Una serie producida en el 2004 titulada la guerra en Canada en color.
Dominio prácticamente independiente en el Imperio Británico, Canada conoce a partir de 1930 el severo impacto de la gran depresión y para combatirla una versión local del new deal norteamericano; en todo caso, y aunque los años 30 sean difíciles, los canadienses están muy lejos de la crisis europea y muy poco sensibles a la amenaza de Hitler. La visita de Jorge VI y la reina Elisabeth en mayo de 1939 es justamente una operación propagandística destinada a estrechar los lazos sentimentales con la vieja metropolí ante los rumores de guerra cada vez más intensos.
El conflicto bélico estalla el 1° de setiembre y el día 10 el parlamento de Canada, después de un breve debate, declara la guerra a Alemania. El país esta falto de preparación: el ejército permanente tiene 10 000 hombres y la artillerí tiene munición par 90 minutos de fuego. De fora que el primer ministro liberal Mackenzie King, que estaba al frente de gobierno desde 1921, con una interrupción de cinco años, ha de poner a los canadienses a trabajar.
La contribución de Canda al esfuerzo bélico de guerra de los aliados tiene diversas facetas. Por una parte, la geografía del país y su potencia económico lo convierten en una gran base logística productora de alimentos y municiones para Gran Bretaña. Además, Canda es el centro de entrenamiento de 50 000 aviadores de toda la Commonweath y acoge a algunos miles de niños para protegerlos de los bombardeos. Por último esta la movilización militar: En 1941 unos 300 000 canadienses y se han alistado a las fuerzas armadas y reciben preparación para el combate.. La entrada en acción es, en estos primeros años, simbólica. Desde la primavera de 1940, las primeras unidades canadienses llegan a Gran Bretaña sólo para continuar entrenamiento y a lo largo de 1941 algunos contingentes son enviados a las colonias británicas del Extremo Oriente como Hong--Kong y Singapur aún en paz. Serán estos últimos en participar de verdad en la guerra y en conocer la derrota frente al ataque japonés de diciembre de 1941.
En julio de 1936, 18 años después de l guerra mundial, 100 000 personas, entre ellas casi 6 000 canadienses, se empiezan a reunir en una colina del norte de Francia, han hecho este viaje tan largo para rendir homenaje a las 60 000 vidas canadienses que se perdieron el guerra que había de poner fin a todas las guerras. Uno de los asistentes es Walter Prussik, un veterano de Toronto que filma la inauguración del monumento en Vimy con su cámara doméstica . A su lado, su esposa Ruby hace una anotación en su diario: " Hemos subido arriba de la colina donde esta el monumento y que vista más extraordinaria nos hemos encontrado. No se puede describir con palabras: a nuestro alrededor vemos las trincheras que se han conservado, toda la colina esta repleta de bombas y cráteres de minas. No nos podemos quitar de la cabeza el pensamiento de esta tierra empapada de sangre"-
En el otro lado del océano, de lo último que quieren hablar los canadienses es del triste recuerdo de la guerra. Lo que quieren es que la vida continué. Pero para la mayoría, continuar viviendo no es nada fácil por culpa de la crisis económica de la historia del país. Son los odiosos años 30.
" Estimado señor, le escribo para cer si con su ayuda consigo un trabajo, y por fin, después de un periodo de más de dos años, me puedo mantener., corro el peligro de morirme de hambre."
" Señor Primer Ministro, con toda la humildad aprovecho la oportunidad de esta carta, para pedirle si se pudiese hacer cargo de este pedido de ropa interior, mi marido tiene neuritis tanto en los brazos como en la espalda, y a veces le hace mucho daño, me gustaría..."
" Antes de deshonrar mi familia, mi persona o mi Dios, me ahogaré y..."
" Si usted no puede no que más puedo hacer"
Para poner freno a la inquietud de hombres solteros sin trabajo el gobierno establece unas ayudas económicas y proyectos para mantener estos hombres ocupados más conocidos como campos de ayuda.
Mientras recorre Europa, Melvin Welvin un agente de viajes de Ontario filma unas imágenes idílicas en Alemania. Don Dankin, un canadiense de 21 años, que acaba de salir de la universidad de Manitoba, escribe a su hermano en Winnipeg y le habla de la euforia que recorre Alemnia:
" Los jóvenes se saludan los unos a los otros con un grito de Heil Hitler y apoyan con entusiasmo al nacionalsocialismo, pero al miso tiempo ignoran el desarrollo y las ideologías políticas actuales. La Alemania moderna tiene dos caras, para un observador exterior que no sepa alemán todo es fabuloso; cuando vuelva a casa ya te explicare como es la otra cara"
continuará