Enemy in the East

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José Luis
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Enemy in the East

Mensaje por José Luis » Sab Jun 13, 2015 9:40 am

¡Hola a todos!

Rolf-Dieter Müller, Enemy in the East. Hitler's Secret Plans to Invade the Soviet Union (London & New York: I.B. Tauris, 2015).

Este libro es la versión inglesa del libro publicado en alemán en 2011 por la Ch. Links Verlag. El título es el mismo en ambos idiomas; sin embargo, el subtítulo inglés (Hitler's Secret Plans to Invade the Soviet Union) es menos conciso que el alemán (Hitlers geheime Pläne für einen Krieg gegen die Sowjetunion im Jahr 1939). Éste concreta el periodo de esos "planes secretos": 1939.

Bien, el profesor Müller, que ya debe estar retirado, es un historiador alemán de reconocido prestigio al que no es necesario presentar aquí. Su fama le precede.

Sin embargo, tengo para mí que este libro suyo es bastante prescindible, al menos para el lector que ya está avezado en la historia política y militar del Tecer Reich en general, y en la política exterior de Hitler en particular. A mí me ha resultado un tanto laboriosa la lectura de este libro, en tanto en cuanto que fue como leer algo que ya había leído muchas veces. Salvo detalles, apenas leí algo nuevo. ¿De qué va este libro?

Müller presenta dos tesis que voy a resumir de la siguiente manera: la primera, que Hitler quería atacar a la URSS en 1939, pero vio frustrado su plan por el rechazo final de Polonia de llegar a un acuerdo con Alemania; la segunda, que la génesis de la Operación Barbarroja fue originada por Halder y otros oficiales del OKH, quienes movieron a Hitler a tomar su decisión de atacar a la URSS en julio de 1940.

A mi juicio, las pruebas que presenta Müller para fundamentar sus dos tesis son puramente circunstanciales, mientras que sus argumentos son muy débiles e ignoran otras cuestiones y actores que fueron determinantes en el desarrollo de los acontecimientos.

Los cuatro primeros capítulos del libro están dedicados a desarrollar su primera tesis, mientras que el último capítulo, el quinto, arma la segunda. Luego remata con el capítulo de conclusiones.

Müller se remonta al siglo XIX para constatar los orígenes de planes para invadir Rusia, y luego sigue la historia de la actuación alemana en la IGM en el frente oriental. Aquí no hay nada nuevo o desconocido para el aficionado a estas épocas históricas. A continuación, el autor pinta el cuadro evolutivo de las relaciones germano-soviéticas durante la República de Weimar, en concreto la cooperación militar y económica entre el Reichswehr y el Ejército Rojo, un tema que también es bastante conocido. Con la llegada de Hitler a la Cancillería del Reich en enero de 1933, Müller comienza a hilvanar los pasos que dio Hitler para romper esa cooperación militar y económica con la URSS y cortejar a la temida Polonia (que junto Francia era el objeto de ese entendimiento que el Reichswehr había tenido con el Ejército Rojo durante Weimar), hasta la firma de su pacto de no agresión con los polacos en 1934. A partir de entonces, lenta pero decididamente, Hitler pretendió, cuenta Müller, formar un frente anti-soviético con la alianza de Polonia, Italia y Gran Bretaña. Y si no consigue una alianza con esas tres potencias, pretende al menos su neutralidad para poder dirigirse contra la URSS. Todo esto tampoco es nuevo. En cuanto al pensamiento operacional del Reichswehr-Wehrmacht, Müller escribe que los líderes del OKH contaban con llevar la guerra contra la URSS a territorios del Báltico y Ucrania, principalmente, no más allá de 180 millas de la frontera polaca. Si Polonia se aliaba y participaba en esa guerra, mejor; caso contrario, la Wehrmacht atacaría a través de los flancos, dejando el sector central a cargo de una Polonia neutral. Se contaba igualmente con la participación, activa o pasiva, de Japón, que sujetaría fuertes fuerzas soviéticas en Extremo Oriente.

Toda esta hilación de argumentos, hechos, conversaciones diplomáticas, intenciones, etc., es, sin embargo, bastante débil en tanto en cuanto no tiene en cuenta las reacciones plausibles de otros actores que tenían cosas que decir y hacer. En el fondo, lo que nos quiere contar Müller es que Hitler no tenía decidido acabar primero con Francia, antes de moverse contra la URSS, pues contaba con la neutralidad británica, que dejaría "indefensa" a Francia, y la alianza, o neutralidad benevolente en el peor de los casos, de Polonia. Esto es bastante cuestionable, como los acontecimientos futuros demostraron. Incluso cuando finalmente Polonia rechazó rotundamente todas las "ofertas" alemanas, en marzo de 1939 cuando Gran Bretaña salió como su garante, nos cuenta Müller que Hitler, decidido a invadir Polonia, esperaba la no intervención de Gran Bretaña y Francia, para poder, acto seguido, dirigirse contra la URSS en los términos y alcance antes definidos. Pero en esta última cuestión, las pruebas de Müller son inexistentes, en el sentido de que no había una planificación estratégica ni operacional, sólo un puro pensamiento operacional extraido a partir de ciertos juegos de guerra de la marina, para una agresión contra la URSS. Müller enfatiza que tampoco había nada similar con respecto a un ataque contra el Oeste, pero esto se explica, aunque él no lo profundiza, precisamente por la misma razón de que Hitler no preveía una respuesta de las dos grandes potencias occidentales por su invasión de Polonia.

Está claro que el ideal de Hitler era lidiar con la URSS, donde tenía su ansiado "espacio vital", pero para conseguir este objetivo tenía que solventar previamente todos sus obstáculos fronterizos (Renania, Austria, Checoslovaquia, Memel, Polonia, Rumania, Hungría) y esto todo no lo podía hacer al margen de lo que dijera o hiciera Francia, Gran Bretaña y la URSS. Müller pasa de puntillas, comparativamente con lo mucho que se extiende sobre Polonia, sobre el Pacto de Munich, donde a Hitler le quedó claro que ya no podía incluir a Gran Bretaña en su ecuación anti-soviética (de ahí el Plan Z de la Marina de Guerra), y donde el Führer, casi con la firma del pacto fresca, decidió que nadie le volvería a detener contra su próxima víctima: Polonia.

Y aunque Hitler apuró sus conversaciones y ofertas a Polonia en las primeras semanas de 1939, tras la declaración británica de marzo no hay un solo indicio ni prueba directos que demuestren que Hitler tenía pensado continuar la guerra, inmediatamente tras derrotar a Polonia, contra la URSS en 1939, si Francia y Gran Bretaña no le hubieran declarado la guerra o hubieran aceptado las ofertas de paz realizadas por Hitler en octubre de 1939. Todo el "armazón" argumental de Müller a este respecto es pura especulación.

En cuanto a su segunda tesis, mucho menos elaborada que la primera, es cierto que Halder, por su propia cuenta y sin ninguna indicación ni conocimiento de Hitler, dio varias instrucciones en junio y principios de julio de 1940 para preparar una acción militar contra la URSS, en base a varios supuestos. Ahora bien, extraer de estos hechos la conclusión de que Hitler vino a ser una especie de víctima de los planes del OKH es una pretensión que Müller no logra no ya demostrar, sino fundamentar.

Hay más cosas en el libro, pero éstas que he subrayado son las relevantes, en mi opinión. Sin dejar los rigores académicos al margen, tengo para mí que las dos grandes interpretaciones de Müller sólo se sujetan en un rosario de especulaciones difíciles de hilvanar e imposibles de demostrar.

Saludos cordiales
JL
"Dioses, no me juzguéis como un dios
sino como un hombre
a quien ha destrozado el mar" (Plegaria fenicia)

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