La respuesta de Kershaw sigue la tónica general que ha adoptado la mayoría de expertos en el tema, esto es situar la motivación ideológica detrás de la decisión final de Hitler de atacar a la Unión Soviética, aunque Kershaw reconoce que “en 1940, el componente crucial era estratégico-militar”. En otras palabras, Hitler decidió atacar a la Unión Soviética para derrotarla en una campaña relámpago y así obligar a Gran Bretaña a sentarse en una mesa de negociaciones para la paz, neutralizando a la vez cualquier intención de Estados Unidos de entrar en la guerra apoyando a los británicos. El componente ideológico (destruir el bolchevismo judío) parece que tuvo un papel secundario.Eckart escribió: Cuando se analiza el periodo (verano-otoño de 1940) en el cual Hitler decide atacar a la Unión Soviética, la historiografía en su mayor parte (y Kershaw en su Hitler 1936-1945) tiende a buscar los motivos de esa decisión crucial en los presupuestos ideológicos de Hitler y en un objetivo político concreto: acabar con la última esperanza de Gran Bretaña en su guerra con Alemania. Sin embargo se incide muy poco sobre la amenaza que Hitler veía en la participación de Estados unidos en la guerra. En este sentido, como apunta el profesor Tooze en The Wages of Destruction, Hitler creía que sólo podía afrontar una guerra contra Estados Unidos (y Gran Bretaña) si se apoderaba de los enormes recursos de la Unión Soviética. La otra alternativa que tenía, en mi opinión, era convertir la alianza táctica que tenía con la URSS en una alianza estratégica dirigida contra EE.UU. y G.B. ¿Cuál es su opinión al respecto?
La primera. Hitler no tenía interés en una alianza a largo plazo con la Unión Soviética. No apoyó la idea de Ribbentrop de un pacto euro-asiático. Más bien, vio lo inevitable de un choque con la Unión Soviética en el plazo de un año o dos. Un impulso ideológico clave seguía siendo –la posición que había adoptado en los años 20- la necesidad de destruir el “Bolchevismo Judío” en la Unión Soviética y, al mismo tiempo, adquirir el “espacio vital” necesario para asegurar el futuro de Alemania. Este imperativo ideológico no menguó, pero en 1940 el componente crucial era estratégico-militar: derrotar a la Unión Soviética en una guerra rápida, forzando así a Gran Bretaña a la mesa de negociaciones y terminando la guerra Europea en general, y, al mismo tiempo, convencer a los EE.UU. para que se abstuviera de intervenir en Europa y para que se quedara en sus propios dominios. Los recursos de las conquistas europeas, y de la Unión Soviética en particular, harían entonces a Alemania incontestable y, en algún punto futuro, capaz de contemplar la dominación del mundo mediante la victoria en una contienda con los EE.UU. Pero este no era una perspectiva inmediata. Hasta el otoño de 1941, Hitler no contempló ocuparse en el futuro inmediato en una guerra contra un oponente para el que no tenía medios de derrotar. Eso surgió por las rápidamente cambiantes circunstancias de la guerra tras el fracaso de la Blitzkrieg en Rusia, la creciente beligerancia de los EE.UU. en el Atlántico y luego la entrada de Japón en la guerra.
En mi opinión, el factor ideológico sólo empezó a jugar un papel importante después, y no antes, de que Hitler decidiera irrevocablemente atacar a la Unión Soviética al firmar la Directiva Nº. 21 de Barbarroja el 18 de diciembre de 1940. Aunque es un tema complejo donde es difícil decir la última palabra, a mi juicio el factor ideológico fue del todo marginal en esta decisión de Hitler. El propio Hitler declaró, tras la capitulación de Francia, el 25 de junio de 1940 (negrita mía):
Der Krieg im Westen ist beendet. Frankreich ist besiegt, mit England werde ich in kürzester Frist zu einer Verständigung kommen. Dann bleibt nur noch die Auseinan-dersetzung mit dem Osten. Das ist aber eine Aufgabe, die weltweite Probleme wie das Verhältnis zu Japan und die Machtverteilung im Stillen Ozean aufwirft. Sie kann man vielleicht in zehn Jahren in Angriff nehmen, vielleicht muß ich sie auch meinem Nachfolger überlassen. Jetzt haben wir auf Jahre hinaus alle Hände voll zu tun, das in Europa Erreichte zu verdauen und zu konsolidieren.(1).
Que viene a significar:
La guerra en el Oeste ha terminado. Francia está derrotada, y alcanzaré un acuerdo con Inglaterra en el menor tiempo posible. Entonces todo lo que queda es la confrontación con el Este. Pero esta es una tarea que plantea problemas globales como la relación con Japón y la distribución del poder en el Océano Pacífico. Tal vez pueda abordarla en diez años, tal vez deba dejarla en manos de mi sucesor. Ahora, durante años, tenemos en nuestras manos un completo proceso de digestión y consolidación de lo que hemos logrado en Europa.
Hitler realizó esta declaración el 25 de junio de 1940, el mismo día en que se hicieron públicos los términos del armisticio que se había firmado tres días antes, el 22 de junio, en el Bosque de Compiègne entre Alemania y Francia. A tenor de su contenido, parece evidente que toda la declaración descansaba en la convicción de Hitler de llegar rápidamente a un entendimiento con Gran Bretaña. Una convicción ciertamente extraña, pues pocos días antes, el 18 de junio, Churchill había proclamado en la Cámara de los Comunes de forma desafiante su decisión irrevocable de continuar la guerra, acabando con esa frase que se hizo famosa: “This was their finest hour” (2).
La declaración de 25 de junio arriba citada no fue una perorata ni un objetivo insincero de Hitler, pues venía acreditada por la decisión tomada por Hitler dos días antes de reducir y reestructurar el ejército de tierra. En efecto, el ejército de paz debía acabar con una fuerza de unas 70 divisiones (de las entonces 155 existentes), incluyendo 30 panzer y motorizadas. Como solución intermedia, mientras continuase la guerra, se decidió reducir el ejército a 120 divisiones (incluidas 30 panzer y motorizadas). Este programa de reducción intermedia y final obedecía al criterio del Estado Mayor General del Ejército de 15 de junio de 1940, según el cual “con el inminente colapso final del enemigo se ha descargado la tarea del ejército y dentro del territorio enemigo seremos capaces de llegar a cabo sin ser molestados esta reestructuración como la base de nuestra organización de tiempo de paz”. El principal esfuerzo de la guerra contra Gran Bretaña correría a cargo de la Luftwaffe y de la Kriegsmarine, cuyos requerimientos de personal y material, incluyendo armamento, tenían ahora prioridad. (3)
El 16 de julio de 1940, Hitler firmó la Directiva Nº. 16, que detallaba las operaciones para una posible invasión de Inglaterra que, de ser necesaria, se llevaría a cabo (4). Tres días después, el 19 de julio, Hitler lanzó su larguísimo discurso en el Reichstag donde, cerca del final, proclamó su famosa propuesta de paz a los británicos al declarar: “En este momento, de pie ante mi conciencia, me siento obligado a dirigir otra apelación a la razón en Inglaterra. Creo que puedo hacer esto pues no estoy pidiendo algo como vencido, sino más bien como vencedor. Y estoy hablando en nombre de la razón. No veo ninguna razón convincente que pueda forzar la continuación de la guerra” (5). La respuesta británica a esta “oferta de paz” llegó inmediatamente, apenas una hora después, a través de la BBC, con un rechazo categórico a dicha propuesta, a la que siguió dos días después la respuesta formal del gobierno británico a través de Lord Halifax, quien declaró:
We will see this fight through, even if it takes everything we have. Nobody entertains any doubts that, if Hitler should succeed, this would signal the end of all that makes life worth living. (6).
Hitler quedó deprimido. Un día antes de esa declaración radiada de Halifax, Hitler se había reunido con sus generales, y aquí, por primera vez, ordenó llevar a cabo “preparaciones mentales” (según recoge Halder en su diario de guerra) para un posible ataque contra la Unión Soviética. Días después, el 29 de julio, Hitler expresó claramente a Jodl su determinación de atacar a la Unión Soviética, y dos días más tarde, el 31 de julio, comunicó en el Berghof sus reflexiones a sus líderes militares, resolviendo que “Debe ponerse un fin a Rusia en el curso de esta confrontación. Primavera de 1941. Lo más pronto que derrotemos a Rusia, mejor. La operación sólo tiene sentido si destruimos este estado de un golpe...”(7).
Como escribió, de forma magistral, Gabriel Gorodetsky (negrita mía):
Hitler's decision to attack Russia is indeed enigmatic. It is hardly possible to detect a direct line leading from his pledge in Mein Kampf to 'terminate the endless German drive to the south and west of Europe, and direct our gaze towards the lands in the east' to the actual decision to embark on Operation 'Barbarossa'. The commonly held view bypasses the difficulty by claiming that Hitler had consistently aimed at the destruction of Moscow 'as the headquarters of the ''Judaeo-Bolshevist world conspiracy'''. The fact that the crusade against Bolshevism and the extermination of the Jews revolutionized the course of the war in 1941 is not sufficient in itself to prove steadfast adherence to a blueprint. The ideological convictions found open expression only once the decision on 'Barbarossa' had been taken, and to a large extent diverted Hitler from a more rational strategic policy which had characterized his military leadership so far. Perhaps the only explanation lies with those who highlight the symbiosis in Hitler's war policy between calculation and dogma, strategy and ideology, foreign policy and racial policy. (8).
Traduzco:
La decisión de Hitler de atacar a Rusia es realmente enigmática. Difícilmente es posible detectar una línea directa desde su promesa en Mein Kampf para “acabar el interminable empuje alemán al sur y oeste de Europa, y dirigir nuestra mirada hacia los territorios del este” hasta la actual decisión de embarcarse en la Operación “Barbarroja”. La opinión comúnmente mantenida evita la dificultad al afirmar que Hitler había apuntado sistemáticamente a la destrucción de Moscú 'como la sede de la “conspiración mundial judeo-bolchevique”'. El hecho de que la cruzada contra el bolchevismo y el exterminio de los judíos revolucionaron el curso de la guerra en 1941 no es suficiente en sí mismo para demostrar una adhesión firma a un proyecto original. Las convicciones ideológicas sólo encontraron una abierta expresión una vez que ya había sido tomada la decisión sobre Barbarroja, y en gran medida desviaron a Hitler de una política estratégica más racional que había caracterizado hasta entonces su liderazgo militar. Quizá la única explicación está en los que resaltan la simbiosis de la política de guerra de Hitler entre cálculo y dogma, estrategia e ideología, política exterior y política racial”.
Ciertamente, antes del 21 de julio de 1940, no existe evidencia de que Hitler albergara ninguna idea firme de barajar un ataque contra la Unión Soviética entre sus alternativas para continuar la guerra contra Gran Bretaña. Esta idea sólo entró entre sus alternativas el 21 de julio, cuando los británicos rechazaron formalmente su propuesta de paz de 19 de julio. Hasta esa fecha, sólo Halder en el EMG hizo planes para una posible contingencia contra la Unión Soviética. Pero lo hizo de propia iniciativa y sin que Hitler tuviera idea de ello (9). Desde el 31 de julio, cuando Hitler ordenó la planificación para un ataque contra la Unión Soviética previsto en la primavera de 1941, hasta el 18 de diciembre de 1940, cuando hizo firme esa planificación con la Directiva Nº. 21 de Barbarroja, las alternativas que se tomaron para continuar la guerra contra Gran Bretaña fueron básicamente dos de naturaleza militar y una, de acompañamiento, de naturaleza política. A saber: en primer lugar, las operaciones de bombardeo de la Luftwaffe contra Inglaterra, que dieron lugar a lo que se conoce como la Batalla de Inglaterra, y que no consiguieron sus objetivos estratégicos; en segundo lugar, la proyectada Operación León Marino, esto es la invasión de Inglaterra, que finalmente fue aplazada sine dia y finalmente cancelada por el fracaso de la Luftwaffe; y en tercer lugar, las negociaciones diplomáticas con la Francia de Pétain y la España de Franco para formar un bloque mediterráneo (junto con Italia) contra Gran Bretaña, negociaciones que nunca llegaron a buen puerto y tuvieron como una de sus consecuencias la cancelación de la proyectada Operación Félix (toma de Gibraltar).
Al tiempo que tenían lugar estas fracasadas negociaciones políticas y diplomáticas, altos funcionarios del Ministerio de Exteriores alemán (con el apoyo de Ribbentrop) buscaron negociar la inclusión de la Unión Soviética en un pacto euro-asiático a cuatro (Alemania, Italia, Japón y la URSS), pero estas negociaciones, que Hitler consintió pero en las que no creía, fracasaron igualmente ante el rechazo lógico de la Unión Soviética al planeado reparto nazi de esferas de poder en los Balcanes. Hitler ganó la batalla diplomática de los Balcanes contra Stalin cuando ya había firmado la Directiva de Barbarroja. Con todo acierto, Gorodetsky puso como título a su libro Gran Engaño (Grand Delusion), pues Hitler consiguió engañar siempre a Stalin respecto de sus verdaderas intenciones hasta el mismísimo día de la invasión alemana de 22 de junio de 1941.
Concluyo recapitulando que, a mi juicio y en base a la evidencia disponible, la decisión de Hitler de atacar a la Unión Soviética, formalizada el 18 de diciembre de 1941, no estuvo motivada en absoluto por cuestiones ideológicas, sino por cuestiones estratégicas de índole política, económica y militar. Sólo después de que esta decisión se hizo firme el 18 de diciembre, sólo a partir de entonces el factor ideológico cobró fuerza y la planificación política, económica y militar de la Operación Barbarroja fue conformándose de acuerdo con la ideología racial nazi para una guerra de exterminio.
(1) Bernd Stegemann, Hitlers Ziele im ersten Kriegsjahr 1939/1940, in: Militärgeschichtliche Mitteilungen, 1/80, S.95-97.
(2) Véase la proclamación completa en https://api.parliament.uk/historic-hans ... -situation
(3) Horst Boog et al, Germany and the Second World War. Volume IV: The Attack on the Soviet Union (Oxford University Press, 1996), p. 240.
(4) Véase Trevor-Ropert, Hitler's War Directives 1939-1945 (1964), Directiva 16. O en Internet, pr ejemplo en https://ww2db.com/doc.php?q=316
(5) Max Domarus, Hitler. Speeches and Proclamations, 1932-1945 (Bolchazy-Carducci Publishers, 1990) p. 2062.
(6) Domarus, 2067, o la declaración entera en http://www.ibiblio.org/pha/policy/1940/1940-07-22a.html
(7) Domarus, 2071.
(8) Gabriel Gorodetsky, Grand Delusion. Stalin and the German Invasion of Russia (New Haven & London: Yale University Press, 1999), p. 48.
(9) Véase el “Plan Otto” en viewtopic.php?f=5&t=19205