovejas negras, o deberíamos decir pardas, entre los generales, tal como aquellos que habían sido colgados en Nuremberg, esto es los generales de la Wehrmacht Wilhelm Keitel y Alfred Jodl. En esta narrativa exculpatoria, la altamente profesional élite militar, que había permanecido “decente” hasta el último, y “nuestros bravos soldados” fueron desacoplados de las políticas del régimen nazi y de los crímenes cometidos “en nombre de Alemania”. Esto fue particularmente así para el crimen más grande de todos, el Holocausto. Un general como Erich von Manstein, que fue altamente considerado hasta su muerte en 1973 y durante mucho tiempo después, consiguió hacer creer al agradecido público alemán y a sus admiradores anglosajones que en 1941-1942 no había sabido nada acerca del asesinato de unos treinta mil judíos bajo su jurisdicción en la Península de Crimea, y menos compartir cualquier tipo de responsabilidad por este asesinato masivo.

La posición de los generales dentro del sistema de gobierno nazi no tenía, en realidad, nada en común con la construcción retrospectiva de un impecable cuerpo extraño. La élite militar fue la más importante y más influyente de las élites tradicionales que apoyaron el régimen nacionalsocialista. Estos hombres fueron iniciados en una temprana etapa en los planes radicales de Hitler y jugaron un papel central en el proyecto de un “Gran Reich Alemán”, que sólo podía realizarse por medios de guerra. Los generales consintieron voluntariamente en ser aprovechados por un régimen que buscaba con extrema militancia una “comunidad nacional” racialmente homogénea, hegemonía en Europa, y “espacio vital” en el este. Hicieron esto no sólo por oportunismo, egoísmo, y sed de gloria u otros motivos básicos, sino también porque las políticas de Hitler eran compatibles con el pensamiento del poder político y militarista, y con las categorías racistas predominantes en esta élite. Incluso sin ser nazis, la abrumadora mayoría de los generales pusieron su pericia profesional al servicio de la dictadura nazi; la resistencia de unos pocos oficiales contra Hitler fue en última instancia un fenómeno completamente aislado entre sus camaradas. Los 3.191 generales y almirantes de la Wehrmacht contribuyeron así decisivamente a los éxitos y la resiliencia de la tiranía nazi. El catálogo de participación en las políticas criminales es largo y eclipsa cualesquiera crímenes conocidos que fueron cometidos por las otras élites tradicionales. Los generales -a saber el liderazgo de la Wehrmacht (Alto Mando de la Wehrmacht u OKW), el liderazgo del ejército (Alto Mando del Ejército u OKH), y el mando de tropas más superior en el frente- contribuyeron de forma significativa a la planificación, preparación e implementación de ilegales guerras de agresión, campañas de aniquilación ideológica-racial, y regímenes de ocupación brutales. Incluso en su área central, es decir la conducción operacional de la guerra, fueron responsables de numerosos errores con resultados catastróficos.

Tampoco el Holocausto tuvo lugar sin la Wehrmacht. Esto es claro de los solos hechos. Un lugar central del Holocausto fue la Unión Soviética ocupada por los alemanes. Fue aquí donde comenzó el asesinato sistemático de los judíos. Aproximadamente 2,5 millones de judíos cayeron en el territorio controlado por la Wehrmacht, incluso si una gran parte estuvo ahí sólo por un corto periodo de tiempo. Durante la primera ola de matanzas hasta marzo de 1942, alrededor de seiscientos mil judíos fueron asesinados en los territorios soviéticos ocupados, de los cuales al menos 450.000 lo fueron en territorio bajo administración militar. La segunda ola de matanzas desde abril de 1942 hasta octubre de 1943, que dio cuenta de las vidas de unas 1,5 millones de personas, apuntó por encima de todo a los guetos en territorio bajo administración civil. En contraste, unos cincuenta mil judíos que fueron asesinados en 1942 durante la ofensiva alemana contra Stalingrado y el Cáucaso Norte murieron en áreas bajo jurisdicción militar, así como los cincuenta mil soldados judíos del Ejército Rojo seleccionados y asesinados por la Policía de Seguridad en los campos de prisioneros de guerra de la Wehrmacht. Para añadir a esta cifra están otros 350.000 judíos que fueron asesinados bajo ocupación rumana. Incluso si la mayoría de los más de 2,4 millones de víctimas del Holocausto solo en la Unión Soviética ocupada (dentro de las fronteras de junio de 1941) fueron responsabilidad de la SS y el aparato de policía alemanes, más de medio millón de ellas murieron con la aquiescencia, y con frecuencia también apoyo, de la administración militar, incluyendo algunas veces la actual participación en la matanza. Fuera de la Unión Soviética, la Wehrmacht también estuvo directa o indirectamente involucrada en el Holocausto. En Serbia, unidades de la Wehrmacht asesinaron casi a todos los hombres judíos -cerca de seis mil- que fueron mantenidos como rehenes durante el curso de perversas campañas antipartisanas. En otras partes de la Europa ocupada por Alemania, especialmente en los territorios bajo administración militar en Francia, Bélgica y Grecia, las agencias de la Wehrmacht apoyaron la privación de derechos y deportación de las poblaciones judías.
<<<

Saludos cordiales
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

Responder

Volver a “Tribuna”

TEST