Viktor Suvorov

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Medina
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Viktor Suvorov

Mensaje por Medina » Mar Ene 03, 2006 2:04 am

A finales de los años 80 se publicó "Icebreaker" ("Rompehielos"), un libro que abrió el camino a un gran debate historiográfico sobre Barbarroja y la guerra germano-soviética en conjunto. Su autor era Viktor Suvorov, seudónimo de Vladimir Bogdanovich Rezun, un antiguo agente del GRU (Glavnoyo Razvedyvatelnoye Upravleniye, Inteligencia Militar Soviética) y desertor. Su tesis: que Barbarroja fue un ataque preventivo de Alemania y que ésta solamente se anticipó en cuestión de meses a Stalin, quien ya tenía desarrollado y organizado un plan de ataque contra Alemania. A este libro les siguieron otros (entre ellos "Día M" y "La Última República"), en los que Suvorov continuaba desarrollando su tesis, apoyándose tanto en memorias de antiguos militares soviéticos como en documentos que, según él, había examinado en los archivos militares y de inteligencia soviéticos. Como ya he mencionado, la obra de Suvorov desencadenó un importante debate historiográfico entre sus partidarios y sus detractores. Desgraciadamente, ni las obras de Suvorov ni el debate que han concitado han visto la luz en nuestro idioma. Hoy en día, Suvorov es uno de los autores más populares sobre la II Guerra Mundial en Rusia.

En los siguientes posts iré colocando varias recensiones sobre sus libros aparecidas en "The Journal of Historical Review" a fin de que podáis tener por lo menos una idea general de la obra de Suvorov y de la polémica que ha suscitado, que como ya he mencionado, es prácticamente desconocida en nuestro idioma.
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Medina
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Mensaje por Medina » Mar Ene 03, 2006 2:25 am

ESPECIALISTA RUSO PONE AL DESCUBIERTO EL PLAN DE STALIN PARA CONQUISTAR EUROPA.
Por Joseph Bishop
(Título Original: "Russian Specialist Lays Bare Stalin's Plan to Conquer Europe", http://www.ihr.org/jhr/v16/v16n6p22_Bishop.html)

Algunas veces resulta que los trabajos históricos más significativos son virtualmente ignorados por la prensa tradicional y consecuentemente llegan a pocos lectores. Tal es el caso con muchos estudios revisionistas, incluyendo esta importante obra de un antiguo oficial de inteligencia
soviético quien desertó a Occidente en 1978. Incluso antes de la aparición de este libro, ya había establecido una sólida reputación con la publicación de cinco libros, escritos bajo el seudónimo de Viktor Suvorov, sobre el funcionamiento interno de las fuerzas armadas soviéticas, y particularmente sus operaciones de inteligencia.

En Rompehielos, Suvorov se aproxima a los orígenes y desarrollo del ataque de la “Operación Barbarroja” de Hitler contra la Unión Soviética el 22 de junio de 1941. Desde su publicación original en ruso (titulada Ledokol) en Francia en 1988, ha sido publicado asombrosamente en 87 ediciones en 18 idiomas. A pesar de su importancia para la investigación histórica, Rompehielos ha recibido muy poca atención en los Estados Unidos. Las escasas críticas que han aparecido aquí han sido casi enteramente breves y despectivas –un tratamiento vergonzoso que refleja la cobardía y la irresponsabilidad intelectual de la clase académica “políticamente correcta”.

Según el punto de vista convencional, el pérfido ataque de Hitler obligó abruptamente a la neutral y lejana Unión Soviética a entrar en guerra. Este punto de vista sostiene además que un sorprendido Stalin había confiado ingenuamente en el mentiroso Führer alemán. Rechazando este punto de vista como propaganda política, Suvorov muestra la responsabilidad personal de Stalin por el comienzo y progresión de la guerra. Sobre todo, este libro detalla los vastos preparativos soviéticos para una invasión de Europa en el verano de 1941 con el objetivo de sovietizar la Europa Central y Occidental. Suvorov no está solo en este punto de vista. Es también afirmado por varios historiadores no rusos, tales como el académico norteamericano R. H. S. Stolfi en su estudio de 1991 Los Panzers de Hitler en el Este: La II Guerra Mundial Reinterpretada.

A pesar de la rígida censura soviética, Suvorov ha logrado desenterrar muchas pepitas de valiosa información de escritos soviéticos públicamente disponibles que confirman su tesis central. Rompehielos está basada en la meticulosa búsqueda del autor de tales fuentes publicadas como memorias de guerra de jefes militares soviéticos, e historias de divisiones, cuerpos, ejércitos, flotas y unidades aéreas soviéticas.

Una tesis de la ideología soviética era que la Unión Soviética, como el primer estado marxista del mundo y baluarte del “poder de los trabajadores”, finalmente liberaría a toda la humanidad del yugo del capitalismo y del fascismo (el “último recurso del monopolio capitalista”). Aunque los líderes soviéticos podían disentir sobre las circunstancias y momento de este proceso de liberación global, ninguno dudaba de la importancia de este objetivo. Como Suvorov anota:
Para Lenin, como para Marx, la revolución mundial permaneció siendo la estrella guía, y no perdió de vista este objetivo. ¿Cómo, entonces, tendría lugar la revolución mundial después? Lenin dio una respuesta bien definida a esta cuestión en 1916: como resultado de la segunda guerra imperialista...

Inicialmente, la “Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas” estuvo formada solamente por un puñado de repúblicas fundacionales. Lenin y los otros líderes soviéticos pretendieron que más repúblicas serían añadidas a la URSS hasta que abarcase a todo el globo. Así, escribe Suvorov, “la declaración acompañante a la formación de la URSS era una clara y directa declaración de guerra al resto del mundo”.

Hitler comprendió esto mucho mejor que lo hicieron los líderes de Gran Bretaña, Francia o los Estados Unidos. Durante una conversación en 1937 con Lord Halifax, uno de los oficiales más importantes, él dijo: “En el caso de una guerra general [en Europa], solamente un país puede ganar. Ese país es la Unión Soviética”. En Rompehielos, Suvorov explica cómo en 1939 Stalin explotó la largamente larvada disputa entre Alemania y Polonia sobre Danzig y el “Corredor Polaco” para provocar una “segunda guerra imperialista” que expandiría enormemente el imperio soviético.

Stalin anticipó una larga guerra de desgaste en la cual Alemania, Francia y Gran Bretaña quedarían exhaustas en un conflicto devastador que también daría inicio a insurrecciones comunistas a través de Europa. Y como el primer ministro soviético esperaba, el “Rompehielos” Alemania ciertamente rompería el orden establecido en Europa. Pero junto con casi todo el mundo fuera de Alemania, se maravilló de la velocidad y minuciosidad con las cuales Hitler doblegó no solo a Polonia, sino también a Francia, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Noruega, Yugoslavia y Grecia.
Quebrando las expectativas del Kremlin de que una “segunda guerra imperialista” conduciría rápidamente a una Europa Soviética, en julio de 1940 Hitler era efectivamente el amo del continente.

A lo largo de la historia, cada ejército ha tenido una misión básica, una que requiere los correspondientes preparativos. Un ejército cuya misión es básicamente defensiva está consecuentemente entrenado y equipado para la guerra defensiva. Fortifica fuertemente las áreas fronterizas del país, y emplea a sus unidades en profundidad escalonada. Construye emplazamientos defensivos y obstáculos, siembra extensos campos de minas, y excava trampas para tanques y zanjas. Los vehículos militares, aviones, armas y equipamiento adecuados para defender el país son diseñados, producidos y suministrados. Los oficiales y las tropas son entrenados en tácticas de defensa y operaciones contraofensivas.

Un ejército cuya misión es una guerra agresiva actúa muy diferentemente. Los oficiales y tropas son entrenados para operaciones ofensivas. Son suministrados con armas y equipamiento diseñados para atacar, y el área fronteriza está preparada consecuentemente. Las tropas y su material son acumulados cerca de la frontera, los obstáculos son removidos, y los campos de minas son limpiados. Los mapas de las áreas a ser invadidas son enviados a los oficiales, y las tropas son informadas sobre los problemas del terreno, cómo tratar con la población a ser conquistada, y así sucesivamente.

Examinando cuidadosamente el equipamiento, entrenamiento y despliegue de las fuerzas soviéticas, así como también las cifras y efectivos del armamento, vehículos, suministros y aviones soviéticos, Suvorov establece con gran detalle que el Ejército Rojo estaba organizado y desplegado en el verano de 1941 para atacar, no para defender.

Alemania entró en guerra en 1939 con 3.195 tanques. Como Suvorov apunta, esto era menos de lo que una sola fábrica soviética en Kharkov, operando sobre la base de “época de paz”, estaba produciendo cada seis meses.

En 1941 todo el mundo reconoció al tanque como el arma principal de un ejército de ataque en una guerra terrestre europea. Durante este período, Suvorov muestra que los soviéticos estaban produciendo grandes cantidades del bien armado tanque “Mark BT”, el predecesor del famoso modelo T34. “BT” eran las iniciales para las palabras rusas “tanque de alta velocidad”. El primero de esta serie tenía una velocidad máxima de 100 kilómetros por hora, impresionante incluso para los estándares de hoy. Pero, como Suvorov procede a anotar, esta arma tenía una peculiaridad:

Habiéndose dicho tantas cosas positivas sobre las cantidades y calidad de los tanques soviéticos, se debe anotar un inconveniente menor. Era imposible utilizar estos tanques en territorio soviético... Los tanques Mark BT solamente podían ser utilizados en una guerra agresiva, solamente en la retaguardia del enemigo y solamente en una veloz operación ofensiva, en la cual masas de tanques irrumpirían repentinamente en territorio enemigo...

Los tanques Mark BT eran bastante impotentes en territorio soviético. Cuando Hitler comenzó la Operación Barbarroja, prácticamente todos los tanques Mark BT fueron arrojados a un lado. Era casi imposible utilizarlos fuera de las carreteras, incluso con cadenas de orugas. Nunca fueron utilizados sobre ruedas. El potencial de estos tanques nunca fue comprendido, pero ciertamente nunca podría haber sido comprendido en territorio soviético. El Mark BT fue creado para operar en territorio extranjero solamente y, lo que es más, solamente en territorio donde hubiera buenas carreteras.

A la pregunta dónde podría el enorme potencial de estos tanques Mark BT ser exitosamente logrado, hay solo una respuesta: en Europa Central y Sur. Los únicos territorios donde los tanques podían ser utilizadas, tras quitar sus cadenas de orugas, eran Alemania, Francia y Bélgica... Las cadenas de orugas solamente eran un medio para alcanzar territorio extranjero. Por ejemplo, Polonia podía ser atravesada sobre orugas que, una vez hubiese sido alcanzada las autopistas alemanas, podían entonces ser descartadas en favor de ruedas, sobre las cuales las operaciones luego procederían...

Se dice que los tanques de Stalin no estaban preparados para la guerra. Eso no era así. No estaban preparados para una guerra defensiva en su propio territorio. Estaban, sin embargo, diseñados para emprender la guerra en otros territorios.

Igualmente diseñados para la guerra ofensiva son los paracaidistas. Esta forma más agresiva de infantería es empleada primordialmente como fuerza de invasión. Alemania formó sus primeras unidades aerotransportadas de asalto en 1936, y en 1939 tenía 4.000 paracaidistas. ¿Y la URSS? Suvorov explica:

A comienzos de la guerra [1939], la Unión Soviética tenía más de un millón de paracaidistas entrenados -200 veces más que todos los otros países en el mundo juntos, incluyendo Alemania... Es realmente imposible utilizar paracaidistas en tales masivas cantidades en una guerra defensiva... Ningún país en la historia, o ciertamente todos los países del mundo juntos, incluyendo a la Unión Soviética, ha tenido nunca tantos paracaidistas y subunidades de desembarco de asalto aéreo como Stalin tenía en 1941.

Como parte de la planeada invasión, a comienzos de 1940 fueron dadas órdenes para la construcción a gran escala de planeadores aerotransportados de asalto, que fueron producidos en masivas cantidades desde la primavera de 1941 en adelante. Los soviéticos también diseñaron y construyeron el notable “tanque alado” KT. Tras aterrizar, sus alas y pieza de cola eran descastadas, haciendo al KT instantáneamente listo para el combate. El autor también describe una variedad de unidades y armas orientadas a la ofensiva, y su despliegue en junio de 1941 en áreas y puntos de partida apropiados en las fronteras con Alemania y Rumania. Todas estas armas de guerra ofensiva se convirtieron instantáneamente en inútiles tras el ataque Barbarroja, cuando los soviéticos repentinamente requirieron armas defensivas.

Suvorov da cuenta de una reunión secreta en diciembre de 1940 a la que asistió Stalin y otros miembros del Politburó en la cual el General Pavel Rychagov, ministro adjunto de defensa y comandante de la fuerza aérea soviética, debatió los detalles de “operaciones especiales en el período inicial de guerra”. Habló de la necesidad de mantener los preparativos de la fuerza aérea en secreto para “coger a la fuerza aérea enemiga al completo en tierra”. Suvorov comenta:

Es bastante obvio que no es posible “coger a la fuerza aérea enemiga al completo en tierra” en tiempo de guerra. Esto solamente es posible hacerlo en tiempo de paz, cuando el enemigo no sospecha el peligro.

Stalin creó tantas tropas aerotransportadas que solamente podían ser utilizadas en una situación: tras un ataque sorpresa de la fuerza aérea soviética sobre los aeródromos enemigos. Sería simplemente imposible utilizar cientos de miles de tropas aerotransportadas y miles de aviones de transporte y planeadores en cualquier otra situación.

Suvorov también informa del desmantelamiento en junio de 1941 de los sistemas fronterizos de defensa soviéticos y el despliegue allí de masas de tropas y blindados colocados para un ataque hacia el oeste.

Durante el período justamente anterior a la planeada invasión soviética, los distritos militares occidentales de la URSS recibieron órdenes para desplegar 114 divisiones, entonces estacionadas en el interior, en posiciones en la frontera. Así, comenta Suvorov, el 13 de junio de 1941 “señala el comienzo del mayor desplazamiento de tropas en la historia de la civilización”.

Tal masiva acumulación de fuerzas directamente en el frontera simplemente no podía ser mantenida en secreto. Como Suvorov anota, Wilhelm Keitel, Mariscal de Campo y Jefe del Alto Mando de las fuerzas armadas de Alemania, habló sobre los temores alemanes durante un interrogatorio de posguerra:

Todas las medidas preparatorias que tomamos antes de la primavera de 1941 eran medidas defensivas contra la contingencia de un posible ataque del Ejército Rojo. Así toda la guerra en el Este, hasta un extremo conocido, debe ser llamada guerra preventiva... Decidimos... anticiparnos a un ataque de la Rusia Soviética y destruir a sus fuerzas armadas con un ataque sorpresa. En la primavera de 1941, yo había formado la opinión definitiva de que la fuerte acumulación de tropas rusas, y su ataque sobre Alemania que seguiría, nos colocaría, en términos económicos y estratégicos, en una situación excepcionalmente crítica... Nuestro ataque fue la consecuencia inmediata de esta amenaza...

En 1941, el Almirante N. G. Kuznetsov era el ministro de la Armada Soviética, así como también miembro del Comité Central del Partido Comunista Soviético. En sus memorias de posguerra, publicadas en 1966, recuerda:

Para mí es una cosa más allá de toda discusión –J. V. Stalin no solamente no excluyó la posibilidad de guerra con la Alemania de Hitler, por el contrario, consideró tal guerra... inevitable... J. V. Stalin hizo preparativos para la guerra.... preparativos amplios y variados –comenzando en fechas... que él mismo había seleccionado. Hitler trastocó sus cálculos.

Suvorov comenta:

El almirante nos dice muy claramente y abiertamente que Stalin consideraba la guerra inevitable y se preparó seriamente para entrar en ella en un momento de su elección. En otras palabras, Stalin estaba preparando asestar el primer golpe, que era cometer agresión contra Alemania; pero Hitler asestó un golpe preventivo primero y por consiguiente frustró todos los planes de Stalin...

Comparemos las palabras de Keitel con las de Kuznetsov. El Mariscal de Campo Keitel dijo que Alemania no estaba preparando una agresión contra la Unión Soviética; era la Unión Soviética quien estaba preparando la agresión. Alemania estaba simplemente utilizando un ataque preventivo para defenderse de una agresión inevitable. Kuznetsov dice la misma cosa –si, la Unión Soviética se estaba preparando para la guerra e inevitablemente habría entrado en ella, pero Hitler desorganizó estos planes con su ataque. Lo que no puedo entender es porqué Keitel fue ahorcado [en Nuremberg], y Kuznetsov no lo fue”.

Suvorov cree que el ataque preventivo de Hitler llegó justo dos o tres semanas antes del propio asalto planeado de Stalin. Así, cuando las fuerzas de la Wehrmacht aplastaron a las formaciones soviéticos en las semanas iniciales del ataque “Barbarroja”, los alemanes se maravillaron de las grandes cantidades de tanques soviéticos y de otro material destruido o capturado –una enorme acumulación suficiente no solo para un asalto sobre Alemania, sino para la conquista de toda Europa. Suvorov escribe:

Hitler decidió que eso no valía la pena espera más. Fue el primero en ir, sin esperar el golpe de la daga “liberadora” para apuñalarle por la espalda. Había comenzado la guerra en las condiciones más favorables que posiblemente podían haber existido para un agresor; pero dada la naturaleza del gran plan de Stalin, nunca podría haber ganado. Incluso en las condiciones más desfavorables, el Ejército fue capaz de “liberar” media Europa....

Tan devastador como fue, el asalto de Hitler no fue fatal. Llegó demasiado tarde para tener éxito. “Incluso el ataque sorpresa de la Wehrmacht sobre la Unión Soviética no podría ya salvar a Hitler y a su imperio”, escribe Suvorov. “Hitler comprendió de donde llegaría el peligro mayor, pero ya era demasiado tarde”. Con gran esfuerzo, los soviéticos pudieron recuperarse del destructivo golpe. Stalin logró formar nuevos ejércitos para reemplazar los que perdió en la segunda mitad de 1941.

Como Suvorov apunta repetidamente, la imagen ampliamente aceptada de la II Guerra Mundial, y particularmente de los papeles de Stalin y Hitler en el conflicto, simplemente no se corresponde con la realidad:

Al final.... Polonia, por cuya libertad el Occidente había ido a la guerra, acabó sin nada. Por el contrario, fue entregada a Stalin, junto con toda Europa Oriental, incluyendo una parte de Alemania. Aún así, hay algunas personas en Occidente que continúan creyendo que Occidente ganó la Segunda Guerra Mundial.

...Stalin se convirtió en el amo absoluto de un vasto imperio hostil a Occidente, que había sido creado con la ayuda de Occidente. A pesar de eso, Stalin pudo conservar su reputación como ingenuo y confiado, mientras que Hitler pasó a la historia como el agresor final. Multitud de libros han sido publicados en Occidente basados en la idea de que Stalin no estaba preparado para guerra mientras que Hitler lo estaba.

Un intrigante histórico “que ocurriría si” es especular sobre el destino de Europa si Stalin, y no Hitler, hubiese golpeado primero. Por ejemplo, una exitosa campaña alemana menos rápida en los Balcanes en la primavera de 1941 podría haber forzado la posposición de Barbarroja durante varias semanas, lo que habría permitido a Stalin asestar el primer golpe.

¿Podrían haber resistido las fuerzas alemanas un asalto total soviético, con decenas de miles de tanques soviéticos y un millón de paracaidistas? Con la ventaja de golpear primer, ¿cómo de rápido podría Stalin haber alcanzado Berlín, Amsterdam Bruselas, París, Roma y Madrid? Suvorov escribe:

Sería un error menospreciar la enorme fuerza y los vastos recursos de la máquina de guerra de Stalin. A pesar de sus graves pérdidas, tenía bastante fuerza para retirarse y reunir nueva fuerza para alcanzar Berlín. ¿Hasta dónde habría llegado si no hubiese sufrido ese masivo golpe el 22 de junio, si cientos de aviones y miles de tanques no hubiesen sido perdidos, hubiese sido el Ejército Rojo y no la Wehrmacht quien asestara el primer golpe? ¿Tenía el Ejército Alemán espacio territorial detrás de él para retirarse? ¿Tenía recursos humanos inagotables, y tiempo, para restaurar su ejército tras el primer ataque sorpresa soviético?

Respondiendo parcialmente a sus propias cuestiones, Suvorov afirma: “Si Hitler hubiese decidido lanzar la Operación Barbarroja pocas semanas después, el Ejército Rojo hubiese alcanzado Berlín mucho antes de 1945”.

Suvorov presenta incluso un hipotético escenario de una invasión y ocupación soviética de Europa, repletos con el terror y la opresión estalinistas:

Las tropas [soviéticas] se encontraron con columnas interminables de prisioneros. El polvo se elevaba en el horizonte. Allí estaban los opresores del pueblo –tenderos, doctores y arquitectos burgueses, agricultores y empleados de banca. El trabajo de los chequistas [NKVD] sería duro. Los prisioneros son apresuradamente interrogados en cada parada temporal. Luego, el NKVD investiga a cada uno en detalle, y establece el grado de su culpabilidad ante el pueblo trabajador. Pero por ahora se había vuelto necesario exponer a los más peligrosos de los millones de prisioneros: los antiguos socialdemócratas, pacifistas, socialistas y nacionalsocialistas, antiguos oficiales, policías y religiosos.

Millones de prisioneros tenían que ser enviados lejos hacia el este y el norte, para darles la oportunidad, a través del trabajo honesto, de expiar su culpabilidad ante el pueblo...

En el escenario de Suvorov, un campo llamado Auschwitz es capturado pronto durante el avance soviético. En respuesta a la pregunta, “Pues bien, ¿Qué era lo que le gustaba de Auschwitz, camarada?”, un soldado del Ejército Rojo contestó: “No mucho, realmente”, el mundano soldado con su chaqueta negra se encoge de hombres, “Algo así como en casa. Sólo su clima es mejor”.

Realmente, la especulación histórica “qué hubiera ocurrido sí” es normalmente incierta porque los factores claves son a menudo simplemente imponderables. En este caso, uno de tales factores es la moral soviética. Mientras que es ciertamente verdadero que las tropas soviéticas combatieron bravamente y tenazmente en 1941-1943 defendiendo su territorio patrio, no podrían haber combatido con el mismo fervor y moral en una invasión de Europa. La tenacidad y resistencia mostradas por las tropas del Ejército Rojo en Hungría y Alemania en 1944 y 1945 no son necesariamente indicativos, porque estos soldados eran amargamente conscientes de más de dos años de combate salvaje contra los invasores, y de severa ocupación de su territorio nacional.

Otro imponderable es la respuesta de Gran Bretaña y los Estados Unidos a una invasión total soviética de Europa. Si las fuerzas soviéticas hubiesen atacado hacia el oeste en julio de 1941, ¿se habrían puesto Gran Bretaña y los Estados Unidos del lado de Stalin y la URSS, o se habrían puesto del lado de Hitler y Alemania, Italia, Francia, Rumania, Finlandia, Hungría, Dinamarca y el resto de Europa? ¿O habrían decidido Roosevelt y Churchill de permanecer ajenos al gran conflicto?

De cualquier manera, cuando Hitler lanzó su ataque preventivo contra la Rusia Soviética, Roosevelt y Churchill inmediatamente se pusieron del lado de Stalin, y cuando el Ejército Rojo tomó media Europa en 1944-1945, ni el líder británico ni el norteamericano objetaron.

Lo que ahora puede afirmarse con seguridad –gracias al trabajo de Suvorov y de otros historia-dores revisionistas- es que aplastando a la gran acumulación militar soviética en 1941, Hitler hizo fracasar el plan de Stalin de conquistar rápidamente Europa, y que, a pesar de su derrota en 1945, Hitler salvó al menos a la mitad occidental de Europa, y a decenas de millones de personas, de los horrores de la subyugación soviética.
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Mensaje por jenisais » Mar Ene 03, 2006 7:45 am

Tengo el libro que citas. En lengua francesa, se titula "Brise-glace" EL rompehielos, de Victor Suvorov. Poco puedo añadir a tu extensa exposición sobre el libro y su temática. Compré este título allá por 1992 en Francia, y desde entonces no he vuelto a re-leerle. Escribí sobre este tema en un foro similar hará como un año. Creo recordar que alli dije que había voces muy autorizadas que aseveraban la idea de Suvorov, indicando que efectivamente Stalin tenía intención decidida de atacar al Reich. También indiqué que el Mariscal Kesselring en su libro de Memorias escrito en la postguerra cita que el Gral. Giovanni Messe, jefe del CSIR (Corpo di Spedizione italiano in Russia) le aseguró que un general ruso prisionero del CSIR le afirmó que Stalin tenía previsto intervenir contra Hitler en los primeros meses de 1942. Suvorov explica de forma pormenorizada toda su teoría sobre el "ataque preventivo" que Stalin preparaba para ésa fecha. Y sus razonamientos no me parecieron descabellados ni fuera de lugar. Creo que también incluí en mi post al foro las frases que leí en el libro de Hans U. Rudell, que más o menos decía "qué suerte habernos adelantado al ataque ruso!" al contemplar desde el aire la ingente cantidad de armamento, incluso ofensivo, que tenían los rusos en las inmediaciones de la frontera.
Es desde luego un tema muy interesante, sobre La Guerra en el Frente del Este, teatro de guerra, que me sigue apasionando.
Saludos
faire face

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Mensaje por Medina » Mar Ene 03, 2006 7:50 pm

HISTORIADOR DETALLA EL PLAN DE “MOVILIZACIÓN” DE 2 AÑOS DE STALIN PARA LA CONQUISTA DE EUROPA.
Por Daniel W. Michaels
(Título Original "Historian Details Stalin's Two-Year 'Mobilization' Plan for European Conquest" http://www.marynet.com/tagm.html)

Cuando Hitler lanzó la “Operación Barbarroja” contra la Unión Soviética el 22 de junio de 1941, los líderes de Alemania justificaron el ataque como un golpe preventivo para anticiparse a una inminente invasión soviética de Alemania y del resto de Europa. Tras la guerra, los líderes militares y políticos más prominentes supervivientes fueron ejecutados en Nuremberg por, entre otras cosas, planear y emprender una “guerra agresiva” contra la Unión Soviética. El Tribunal de Nuremberg rechazó las categóricas alegaciones de los acusados de que “Barbarroja” fue un ataque preventivo.

Durante décadas desde entonces, historiadores, oficiales del gobierno, y las obras de referencia estándar de los Estados Unidos, Europa y la URSS consecuentemente han sostenido que Hitler traicionó a los confiados líderes soviéticos para lanzar su traicionero ataque sorpresa, motivado por la avaricia por los recursos rusos y ucranianos y el “espacio vital”, y como parte de un avance alocado para “conquistar el mundo”.

En este bien investigado y poderosamente argumentado estudio, un especialista de origen ruso ha presentado abundantes pruebas que esencialmente afirman la argumentación alemana. Basándose principalmente en un análisis escrupuloso de la literatura militar y política pertinente, y en las memorias de prominentes miembros de las fuerzas armadas y de la elite del Partido soviéticos, el analista militar Suvorov ha producido un importante trabajo revisionista que obliga a una reevaluación radical del punto de vista bastante aceptado de la historia de la Segunda Guerra Mundial.

El autor, cuyo nombre real es Vladimir Bogdanovich Rezun, fue entrenado como oficial del ejército soviético en Kalinin y en Kiev. Después, tras servir a nivel administrativo y completar estudios en la Academia Militar Diplomática en 1979, sirvió como oficial de la inteligencia militar soviética (GRU), trabajando durante cuatro años en Ginebra bajo cobertura diplomática. Desertó en 1978, y se le concedió asilo diplomático en Gran Bretaña.

Su primer trabajo sobre este tema, Rompehielos, fue inicialmente publicado en ruso (en Francia) en 1988, seguido por ediciones en otras lenguas, incluido el inglés. Causó sensación en la comunidad militar y de inteligencia, especialmente en Europa, porque documentaba cuidadosamente la naturaleza ofensiva de la masiva concentración militar soviética en la frontera alemana en 1941. En Día M, Suvorov agrega sustancialmente las pruebas y argumentos presentados en Rompehielos.

Al elaborar su investigación, Suvorov pone énfasis aquí en la importancia central para la planificación de Stalin del estratega militar Boris Shaposhnikov, Mariscal y Jefe del Estado Mayor. Su obra más importante, Mozg armii (“El Cerebro del Ejército”), fue durante décadas lectura obligada para todo oficial soviético. Stalin no sólo respetaban la perspicacia militar de Shaposhnikov, sino que, inusualmente, personalmente le gustaba el hombre. Fue el único hombre que se conozca al que Stalin siempre se dirigía rutinariamente en público por su primer nombre y patronímico (Boris Mikhailovich), en Rusia un tratamiento personal, menos formal pero definitivamente respetuoso. Stalin trataba a todos los demás por su nombre familiar precedido por Camarada (“Camarada Zhdanov”, por ejemplo). La admiración de Stalin también fue mostrada por el hecho de que siempre mantuvo una copia del Mozg Armii de Shapohsnikov en su escritorio.

El plan de movilización de Shapohnikov, fielmente implementado por Stalin, diseñaba un claro y lógico programa de dos años (agosto de 1939-verano de 1941) que culminaría inexorable y resueltamente en guerra. Según Suvorov, Stalin anunció su decisión de implementar esta plan en una reunión del Politburó el 19 de agosto de 1939, cuatro días antes de la firma del pacto de no agresión germano-soviético. (Fue también en esta reunión del Politburó, que se celebró poco después de que Stalin hubiera concluido sus draconianas purgas de militares y políticos “poco fiables”, donde el líder soviético ordenó al General Georgi Zhukov que atacara, y derrotara, a la manera de una clásica guerra relámpago, al Sexto Ejército Japonés en Khalkhin-Gol, Mongolia).
Trece días después del discurso de Stalin, las tropas alemanas atacaron Polonia, y dos días después –el 3 de septiembre de 1939- Gran Bretaña y Francia declaraban la guerra a Alemania.

Una vez que Stalin decidió embarcarse en este proceso de movilización, el régimen remodeló radicalmente la economía de la nación, dirigiendo los enormes recursos físicos y humanos de la Unión Soviética para la guerra. Por su naturaleza, este proceso envolvente solamente podía ser perseguido para su lógica conclusión –la guerra. Simplemente afirmaba que la decisión de Stalin de 1939 de movilizarse significaba inevitablemente la guerra.

En 1938, alrededor de 1.513.400 hombres estaban sirviendo en el Ejército Rojo. Esto era aproximadamente el uno por ciento de la población soviética, lo cual se considera generalmente la normal, económicamente sostenible, y máxima proporción de hombres bajo las armas para la población total. Como parte de su programa de movilización de dos años, Stalin-Shaposhnikov más que duplicaron el número de hombres bajo las armas –a más de cinco millones.

Durante este período –de agosto de 1939 a junio de 1941- Stalin formó 125 nuevas divisiones de infantería, 30 nuevas divisiones motorizadas, y 61 divisiones de tanques y 79 divisiones aéreas –un total de 295 divisiones organizadas en 16 ejércitos. El plan Stalin-Shaposhnikov también demandaba la movilización de seis millones de hombres adicionales en el verano de 1941, para ser distribuidos en todavía más divisiones de infantería, de tanques, motorizadas y aéreas.

Entre julio de 1939 y junio de 1941, Stalin aumentó el número de divisiones de tanques soviéticas de cero a 61, con docenas más en preparación. En junio de 1941, la “neutral” Unión Soviética había reunido más divisiones de tanques que todos los otros países del mundo juntos –una poderosa fuerza que solamente podía ser efectivamente empleada en operaciones ofensivas.

En junio de 1941, Hitler lanzó a la batalla diez cuerpos mecanizados, cada uno de los cuales, de media, tenía más de 340 tanques ligeros y medios. Por contraste, Stalin tenía 29 cuerpos mecanizados, cada uno con 1.031 tanques ligeros, medios y pesados. Aunque es cierto que no todos los cuerpos soviéticos estaban a tope de efectivos, un sólo cuerpo mecanizado soviético era militarmente más fuerte que dos cuerpos alemanes juntos.

Cuando Hitler atacó Polonia en septiembre de 1939, Alemania tenía un total de seis divisiones de tanques. Si esta fuerza de tanques ligeros puede ser considerada como prueba conclusiva de la intención de Hitler de lanzar una guerra de conquista mundial (o al menos de europa), ¿qué –se pregunta Suvorov- podemos concluir de la concentración de Stalin de 61 divisiones de tanques entre finales de 1939 y mediados de 1941, y con más docenas en preparación?

A mediados de 1941, el Ejército Rojo era la única fuerza militar en el mundo con tanques anfibios. Stalin tenía 4.000 de estas armas de guerra ofensiva; Alemania no tenía ninguno. En junio de 1941, los soviéticos habían aumentado el número de sus tropas paracaidistas de cero a cinco, y el número de sus regimientos de artillería de campaña de 144 a 341, en cada caso más que todos los otros ejércitos del mundo juntos.

Al comienzo de la guerra en septiembre de 1939, Alemania tenía una flota de 57 submarinos, un hecho que algunas veces es citado como prueba de las intenciones agresivas de Hitler. Pero en ese mismo momento, apunta Suvorov, la Unión Soviética tenía ya más de 165 submarinos. Estos submarinos, anota, no eran naves inferiores, sino más bien de calidad estándar. En junio de 1941, la armada soviética tenía más de 218 submarinos en servicio, con otros 91 en construcción. Stalin mandaba la flota submarina más grande del mundo, una fuerza que fue creada para la guerra agresiva.

Como Suvarov apunta, en el momento del ataque de Hitler contra Polonia en 1939, nadie en Alemania o en Europa Occidental consideraba esto como el inicio de una “guerra mundial”. Incluso la declaración de guerra contra Alemania de Gran Bretaña y Francia dos días después –el 3 de septiembre de 1939- no hizo esto una “guerra mundial”. Fue solamente mucho después, retrospectivamente, que la campaña polaca de Alemania llegó a ser considerada como el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Solamente en Moscú, escribe Suvorov, fue comprendido correctamente desde el principio que una guerra mundial había comenzado.

Haciéndose eco de los descubrimientos de historiadores tales como A. J. P. Taylor y David Hoggan, Suvorov señala que Hitler ni quería ni planeó un conflicto europeo a gran escala en 1939. Fueron las declaraciones de guerra de Gran Bretaña y Francia contra Alemania las que transformaron un conflicto local entre Alemania y Polonia en uno a escala europea.

Consecuentemente, Hitler no autorizó la conversión de la economía de su nación para en pie de guerra. El jefe del GRU soviético Iván Proskurov informó certeramente a Stalin que la industria alemana no estaba equipada para una guerra a escala completa. De hecho, Alemania no comenzó a poner en serio su economía en pie de guerra hasta comienzos de 1942, dos años después que la Unión Soviética. Pero mientras que la producción militar y de armas soviética alcanzó su cenit en el verano de 1941, Alemania no lo alcanzó hasta 1944 –tres años demasiado tarde.

Suvorov presenta pruebas abrumadoras para mostrar que Stalin se estaba preparando para un masivo ataque sorpresa contra Alemania para ser lanzado en el verano de 1941. (Suvorov cree que el ataque estaba establecido para el 6 de julio de 1941). En preparación para esto, los soviéticos habían desplegado enormes fuerzas directamente en la frontera alemana, incluyendo paracaidistas, junto con aeródromos y grandes reservas de armas, municiones, combustible y otros suministros.

En abril de 1941, el Ejército Rojo ordenó un despliegue masivo de piezas de artillería y produc-ción de munición en la frontera, y su almacenamiento allí sobre el terreno y al descubierto. Esto solo, escribe Suvarov, prueba la intención de Stalin de atacar, porque este armamento y munición tenía que ser utilizada antes del otoño, cuando comenzaran las lluvias anuales. Las municiones almacenadas al descubierto en 1941 significaba que un ataque tenía que producirse ese mismo año. “Cualquier otra interpretación de este hecho no es concebible”, escribe.

Suvarov recapitula:

Estudiando los documentos de archivo y las publicaciones disponibles al público, llego a la conclusión de que el transporte [en 1941] hacia la frontera de millones de botas, municiones, y piezas de repuesto, y el despliegue de millones de soldados, y miles de tanques y aviones, no podía haber sido un error, o un cálculo equivocado, sino más bien que debe haber sido el resultado de una política bien pensada...

Este proceso tenía como objetivo la preparación de la industria, del sistema de transporte, de la agricultura, del territorio estatal, de la población soviética y del Ejército Rojo para llevar a cabo la guerra de “liberación” en Europa Central y Occidental.

En resumen, este proceso es llamado movilización. Era una movilización secreta. El liderazgo soviético preparó al Ejército Rojo y a todo el país para la conquista de Alemania y de Europa Occidental. La conquista de Europa Occidental era la razón principal para que la Unión Soviética desencadenara la Segunda Guerra Mundial.

La decisión final para comenzar la guerra fue tomada por Stalin el 19 de agosto de 1939.

El plan de ataque soviético, explica Suvorov, exigía un ataque en dos frentes principales: el primero, oeste y noroeste, en la misma Alemania, y el segundo, igualmente poderoso, al sudoeste hacia Rumania para ocupar rápidamente los campos petrolíferos de allí.

Tres escalones estratégicos principales llevarían a cabo la invasión. El primer escalón consistía en 16 ejércitos de invasión y varias docenas de cuerpos y divisiones para acometidas auxiliares, formados por soldados profesionales del Ejército Rojo entrenados para abrirse paso a través de las líneas alemanas. El segundo escalón estratégico, consistente en siete ejércitos de tropas inferiores (incluyendo a muchos prisioneros del GULAG), aseguraría y expandirían las penetraciones del primer escalón. El tercer escalón, consistente en tres ejércitos formados principalmente por tropas NKVD, asegurarían la ocupación soviética, frustraría toda resistencia potencial reuniendo y asesinando a la elite social, política y militar de Alemania –tanto como se había ya hecho en los estados bálticos y en Polonia oriental (como en la masacre de Katyn).

Como su avión principal de ataque, Stalin había establecido el “Ivanov” (uno de los apodos de Stalin), después conocido como Su-2, un bombardero de ataque altamente efectivo que fue producido y desplegado en grandes cantidades. Stalin ordenó la construcción de más de 100.000 Su-2, así como también el entrenamiento de 150.000 pilotos. Con un peso de cuatro toneladas, el Su-2 tenía una velocidad máxima de 486 kilómetros por hora, un rango de 1.200 kilómetros, y capacidad de carga de bombas de 400-600 kilos. Similar pero superior al bombardero en picado alemán JU-87 “Stuka”, se parecía sorprendentemente al Nakajima B-5N2 japonés, que fue el avión principal utilizado en el ataque sobre Pearl Harbor.

Durante décadas los historiadores de la corriente oficial han sostenido que Stalin confió ingenuamente en Hitler. Esta imagen del confiado Stalin y del traicionero Hitler es ampliamente y oficialmente aceptada en los Estados Unidos y en la mayoría de Europa. Suvorov se burla de este punto de vista, y considera que, por el contrario, fue Hitler quien fatalmente calculó mal la astucia de Stalin, al menos durante unos 15 meses, tiempo el cual fue demasiado tarde.

Aunque Hitler logró frustrar el gran plan de invasión de Stalin, el líder alemán subestimó fatalmente la magnitud y la agresividad de la amenaza soviética. Suvorov escribe: “Hitler captó que Stalin estaba preparando una invasión, pero fracasó en estimar propiamente el grado completo de los preparativos de Stalin... Hitler estaba incierto sobre cómo de grande y cómo de cercano era el peligro”.

Los historiadores, anota Suvorov, no explican adecuadamente porqué Hitler decidió atacar a la Unión Soviética en un momento cuando Gran Bretaña aún no estaba subyugada, enfrentando así a Alemania a una peligrosa guerra de dos frentes. A menudo simplemente se refieren al deseo de Hitler por Lebensraum o “espacio vital”. Realmente, escribe el autor ruso, “Stalin no dio a Hitler una salida alternativa. La movilización secreta [soviética] era de una dimensión tal enorme que habría sido difícil de ignorar. La movilización secreta de Stalin había alcanzado tal gra-do que no podía ser encubierta. Para Hitler, la única posibilidad que le quedaba era un ataque preventivo. Hitler se adelanto a Stalin en dos semanas”. En resumen, dada la situación, el único recurso responsable para el liderazgo alemán fue lanzar un ataque preventivo.

Stalin no necesitó a Churchill, Roosevelt o al sobresaliente espía soviético Richard Sorge para advertirle de un posible ataque alemán. Ya había realizado sus propios preparativos para enfrentarse a Alemania. Pero al alistar sus fuerzas para una guerra ofensiva, Stalin se cruzó de brazos para la defensa del país.

Los alemanes, escribe Suvorov, disfrutaron de la ventaja temporal de la sorpresa ya que pudieron posicionar y lanzar a sus fuerzas de ataque justo dos semanas antes de lo que el Ejército Rojo estaba programado para atacar, cogiéndolos completamente fuera de guardia. La sorpresa fue todo lo mayor porque Stalin no creía que los alemanes se atreverían a abrir un segundo frente en el Este mientras todavía se enfrentaban a los británicos. También contribuyendo a los espectaculares éxitos iniciales alemanes estaba la audacia y el profesionalismo del soldado alemán.

Como escribe Suvorov:

La derrota [soviética] al comienzo de la guerra [junio-septiembre 1941] fue debida al hecho de que la Wehrmacht Alemana lanzó su ataque sorpresa justo en el momento en que la artillería soviética estaba siendo trasladada a la frontera, y junto con los correspondientes suministros de municiones. La artillería no estaba preparada para enfrentarse a una guerra defensiva, y el 22 de junio no era capaz de pasar a la ofensiva.

Debido a que Alemania carecía de los recursos naturales para sostener una guerra prolongada, Hitler solamente podía prevalecer doblegando completamente a Rusia en cuatro meses –esto es, antes del comienzo del invierno. En esto falló. Durante el verano y otoño de 1941 Hitler aplastó, pero no destruyó, la máquina militar soviética. (Así fue, los alemanes pudieron lograr asombrosos éxitos iniciales solamente utilizando las reservas soviéticas capturadas durante aquellos primeros meses).

En la “Operación Barbarroja”, Hitler lanzó 17 divisiones de tanques contra los soviéticos. Tras tres meses de combates, solamente le quedaba alrededor de una cuarta parte de sus tanques, mientras que las fábricas de Stalin estaban produciendo no solamente mucho más tanques, sino de calidad generalmente superior.

Durante los primeros cuatro meses del ataque “Barbarroja”, las fuerzas del Eje destruyeron quizás el 75 por ciento de la capacidad para hacer la guerra de Stalin, eliminando por consiguiente la inmediata amenaza militar hacia Europa. Entre julio y noviembre de 1941, las fuerzas alemanas tomaron o invadieron 303 fábricas de pólvora, municiones y granadas, que anualmente producían el 85 por ciento de la producción de municiones de todo el estado soviético.

Pero como apunta Suvorov, esto no era suficiente: “El ataque de Hitler ya no pudo salvar a Alemania. Stalin no solamente tenía mas tanques, piezas de artillería y aviones, más soldados y oficiales, sino que también Stalin había ya puesto a su industria en una base de economía de guerra y podía producir armas no importa que cantidades deseara”. El 29 de noviembre de 1941, el Ministro de Armamentos del Reich Fritz Todt informó a Hitler que, desde el punto de vista de armamentos y de economía de guerra, Alemana ya había perdido la guerra.

Stalin finalmente prevaleció porque un residual 25 por ciento de la gigantesca economía de guerra soviética, incluyendo el 15 por ciento de su producción de municiones –principalmente de las fábricas al este del Volga, en los Urales y en Siberia- permaneció intacta. Así, con justamente una fracción de su fuerza inicial de superpotencia, Stalin todavía pudo ganar las decisivas batallas de Stalingrado, Kursk y Berlín. También contribuyente sustancialmente a la victoria soviética fue la entrada en la guerra de los Estados Unidos, la sustancial ayuda norteamericana, y, por supuesto, la legendaria y estoica dureza del soldado ruso.

Incluso aunque Hitler asestó el primer golpe, al fin de la guerra Stalin controlaba Polonia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Checoslovaquia y el este de Alemania.

Anotando que Hitler pospuso repetidamente la fecha de lanzamiento de la “Operación Barbarroja”, Suvorov comenta:

Supongamos que Hitler hubiera pospuesto otra vez el ataque contra Stalin, y que Stalin hubiera asestado el primer golpe el 6 de julio de 1941... Intentemos imaginar que habría ocurrido si Hitler hubiese retrasado su ataque para convertirse en víctima del devastador asalto preparado por Stalin. En este caso, Stalin habría tenido no solo el 15 por ciento de la capacidad de producción del Comisariado de la Industria de Municiones, sino el 100 por ciento. En ese caso ¿cómo habría concluido la Segunda Guerra Mundial?

En esta situación, no es irrazonable suponer que para noviembre-diciembre de 1941 las fuerzas soviéticas habrían alcanzado el Atlántico, alzando la bandera roja sobre Berlín, París, Amsterdam, Roma y Estocolmo.

Desde la publicación de Día M, estudiosos rusos han extraído pruebas adicionales de los antiguos archivos soviéticos que confirman la tesis de Suvarov y obligan a una reescritura radical de la historia de la Segunda Guerra Mundial.

Aunque es probable que muchos documentos hayan sido removidos y destruidos, algunos documentos reveladores están siendo desenterrados. Uno de los más importantes de estos documentos escondidos durante bastante tiempo es el texto completo del discurso secreto de Stalin del 19 de agosto de 1939. Durante décadas, figuras dirigentes soviéticas negaron que Stalin efectuara este discurso, insistiendo incluso en que ninguna reunión del Politburó fue celebrada en esa fecha. Otros han descartado este discurso como una falsificación.

El historiador ruso T. S. Bushuyeva encontró una versión del texto entre los expedientes secretos de los Archivos Especiales de la URSS, y lo publicó, junto con un comentario, en la prominente publicación rusa Novy Mir (Nº 12, 1994). El escritor alemán Wolfgang Strauss informó sobre este y otros recientes hallazgos de historiadores rusos, en el número de abril de 1996 de la revista mensual alemana Nation und Europa. Para conocimiento de este revisionista, ningún historiador norteamericano ha tomado aún aviso público del texto del discurso.

Debe ser mantenido en mente que este discurso fue realizado justo cuando oficiales soviéticos estaban negociando con representantes británicos y franceses sobre una posible alianza militar con Gran Bretaña y Francia, y cuando oficiales alemanes y soviéticos estaban discutiendo un posible pacto de no agresión entre sus países. Cuatro días después de este discurso, el Ministro de Asuntos Exteriores Alemán von Ribbentrop se reunió con Stalin en el Kremlin para firmar el pacto de no agresión germano-soviético.

En este discurso, Stalin declaró:

La cuestión de guerra o paz ha entrado en una fase crítica para nosotros. Si concluimos un pacto de asistencia mutua con Francia y Gran Bretaña, Alemania se retirará de Polonia y buscará un modus vivendi con las potencias occidental. La guerra sería evitada, pero sobre la marcha los acontecimientos podrían convertirse en peligrosos para la URSS. Si aceptamos la propuesta de Alemania y concluimos un pacto de no agresión con ella, por supuesto que ella invadirá Polonia, y la intervención de Francia e Inglaterra en esa guerra será inevitable. Europa Occidental estará sujeta a serios desordenes y agitaciones. Bajo estas condiciones, tendríamos una gran oportunidad para permanecer fuera del conflicto, y podremos planear el tiempo oportuno para nosotros entrar en la guerra.

La experiencia de los últimos 20 años ha mostrado que en tiempo de paz el movimiento comunista nunca es lo bastante fuerte para alcanzar el poder. La dictadura de tal partido solamente se volverá posible como resultado de una gran guerra.

Nuestra elección es clara. Debemos aceptar la propuesta alemana y atentamente debemos enviar a la misión anglo-francesa a casa. Nuestra ventaja inmediata será tomar Polonia hasta las puertas de Varsovia, así como también la Galicia ucraniana...

En resumen, Wolfgang Strauss señala que Stalin luchó por una guerra total europea, una guerra de agotamiento que derribaría a los estados y sistemas europeos. Además, Stalin planeó entrar en la guerra sobre las ruinas de la Europa “capitalista”, y entonces dictaría su sovietización por la fuerza militar. (El término clave “Sovietizatsia” surge repetidamente en su discurso).

Aunque anotaba que este discurso confirmaba aún más las intenciones agresivas de Stalin, el cauto Bushuyeva cita a Clausewitz en el sentido de que las guerras tienden a asumir sus propias direcciones y dimensiones, a pesar de lo que uno u otro bando puedan haber planeado o dicho.

En su artículo del Novy Mir, Bushuyeva escribe sobre el dolor que los rusos deben ahora aguantar al conocer que mucho de lo que creyeron durante décadas sobre la “Gran Guerra Patriótica” es erróneo. Anota que de los jóvenes nacidos entre los años 1922 y 1925, y que fueron enviados a la guerra por Stalin, solamente tres de cada cien sobrevivieron al conflicto. Escribe Bushayeva: “La profundidad entera de la tragedia que ocurrió a nuestro ejército de cinco millones de hombres en junio de 1941 debe ser sondeada. El mal que los gobernantes de la Unión Soviética que habían planeado para otros repentinamente, por algún destino inescrutable, golpeó nuestro país”.

Sería fácil, continua Bushuyeva, maldecir a aquellos que “están reescribiendo” la historia, y para continuar creyendo en los familiares mitos y símbolos artificiales que apelan a nuestro orgullo nacional –para el patriotismo del pueblo ruso. “Si, fuera posible seguir como antes”, escribe, “si no fuera por una circunstancia. El hombre es tan formado que la verdad, por muy dolorosa que sea, es más importante en el análisis final que la falsa felicidad de vivir en la mentira y la ignorancia”.

Suvorov asimismo admite que muchos rusos le desprecian por sus revelaciones. Escribe:

He desafiado la única cosa sagrada a la que aún se apega el pueblo ruso –su memoria de la “Gran Guerra Patriótica”. He sacrificado todo lo estimado por mí para escribir estos libros. Habría sido intolerable haber muerto sin contarle a la gente lo que he descubierto. ¡Maldigan los libros! ¡Maldíganme! Pero incluso del mismo modo que me maldigan intenten comprender.

Tras la publicación del discurso de Stalin en Novy Mir, historiadores de la Universidad de Novosibrisk emprendieron un gran estudio revisionista de la inmediata situación de preguerra. Los resultados de este seminario académico fueron publicados en abril de 1995. La historiadora rusa I. V. Pavlova, afirmó contundentemente en su contribución al seminario que durante décadas los historiadores del Partido Comunista trabajaron para enterrar los antecedentes, orígenes y desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, incluyendo el discurso de Stalin de agosto de 1939, bajo una montaña de mentiras.

Otro de los estudiosos participantes, V. L. Doroshenko, dijo que las nuevas pruebas muestran que “Stalin provocó y desató la Segunda Guerra Mundial”. Sugiriendo que Stalin y su régimen deberían haber estado en el juicio de Nuremberg, Doroshenko sigue explicando:

...No sólo porque Stalin ayudó a Hitler sino porque fue por los propios intereses de Stalin que la guerra comenzase. Primero, debido a su objetivo general de alcanzar el poder en Europa, y, segundo, debido a la ventaja inmediata de destruir Polonia y tomar Galicia. Pero el motivo más importante de Stalin era la guerra en sí.... El colapso del orden europeo habría hecho posible para él establecer su dictadura [sobre toda Europa].

Para este fin, Stalin quiso por el momento permanecer fuera de la guerra, pero solamente con la intención de entrar en ella en el momento más favorable. En otras palabras, el pacto de no agresión dejó libres las manos a Hitler y animó a Alemania a desencadenar una guerra [en Polonia]. Cuando Stalin firmó el pacto, él estaba ya determinado a romperlo. Directamente desde el principio no tuvo la intención de permanecer fuera del conflicto sino, al contrario, entrar en la gue-rra directamente en el momento más ventajoso.

Uno debe maravillarse del coraje mostrado por tales historiadores rusos en su voluntad para enfrentarse a este capítulo muy emotivo de su historia. Muestran una franqueza mucho más grande y una amplitud de miras en enfrentarse a tabúes de la historia del siglo XX de lo que lo hacen sus contrapartes en Europa Occidental y los Estados Unidos.

Pero hay excepciones. En estos últimos años, unos cuantos historiadores occidentales han afir-mado asimismo esta visión drásticamente revisionista de la historia de la Segunda Guerra Mundial. Entre éstos se incluyen el historiador alemán Max Klüver con su libro de 1996 “Präventivschlag 1941” (“Ataque Preventivo), y el estudioso austriaco Ernst Topitsch con “Stalins Krieg”, publicado en ingles en 1987 por St. Martin’s Press como “La Guerra de Stalin”. El historiador norteamericano R. H. S. Stolfi se hace eco de los puntos de vistas de Suvorov en su libro de 1991, “Los Panzers de Hitler en el Este: La II Guerra Mundial Reinterpretada, y el historiador alemán Dr. Joachim Hoffmann ha acrecentado considerablemente el debate con su estudio impresionantemente investigado de 1995, “Stalins Vernichtungskrieg 1941-1945” (“La Guerra de Aniquilación de Stalin”).

Desde el punto de vista de Wolfgang Strauss, las nuevas revelaciones sobre el discurso largamente suprimido de Stalin, y el tratamiento de este asunto por jóvenes historiadores rusos, constituyen una victoria para el revisionismo europeo y representan un gran cambio en la investigación histórica. Mientras tanto, Suvorov y otros historiadores continúan siguiendo la pista a las pruebas históricas. Además de rastrear en los archivos, Suvorov informa que, en respuesta a “Rompehielos” y “Día M”, veteranos soviéticos y alemanes de la II Guerra Mundial le han escrito para ofrecerles más pruebas en apoyo de su tesis. Él apuntala su causa en un tercer libro, “La Última República”, recientemente publicado en ruso, y en un cuarto volumen todavía sin publicar sobre este tema.
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Mensaje por Eckart » Mar Ene 03, 2006 8:46 pm

Enhorabuena por tan buena información, Medina. Si realmente sus investigaciones están profundamente documentadas (y parece ser el caso), no entiendo por qué no se le hace más eco a este historiador. Es una pena.

Saludos.
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Mensaje por José Luis » Mar Ene 03, 2006 11:18 pm

Eckart escribió:Enhorabuena por tan buena información, Medina. Si realmente sus investigaciones están profundamente documentadas (y parece ser el caso), no entiendo por qué no se le hace más eco a este historiador. Es una pena.

Saludos.
Porque sus argumentos centrales (las pruebas en que los basa) se han demostrado finalmente inconsistentes.

Durante un buen tiempo tuve mis dudas acerca de la teoría de que Stalin quería atacar a Alemania en el verano de 1941, pero un examen más profundo sobre las "pruebas" aducidas por Suvorov me ha convencido de que sus argumentos no se sostienen. Por otra parte, desde finales de la década de 1990 ha habido autores que han demostrado irrefutablemente su inconsistencia.

Saludos cordiales
José Luis
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Mensaje por Eckart » Mar Ene 03, 2006 11:31 pm

Ya me extrañaba que no se hubiera tenido mucho en cuenta a este señor.
Los números que aporta sobre producción bélica y efectivos disponibles son espectaculares, ¿no son reales pues, amigo José Luis? O si lo fueran, ¿qué motivos pudieron llevar a Stalin a producir y preparar semejantes contingentes? Gracias.

Un saludo.
Última edición por Eckart el Mar Ene 03, 2006 11:32 pm, editado 1 vez en total.
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Mensaje por Medina » Mar Ene 03, 2006 11:32 pm

EXPONIENDO EL PLAN DE STALIN PARA CONQUISTAR EUROPA. CÓMO LA UNIÓN SOVIÉTICA “PERDIÓ” LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.
Por Daniel W. Michaels
(Título Original "Exposing Stalin's Plan to Conquer Europe. How the Soviet Union 'Lost' the Second World War", http://www.ihr.org/jhr/v17/v17n4p30_Michaels.html

Durante varios años hasta ahora, un antiguo oficial de la inteligencia militar soviética llamado Vladimir Rezun ha provocado un acalorado debate en Rusia por su sorprendente punto de vista de que Hitler atacó a la Rusia Soviética en junio de 1941 justo cuando Stalin estaba preparándose para invadir Alemania y Europa Occidental como parte de una operación bien planeada para “liberar” a toda Europa, poniéndola bajo el dominio comunista.

Escribiendo bajo el seudónimo de Viktor Suvorov, Rezun ha desarrollado esta tesis en tres libros. “Rompehielos” (que ha sido publicado en una edición de lengua inglesa) y Dni M (“Día M”) fueron revisados en el número de noviembre-diciembre de 1997 del “Journal of Historic Review”. El tercer libro, revisado aquí, es un trabajo de 470 páginas, “La Última República: Porqué la Unión Soviética Perdió la Segunda Guerra Mundial”, publicado en ruso en Moscú en 1996.

Suvorov muestra una masa de pruebas que muestran que cuando Hitler lanzó su ataque de la “Operación Barbarroja” contra la Rusia Soviética el 22 de junio de 1941, las fuerzas alemanas pudieron inflingir enormes pérdidas a los soviéticos precisamente porque las tropas rojas estaban mucho mejor preparadas para la guerra –pero para una guerra agresiva que estaba programada para comienzos de julio- no a la guerra defensiva a la que fueron forzados por el ataque preventivo de Hitler.

En “Rompehielos”, Suvorov detalla el despliegue de las fuerzas soviéticas en junio de 1941, describiendo justamente cómo Stalin había acumulado vastas cantidades de tropas y almacenamientos de armas a lo largo de la frontera europea, no para defender el territorio soviético sino en preparación para un ataque hacia el oeste y de decisivas batallas sobre territorio enemigo.

Así, cuando las fuerzas alemanas atacaron, el grueso de las fuerzas terrestres y aéreas rojas estaban concentradas a lo largo de las fronteras occidentales soviéticas frente a los países europeos vecinos, especialmente el Reich Alemán y Rumania, en preparación final para un asalto sobre Europa.

En su segundo libro sobre los orígenes de la guerra, “Día M” (por “Día de Movilización”), Suvorov detalla cómo, entre finales de 1939 y el verano de 1941, Stalin metódica y sistemáticamente construyó la fuerza militar mejor armada y más poderosa del mundo –realmente la primera superpotencia mundial- para su planeada conquista de Europa. Suvorov explica cómo la drástica conversión de la economía del país para la guerra por Stalin hizo la guerra inevitable.

En “La Última República”, Suvorov acrecienta las pruebas presentadas en sus dos libros anteriores para reforzar su argumento de que Stalin estaba preparándose para una guerra agresiva, enfatizando en particular la motivación ideológica para las acciones del líder soviético. El título se refiere al desafortunado país que sería incorporado como la “república final” en la “Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas” que abarcaba todo el globo, completando por consiguiente la revolución proletaria mundial.

Como explica Suvorov, este plan era enteramente consistente con la doctrina marxista-leninista, así como también con las políticas de Lenin en los primeros años del régimen soviético. El historiador ruso sostiene convincentemente que no era Leon Trotsky (Bronstein), sino más bien Stalin, su rival menos llamativo, quien era el fiel discípulo de Lenin en promover la revolución comunista mundial. Trotsky insistió sobre su doctrina de la “revolución permanente”, por medio de la cual el joven estado soviético ayudaría a fomentar insurrecciones domésticas de trabajadores y la revolución en los países capitalistas.

Stalin en lugar de ello quería que el régimen soviético tomara ventaja de “armisticios” ocasionales en la lucha global para consolidar la fuerza militar roja para el momento oportuno cuando fuerzas soviéticas más grandes y mejor armadas atacarían en Europa Central y Occidental, añadiendo nuevas repúblicas soviéticas según esta abrumadora fuerza atravesaba el continente. Tras la exitosa consolidación y sovietización de toda Europa, la expandida URSS estaría dispuesta para imponer el poder soviético sobre todo el globo.

Como muestra Suvorov, Stalin comprendió bastante bien que, dando una libre elección, la gente de los avanzados países occidentales nunca elegirían voluntariamente el comunismo. Por consiguiente tendría que ser impuesto a la fuerza. Su audaz plan, decidió Stalin más adelante, podría ser realizado solamente a través de una guerra mundial.

Una pieza crítica de prueba a este respecto es su discurso del 19 de agosto de 1939, recientemente descubierta en los archivos soviéticos. En él, el heredero de Lenin declara:

La experiencia de los últimos 20 años ha mostrado que en época de paz el movimiento comunista no es lo bastante fuerte para tomar el poder. La dictadura de tal partido sólo llegara a ser posible como resultado de una gran guerra...

Más tarde, todos los países que han aceptado la protección de la resurgente Alemania también se convertirían en nuestros aliados. Tendremos un amplio campo para desarrollar la revolución mundial.

Además, y como los teóricos soviéticos siempre han insistido, el comunismo nunca podrá coexistir pacíficamente a largo plazo con otros sistemas políticos-sociales. Consecuentemente, el dominio comunista tendría inevitablemente que ser impuesto a lo largo del mundo. Tan integral era este objetivo de “revolución mundial” a la naturaleza y desarrollo del “primer estado de los trabajadores” que era una característica cardinal de la agenda soviética incluso antes de que Hitler y su movimiento nacionalsocialista llegaran al poder en Alemania en 1933.

Stalin eligió atacar en el momento y en el lugar de su elección. Para este fin, el desarrollo soviéticos de los sistemas de armas ofensivas más avanzados, principalmente tanques, aviones y fuerzas aerotransportadas, había comenzado ya a comienzos de los 30. Para asegurar el éxito de esta audaz empresa, a finales de 1939 Stalin ordenó la construcción de una poderosa máquina de guerra que sería superior en cantidad y calidad a todos las posibles fuerzas armadas contrarias. Su primera orden secreta para la movilización total militar-industrial del país fue emitida en agosto de 1939. Una segunda orden de movilización total, ésta para la movilización militar, sería emitida en el día en que la guerra debía de comenzar.

El ataque alemán de “Barbarroja” desbarató el plan bien trazado de Stalin para “liberar” toda Europa. En este sentido, asevera Suvorov, Stalin “perdió” la Segunda Guerra Mundial. El primer ministro soviético pudo considerar derrotar “meramente” Alemania y conquistar Europa Central y Oriental solamente como una decepción.

Según Suvorov, Stalin reveló su decepción sobre el resultado de la guerra de diferentes formas.

Primero, hizo que el Mariscal Georgi Zhukov, y no él mismo, el comandante supremo, encabezara el desfile de la victoria en 1945. Segundo, el desfile oficial de la victoria del 9 de mayo incluso no fue autorizado hasta después de la muerte de Stalin. Tercero, Stalin nunca llevó las medallas con las que fue condecorado tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Cuarto, una vez, en un estado de depresión, expresó a los miembros de su círculo más cercano su deseo de retirarse ahora que la guerra había acabado. Quinto, y quizás más convincente, Stalin abandonó el trabajo del largamente planificado Palacio de los Soviets.

El enorme Palacio de los Soviets, aprobado por el gobierno soviético a comienzos de los 30, debía ser de 1.250 pies de alto, coronado con una estatua de Lenin de 300 pies de altura –más alto que el Empire State Building de Nueva York. Debía de ser construido sobre el lugar de la antigua Catedral de Cristo el Salvador. Por orden de Stalin, esta magnífico símbolo de la vieja Rusia fue demolido en 1931 –un acto por medio del cual los gobernantes comunistas de la nación simbólicamente borraban el alma de la vieja Rusia para dejar campo para la pieza central de la URSS mundial.

Todas las “repúblicas socialistas” del mundo, incluyendo la “última república”, serían finalmente representadas en el Palacio. La sala principal de este santuario secular debía de estar inscrita con el juramento que Stalin había dado en ritmo casi religioso en el entierro de Lenin. Incluía las palabras: “Cuando él nos dejó, el Camarada Lenin nos dejó en herencia la responsabilidad de reforzar y expandir la Unión de Repúblicas Socialistas. Juramos por ti, Camarada Lenin, que honorablemente llevaremos esto a cabo, tu mandamiento sagrado”.

Sin embargo, solamente la base moldeada para esta grandioso documento fue completo, y durante los 90, tras el colapso de la URSS, la Catedral de Cristo el Salvador fue cuidadosamente reconstruida en el lugar.

Durante décadas la versión oficial del conflicto germano-soviético de 1941-1945, apoyada por historiadores de la corriente oficial en Rusia y en Occidente, ha sido algo parecido a esto:

Hitler lanzó un ataque “relámpago” sorpresa contra la tristemente desapercibida Unión Soviética, engañando a su líder, el ingenuo y confiado Stalin. El Führer alemán estaba guiado por la codicia por “espacio vital” y los recursos naturales en el primitivo este, y por su latente determinación de aplastar al “Comunismo Judío” de una vez por todas. En este ataque traicionero, que era una parte importante de la alocada carrera de Hitler por “conquistar el mundo”, los agresores “nazis” o “fascistas” inicialmente aplastaron toda resistencia con su preponderancia de tanques y aviones modernos.

Este punto de vista, que fue afirmado por los jueces aliados en el Tribunal de Nuremberg de posguerra, es todavía ampliamente aceptado en Rusia y en los Estados Unidos. En Rusia hoy, la mayoría del público general (y no meramente aquellos que son nostálgicos del antiguo régimen soviético) aceptan esta línea “políticamente correcta”. Por una cosa, “explica” las enormes pérdidas de la Unión Soviética durante la II Guerra Mundial en hombres y material.

Contrariamente al punto de vista oficial de que la Unión Soviética no estaba preparada para la guerra en junio de 1941, de hecho, enfatiza Suvorov, eran los alemanes quienes no estaban realmente preparados. El precipitadamente trazado plan alemán de la “Operación Barbarroja”, que demandaba una victoria “relámpago” en cuatro o cinco meses por fuerzas numéricamente inferiores avanzando sobre tres amplios frentes, estaba condenado desde el principio.

Además, procede Suvorov a anotar, Alemania carecía de las materias primas (incluyendo petróleo) esenciales para sostener una guerra trazada de tales dimensiones.

Otra razón para la falta de preparación de Alemania, sostiene Suvorov, era que sus líderes militares subestimaron seriamente la actuación de las fuerzas soviéticas en la Guerra de Invierno contra Finlandia, 1939-1940. Éstas combatieron, debe enfatizarse, bajo condiciones invernales extremadamente severas –temperaturas de menos de 40 grados y nieves de una profundidad de varios pies- contra las bien diseñadas fortificaciones reforzadas con cemento e instalaciones subterráneas de la “Línea Mannerheim” finlandesa. A pesar de eso, lo que es a menudo olvidado, el Ejército Rojo, después de todo, obligó a los finlandeses a un armisticio humillante.

Es siempre un error, enfatiza Suvorov, menospreciar a tu enemigo. Pero Hitler hizo este mal cálculo crítico. En 1943, después de que la marea de la guerra hubiese cambiado en contra de Alemania, admitió su equivocada evaluación de las fuerzas soviéticos de dos años antes.

Para probar que fue Stalin, y no Hitler, quien realmente estaba preparado para la guerra, Suvorov compara el armamento alemán y soviético a mediados de 1941, especialmente con respecto a todos los sistemas de armas ofensivas importantes –tanques y fuerzas aerotransportadas. Es un axioma generalmente aceptado en la ciencia militar que las fuerzas atacantes deben tener una superioridad numérica de tres a uno sobre los defensores. Aún, como explica Suvorov, cuando los alemanes atacaron en la mañana del 22 de junio de 1942, atacaron con un total de 3.350 tanques, mientras que los defensores soviéticos tenían un total de 24.000 tanques –esto es, Stalin tenía siete veces más tanques que Hitler, o 21 veces más tanques que lo que hubiera sido considerado suficiente para una defensa adecuada. Además, enfatiza Sudorov, los tanques soviéticos eran superiores en todos los aspectos técnicos, incluyendo potencia de fuego, alcance y blindaje.

Asimismo, el desarrollo soviético de la producción de tanques pesados había ya comenzado a comienzos de los 30. Por ejemplo, ya en 1939 los soviéticos estaban ya poniendo a producir en serie, y distribuyéndolo a sus fuerzas, el modelo T-35, un tanque pesado de 45 toneladas con tres cañones, seis ametralladores, y un blindaje de 30 mm. En cambio, los alemanes comenzaron el desarrollo y producción de un tanque de 45 toneladas comparable solamente después de que hubiese comenzado la guerra a mediados de 1941.

En 1939, los soviéticos habían añadido ya tres modelos de tanques pesados a su inventario.

Además, los soviéticos diseñaron sus tanques con orugas anchas, y para operar con motores diesel (que eran menos inflamables que la mezcla de combustible utilizada por los carburadores convencionales). Además, los tanques soviéticos fueron construidos con el motor y la conducción en la parte de atrás, mejorando por consiguiente la eficiencia general y la visión de los tripulantes. Los tanques alemanes tenían una distribución menos eficiente, con el motor en la parte trasera y la conducción delante.

Cuando el conflicto comenzó en junio de 1941, señala Suvorov, Alemania no tenía tanques pesados, solamente 309 tanques medios y casi 2.668 tanques ligeros, inferiores. Por su parte, los soviéticos al comienzo de la guerra tenían a su disposición tanques que no solamente eran más pesados sino también de calidad superior.

A este respecto, Suvorov cita los recuerdos del general de tanques alemán Heinz Guderian, quien escribió en sus memorias “Líder Panzer” (1952/1996, pág. 143):

En la primavera de 1941, Hitler había específicamente ordenado que a una comisión militar rusa le fuera mostrada nuestras escuelas y fábricas de tanques; en esta orden, él había insistido en que nada le fuera ocultado a ellos. Los oficiales rusos en cuestión rechazaron firmemente en creer que el Panzer IV era de hecho nuestro tanque más pesado. Dijeron repetidamente que nosotros debíamos de estar ocultándoles nuestros modelos más recientes, y se quejaron de que no estábamos llevando a cabo la orden de Hitler de mostrarles todo. La comisión militar fue tan insistente en este punto que finalmente nuestros fabricantes y oficiales de la Oficina de Artillería concluyeron: “Parece que los rusos deben ya poseer tanques mejores y más pesados que los que hacemos”. Fue a finales de julio de 1941 cuando el tanque T-34 apareció en el frente y el enigma del nuevo modelo ruso fue resuelto.

Suvorov cita otro hecho revelador del “Almanaque de la II Guerra Mundial” de Robert Goralski (1982, pág. 16). El 24 de junio de 1941 –justo dos días después del comienzo de la guerra germano-soviética-:

Los rusos introdujeron sus tanques gigantes Klim Voroshilov en acción cerca de Raseiniai [Lituania]. Los modelos, que pesaban entre 43 y 52 toneladas, sorprendieron a los alemanes, que encontraron a los KV casi imparables. Uno de esto tanques rusos recibió 70 impactos directos, pero ninguno penetró su blindaje.

En resumen, Alemania sobrepasó al coloso soviético con tanques que eran demasiado ligeros, demasiados escasos en número, e inferiores en rendimiento y potencia de fuego. Y esta disparidad continuó según la guerra progresó. Solo en 1942, las fábricas soviéticas produjeron 2.553 tanques pesados, mientras que los alemanes produjeron 89. Incluso al final de la guerra, el tanque de mejor calidad en combate era el modelo soviético IS (“Iosef Stalin”).

Suvorov sarcásticamente urge a los historiadores militares oficiales a estudiar un libro sobre tanques soviéticos de Igor P. Shmelev, publicado en 1993 por, qué sorpresa, la Hobby Book Publishing Company en Moscú. El trabajo de un honesto analista militar amateur como Shmelev, a quien sinceramente interesa y gusta su hobby y la verdad, dice Suvarov, es a menudo superior al del empleado pagado por el gobierno.

Aún mas desequilibrada era la superioridad soviética en fuerzas aerotransportadas. Antes de la guerra, los bombarderos soviéticos DB-3f y SB así como también los bombarderos TB-1 y TB-3 (de los cuales Stalin tenía alrededor de un millar) que habían sido modificados para llevar tropas aerotransportadas así como también cargas de bombas. A mediados de 1941, las fuerzas armadas soviéticas habían entrenado a cientos de miles de paracaidistas (Suvorov dice casi un millón) para el planeado ataque contra Alemania y Occidente. Estas tropas aerotransportadas serían desplegadas y lanzadas detrás de las líneas enemigas en varias oleadas, cada oleada consistía en cinco cuerpos de asalto aerotransportados (VDKs), cada cuerpo consistía en 10.419 hombres, estado mayor y personal de servicio, una división de artillería y un batallón independiente de tanques (50 tanques). Suvorov enumera los oficiales al mando y las bases de operaciones de las dos primeros oleadas o diez cuerpos. La segunda y tercera oleadas incluían tropas que hablaban francés y español.

Ya que el ataque alemán evitó que estas tropas altamente entrenadas fueran utilizadas como originalmente se planeó, Stalin las convirtió en “divisiones de guardias”, que utilizó como reservas y “brigadas de fuego” en situaciones de emergencia, tanto como Hitler a menudo desple-gaba a las fuerzas Waffen SS.

En apoyo de su tesis principal, Suvorov cita datos adicionales que no fueron mencionados en sus dos trabajos anteriores sobre este tema. Primero, en vísperas del comienzo de la guerra de 1941 las fuerzas soviéticas habían sido suministradas con mapas topográficos de solamente áreas fronterizas y europeas; no recibieron mapas para defender territorio soviético o ciudades, porque la guerra no era para ser librada en el territorio nacional. El jefe del Servicio Topográfico Militar en esa época, y por consiguiente responsable para la distribución de mapas militares, Mayor General M. K. Kudryavtsev, no fue castigado o incluso cesado por no poder proporcionar mapas del territorio nacional, sino que procedió a disfrutar de una larga y exitosa carrera militar. Asimismo, el jefe del Estado Mayor, General Zhukov, nunca fue responsabilizado de la debacle de los primeros meses de la guerra. Ninguno de los altos comandantes militares podrían ser responsabilizados, apunta Suvorov, porque todos ellos habían seguido las órdenes de Stalin al pie de la letra.

Segundo, a comienzos de junio de 1941, las fuerzas armadas soviéticas comenzaron a recibir miles de copias de un repertorio de expresiones ruso-alemán, con secciones dedicadas a operaciones militares ofensivas tales como ocupar estaciones ferroviarias, orientación de paracaidistas, y así sucesivamente, y expresiones tal útiles como “Pare de transmitir o dispararé”. Este repertorio de expresiones fue producido en grandes cantidades por imprentas militares en Leningrado y Moscú. Sin embargo, nunca llegaron a las tropas en el frente, y se dice que habían sido destruidos en la fase inaugural de la guerra.

Como anota Suvorov, los Estados Unidos habían estado suministrando a la Rusia Soviética material militar desde finales de los 30. Cita el estudio de Antony C. Sutton, “Suicido Nacional” (Arlington House, 1973), que informa que en 1938 el Presidente Roosevelt llegó a un acuerdo secreto con la URSS para intercambiar información militar. Para consumo público norteamericano, sin embargo, Roosevelt anunció la imposición de un “embargo moral” sobre la Rusia Soviética.

En los meses anteriores a la entrada formal de Estados Unidos en la guerra (diciembre de 1941), navíos atlánticos de los ostensiblemente neutrales Estados Unidos estaban ya en guerra contra las fuerzas navales alemanas. Y dos días después del ataque “Barbarroja”, Roosevelt anunció la ayuda norteamericana a la Rusia Soviética en su guerra por la supervivencia contra el Eje. Así, en el comienzo del ataque “Barbarroja”, Hitler escribió en una carta a Mussolini: “En este punto no hay diferencia si Estados Unidos entra oficialmente en la guerra o no, está ya apoyando a nuestros enemigos en medida completa con entregas masivas de materiales de guerra”.

De modo semejante, Winston Churchill estaba haciendo todo en su poder durante los meses anteriores a junio de 1941 –cuando las fuerzas británicas estaban sufriendo una derrota militar tras otra- para llevar a los Estados Unidos y a la Unión Soviética a la guerra del lado de Gran Bretaña. En verdad, la coalición anti-Hitler de los “Tres Grandes” (Stalin, Roosevelt, Churchill) estaba efectivamente asentada incluso antes de que Alemania atacara a Rusia, y fue una razón principal por lo que Hitler se sintió obligado a atacar a la Unión Soviética y declarar la guerra a los Estados Unidos cinco meses después.

Las razones para el apoyo de Franklin Roosevelt a Stalin son difíciles de sujetar. El mismo Presidente Roosevelt una vez explicó a William Bullitt, su primer embajador en la Rusia Soviética: “Pienso que si le doy a él [Stalin] todo lo que posiblemente le doy, y no pregunto nada a él a cambio, nobleza obliga, él no tratará de anexionarse todo, y trabajará conmigo para un mundo en paz y democracia”. Quizás la explicación más certera (y amable) para la actitud de Roosevelt es una profunda ignorancia, auto-engaño o candidez. En el considerado punto de vista de George Kennan, historiador y antiguo diplomático norteamericano de alto rango, en política exterior Roosevelt fue “un hombre muy superficial, ignorante, vacilante, con un horizonte intelectual severamente limitado”.

Suvorov admite estar fascinado con Stalin, llamándole “un animal, un salvaje, un monstruo sangriento, pero un genio de todas las épocas y pueblos”. Mandó la mayor potencia militar en la Segunda Guerra Mundial, la fuerza que más que ninguna otra derrotó a Alemania. Especialmente en los años finales del conflicto, dominó la alianza militar aliada. Él debió haber considerado a Roosevelt y a Churchil desdeñosamente como tontos útiles.

A pesar de la resistencia de historiadores “oficiales” (que en Rusia son a menudo antiguos comunistas), el apoyo a la tesis del “ataque preventivo” de Suvorov ha estado creciendo en Rusia y en Europa Occidental. Entre aquellos que simpatizan con los puntos de vista de Suvorov están jóvenes historiadores rusos como Yuri L. Dyakov, Tatyana S. Bushuyeva y I. V. Pavlova.

Con respecto a la historia del siglo XX, los historiadores norteamericanos son generalmente más de mente cerrada que sus contraparte en Europa o Rusia. Pero incluso en los Estados Unidos ha habido unas pocas voces de apoyo a la tesis de la “guerra preventiva” –lo cual es más notable considerando que los libros de Suvorov sobre la II Guerra Mundial, con excepción de “Rompehielos”, no han estado disponibles en inglés. (Una de tales voces es la del historiador Russell Stolfi, profesor de Historia Moderna Europa en la Escuela Naval de Postgraduados de Monterrey, California).

No todas las respuestas al trabajo de Suvorov han sido positivas, sin embargo. También ha incitado críticas y afirmaciones renovadas del punto de vista ortodoxo. Entre los nuevos defensores más prominentes de la “línea” ortodoxa están los historiadores Gabriel Gorodetsky de la Universidad de Tel Aviv, y John Ericson de la Universidad de Edimburgo.

Rechazando todos los argumentos que podrían justificar el ataque de Alemania, Gorodetsky en particular castiga y ridiculiza los trabajos de Suvorov, muy notablemente en un libro titulado, apropiadamente, “El Mito Rompehielos”. De hecho, Gorodetsky (y Ericson) atribuye las pérdidas de guerra soviéticas a la supuesta falta de preparación del Ejército Rojo para la guerra. “Es absurdo”, escribe Gorodetsky, “afirmar que Stalin se entretendría con cualquier idea de atacar Alemania, como algunos historiadores alemanes ahora gustan sugerir, con objeto, por medio de un ataque sorpresa, trastocar el planeado ataque preventivo de Alemania”.

Como es lógico, Gorodetsky ha sido alabado por las autoridades del Kremlin y por los líderes militares rusos. El “estamento oficial” de Alemania igualmente abraza al historiador israelí. A expensas de los contribuyentes alemanes, él ha trabajado y enseñado en la semioficial Oficina de Investigación de Historia Militar (MGFA), que en abril de 1991 publicó “Zwei Wege nach Moskau” (“Dos Caminos a Moscú”) de Gorodetsky.

En “La Última República”, Suvorov responde a Gorodetsky y a otros críticos de sus dos primeros libros sobre la historia de la Segunda Guerra Mundial. Particularmente es mordaz en sus críticas de la obra de Gorodetsky, especialmente de “El Mito Rompehielos”.

Suvorov escribe cáusticamente, sarcásticamente y con gran amargura. Pero si él está esencialmente en lo correcto, cono este crítico cree, él –y nosotros- tenemos perfecto derecho a estar amargados por haber estado descaminados y mal informados durante décadas.

Aunque Suvorov merece nuestra gratitud por su importante disección de la leyenda histórica, su trabajo no está sin defectos. En primer lugar, su alabanza de los logros del complejo industrial militar soviético, y la calidad del armamento y equipamiento militar soviéticos, es exagerado, quizás incluso panegírico. No puede admitir los orígenes occidentales de mucho del armamento y material soviético. Los ingenieros soviéticos desarrollaron un talento natural para exitosamente modificar, simplificar y, a menudo, mejorar los modelos y diseños occidentales. Por ejemplo, el robusto motor diesel utilizado en los tanques soviéticos estaba basado en un motor diesel de avión BMW alemán.

Lo que no se puede criticar en justicia a Suvorov es una falta de patriotismo. Consciente de que las primeras víctimas del Comunismo fueron los rusos, él correctamente traza una distinción bien definida entre el pueblo ruso y el régimen comunista que los dominaba. Escribe no solamente con la habilidad de un historiador capaz, sino con reverencia por los millones de rusos cuyas vidas fueron desperdiciadas por los dementes planes de Lenin y Stalin para “la revolución mundial”.
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Mensaje por Medina » Mié Ene 04, 2006 12:00 am

Debo confesar que a mí me pasó exactamente igual que a José Luis. Durante un tiempo, desde que tuve conocimiento por primera vez de la tesis de Suvorov, tuve mis dudas. No obstante, según he ido consultando historiografía sobre el tema no he encontrado un indicio razonable que la sustente. De todos modos, ahí queda y quien sabe si algún día se descubra algún documento, sobre todo en los archivos soviéticos, que arroje nueva luz sobre esta cuestión.

El motivo que me ha animado a abrir este post es meramente informativo, pues es un tema que en nuestro ámbito ha pasado prácticamente ignorado y creo que era por lo menos necesario tener alguna noción sobre él.

Saludos.
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Mensaje por José Luis » Mié Ene 04, 2006 2:00 am

¡Hola, Eckart y Medina!

La teoría esgrimida por Suvorov de un supuesto plan de Stalin para atacar a Alemania en algún momento del verano de 1941, teoría que en su momento tuvo sus defensores (algunos ya citados por Medina), se basa a grandes rasgos en dos argumentos, uno de carácter militar y otro político.

Antes de examinar ambos argumentos, conviene dejar una cosa completamente clara. Más allá del apoyo del IHR -una organización de extrema derecha claramente revisionista (revisionismo espurio), fanáticamente anti-comunista, entre cuyos miembros destacados se encuentra David Irving-, hay que sentenciar que Rusia era un objetivo ideológico de Adolf Hitler (su espacio vital), mucho antes de que el régimen stalinista revolucionara la economía rusa y el Ejército Rojo desarrollara una doctrina militar de alcance. Hitler no atacó a la Unión Soviética por una razón preventiva (aunque diera al pueblo alemán esa razón discursiva), sino exclusivamente por un motivo doble: ideológico (espacio vital) y político coyuntural (Gran Bretaña no aceptaba sentarse a una mesa de negociaciones y Hitler creyó que asestando un golpe mortal a la URSS, la última esperanza de los británicos desaparecería).

El despliegue y re-despliegue de junio de 1941 del que habla Suvorov insinuándole un carácter ofensivo fue todo lo contrario. Todos esos movimientos respondían a la estimación estratégica que hizo Stalin sobre dónde estaría el eje principal de un hipotético ataque alemán.

Los recursos que Suvorov hace de los comentarios de Keitel son totalmente ridículos, por la sencilla razón de que Hitler se inclinó por su estrategia del Este a finales de julio de 1940, decidiéndose completamente en el mes de noviembre del mismo año tras la visita cursada a Berlín por el de Exteriores soviético, Molotov. En diciembre de 1940, Hitler firmó y cursó la directriz de la Operación Barbarroja. Es decir, Hitler decidió atacar a la Unión Soviética mucho tiempo antes de que Stalin ordenase los despliegues y re-despliegues de primavera-verano de 1941.

Cuando el autor del IHR nos dice, en su reseña, que Suvorov “cree que el ataque preventivo de Hitler llegó justo dos o tres semanas antes del propio asalto planeado por Stalin”, simplemente está fantaseando. El Ejército Rojo de junio-julio de 1941 no estaba en condiciones de llevar a cabo ninguna ofensiva a gran escala, como sabía muy bien el propio Stalin, razón por la cual rechazó rotundamente un plan que previamente le había entregado Zhukov, y del que hablaré más tarde.

El caso de la fuerza de paracaidistas es una pura fantasmada. Una simple visual al orden de batalla soviético de junio de 1941 es suficiente para saber que el millón de paracaidistas sólo existía en el caletre de Suvorov. La media de personal de las divisiones de fusiles (que eran el caballo de batalla del ER) el 22 de junio de 1941 era de unos 8.000-9.000 hombres. Aun concediendo una media de 10.000 hombres a una división aerotransportada soviética en junio de 1941, harían falta 100 divisiones aerotransportadas para conseguir la cifra del millón. Pero esas 100 divisiones aerotransportadas no aparecen por ningún lado, por el simple hecho de que no existían.

En fin, para no hacer interminable la refutación de las manipulaciones de Suvorov sobre cifras y efectivos del Ejército Rojo, recomiendo que se lea el libro de David M. Glantz, Stumbling Colossus: The Red Army on the Eve of World War. Modern War Studies. Lawrence: University Press of Kansas, 1998, donde el militar estadounidense da una cuenta detallada del verdadero estado del Ejército Rojo en vísperas de la guerra, desmintiendo completamente el relato de Suvorov.

Por último, en cuanto al plan de ataque propuesto por Zhukov, veamos lo que nos cuenta Ian Kershaw en su célebre obra sobre Hitler: [Dos de los generales soviéticos de la máxima graduación, el mariscal Semyon Timoshenko y el general Georgi Zhukov habían propuesto un plan el 15 de mayo (de 1941) para un ataque preventivo contra Alemania, pero Stalin había descartado la idea, temiendo que provocase el ataque que quería evitar. No existían planes para invadir Alemania. La guerra preventiva contra una invasión soviética inminente era una leyenda de la propaganda nazi]. Kershaw anota esa frase suya (página 388 del capítulo titulado “El enfrentamiento”, en la primera edición de octubre de 2000 de Ediciones Península) con la nota núm. 4, que nos lleva a la página 924, donde se lee: [Véase sobre todo Gerd R. Ueberschär y Lev. A. Bezymenskij (eds.), Der Deutsche Überfall auf die Sowjetunion. Die Kontroverse um die Präventivkriegsthese, Darmstadt, 1988, aquí esp. VIII-IX, 59, 100-101, y, para el plan de Timoshenko y Zhukov, 186-93. Véase también Gabriel Gorodetsky, “Stalin und Hitlers Angriff auf die Sowjetunion. Eine Ausei nandersetzung mit der Legende von deutschen Präventivschlag”, VfZ, 37 (1989), 645-72; y Bianka Pietrow, “Deutschland im Juni 1941 – ein Opfer sowjetischer Aggression? Zur kontroverse über die Präventivkriegsthese”, GC, 14 (1988), 116-35. Stalin había advertido a un numeroso auditorio de graduados de las academias militares soviéticas de que la guerra era inminente. Pero el descubrimiento tardío de un texto del discurso, del que se creían perdidas todas las copias, ha desmentido los informes que indicaban que Stalin abogaba por una guerra preventiva contra Alemania. (Kershaw sigue con su nota dando más bibliografía)]. He marcado con negrita lo principal, para no hacer tan engorrosa la lectura de bibliografía en idioma extranjero.

Finalmente, tomad nota de la siguiente bibliografía y reseña:

Gabriel Gorodetsky. Grand Delusion: Stalin and the German Invasion of Russia. New Haven: Yale University Press, 1999, del que tenéis una reseña en: http://www.h-net.org/reviews/showrev.cg ... 1057558202

Hay muchísimas más referencias (estudio de la doctrina militar soviética en la década de 1920 y 1930 hasta que quedó estrangulada por Stalin en 1937-1938, bibliografía soviética sobre el verdadero estado del Ejército Rojo el 22 de junio de 1941, planes y estrategia soviética en esas fechas, juegos de guerra, etc.) para ver desmentida la teoría de Sovorov, pero creo que con lo dicho ya hay suficiente como para guardarse muy buenas reservas con respecto a tales "revisionistas".

Saludos cordiales
José Luis
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Mensaje por Eckart » Mié Ene 04, 2006 3:44 am

Sensacional, José Luis.

Uhmmm...
José Luis escribió:En diciembre de 1940, Hitler firmó y cursó la directriz de la Operación Barbarroja.
¡Es cierto! ¡La famosa directriz nº 21, de 18 de Diciembre de 1940, si no recuerdo mal! La tenía olvidada. ¡Gracias!

Un saludo.
«El conocimiento es mejor que la ignorancia; la historia es mejor que el mito».
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Mensaje por José Luis » Lun Ene 09, 2006 6:07 pm

¡Hola a todos!

Leyendo material para realizar un artículo que tengo en mente sobre el mariscal Zhukov, me he encontrado con las notas que Simonov reunió durante varias conversaciones con Zhukov, mantenidas después de la guerra en varias ocasiones.

El Military History Journal (Unión Soviética) del 9 de septiembre de 1987, publica la versión inglesa del Voyenno. En este ejemplar se continúa un artículo que recoge las notas de varias conversaciones mantenidas después de la guerra, en diferentes años, entre Simonov y Zhukov. Los comentarios de Zhukov arrojan una luz muy esclarecedora sobre el tema planteado en este topic sobre Suvorov, desmintiendo rotundamente la teoría del pretendido plan de Stalin para atacar Alemania en el verano de 1941. Lo que sigue es mi traducción de los pasajes que considero de interés.

[Notes on Biography of G. K. Zhukov
18010027g Moscow VOYENNO-ISTORICHESKIY ZHURNAL in Russian No 9, Sep 87 (signed to press 21 Aug 87) pp. 48-56]

[Article published under the heading “From Unpublished Manuscripts” by K. M. Simonov: “Notes on the Biography of G. K. Zhukov”; the article is a continuation. See Voyenno-Istoricheskiy Zhurnal, No 6, 7, 1987]

[Sería un error imaginar que nadie alrededor de Stalin le discutió jamás de cuestiones económicas o de estado. Sin embargo, en ese tiempo, una mayoría de las personas que le rodeaban le apoyaban en los aspectos políticos que él había desarrollado antes de la guerra y principalmente en su certeza de que si nosotros nos absteníamos de cometer una provocación o dar cualquier paso en falso, entonces Hitler no se vería obligado a romper el pacto y atacarnos.

Tanto Malenkov como Molotov en esta cuestión se posicionaron completamente con Stalin. Molotov también apoyaba este punto de vista activamente. Molotov no sólo era un individuo tenaz y de fuerte voluntad a quien era difícil cambiarlo si había tomado alguna posición. Por mis observaciones en añadidura a esto, en aquel momento tenía una fuerte influencia sobre Stalin, particularmente en cuestiones de política exterior, donde Stalin, en esa época, antes de la guerra, lo consideraba competente. La cosa cambió más tarde cuando todos los planes demostraron ser incorrectos y habían colapsado, y Stalin repetidamente en mi presencia culpó de esto a Molotov…Después de su viaje a Berlín en noviembre de 1940, Molotov continuaba asegurando que Hitler no nos atacaría. Debe tenerse en cuenta que a los ojos de Stalin, en este caso Molotov tenía la autoridad adicional de un hombre que había estado personalmente en Berlín.

(…) La única persona cercana a Stalin que en mi recuerdo y en mi presencia dio un punto de vista diferente sobre la posibilidad de un ataque alemán fue Zhdanov. Habló inevitablemente muy duramente sobre los alemanes y aseguró que no se podía creer en absoluto en Hitler.

¿Cómo desarrolló Stalin sus errores de preguerra que tan caros nos costaron? (…) Stalin sobreestimó el grado en el cual Hitler estaría atado en el Oeste, creyendo que estaría ocupado allí y que en el futuro cercano no podría combatir contra nosotros. Poniendo esto en la base de todas sus previsiones, Stalin, después de la caída de Francia, no supo reconsiderar la situación.

La guerra en Finlandia demostró a Hitler los puntos débiles de nuestro ejército. Pero al mismo tiempo también se lo demostró a Stalin. Esto fue el resultado de 1937-1938 (Zhukov se refiere a las purgas, nota mía), un resultado muy doloroso.

Si uno compara el entrenamiento de nuestro personal antes de los sucesos de esos años, en 1936, y después de esos sucesos, en 1939, debe decirse que el nivel de entrenamiento de combate de la tropa había caído enormemente. Si ya era malo que el ejército, comenzando desde sus regimientos, estuviera hasta un grado significativo sin liderazgo, fue posteriormente diezmado por esos sucesos.

(…) En enero de 1941, hubo un análisis de este juego estratégico (los juegos de guerra de diciembre de 1940 a los que Zhukov se ha referido en otro pasaje) en el Consejo Militar Principal. Al realizar el principal informe a mí asignado, decidí mostrar ciertas cuestiones que nos estaban alarmando. En primer lugar, la cuestión del mal posicionamiento de un sistema de nuevas áreas fortificadas a lo largo de la nueva frontera. La configuración de las fronteras hizo malo el emplazamiento. Hubiera sido mucho mejor retrasarlos aproximadamente 100 kilómetros en profundidad. Me di cuenta de que este punto de vista causaría insatisfacción, pues el sistema de colocación de las áreas fortificadas que yo estaba criticando había sido aprobado por el Consejo de Defensa y Trabajo y finalmente por Stalin. Sin embargo, yo estaba decidido a hacer algo. Debería describir esto.

Stalin escuchó el informe atentamente y me preguntó, junto a los presentes, un número de cuestiones. En particular, me preguntó por qué los azules (el papel de los alemanes en el juego de guerra, papel que dirigió Zhukov; nota mía) eran tan fuertes y por qué en los datos iniciales de nuestro juego se había concedido tan fuertes fuerzas alemanas. Se le contestó que esas fuerzas correspondían a las capacidades de los alemanes y estaban basadas en una estimación real de todas las fuerzas que podían lanzar contra nosotros, habiendo creado grandes ventajas sobre el eje de su principal ataque. Esto también explicaba el decisivo avance de los azules durante el juego.

Pronto tras este encuentro fui nombrado jefe del Estado Mayor General.

Antes de esto yo no tenía experiencia de trabajo en estado mayor y hasta el comienzo de la guerra, en mi propia opinión, no era un jefe de Estado Mayor General suficientemente entrenado y experimentado, dejando aparte que por mi naturaleza y experiencia de servicio no estaba inclinado a actividades de estado mayor sino más bien a las de mando.

A principios de 1941, cuando supimos de la concentración de grandes fuerzas alemanas en Polonia, Stalin envió una carta personal a Hitler informándole de que conocíamos ese hecho, y que estábamos sorprendidos por esto y obteniendo la impresión de que Hitler estaba intentando atacarnos. Hitler envió una carta a Stalin en respuesta, una carta personal también, y como él enfatizaba en el texto, una carta confidencial. En esta carta escribió que nuestra información era correcta, que habían sido concentradas en Polonia grandes formaciones de tropas, pero que él, confiando en que esto no iría más allá de Stalin, explicaría que la concentración de sus tropas en Polonia no estaba dirigida contra la Unión Soviética, que él intentaba observar estrictamente el pacto concluido y esto lo garantizaba por su honor como jefe de estado. Sus tropas habían sido concentradas en Polonia con otros propósitos. El territorio de Alemania Occidental y Central había caído sobre fuertes bombardeos ingleses y podía ser observado claramente por los ingleses desde el aire. Por esta razón, él se vio obligado a cambiar grandes contingentes de tropas hacia el Este para poder rearmarlas y reconstituirlas a salvo allí, en Polonia. Por lo que yo sé, Stalin creyó esta carta.

Posteriormente hubo más y más causas para la alarma. Confrontado con los repetidos círculos de alarma, el Comisario de Defensa del Pueblo consiguió obtener de Stalin permiso para una movilización parcial de medio millón de reservistas y para trasladar otros cuatro ejércitos a los distritos occidentales.

Como jefe del Estado Mayor General, me di cuenta de que el cambio de ejércitos y el cambio de hombres movilizados al lugar del servicio no permanecerían en secreto para los alemanes, alarmándolos y exacerbando la situación. Como fue el caso, simultáneamente con la ejecución de esas medidas esenciales, las tropas en los distritos fronterizos deberían haber sido puestas en preparación de combate. Informé de esto a Stalin, pero después de requerir dos semanas para persuadirle de un acuerdo para las dos primeras medidas, rechazaba ahora darnos su aprobación para esta tercera medida directamente relacionada con las dos primeras. Respondió que poner a las tropas fronterizas en preparación de combate podía conducir a una guerra y él estaba convencido que nosotros seríamos capaces de temporizar y explicar tanto la movilización parcial como el movimiento de los ejércitos en una manera tal que no causara alarma en Hitler.

(…) Stalin creyó y creyó correctamente que para prepararse para una guerra necesitaríamos un mínimo de al menos dos años. Se necesitarían tanto para el desarrollo estratégico-militar de las áreas ocupadas por nosotros en 1939 como para reorganizar el ejército, incluyendo el área técnica, donde estábamos muy atrasados. Aunque se dio un buen paso durante los años entre el final de la campaña finlandesa y el estallido de la guerra, nosotros habríamos necesitado realmente casi otros dos años para estar completamente preparados para una guerra]

Bueno, Zhukov continúa con sus comentarios en su conversación con Simonov, y todas sus declaraciones no dejan lugar a la duda sobre el tema que nos ocupa: Stalin quería evitar a toda costa una guerra con Alemania en 1941, y la Unión Soviética no estaría preparada para una guerra hasta, al menos, 1942.

Saludos cordiales
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Mensaje por José Luis » Mié Ene 11, 2006 8:44 pm

¡Hola a todos!

Otra informacióm más viene a desestimar la teoría de Suvorov.

A. A. Koskoshin, "Defense Leadership in Russia: The General Staff and Strategic Management in a Comparative Perspective", BCSIA Discussion Paper 2002-15, Kennedy School of Government, Harvard University, November 2002. Traducido del ruso por Allison Gill. Notas traducidas por Roman Ilto.

En el capítulo titulado "Stalin and the General Staff of the Worker-Peasant Red Army", página 28, está la nota 31. En la página 72 se comenta esta nota con las siguientes palabras:

[El hecho de que el mando estratégico soviético entrara en la IIGM completamente falto de preparación refuta las recurrentes especulaciones de que en 1941 Alemania lanzó un ataque preventivo mientras la Unión Soviética estaba preparándose para invadir Europa. Se suele decir que en la víspera de la invasión alemana de junio de 1941 el ejército soviético no estaba preparado ni para un ataque estratégico ni para una defensa estratégica. Esto se debe principalmente al hecho de que en esa época cualquier decisión clave relativa a la guerra o paz era hecha por Stalin solo. Adicionalmente, Stalin no tenía analistas de alto nivel a su alrededor......

Según algunos documentos y testigos, el Estado Mayor General del Ejército Rojo estaba realmente contemplando un ataque preventivo contra el ejército alemán para trastornar su despliegue estratégico. Sin embargo, aparentemente, Stalin nunca recibió ninguna propuesta para semejante ataque. Véanse dos libros desde 1941. Los compiladores son L. E. Reshin, I. A. Bezymenskii, V. K. Vinogradov, y otros. Editor científico V. P. Naumov, libro dos. (Series Russia of the 20th Century: Documents, edited by A. N. Yakolev, (Moscow: International Fund "Demokratiya," 1998), 215-220). El hecho de que la única copia del memorando conteniendo esas propuestas (que fue reportado al autor a mitad de la década de 1990) nunca fue firmada por Timoshenko y Zhukov refuerza este punto de vista todavía más.]

Saludos cordiales
José Luis
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

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David L
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Re: Viktor Suvorov

Mensaje por David L » Mié Sep 02, 2015 7:50 pm

Pues parecen que se han decidido a publicar este polémico libro de Viktor Suvorov en castellano, es una novedad de este septiembre del 2015:

El Rompehielos. ¿Quién empezó la Segunda Guerra Mundial?, de Viktor Suvorov, editorial Planeta, 2015.

http://www.planetadelibros.com/el-rompe ... 00636.html

Un saludo.
Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra... elegisteis el deshonor y tendréis la guerra.

Winston Churchill a Chamberlain.

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Chuikov
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Re: Viktor Suvorov

Mensaje por Chuikov » Mié Sep 02, 2015 11:08 pm

En vez de publicar "The Wages of destruction", de Tooze, por ejemplo.............................
Carpe Diem

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